Cinco Mensajes No Pulidos
CINCO MENSAJES NO PULIDOS
LAS BUENAS OBRAS DE UN CRISTIANO
Juan 9. 3, 4
Cuando Joni Eareckson Tada estaba en la escuela secundaria, sufri¢ un acidente de nataci¢n. Hoy es una dama parapl‚jica, confinada a un sill¢n de ruedas. Se ha hecho famosa como oradora en colegios y otros lugares. Ha estado varias veces en programas religiosos de televisi¢n. Es una artista talentosa, con un pincel que sostiene con los dientes, moviendo su cabeza de un lado al otro. Sus escritos tambi‚n han circulado ampliamente. Sigue activa como cristiana.
Pero nadie tuvo una vida tan colmada de actividades como Jes£s durante sus tres a¤os de ministerio. A veces, habl¢ a personas individuales y otras en peque¤os grupos de disc¡pulos, as¡ como a miles al mismo tiempo.
En el pasaje de Juan 9 encontramos un interesante hecho, cuando san¢ a un hombre que hab¡a estado ciego desde su nacimiento. En el vers¡culo 4 usa la expresi¢n: "Me es necesario". Mientras hab¡a tiempo deb¡a cumplir las obras de Dios. La palabra "obra" es usada con frecuencia en la Biblia, as¡ como la de trabajo, las que aparecen no menos de mil veces.
No somos salvos por nuestras obras, porque nuestra redenci¢n viene de la obra de Cristo en la cruz, como dice en Tito 3.5 y Efesios 2.10; en este caso se se¤ala que hemos sido creados en Cristo "para buenas obras". De modo que el cristiano est llamado a ser un obrero. Todos debemos estar ocupados en la obra del Se¤or.
1. Debemos estar llenos de buenas obras. Jes£s es nuestro ejemplo. Estaba tan ocupado que a veces no ten¡a tiempo para comer o dormir. El cristiano debe ser una persona activa, "rica en buenas obras" (1 Timoteo 6.8). El libro de Hebreos nos declara que debemos inspirar a los dem s al amor y las buenas obras (10.24).
En Hechos 9 se cuenta la visita que Sim¢n Pedro hizo al lugar donde hab¡a vivido Dorcas o Tabita, que hab¡a muerto. La gente le mostreo las ropas que ella hab¡a hecho para otros, diciendo que estaba "llena de buenas obras".
La oraci¢n es una buena obra que podemos realizar. Si oramos como es debido, descubriremos que la oraci¢n es un trabajo. En Romamos 15.30, Pablo pide a los creyentes que colaboren con ‚l por medio de la oraci¢n y en Colosenses 4.12 menciona a Epafras como alguien que participa de la obra orando, lo que a veces es traducido "luchando en oraci¢n."
Nehem¡as era el copero del rey Artajerjes unos a¤os despu‚s que los persas tomaron Babilonia. En cierta ocasi¢n, estuvo sentado por varios d¡as, llorando, ayunando y orando por la condici¢n de los que estaban en su pa¡s.
Podemos orar unos por otros, por los l¡deres, los padres, los ni¤os, los dem s creyentes. Los ni¤os pueden orar por sus padres y los padres por sus hijos. Cuando nuestra hija Marcha ten¡a cinco a¤os, dijo a su madre: "Mam , ¨por qu‚ cuanto m s oro por pap y t£, se ponen cada vez m s malos?" Bien, tenemos que orar por los miembros de la familia, cualquiera que sea el resultado.
El cumplimiento de las tareas de todos los d¡as es una buena obra. Es necesario hacer los trabajos que no se destacan. Debemos ocuparnos de las tareas rutinarias, hasta que est‚n completas. En una cocina, hab¡a un cartelito que dec¡a: "La obra divina se cumple todos los d¡as en este lugar."
En una iglsia, un miembro nanda una tarjeta de cumplea¤os a todos los miembros, dese ndoles buenos augurios. Es un trabajo simple, pero es importante, porque todos aprecian un saludo c lido.
En todas las iglesias hay gente jubilada, muchos de los cuales est n dispuestos a usar su capacidad en el servicio, haciendo reparaciones o poniendo cosas en orden. Lo que puede parecer rutinario y nada espectacular resulta ser importante, aunque nunca se mencionen los nombres de los que la cumplen.
Otra buena obra es la de proclamar la verdad divina. Como dijo Pablo a Timote, todos debemos hacer "la obra de evangelista". El trabajo de evangelizar es muy por importante, porque se requiere mucho de ‚l para ganar a una persona. Tenemos por delante el desaf¡o de ir por todo el mundo a predicar el evangelio. Cuando Jes£s san¢ a un endemoniado gadareno, le dijo que fuera a su casa y contara a toda la familia lo que hab¡a sido hecho en ‚l.
Un hombre era ingeniero en una compa¤¡a de electricidad. Hab¡a recibido un Nuevo Testamento de los Gedeones mientras estudiaba, pero no le prest¢ atenci¢n y lo dej¢ entre sus papeles. Tres a¤os despu‚s, sinti¢ que algo andaba mal en su vida; encontr¢ el Nuevo Testamento y comenz¢ a leerlo. Dios hizo un milagro llev ndole la salvaci¢n por ese medio.
Podemos repartir folletos. La iglesia puede disponer de Biblias o Nuevos Testamentos para compartir con otros. Debemos tener siempre una buena provisi¢n de todo ello. Y adem s hay que usarlo.
Algunos cursos de agua son favoritos de los que practican deportes n uticos o pescan. Cuando llega una larga sequ¡a, pierden causal y los pescadores y dem s dejan de ir all¡. Cuando la vida cristiana est "llena de buenas obras", somos £tiles a los dem s.
2. Podemos tener una actitud correcta hacia las buenas obras. Jes£s puso tanta pasi¢n como cualquiera cuando hizo el milagro de sanar al ciego. Nosotros debemos tener la misma actitud. Todo cristiano debe estar siempre listo para cualquier cosa que sea necesaria.
Al principio de la guerra civil norteamericana, en 1861, el general McClellan encabez¢ las tropas norte¤as. Parec¡a que siempre ten¡a dudas para dar ¢rdenes a las tropas, porque, antes de hacerlas mover en cualquier direcci¢n, pod¡a estar varios d¡as reflexionando. Nunca estaba dispuesto a tomar una decisi¢n. Un d¡a, el presidente Lincoln le escribi¢ una carta, dici‚ndole: "Si usted no va a usar el ej‚rcito, lo voy a alquilar por unos d¡as."
¨Estamos listos para servir al Se¤or, diciendo como Isa¡as: "He aqu¡, env¡ame a m¡." O repetir lo que dijo Pablo: "Se¤or, ¨qu‚ quieres que haga?" A alguien que se hab¡a ofrecido para las misiones, le preguntaron cu ndo estar¡a listo y ‚l contest¢: "Apenas termine de lustrar mis botas."
Debemos tener una actitud de gozo cuando estamos ante la obra de Dios. Jes£s tom¢ as¡ la tarea de curar al ciego, como hab¡a dicho seg£n Juan 4: "Mi comida es que haga la voluntad del que me envi¢." Es mucho lo que podr¡amos hacer si lo previ‚ramos con alegr¡a.
John Audubon naci¢ en una isla del Caribe, donde su padre serv¡a en la marina francesa. Emigr¢ a los Estados Unidos y se convirti¢ en un destacado ornit¢logo, o sea estudioso de las aves. Anduvo por praderas, costas y todo lugar donde pudiera hacer p jaros para observar. No hac¡a su trabajo para adquirir fortuna, sino por placer.
Es un ejemplo de c¢mo podemos disfrutar de nuestro trabajo, tal como los ni¤os que imitan las distintas tareas. Esforc‚monos para que el ama de casa, el comerciante, el jubilado, el maestro y todos los dem s que haya en la iglesia disfruten del trabajo que tengan y que les resulta unan rica experiencia.
Necesitamos una actitud de dependencia de Dios para cumplir nuestra obra, o sea que debemos confiar en ‚l. Creemos que ‚l nos capacita para todo lo que hay que hacer, pues todos tenemos una unci¢n espiritual, como dicen l Corintios 12.13 y 1 Juan 2.27.
Garibaldi es uno de los h‚roes de Italia. Amaba su pa¡s y, cuando termin¢ su carrera militar, se retir¢ a una chacra. El rey V¡ctor Enmanuel lo necesit¢ cuando surgi¢ otra crisis y Garibaldi acept¢; tuvo muchas victorias y dos a¤os m s tarde volvi¢ a su casa. Encontr¢ que todo estaba cambiado con caminos y jardines. Su caba¤a hab¡a sido cambiada por una mansi¢n. Se puso a caminar por las habitaciones, pregunt ndose qu‚ hab¡a pasado, hasta que vio un retrato del rey y comprendi¢ que ‚ste lo hab¡a recompensado.
Nuestro Rey tambi‚n nos recompensa. Podemos oir alg£n d¡a, que nos diga: "Bien, buen siervo y fiel". Como dice en Apocalipsis 14.13, nuestras obras nos seguir n. As¡ ser si nos alistamos en el servicio del Se¤or y le damos todo lo mejor. Ojal todos nos consagremos a ese servicio a nuestro Dios y nuestro pr¢jimo.
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LA SANTA TRINIDAD
2 Corintios 13.14
Todos sentimos mucha alegr¡a cuando vemos un bautismo. Por lo general, una persona es bautizada poco despu‚s de aceptar al Salvador. Eso nos recuerda cuando Jes£s fue bautizado por Juan el Bautista. Cuando lo hizo, el Esp¡ritu Santo baj¢ en forma de paloma y se oy¢ la voz de Dios que dec¡a: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia." El hecho es contado en Mateo, Marcos, Lucas y 2 Pedro. De ese modo, en el acto del bautismo, encontramos al Padre, al Hijo y al Esp¡ritu Santo.
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Sabemos que Dios no puede ser imaginado por la mente humana. El Dios infinito permanece en el misterio. En 1 Timoteo 3.16 dice: "Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne (cuando se encarn¢ en Cristo), justificado en el Esp¡ritu (o sea el Esp¡ritu Santo), visto de los ngeles (cantaron cuando naci¢, lo ministraron luego de la tentaci¢n y en Getseman¡), predicado a los gentiles (Pablo y muchos otros lo hicieron, incluyendo a Pedro con Cornelio), cre¡do en el mundo (y a£n creemos en ‚l), recibido arriba en gloria (ascendi¢ a estar con Dios con quien hab¡a estado desde la eternidad)." All¡ tenemos de nuevo la Trinidad, como Padre, Hijo y Esp¡ritu Santo. Una sola naturaleza divina contiene la plenitud de la deidad, pero esa deidad incluye a las tres personas tal como Dios se manifest¢ en plena majestad y gloria.
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La Biblia ense¤a la verdad de la triple revelaci¢n de Dios como Padre, Hijo y Esp¡ritu Santo. Ahora bie, esa revelaci¢n es progresiva y sin embargo es definitiva y positiva. Por la esperanza, podemos entender la magnitud de las referencias b¡blicas que hablan de la Trinidad.
1.
Notemos que en G‚nesis 1.26 Dios dice: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza." En este lugar se usa la palabra "Elohim" que es un plural. No quiere decir "dioses" sino "Dios en su plenitud". En esos casos, e Padre se refiere al Hijo y quiz tambi‚n al Esp¡ritu Santo.
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Los primeros vers¡culos de G‚nesis 3 nos hablan de la intrusi¢n de Satan s en el jard¡n del Ed‚n. El diablo conoc¡a la multiforme grandeza de Dios, as¡ como sab¡a sobre el Hijo y el Esp¡ritu. Sin embargo, dijo a la mujer que, si com¡an del fruto prohibido, ser¡an "como dioses" y sab¡a bien por qu‚ usaba el plural.
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En el vers¡culo 22, Dios dijo que el hombre se hab¡a hecho "como uno de nosotros" y por eso le ech¢ del para¡so. En 11.7, cuando los hombres comenzaron a construir la torre de Babel que llegar¡a al cielo, Dios dijo: "Descendamos y confundamos all¡ su lengua", hablando nuevamente en plural. En el cap¡tulo 18, tres mensajeros celestiales visitaron a Abraham. Uno de ellos era conocido como el Angel de la Presencia Divina. Sin duda, era Cristo antes de su encarnaci¢n. Cuando Abraham comenz¢ a discutir con uno de elos sobre la salvaci¢n de las ciudades malvadas, la Escritura nos dice que habl¢ con el Se¤or.
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En Exodo 33.14, se menciona a Mois‚s y los hebreos en el desierto. El primero dijo que no ir¡a si la presencia de Dios no se manifestaba y el Se¤or le dijo: "Mi presencia ir contigo." Seg£n los estudiosos, en hebreo, dice: "Mis personas ir n contigo." Lo mismo aparece en Deuteronomio 4.37, lo que nos lleva a la idea de la triple plenitud divina.
En Deuteronomio 6.4 se declara: "Oye, Israel, Jehova nuestro Dios, Jehov uno es." Aqu¡ el verbo est en singular, demostrando que la unicidad de la deidad, pero el nombre Elohim nos habla en plural. No tenemos tres dioses, sino un solo Se¤or que se manifiesta como tres personas.
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En Juan 14.6, Jes£s dijo: "Pedir‚ al Padre y ‚l os dar otro Consolador." La palabra usada es "allos", o sea alguien de la misma cualidad y no "heteros", que indicar¡a una naturaleza diferente. El "otro Consolador" es el Paracleto o Ayudador, o sea el Esp¡ritu Santo. Tiene la misma naturaleza de Jes£s y del Padre.
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2.
.El hombre debe reconocer y aceptar a Dios como tres personas. Como Dios se nos revela de varias maneras, debemos aceptar esa verdad. Se muestra como Padre. Eso aparece pocas veces en el Antiguo testamento, porque con frecuencia el Se¤or se present¢ como esposo y hacedor de Israel. Generalmente, cuando decimos "Dios" estamos hablando del Padre. Miles de veces en la Biblia, Dios el Padre se refiere a s¡ mismo como "Se¤or".
El ser o naturaleza de Dios como Padre se conoce de muchas maneras. Es poderoso, pues nada es imposible para ‚l, excepto mentir o contradecirse. Lo vemos en G‚nesis 18.14 y Jerem¡as 32.17 y 27. Dios es santo. Encontramos muchas ilustraciones de la santidad de Dios, como cuando se mostr¢ a Mois‚s y le dijo que estaba pisando tierra santa. Tambi‚n es sabio porque nada se puede esconder de su presencia, como vemos en Ezequiel 8.
3
Dios se muestra a s¡ mismo como Hijo. Citando de nuevo 1 Timoteo 3.16, leemos que "Dios fue manifestado en carne". Jes£s es Emanuel, o sea "Dios con nosotros". No podemos negar la verdad de Juan 1.1 sin negar la veracidad de las Escrituras: "El Verbo era Dios". O sea que era la esencia de la deidad. Asimismo en Juan 4.14 dice que "Dios es esp¡ritu", no un esp¡ritu m s sino que su naturaleza es espiritual. Tambi‚n se declara que ‚l es el Mediador, que llega hasta Dios, y hasta el hombre, porque fue divino y humano, el £nico que puede superar el abismo entre el Dios santo y el hombre pecador.
Felipe, uno de los doce ap¢stoles, dijo a Jes£s: "Mu‚stranos al Padre y nos basta", a lo que Jes£s contest¢: "El que me ha visto ha visto al Padre." Y en Juan 10.33 Jes£s declar¢: "Yo y el Padre una cosa somos." O sea que est n unidos en su deidad.
Dios se mostr¢ como Esp¡ritu Santo. En Hechos 5 est la historia de Anan¡as y Safira, cuando mintieron en cuanto a sus posesiones. Pedro les dijo: "Hab‚is mentido al Esp¡ritu Santo", agregando que no hab¡an mentido a los hombres sino a Dios. El Esp¡ritu Santo nos instruye, nos ense¤a, nos consuela, ora por nosotros y habita en cada creyente.
Dios es el Padre, el Hijo y el Esp¡ritu Santo, pero son un solo Dios.
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ORAR SIN CESAR
1 Tesalonicenses 5.17
Cierto d¡a, un hombre estaba pescando y se cay¢ del bote. El agua era profunda y el bote se alej¢ del desdichado individuo. Grit¢: "Se¤or, s lvame esta vez y nunca te volver‚ a molestar!"
La verdad es que debemos clamar a Dios en momentos de emergencia as¡ como en los buenos. El Se¤or quiere que siempre lo busquemos y que nunca abandonemos ese h bito. Podemos orar sobre cualquier cosa, ya sea algo de emergencia como rutinario. Por eso, el texto dice que debemos orar "sin cesar".
Pablo escribi¢ estas palabras, porque practicaba lo que dec¡a. Or¢ en el momento de su conversi¢n. se es un buen momento para limitarnos a pedir a Dios que perdone nuestros pecados y que Jesucristo entre a gobernar nuestra vida. Or¢ durante los tres a¤os que pas¢ en el desierto de Arabia despu‚s de su conversi¢n. Or¢ con los ancianos de feso en la playa. Or¢ con el carcelero de Filipos.
El tipo m s com£n de oraci¢n en la Biblia y en la experiencia humana es la petici¢n. Es cuando clamamos a Dios que haga algo por nosotros. No hay que tener miedo de pedir a Dios, porque nunca agotaremos sus recursos. Al contrario, debemos orar sin cesar.
1. Podemos orar por una sanidad total. En el vers¡culo 23, Pablo escribe, diciendo que pide a Dios que "todo vuestro ser, esp¡ritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Se¤or Jesucristo". Del mismo modo, en 3 Juan 2, el ap¢stol dice: "Deseo que seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, as¡ como prospera tu alma." Dios nos hizo perfectos y seguramente ‚l quiere que tengamos buena salud en cuerpo y alma en el d¡a de hoy. Debemos orar para ser sanos, pujantes y llenos de vida. Debemos orar para tener un completo bienestar.
Debemos orar por el perd¢n de nuestros pecados. Si llevamos su carga en nuestra conciencia, no podremos descansar ni de d¡a ni de noche. No podemos tener salud si andamos escondiendo nuestros pecados. Un pastor recibi¢ una carta de un preso. En ella se lamentaba de que su esposa y tres hijos estaban separados de ‚l por su situaci¢n y por lo mismo estaban pasando necesidad. Dec¡a que sab¡a que hab¡a cometido cr¡menes que le hab¡an llevado a la c rcel y ped¡a al pastor que le ayudara. Pero no dec¡a nada de pedir perd¢n a Dios por sus cr¡menes. En 1 Juan 1.9 dice que, si confesamos nuestros pecados, Dios los perdonar y nos limpiar de toda maldad. Debemos practicar la confesi¢n a Dios del mal que hayamos hecho, para tener su bendici¢n de una mejor salud mental y espiritual, aun cuando la corporal nos siga dando problemas.
Debemos quebrar el h bito de tener miedo. Una dama de 37 a¤os dec¡a que ten¡a un buen trabajo, una hermosa familia y buena salud. Pero viv¡a cob temor por otras personas que no ten¡an tanta cosa buena como ella. ¨No es verdad que tenemos miedo aun por las cosas habituales? en 1 Pedro 5.7 y en Salmo 55.22 dice que debemos poner nuestras cargas en el Se¤or y ‚l cuidar de nosotros. "No tem is" dijo Jes£s.
Debemos olvidar los errores pasados si queremos tener buena salud. Un deportista puede cometer un error mientras est jugando, y este tipo de errores, as¡ como muchos otros, pueden hacer que algunos pierdan de vista lo que es esencial. Pero para ser sanos, debemos dejar que sea olvidado el pasado, que ya no puede ser cambiado. Debemos perdonarnos a nosotros mismos y sentir lo que es la limpieza y la sanidad. El Se¤or quiere que tengamos una vida plena y abundante. Oremos sin cesar para tener ese tipo de sanidad.
2. Debemos orar para ser dotados espiritualmente. Debemos pedir a Dios que nos equipe espiritualmente, o sea que seamos llenos del Esp¡ritu Santo. No tenemos que andar como zombis, mitad vivos y mitad muertos. Podemos tener las bendiciones del Esp¡ritu Santo, as¡ como ‚ste vino sobre Sans¢n y lo transform¢ en un hombre victorioso.
En Lucas 24.49, Jes£s dijo a sus seguidores: "He aqu¡, yo enviar‚ la promesa de mi Padre sobre vosotros, pero quedaos en la ciudad de Jerusal‚n, hasta que se is investidos del poder desde lo alto." Y tambi‚n podemos leer en Juan 7.39 c¢mo ‚l prometi¢: "El que cree en m¡, r¡os de agua viva correr n de su interior." Luego el pasaje aclara que se refer¡a al Esp¡ritu Santo.
La Biblia habla de dos tipos de cristianos. Hay cristianos que son carnales, o sea que, habiendo sido salvos y confiando realmente en Cristo, a£n no han crecido en ‚l. En 1 Corintios 3.1, se habla de ellos como de beb‚s. Son los que siguen manteniendo en sus vidas la envidia, el esp¡ritu de pelea y de disenci¢n. Ese tipo de cristiano necesita crecer y cambiar.
Hay un tipo de pez que se pone a saltar cuando es capturado y hay muchos cristianos que tambi‚n andan a los saltos sin necesidad. Muchos son como Lot que puso su cuidado en las posesiones terrenales y no en los intereses del reino de Dios. Otros son como Anan¡as y Safira, cuya historia est en Hechos 5. Ambos eran vistos como cristianos, pero no dec¡an la verdad y Dios los castig¢. Ten¡an una mente carnal.
Pablo escribi¢ sobre ese tipo de cristianos en 1 Corintios. Algunos iban ebrios a la iglesia, por lo que algunos hab¡an enfermado y otros dorm¡an. El cristiano carnal debe pedir a Dios iluminaci¢n espiritual y una nueva visi¢n en la vida. En muchas iglesias, el registro de miembros tiene un alto porcentaje que sobrevive en una bajo nivel espiritual, pues son cristianos carnales.
Otro tipo de cristianos tiene mente espiritual, pues anda en la plenitud del Esp¡ritu. Son quienes han tomado con seriedad las palabras de Efesios 5.18: "Sed llenos del Esp¡ritu Santo".
Pablo anduvo de esa manera. Ciertamente Jes£s estuvo toda la vida bajo el control y el dominio y la direcci¢n del Esp¡ritu. No es necesario formar parte de los eruditos o profesionales o tener puestos importantes en la iglesia para estar llenos del Esp¡ritu. El cristiano com£n puede estarlo, pues todo creyente puede tener la seguridad de una vida de victoria cuando permite que el Esp¡ritu de Dios nos llene y nos controle y use para su gloria. En 2 Corintios 2.14 se dice que debemos dar gracias a Dios porque siempre nos lleva en triunfo por nuestro Se¤or Jesucristo. Ese tipo de continua victoria es para todos los miembros del pueblo de Dios que andan en el Esp¡ritu, madurez que puede tener cualquiera de nosotros.
Por supuesto, la Biblia dice que los que no son salvos o converetidos no tienen el Esp¡ritu de Dios. sos no son ni carnales ni espirituales ni maduros en la vida cristiana. Aquellos que no tienen la salvaci¢n en Cristo viven como "hombres naturales". Son aquellos que no tienen al Cristo viviendo en su interior. En 1 Corintios 2.14 se declara que "el hombre naturales no recibe las cosas del Esp¡ritu de Dios, porque le son locura, ni las conoce, porque han de ser discernidas espiritualmente". Los que no son salvos realmente no pueden conocer la Biblia y comprender el gozo de la comuni¢n con el pueblo de Dios ni el significado de su futuro. Sin embargo, el hombre natural puede llegar a ser salvo y tener la plenitud de las bendiciones espirituales en su vida. Por ello, debemos orar para que Dios nos equipe espiritualmente, d ndonos poder d¡a tras d¡a.
3. Debemos orar pidiendo obreros para la causa del Se¤or. Los que deb¡an cumplir con la obra de Dios en el mundo antiguo enfrentaban una gran necesidad y Jes£s lo sab¡a. En Mateo 9.36 y Lucas 10.1, 2 lo vemos pidiendo obreros para la mies. Es interesante, en el relato de Lucas, leemos que Jes£s mand¢ a setenta disc¡pulos a la cosecha para dar testimonio de ‚l y del reino de Dios.
Una de las grandes necesidades actuales es que haya quienes entren al ministerio de entre el pueblo de Dios. Esto no significa que todos deban ser ministros ordenados. Debemos darnos cuenta de que todos los creyentes deben ser misioneros. Dios nos llama para que cada cual trabaje para ‚l. Sea que fuere quienes seamos, debemos trabajar para la gloria de Dios. Y cuando enfrentamos el desaf¡o de servirle de una manera o en un lugar en particular, debemos hacer todo lo que Dios nos ordene.
Adoniram Judson sirvi¢ como misionero en Birmania, un pa¡s budista, donde pas¢ 32 a¤os. Tradujo la Biblia al idioma local y durante siete a¤os no vio ning£n resultado, pero persisti¢. Despu‚s de veinticinco a¤os, hab¡a visto a treinta mil personas haciendo profesi¢n de fe y una iglesia de siete mil miembros. Pero el precio fue alto. Su esposa y cuatro hijos murieron durante esos siete primeros a¤os. Sufri¢ distintas persecuciones por predicar el evangelio y fue puesto en una c rcel con otros cien presos en un lugar de seis por veinticinco metros, sin ventanas. Vivi¢ entre la gente m s perversa, con s¢lo una pobre raci¢n de pan y agua, con cadenas en las manos y los pies, durante veinti£n meses, pero Dios lo sostuvo.
Pidamos obreros para ser enviados a la vi¤a del Se¤or. Tambi‚n debemos orar para que Dios los sostenga y aliente. Muchos de los misioneros actuales necesitan que oremos por ellos por nombre. Debemos mandarles cartas. Debemos tener un inter‚s personal en sus vidas. Esos siervos de Dios merecen nuestro apoyo.
El general Stonewall Jackson, que actu¢ en la guerra civil norteamericana (1861-1865) mand¢ una carta a su iglesia por medio de un mensajero. El pastor la recibi¢ cuando el hombre a£n estaba a caballo. Se junt¢ una multitud, suponiendo que hab¡a noticias de la guerra. El pastor abri¢ la carta y comenz¢ a leerla y se encontr¢ con que el general le dec¡a: "Estimado pastor: Hoy he recordado que debo entregar mi ofrenda para las misiones. Incluyo el dinero para ese fondo. Cuando termine la guerra, espero que todos nosotros nos dediquemos al trabajo principal, el de salvar almas. En el nombre de Cristo, Stonewall Jackson."
Debemos analizar bien qu‚ estamos haciendo hoy por los siervos de la causa de Dios. Todas las iglesias enfrentan la necesidad de m s obreros. Algunos podr n ense¤ar en la escuela dominical, otros dirigir el trabajo juvenil, otros cantar en el coro, todos testificar de Cristo. Ser¡a un gran impacto si todos dij‚ramos: "Se¤or, quiero ser serio en tus cosas. Pido que mandes m s obreros, pero yo quiero ser uno de ellos." Dios nos bendice cuando trabajamos.
En 2 Reyes 3:6-25 hay una historia impresionante. El rey Joram de Samaria hizo un llamado al rey Josafat de Jud para que le ayudara en una batalla contra los moabitas. Se reunieron los ej‚rcitos para la lucha, pero no ten¡an agua para beber ni ellos ni sus caballos. Josafat llam¢ al profeta Eliseo, quien indic¢ que cavaran pozos en el valle y todos siguieron sus intrucciones. Todos los pozos se llenaron de agua cuando sali¢ el sol.La luz del sol hizo que pareciera que el agua era roja y entonces los moabitas dijeron: "Los israelitas han luchado entre ellos y se han matado unos a otros. Su sangre est por todas partes." Se apresuraron a ir al valle, donde fueron derrotados.
Cuando oramos pidiendo obreros es porque estamos dispuestos a trabajar. Cuando cooperamos con Dios en su siega, ‚l bendecir nuestros esfuerzos. No podemos sentarnos a un costado y esperar la victoria. Debemos cavar los fosos.
4. Debemos orar pidiendo compa¤eros de oraci¢n. Cuando oramos solos o s¢lo lo hacemos en la igleia, podemos desgastarnos en esa lucha solitaria. Dios nos ofrece un buen remedio para que podamos orar "sin cesar": permite que otros oren con nosotros.
Algunas intrigantes palabras de Jes£s sobre la oraci¢n se encuentran en Mateo 18.19-20, lo que es una referencia f cil de recordar. Es cuando nos dice que, si dos se ponen de acuerdo para orar en la tierra, el Padre que est en los cielos ha de contestar. Ese vers¡culo lleva a tener compa¤eros de oraci¢n. Pueden ser ambos esposos o un hombre y otro hombre o una dama con otra, que se reunen una vez por semana o m s. Pueden hacerlo por tel‚fono o pueden citarse en un lugar de su casa o de la iglesia. Es bueno que los hombres se reunan con los hombres y las mujeres con las mujeres, lo que tambi‚n vale en cuanto a los j¢venes.
Hay una gran promesa para la oraci¢n en el vers¡culo 20: que ‚l estar¡a en medio de cualquier grupo de dos o tres. Notemos que eso va junto con la promesa de que lo que lig remos en la tierra, ser ligado en los cielos. Cuando oramos juntos, la gloria de la presencia de Jes£s viene sobre nosotros.
John Maxwell es el autor de varios libros. Uno de ellos se refiere a los compa¤eros de oraci¢n. Cuando ese pastor se traslad¢ a una iglesia en San Diego, California, un caballero llamado Bill Raussen, fue a visitarlo. Maxwell le pregunt¢ qu‚ pod¡a hacer por ‚l y el laico le contest¢: "Nada, se¤or. Simplemente vine para decirle que voy a orar por usted y me gustar¡a colocar mis manos sobre su cabeza ahora mismo y orar antes de irme. Y si me lo permite, ser‚ su compa¤ero de oraci¢n record ndole todos los d¡as delante de Dios." El anciano continu¢ orando por Maxwell durante los quince a¤os siguientes. La iglesia se triplic¢ en n£mero y las ofrendas aumentaron cinco veces. Las bendiciones de Dios han continuado sobre esa iglesia, as¡ como sobre Bill Raussen y John Maxwell y su ministerio.
Todos debemos explorar la profundidad de las palabras "Orad sin cesar". Podemos poner en pr ctica ese llamado. Dios nos bendecir si lo hacemos.
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JESUS, EL GRAN SECRETO DE DIOS
1 Timoteo 3.16
Antonio Stradivarius fue el m s famoso fabricante de violines de Italia. Hizo m s de mil durante su larga vida y hoy existen unos setecientos. Hizo el £ltimo en 1737 cuando ten¡a 93 a¤os. Los art¡fices actuales no pueden producir instrumentos como los de los maestros de los siglos XVII y XVIII/ Saben qu‚ materiales usaban, pero no conocen el secreto del barniz. Eso ha quedado en el misterio.
Dios tuvo un gran misterio que el mundo no conoci¢ durante milenios. Ese misterio o secreto era Jes£s, lo que es mencionado en 1 Timoteo 3.16 y tambi‚n en Colosenses 1.26. La palabra "misterio" se refiere a una verdad que estaba escondida, pero que ahora ha sido dada a conocer por revelaci¢n divina. Este "misterio de la piedad" es que una persona puede ser salva y tener una vida de piedad por medio de Jes£s. Esta gran verdad es expresada en este pasaje que debe haber sido un antiguo himno de la iglesia. Jes£s es el gran misterio o secreto de Dios. El pasaje enfatiza la grandeza de Jes£s. Analicemos un poco esa idea.
1. Jesus fue y es Dios manifestado en carne. Eso es lo que dice el pasaje y que conocemos como "encarnaci¢n" o sea la venida de la deidad en carne humana. Dios se mostr¢ plena y claramente al verdad en carne humana y mortal. Aquel que ha vivido en la eternidad vino y vivi¢ entre los humanos. En el nacimiento de Jes£s, fue llamado "Emanuel" o sea "Dios con vosotros". En Juan 1.1 se declara que "en el principio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios." En Juan 1.14 dice que "el Verbo fue hecho carne y habit¢ entre nosotros". Estos vers¡culos son m s profundos que el oc‚ano.
Quiz nos sea necesario echar una mirada al vers¡culo del Antiguo Testamento donde se profetiz¢ sobre Jes£s, lo que nos ayudar a entender la idea de la deidad encarnada un poco mejor. En Isa¡as 9.6 se declara: "Porque un ni¤o nos es nacido, hijo nos es dado. Y llamar se su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre eterno, Pr¡ncipe de paz." La idea de "Padre eterno" es la que se relaciona con lo que Jes£s dijo seg£n Juan 10.30: "Yo y el Padre una cosa somos." Cuando dijo esas palabras, los jud¡os tomaron piedras para lapidarlo (v. 31). No fue de su agrado esa declaraci¢n sobre Dios y el hombre.
En 2 Corintios 5.19, el ap¢stol Pablo escribi¢ que "Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo". Eso indica que el Dios Todopoderoso se revel¢ mostr ndose plenamente en Jes£s. Juan el ap¢stol conoci¢ a Jes£s y camin¢ con ‚l durante tres a¤os, por lo que en 1 Juan 1.2 dijo que "la vida fue manifestada, y la hemos visto, y damos testimonio de que la vida eterna, que estaba en el Padre, fue manifestada a nosotros". Debemos abrir los ojos y ver a Jes£s en lo que realmente es" : el Dios hombre. Es el Hijo de Dios por una generaci¢n sobrenatural del Esp¡ritu Santo, as¡ como Hijo de Dios por su nacimiento f¡sico de la virgen Mar¡a sin padre humano.
En una historia del Antiguo Testamento que nos agrada a todos, encontramos a tres hebreos llamados Sadrac, Mesac y Abednego. En ese tiempo, fue levantada una gran imagen de oro de treinta metros de alto y diez de ancho, ante la cual todos deb¡an inclinarse cuando sonara la trompeta. Ellos no lo hicieron y, por orden del rey Nebucodonosor, el jefe del ej‚rcito los ech¢ a un horno lleno de fuergo, que hab¡a sido calentado siete veces m s de lo habitual.
Antes se nos ha contado que los "hombres fuertes" del rey murieron al echar all¡ a los hebreos. Pero cuando el monarca mir¢, se sorprendi¢ de que, seguro de haber echado a tres personas, ahora ve¡a a cuatro caminando en medio del fuego, agregando que uno "es como el Hijo del hombre" (Daniel 3.24-25). ¨Qui‚n era ese cuarto hombre que estaba junto a los ilesos hebreos? Era el eterno Hijo de Dios.
El mismo Hijo de Dios que camin¢ entre las llamas es el que camin¢ sobre las olas del mar de Galilea. Puede andar sobre las tormentas de la vida y darnos paz como hizo siglos atr s. El Cristo del horno de fuego es el mismo que camin¢ en los polvorientos senderos de Palestina y que hoy quiere caminar por nuestro coraz¢n y ser "Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria". Si queremos saber c¢mo es Dios, miremos el rostro de Jes£s y lo sabremos, porque ‚l es la deidad en carne humana.
2. El Esp¡ritu Santo da testimonio de la deidad de Jes£s. Este pasaje tambi‚n nos dice que aquel que fue manifestado en carne fue "justificado en el Esp¡ritu". El Salvador que fue concebido por el poder del Esp¡ritu tambi‚n fue "justificado" por el mismo Esp¡ritu, o sea que ‚ste convalid¢ y confirm¢ que Jes£s es el Cristo.
Recordamos la historia de Juan el Bautista, el que predicaba en el desierto, a quien lleg¢ Jes£s desde Galilea para ser bautizado por ‚l. Juan no se sent¡a digno de hacerlo, pero Cristo insisti¢ y ambos bajaron al agua del Jord n. Cuando Jes£s sal¡a de ella, descendi¢ el Esp¡ritu Santo en forma de paloma y se oy¢ una voz del cielo que dec¡a: "ste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia." (Mateo 3.17).
Jes£s tuvo un intenso y emocionante ministerio. Predic¢, ense¤¢ y realiz¢ incontables milagros durante tres a¤os y eso fue as¡, seg£n Juan 3.34 porque Dios le dio el Esp¡ritu sin medida. En Lucas 4.16-17, ‚l mismo dijo que el Esp¡ritu de Dios estaba sobre ‚l. Nunca dijo una palabra, realiz¢ una acci¢n o camin¢ un kil¢metro sino en el Esp¡ritu. As¡ sigue haci‚ndolo hoy, salvando por el poder del Esp¡ritu, levantando por medio de ‚l a los nimos ca¡dos. La obra del Salvador contin£a hoy y continuar siempre en todo lugar que le sirvamos y nos reunamos en su nombre.
Jes£s ofreci¢ su propio cuerpo a Dios como sacrificio por el pecado en el altar del Calvario. Hizo ese sacrificio por medio del Esp¡ritu eterno (Hebreos 9.14). Despu‚s de su cruel muerte en la cruz, volvi¢ a la vida por el poder del Esp¡ritu Santo (Romanos 1.4). Hoy hace su obra en nosotros derramando su Esp¡ritu en nosotros desde Pentecost‚s. Ciertamente, ‚l prueba y testifica de la deidad de Jesucristo.
3. Los ngeles testifican y confirman la deidad de Jes£s. Los ngeles son seres sobrenaturales, cuyo n£mero es de millones y quiz de cientos de millones. Son seres celestiales con una misi¢n que cumplir. Seg£n Hebreos 1.14 , son "esp¡ritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que ser n herederos de la salvaci¢n".
Alabaron a Dios cuando naci¢ Cristo. Un ngel anunci¢ a los pastores su venida al mundo. Luego, una gran multitud se le uni¢ para cantar: "Gloria a Dios en las alturas" (Lucas 2.14).
Despu‚s de su bautismo, Jes£s fue llevado al desierto donde ayun¢ durante cuarenta d¡as. Luego, Satan s lo tent¢, haci‚ndole muchos ofrecimientos. Pero Jes£s venci¢ al demonio y la batalla espiritual lo dej¢ exhausto, incluso por el ayuno y la presi¢n de las tentaciones. Una nota feliz nos dice que, en ese momento, llegaron ngeles y le serv¡a (Mateo 4.1).
Despu‚s de participar de la cena memorial con los suyos, Jes£s cruz¢ al jard¡n de Getseman¡, donde, seg£n Lucas 22.43, or¢ en agon¡a por su sufrimiento y muerte y entonces un ngel se le apareci¢, fortaleci‚ndole.
Por lo menos, otros dos bajaron a la tierra en la ma¤ana de la resurrecci¢n y uno de ellos hizo rodar la piedra que cerraba el sepulcro para que todos pudieran ver que no estaba all¡. Dieron testimonio de su resurrecci¢n y luego tambi‚n de su ascenci¢n a los cielos. Estar n con ‚l cuando vuelva en gloria y esplendor. Ahora, est n cantando en el cielo por la majestad de su poder redentor (Apocalipsis 5.11-13).
4. La deidad de Jes£s se conoce porque su mensaje es proclamado y cre¡do en todo el mundo. En 1 Timoteo 3.16 dice que ha sido "predicado a los gentiles, cre¡do en el mundo". Pedro declar¢ seg£n Hechos 2.36, que el Cristo crucificado y resucitado es "Se¤or y Cristo". Los disc¡pulos lo proclamaron desde Jerusal‚n hasta lo £ltimo de la tierra. El pueblo de Dios presenta el mensaje de Jes£s en el Africa, en Australia, en el Aia y en todo pa¡s y clima.
Luego, la gente cree en ese mensaje. Realmente es "cre¡do en el mundo". Los hombres de ciencia y las personas m s humildes - campesinos y electricistas, maestros y estudiantes - creen y aceptan al Jes£s crucificado como divino Salvador del mundo.
5. La ascenci¢n de Cristo demuestra que es divino. En su discusi¢n con los judios, que se narra en Juan 6, les pregunt¢ qu‚ ocurrir¡a si el Hijo del hombre volviera a donde estaba antes. Efectivamente, volvi¢ al cielo. Hay verdades maravillosas que nos son contadas en el Nuevo Testamento. Una es que la ascenci¢n nos muestra que tenemos una perfecta redenci¢n. Cristo est sentado en los cielos, porque su obra ya est completa. Lo segundo es que tenemos d¢nde recurrir para tener poder. El Esp¡ritu Santo nos vivifica. En tercer lugar, la ascenci¢n nos muestra que nos espera una renovaci¢n que ya nos ha sido prometida (Hechos 3.21).
Paul Anglin creci¢ en una peque¤a comunidad en el estado de Arkansas, donde se convirti¢. Sobresal¡a en sus estudios y, despu‚s de cuatro a¤os en la universidad, fue a Inglaterra, donde se gradu¢ con los m s altos honores. Comenz¢ una carrera docente que se extendi¢ casi toda la vida en dos universidades. Hizo a un lado sufe, declarando que ya no necesitaba de Dios. Cuando estaba en plena carrera, comenz¢ a sufrir de c ncer. Durante su enfermedad, recuper¢ su fe y se inclin¢ ante Dios, admitiendo que no pod¡a vivir ni morir sin Cristo.
Nadie puede hacerlo. l nos llama a ser herederos de su gloria eterna. El secreto de la vida se encuentra en Cristo, que es el misterio de la redenci¢n, que ahora ha sido revelado plenamente. La salvaci¢n no se alcanza por medio de Buda, Mahoma o alg£n rito o acci¢n. Jes£s es el camino, la verdad y la vida, el £nico camino al Padre (Juan 14.6). Como dice Juan 1.12, si recibimos a Cristo, tendremos vida eterna.
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EN SALUD Y ENFERMEDAD
2 Timoteo 4.20
La Biblia es el libro m s ayudador, interesante y diversificado que se haya escrito. En la Palabra de Dios hay principios aplicables a los negocios. En ella se habla de inundaciones, sequ¡as, plagas y otros desastres naturales. Ning£n otro libro da un cuadro m s exacto de la creaci¢n, el pecado, la redenci¢n y la eternidad.
Uno de los temas de permanente actualidad que hay en ella se relaciona con la enfermedad as¡ como con la salud. Pablo escribi¢ su carta a Timoteo cuando ten¡a unos 68 a¤os, pidiendo a su hijo espiritual que se apurara a ir antes del invierno. Pronto llegar¡a a Roma el tiempo fr¡o y Pablo sent¡a su penetrante poder en la c rcel Mamertina, sobre r¡o T¡ber.
Le ped¡a que llevara sus libro o rollos, su capote y que no tardara en ir. Aclaraba que hab¡a dejado a Tr¢fimo enfermo en feso. Este detalle nos interesa porque nos recuerda que la enfermedad es una experiencia com£n a todos.
1. El pueblo de Dios sufre de la enfermedad as¡ como goza de la salud. Podemos decir con confianza que todos los que componen el pueblo de Dios pueden caer enfermos. Veamos si no, el caso de Tr¢fimo, compa¤ero de Pablo en el ministerio. Llevaba una vida santa y ambos oraban uno por el otro. Sin embargo, nunca hizo el viaje a Roma porque estaba enfermo.
Si vamos al hospital, encontraremos all¡ a muchos de los hijos de Dios, tanto viejos como j¢venes. Algunos son personas consagradas y otros alejados. Pero no hay dudas de que est n enfermos. Lo mismo cuando vamos a un geri trico. Algunos de los mayores santos de Dios deben ir a uno de ellos en sus a¤os postreros y a menudo padecen toda clase de enfermedad.
Hay una palabra interesante en el £ltimo vers¡culo de Daniel 8. Era uno de los hebreos con buena salud que fue llevado cautivo a Babilonia alrededor del a¤o 600 a. de C. En sus a¤os mozos, ‚l y tres compa¤eros se negaron a comer la comida del rey y beber de su vino. Sin embargo el vers¡culo 27 dice: "Y yo Daniel qued‚ quebrantado y estuve enfermo algunos d¡as y cuando convalec¡, atend¡ los negocios del rey."
Robert Louis Stevenson naci¢ es Escocia en 1850 y vivi¢ 44 a¤os. A los veinticinco a¤os, luego de estudiar, entr¢ al foro de Londres, pero nunca practic¢ el derecho. Escribi¢ poemas y muchas otras obras. Decia que hab¡a sufrido de enfermedad durante catorce a¤os sin interrupci¢n. En uno de sus poemas dice: "Cuando estaba enfermo, en cama, ten¡a dos almohadas bajo mi cabeza". Pero hab¡a aprendido a no desesperar. Es lo que debe hacer todo el pueblo de Dios.
2. A menudo Dios sana a su pueblo. Por esta buena noticia, no debemos perder las esperanzas. A menudo, Dios usa medios como la medicina o los h bitos saludables para sanar a una persona. Dios puede intervenir en forma directa sin la ayuda de los profesionales cuando ‚l as¡ lo determina. En realidad, toda sanidad es divina. Dios provee los recursos natural o sobrenaturalmente para que se alcance la sanidad.
Ezequ¡as es recordado como uno de los buenos reyes de Israel. Cuando cay¢ gravemente enfermo, Dios mand¢ a Isa¡as para que lo visitara y le hiciera saber de su pr¢xima muerte. Pero, como no quer¡a morir, el rey puso su rostro hacia la pared, llor¢ y clam¢ a Dios que le restaurara la salud. El Se¤or lo oy¢ y le dijo que le conced¡a quince a¤os m s de vida (2 Reyes 20.17). Es un caso de sanidad divina.
En Santiago 5.15-17 se menciona la sanidad. Dice que se debe llamar a los ancianos de la iglesia, orar y esperar en el Se¤or que puede sanar.
Mi padre debi¢ morir a una edad temprana, cuando yo s¢lo ten¡a siete a¤os. Estuvo por m s de dos meses en el hospital en Eldorado, Arkansas, inconsciente durante tres semanas. Los doctores no cre¡an que sobrevivir¡a. Pero dos predicadores y un di cono, as¡ como bondadosas hermanas y familiares, estuvieron orando junto con su iglesia rural. Dios salv¢ su vida. Si eso no hubiera ocurrido, yo habr¡a debido quedar en los montes del sur de Arkansas. Dios lo salv¢ para que alg£n d¡a uno de sus hijos estuviera en el ministerio.
3. Dios nunca sana a todos los enfermos. El pasaje nos recuerda que Tr¢fimo segu¡a enfermo. Hay mucha gente buena que no se recupera. Podemos visitar un cementerio cualquiera y ver que, entre las numerosas tumbas, hay muchas de personas que llevaron una vida santa, que enfermaron y murieron y que quiz oraron por su recuperaci¢n.
Tambi‚n podemos pensar en Eliseo como un campesino que se transform¢ en profeta para reemplazar a El¡as. Dios lo us¢ para sanar a muchos enfermos, hasta que un d¡a se enferm¢ ‚l mismo. En 2 Reyes13.14 se dice que estuvo enfermo hasta la muerte y que falleci¢. Aun quienes predican la sanidad por la fe se enferman y mueren.
4. Hay muchas explicaciones para la enfermedad. En algunos casos, la enfermedad puede ser evitada y en otros no. Llega debido al "principio del pecado" que hay en cada uno. Debe entenderse la verdad de que, cuando Ad n pec¢, cay¢ una sentencia de muerte sobre todos. En ese momento, muri¢ espiritualmente y en alg£n tiempo posterior, f¡sicamente. La semilla de la muerte est dentro de todos nosotros, pues tenemos un cuerpo con tiempo limitado. El salmista escribi¢ que "los d¡as de nuestra edad son setenta a¤os" y que, si pasamos esa edad, ser para tener penas y para irnos pronto (Salmo 90.10). El cuerpo f¡sico vive en un ambiente lleno de g‚rmenes, lo que hace que se deteriore.
Nos enfermamos cuando quebramos las reglas de la salud. En xodo 15.26 se dice que Dios es "nuestro Sanador", pero junto con esa verdad, ‚l dio una serie de normas para comer, descansar, adorar y cuidar de nuestro cuerpo f¡sico. Cuando quebramos esas reglas, sufrimos las consecuencias.
Muchas gente es adicta al alcohol, el tabaco y otras drogas. Ese tipo de vida destruye la salud de cualquiera.
A veces la enfermedad se debe a un accidente. Tambi‚n podemos contagiarnos de alguien que quiz no sabe que est enfermo. Los g‚rmenes pasan de una persona a otra y ‚sta cae enferma. Las pestes arrasan con una naci¢n y mucha gente se enferma y muere a causa de ellas.
Algunos se enferman por la acci¢n de Satan s, quien puede atacarnos de muchas maneras, una de las cuales puede ser la enfermedad.
En Lucas 13.11-17 se encuentra la historia de una mujer que encontr¢ Jes£s, que hab¡a estado enferma, oprimida por Satan s durante dieciocho a¤os y ‚l la san¢. l tiene el poder para arrancar de las ligaduras del diablo a quienes acuden a ‚l.
Algunos se enferman por hacer cosas que desaf¡an a Dios. El ap¢stol Pablo escribi¢ en 1 Corintios 11.29-32 sobre los que iban a la iglesia de Corinto. Algunos eran tan desordenados que nos choca saber cu l era su conducta. Por ejemplo, iban ebrios a la cena del Se¤or y Pablo dice que a causa de su pecado muchos se enfermaban y otros dorm¡an o mor¡an. Cuando desafiamos a Dios, pagamos el precio del pecado.
5. Dios cumple sus prop¢sitos en nuestras enfermedades. En ese sentido, podemos decir que Romanos 8.28 nos recuerda que Dios sigue en el control de nuestras enfermedades y debilidades.
A trav‚s de ellas podemos ver a Dios en acci¢n. En Juan 9 se cuenta la historia de un hombre que hab¡a sido ciego desde su nacimiento. Es un cap¡tulo fascinante, que debe leer quien no lo haya hecho. Los disc¡pulos preguntaron a Jes£s qui‚n hab¡a pecado, si ‚l o sus padres, para que naciese ciego. Cristo contest¢ que ni uno ni otros sino "para que la gloria de Dios se manifieste en ‚l". Fue el teatro en el que Dios expuso parte de su glorioso poder sanador.
A veces la enfermedad nos lleva de regreso a Dios. En Hebreos 12.6 dice que "Dios al que ama, castiga". A veces, ‚l usa la enfermedad como vara de correcci¢n para que sus hijos desobedientes vuelvan a ‚l. Dios castig¢ a Israel permitiendo que Babilonia y otras naciones los llevaran en cautiverio. Cur¢ su idolatr¡a, que les hac¡a estar seriamente "enfermos", por medio de su mano de castigo.
Nuestra enfermedad puede servir de aliento a otros. Muestra que la gracia de Dios act£a en nuestra necesidad. Pablo or¢ por sanidad, pero no la recibi¢ (2 Corintios 12.8-9). Su testimonio sobre c¢mo Dios no accedi¢ a su pedido es algo que nos alienta. Cuando tenemos que caminar en aguas profundas de enfermedad y sufrimiento, las tribulaciones que enfrentamos y soportamos pueden ser un poderoso testimonio para ayudar a otros.
La enfermedad nos recuerda del d¡a perfecto que nos espera en los "nuevos cielos y nueva tierra", donde habr n terminado todas las debilidades. Ser un glorioso y eterno d¡a cuando nos sea restaurada una salud perfecta y la enfermedad haya desaparecido para siempre. Ese d¡a se acerca.
Cuando estamos con salud o cuando nos llega el tiempo de sufrir, vivamos para la gloria de Dios. Su deseo es que su mano descanse sobre nosotros en todo momento. Dios es el Se¤or sobre todo. Descansemos en su voluntad.
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¨QUE NOS ENSENA LA GRACIA DE DIOS?
Tito 2.11-14
La mayor¡a de nosotros puede recordar a una docena de sus maestros o profesores. En la carta a Tito, leemos sobre la gracia de Dios como nuestra maestra. La gracia de Dios es su bondad, su favor, su misericordia hacia el hombre, de lo que la mayor expresi¢n fue cuando Cristo vino a la tierra. El texto dice que "la gracia de Dios se ha manifestado", o sea que se mostro en su plenitud en la encarnaci¢n o venida de Jesucristo. La gracia de Dios nos trae salvaci¢n. Somos salvos y redimidos por mediode la gracia de Dios en Cristo y no por nuestra bondad, m‚ritos o acciones. Dios ofrece esa salvaci¢n por medio de la gracia a todos los hombres. Nadie puede decir que no puede ser salvo. Es sobre esa gracia que leemos en el pasaje de Tito. Por medio de ella, Dios nos instruye.
1. La gracia de Dios nos ense¤a c¢mo vivir. Debemos aprender esta lecci¢n. Debemos saber c¢mo vivir en este mundo enloquecido para poder enfrentar la vida.
Hace algunos a¤os una criatura que no pod¡a caminar fue admitida en un hospital. Los m‚dicos le operaron y pronto pudo andar. Veinticinco a¤os despu‚s estaba en prisi¢n por los cr¡menes que hab¡a cometido y alguien dijo: "La ciencia m‚dica puede sanar a un hombre para que camine, pero s¢lo Dios puede ense¤arle c¢mo debe caminar."
Se nos dan advertencias sobre la forma en que debemos andar. Aunque el mayor ‚nfasis es puesto en lo positivo, tambi‚n hay algunos aspectos negativos. El cristiano debe alejarse de la impiedad, renunciar a ella como dice el pasaje. Es un gran desaf¡o porque lo que hagamos contra Dios y las ideas o filosof¡as contrarias al Se¤or no deben tener cabida en nuestra vida.
El nombre de Lot aparece entre los "h‚roes de la fe" en Hebreos 11. Este sobrino de Abraham plant¢ sus tiendas cerca de las ciudades de Sodoma y Gomorra, viviendo entre la gente imp¡a de las cercan¡as del Mar Muerto. Dios advirti¢ que destruir¡a las ciudades y Lot escuch¢ y avis¢ a sus yernos para que se fueran, pero se burlaron de ‚l. Puede ocurrir que haya cristianos tan ligados a lo imp¡o que se conviertan en un esc ndalo, una piedra de tropiezo para otros.
Tambi‚n deben dejarse los "deseos mundanos" (2.12). Son las ansias por aquello que est contra la vida moral y espiritual. Hay muchas formas en que nos llama la vida desordenada y mundana. En las grandes ciudades, hay carteles a lo largo de las calles y autopistas atrayendo con los "placeres de la carne" y a eso debemos decir que no.
Hay tambi‚n un enfoque positivo sobre c¢mo debemos vivir. Cuando ponemos un fuerte ‚nfasis en lo positivo, lo negativo se cuida solo.
Debemos vivir sobriamente, o sea teniendo dominio sobre nosotros mismos. Debemos estar alertas y vigilantes. En Proverbios 16.32 dice que la persona que tiene el control de su propio esp¡ritu es mejor que los que conquistan una ciudad.
Durante la Guerra Civil norteamericana, un coronel sure¤o se hizo famoso por la forma en que controlaba a sus soldados. Escuchaban a su coronel y obedec¡an todas sus ¢rdenes. Pocas veces perdi¢ una batalla. Cuando la guerra termin¢, volvi¢ a su casa y entr¢ en una vida disipada. Perdi¢ su familia y su trabajo por la bebida. Un d¡a hubo una revuelta en la ciuidad de Charleston, en Carolina del Sur y la polic¡a no pod¡a controlar a la gente. Finalmente alguien se acord¢ de ‚l y le fueron a buscar a una taberna. Le pusieron el uniforme y lo montaron en un caballo blanco. Cabalg¢ por la ciudad dando ¢rdenes a un grupo tras otro de los amotinados. En un par de horas, toda la ciudad estaba bajo control. Entonces, el coronel volvi¢ a su lugar, porque pod¡a controlar a las multitudes pero no su propia vida.
Tambi‚n se nos dice que debemos vivir de una manera justa o sea de c¢mo debe ser nuestra relaci¢n con los dem s. En G‚nesis 4 tenemos la historia de Ca¡n que mat¢ a su hermano Abel por envidia. Cuando Dios le pregunt¢ d¢nde estaba aqu‚l, ‚l contest¢, con una pregunta, que no era guardia de su hermano. La respuesta debi¢ ser que s¡. Debemos amar a nuestro pr¢jimo como nos amamos nosotros mismos.
Debemos vivir piadosamente, o sea teniendo una correcta relaci¢n con Dios. l es santo y quiere que seamos como ‚l, por lo que dice: "Sed santos porque yo soy santo." La santidad es algo que debemos practicar continuamente.
Si alguno reacciona diciendo que debe mantenerse en medio de lo que le rodea, Pablo responde que debemos tener esa vida "en este siglo" o sea "en este mundo". Recordemos a Enoc de quien se dice que "camin¢ con Dios" durante 365 a¤os. Como ‚l, nosotros podemos vivir piadosamente todo el tiempo en este mundo.
2. La gracia de Dios nos ense¤a a esperar el regreso de Jes£s. La bondad de Dios no s¢lo nos muestra c¢mo hemos de vivir en este mundo, sino que tambi‚n nos recuerda que debemos esperar la futura venida de Jesucristo.
Un ni¤o de cinco a¤os estaba ante la puerta de su casa. Puso su mano ante sus ojos, mirando al cielo. Su madre le pregunt¢ qu‚ estaba mirando y ‚l respondi¢ que hab¡a o¡do hablar del regreso de Cristo y estaba tratando de verlo.
Ahora bien, ‚l puede no volver la semana pr¢xima o el a¤o que viene, porque no sabemos cu ndo ser , ya que "para el Se¤or un d¡a son como mil a¤os y mil a¤os como un d¡a". Por eso, siempre debemos estar listos.
Un d¡a Jes£s dijo a Sim¢n Pedro que lo siguiera. El ap¢stol mir¢ por sobre el hombre a Juan y pregunt¢: "¨Y ‚ste qu‚?" Jes£s le contesto que eso no era asunto suyo, sino que deb¡a limitarse a seguirle. Luego le dijo que, cuando era joven, se vest¡a e iba donde quer¡a, pero que en la vejez alguien iba a tomarlo por la mano y llevarlo donde no quer¡a. El Evangelio comenta que eso indicaba la forma en que iba a morir glorificando a Dios (Juan 21.18). Jes£s no volvi¢ en vida de Pedro y quiz no vuelva en la nuestra, pero igualmente debemos estar listos. Si morimos antes, "iremos a estar con el Se¤or".
En el Nuevo Testamento se afirma el regreso del Se¤or 325 veces, o sea un vers¡culo cada veinticinco. Los once disc¡pulos probablemente oyeron a Mois‚s y El¡as (ver Marcos 9.4-5) dici‚ndoles lo que consta en Hechos 1.9-11, donde se dice que eran "varones", seres humanos, y no ngeles lox ue hablaban. Esas palabras quedaron grabadas en sus corazones.
Jes£s vuelve para renovar o rehacer a los redimidos o sea para glorificar nuestros cuerpos f¡sicos. Levantar a quienes hayan muerto para que est‚n con ‚l, al tiempo que cambiar a los que est‚n con vida. De hecho, las mujeres no reconocer n a sus maridos en el cielo, porque Dios los har m s que hermosos! Tendremos cuerpos majestuosos, glorificados, inmortales e indecriptibles, como leemos en 1 Juan 3.2.
Volver para rechazar al mundo incr‚dulo. Hab¡a una dama que vivi¢ mucho tiempo sin casarse. Hizo los planes para su funeral y mencion¢ a seis mujeres para que sirvieran de cortejo, sin ponere a ning£n hombre, diciendo: "Si ning£n hombre me quiso mientras estaba viva, no quiero que me lleven cuando est‚ muerta". Eso s¡ que era un rechazo.
Si hoy tenemos vergenza o temor de confesar a Cristo, ‚l no nos confesar en el v¡a futuro. Si nos ponemos del lado del Se¤or, entonces ‚l nos rechazar cuando vuelva.
En Mateo 24.37-41 habl¢ del diluvio en tiempos de No‚, cuando todo el mundo estaba comiendo, bebiendo y cas ndose, hasta que llegaron las aguas y se los llevaron, destruyendo el mundo antiguo. De la misma manera, ‚l dijo que estar n dos en el campo trabajando y uno ser llevado y el otro dejado. Dos estar n en un molino y ocurrir lo mismo. Si los salvados ser n llevados por el Se¤or, los incr‚dulos ser n rechazados.
Volver oara gobernar y reinar. Notemos que en Tito se le da el t¡tulo de "gran Dios y nuestro Salvador Jesucristo". Es m s que un hombre, pues es Dios mismo.
En Tito 1.4 Pablo manda saludos en nombre de Dios nuestro Padre y del Se¤or Jesucristo. En el Antiguo Testamento, Dios era llamado Se¤or y Salvador, t¡tulos que tambi‚n se dan a Cristo en el Nuevo. En 3.4, leemos del "amor de Dios nuestro Salvador" y en 3.6 se le menciona nuevamente como Salvador. Es a ‚l a quien estamos esperando y eso nos indica el tipo de conducta que debemos tener mientras le esperamos.
3. La gracia de Dios nos ense¤a a recordar lo que Cristo ha hecho por nosotros. A menudo olvidamos la "gloria de la cruz". Pablo nos dice que debemos recordarla. Cristo vino a ser el sacrificio por nosotros, verdad que resuena una y otra vez en toda la Biblia, como por ejemplo en Isa¡as 53.5-6 y Marcos 10.45. El sacrificio de Jes£s fue su muerte cruel en la cruz del Calvario ante un mundo que le despreciaba y rechazaba. Ning£n otro sacrificio en la historia iguala el que hizo el Hijo de Dios en la cruz.
Jes£s vino para ser nuestro sustituto. Notemos la frase "por nosotros", que se¤ala que muri¢ en nuestro lugar, lo que nos lleva a entonar un aleluya.
En G latas 1.4 tenemos la seguridad de que alguien est en nuestro lugar de pecadores y que ese alguien es Jes£s, tal como en 1 Timoteo 2.5-6, Pablo declara que tenemos un Mediador entre Dios y los hombres, que se dio a s¡ mismo en rescate por nosotros o en 1 Pedro 2.24, aparece como nuestro sustituto, llevando todos nuestros pecados en el madero.
l es nuestro santificador. Nos redime de toda iniquidad, como dice el vers¡culo 14. Esa palabra se refiere a todos nuestros hechos malos y a nuestra mala naturaleza. Todo la locura de la vida, todo el pecado, todo lo perverso ha sido tomado de nosotros por la muerte de Cristo en la cruz. El nos purifica, haci‚ndonos limpios y puros.
l es nuestro Soberano, que nos transforma en su "pueblo propio", as¡ como en xodo 19.5 Dios habla de su "especial tesoro" refiri‚ndose a Israel. Por la obra de redenci¢n, le pertenecemos. Nos ha elegido para morar en nosotros y debemos ser purificados para que eso pueda hacerse.
l es quien nos provee, d ndonos de su poder para buenas obras. Hoy en el mundo, las fuerzas del mal provocan desastres por la maldad de los hombres, pero a nosotros se nos ha dicho que debemos hacer obras de bondad. Cada cual debe hacer una lista de al menos dos o tres cosas que puede hacer.
La gracia de Dios nos ense¤a c¢mo vivir, c¢mo esperar el regreso de Cristo y c¢mo recordar lo que ‚l ha hecho por nosotros. He aqu¡ verdades que debemos aprender.
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LA VIDA SUPERCRISTIANA
2 Pedro 1.3-11
Arnold Schwartzenegger es un gigante al que muchos admiran por su aparici¢n en algunas pel¡culas. Sin duda, todos querr¡amos ser hombres y mujeres fuertes y, en realidad, debemos vivir vidas sobrenaturales como cristianos. Debemos ser "supersantos", con una vida abundante de la que nos habla la Biblia y cada uno de nosotrosm puede llegar a serlo.
1. Dios proveer los recursos para una vida sobrenatural. Una vida de fortaleza, victoria y abundancia no viene de nosotros mismos, sino que tiene su fuente en Dios.
l nos da un poder divino para la vida cristiana. En el vers¡culo 3, se dice que el Se¤or ofrece su poder para "todas las cosas", tal como lo dio a Mois‚s sobre el Mar Rojo o luego a Josu‚ para detener el Jord n. Sea donde fuere que estemos hoy, ‚l puede darnos de su poder, porque es "siempre el mismo" (Hebreos 13.8). No dejemos a Dios en el pasado, permiti‚ndole actuar en nosotros hoy.
Dios nos da "preciosas y grand¡simas promesas" para la vida cristiana, como dice el vers¡culo 4. La palabra "preciosas" nos da la idea de algo valioso, consistente, digno. En Romanos 8.37, se dice que "somos m s que vencedores por medio de Cristo". Veamos tambi‚n las promesas de Filipenses 4.13, 19.
La historia de Abraham nos cuenta c¢mo dej¢ Ur de los caldeos, por la promesa de Dios de sacar de ‚l una naci¢n de gran nombre y bendici¢n, de la que saldr¡a el Mes¡as. Y Dios cumpli¢ su promesa, como cumple todas las que nos ha dado.
Dios nos concede participar de su propia vida, pues somos "participantes de la naturaleza divina", o sea que recibimos vida de ‚l, lo que nos transforma en un nuevo pueblo, como dice 2 Corintios 5.17. All¡ se hace referencia a Isa¡as 62.4 con el cuadro de la vida que recibimos de Dios. Nunca dejemos de apelar a los recursos que ‚l nos da para una vida supercristiana.
2. Dios provee un camino bien marcado para una "supervida". Pedro insiste en la idea de la diligencia, dici‚ndonos que debemos apresurarnos a seguir el camino de Dios aplic ndola. No debemos ser lentos, sino recordar que estamos siempre en las huestes de Dios.
Dios nos lleva por una ruta de fe, que es mencionada en el vers¡culo 5, luego de aparecer en el 1, donde se la califica de "preciosa". Esa vida din mica es un don de Dios, por medio de la sangre derramada por Cristo.
Es tambi‚n una ruta de virtud. En el vers¡culo 5, la palabra significa coraje moral y fortaleza. Imitamos a Cristo cuando "puso su rostro" hacia la ciudad de Jerusal‚n, demostrando que no ten¡a temor. En Hechos 21.13, se cuenta c¢mo Pablo dijo a los cristianos de feso que estaba dispuesto aun a morir por Cristo en la misma ciudad.
Una vez Mart¡n Lutero oy¢ que sus amigos le dec¡an que no ten¡a que ira un concilio en cierta ciudad alemana, pero ‚l contest¢: "Ir‚, aunque cada teja de cada techo sea un demonio." Es el mensaje del salmo 24.3-4. Es lo que dijo el poeta Tennyson: "Tengo la fuerza de diez porque mi coraz¢n es puro." Eso indica integridad moral, conviccion y consagraci¢n.
Dios dice que la ruta que nos ha marcado incluye el conocimiento, lo que es todo un desaf¡o. Por supuesto, Pablo habla de algunos que siempre est n aprendiendo y nunca llegan al conocimiento de la verdad, pues una filosof¡a vana no es el camino correcto. Jes£s nos dio el ejemplo cuando "crec¡a en sabidur¡a" (Lucas 2.52). Debemos oir las palabras de Oseas que dec¡a que el pueblo de Dios era destru¡do por falta de sabidur¡a.
Despu‚s, el vers¡culo 6 nos habla de paciencia, como Hebreos 10.36. Algunos ganan una batalla, pero pierden la guerra, por no analizar bien las cosas. Debemos recordarlo cuando hay tiempos dif¡ciles.
La piedad es la pr¢xima etapa del camino, o sea que hemos de vivir recta y devotamente delante de Dios. La mujer sunamita de 2 Reyes 4 dijo a su marido que deb¡an construir una pieza para el santo hombre de Dios, el profeta que pasaba por all¡. ¨Alguna vez nos han descripto as¡?
Adem s seguimos una ruta de amor fraternal, am ndonos unos a otros. Hay una ciudad que se llama Filadelfia, lo que en griego significa precisamente "amor fraternal". En ese sentido, todos debemos ser "filadelfianos".
En resumen, debemos tener amor para todos como indica el vers¡culo 7, que nos hace pensar que debemos amar a los que est n fuera del c¡rculo cristiano.
3. Dios da recompensa al que lleva una vida supercristiana. Debemos llevar vidas fruct¡feras, como dice el vers¡culo 8 y no ser "ociosos ni sin fruto". Nuestra vida debe parecerse a los campos de maiz, trigo o algod¢n cuando est n cargados de fruto. Dios bendice a los cristianos que tienen ese tipo de abundancia, pues usan los recursos que ‚l da para seguir su camino.
Podemos ser un pueblo con buena visi¢n espiritual. Si nos faltan "estas cosas", es porque somos ciegos y no podemos ver a lo lejos. Tenemos la recompensa de saber que estamos marchando hacia una segura salvaci¢n.
Tenemos la retribuci¢n de una "amplia y generosa entrada en el reino eterno". Son palabras hermosas que se dirigen a nosotros. Dios nos prepara una gran bienvenida, una recepci¢n de reyes. En el cielo no seremos una "sociedad sin clases". Nuestra riqueza y capacidad eternas ser n determinadas por nuestra consagraci¢n a Dios y a su voluntad.
Luego tenemos una nota agregada, como la posdata de unca rta, cuando el vers¡culo 12, el ap¢stol Pedro nos dice, como si hablara el mismo Se¤or: "No dejar‚ de recordaros eiempre estas cosas, aunque vosotros las sep is, y est‚is confirmados en la verdad presente."
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ESTUDIO BIBLICO EN LAS CASAS
Judas 20,21
Nos gusta ver c¢mo crecen los ni¤os. Todo lo que vive crece: animales, flores, past, rboles. Tambi‚n debemos crecer espiritualmente. Analicemos algunas formas b sicas para crecer por medio de grupos peque¤os de estudio b¡blico. Estos grupos se pueden reunir en cualquier parte y en cualquier momento. Puede ser en el templo en una reuni¢n entre semana o en varios hogares un d¡a cualquiera. Puede ser comenzado y continuado con placer y muchos beneficios. Es un plan sencillo y saca mucha carga de los hombros del pastor.
Por ejemplo, el pastor Israel Rodr¡guez de la Pimera Iglesia Bautista de R¡o Piedras, en Coahuila, M‚xico, tiene treinta grupos dirigidos por laicos durante la semana. Los l¡deres se runen los domingos y se preparan para los d¡as siguientes.
El pastor o el l¡der laico pueden usarn una concordancia b¡blica y seleccionar gran cantidad de temas para estudiar: el amor, el gozo, la paz, la ira, la vida, el Esp¡ritu, el cielo, el trabajo, las hormigas, el pan, el enemigo, el miedo, el poder, el arrepentimiento, el reino, la sangre y una lista infinuta que se extrae de cualquier concordancia.
Un l¡der de grupo puede dirigir el estudio en su propia casa o en la de alg£n otro. Se invita a los amigos para compartir un rato a mitad de semana. Puede haber varios simult neamente o en diferentes noches en distintos lugares. Lo mejor es que el l¡der no deba ocuparse de m s de un grupo en una semana.
Planteemos una sugesti¢n para seguir adelante con el plan. Tomemos un tema como el gozo. Un l¡der escribe doce o catorce referencias b¡blicas, tomadas de las concordancia. Selecciona de esa lista las que son apropiadas para la ocasi¢n y que estimulen un buen intercambio de ideas. El l¡der debe ser cuidadoso en la selecci¢n de los pasajes que usar el grupo. Debe usar un solo tema como los mencionados.
Usemos el tema del gozo como ejemplo. Veamos una cita como la de Salmo 16.11. El l¡der pide al grupo que lo busque y todo el mundo trabaja con su Biblia. Una persona lo lee y dos o tres hacen un comentario sobre ese vers¡culo, sin que nadie hable m s de uno o dos minutos. El l¡der no habla sobre el pasaje, sino que permite que lo haga el grupo. Que quede tranquilo, salvo para una aclaraci¢n y agregar al final alguna observaci¢n de lo que ha sido dicho, si ello es necesario. Pase a una segunda cita como la de Salmo 30.5 y haga que lo busquen, uno lo lea y dos o tres hagan un comentario. Siga con el mismo procedimientos con citas como Salmo 126.5, Nehem¡as 8.10, Isa¡as 12.3, Jerem¡as 15.16, Sofon¡as 3.17, Habacuc 3.18, Mateo 13.20, Lucas 15.7, Santiago 1.2, etc. El l¡der busca esas citas en la concordancia antes de la reuni¢n y seleccione los doce o catorce m s apropiados para ser comentados.
La reuni¢n debe durar una hora o a lo sumo una hora y cuarto. El grupo o alguna persona puede cantar o tocar uno o dos himnos. Dos o tres deben orar voluntariamente y se puede pedir a alg£n otro que lo haga. Pueden servirse refrescos de acuerdo a los deseos del grupo, sin que sea una carga para los due¤os de casa. Mantenga una atm¢sfera de espontaneidad, sin convertir la reuni¢n en un culto de predicaci¢n, sino en un tiempo de compartir y confraternizar con la meta de que todos sean enriquecidos.
Las semanas, meses y aun a¤os siguientes se puede seguir el mismo esquema con m s pasajes sobre los mismos temas como el amor, el gozo, la paz y muchos otros m s. Est‚ seguro de que todos tienen una oportunidad para usar la Biblia, leerla y hacer comentarios sobre lo que se ha le¡do.
Una gran ventaja de este plan es que la gente usa la Biblia, habla, lee y crece. El pastor puede hacer una lista de pasajes que pueden ser usados por los grupos. Dios bendecir el uso de su Palabra y todos crecer n para gloria de Dios. Por supuesto, se invita a la iglesia a los que participan en los grupos, pero no se presiona a nadie para que asista "el domingo pr¢ximo". Todo grupo debe incluir oraci¢n, lectura b¡blica, tiempo para compartir, variando el plan de acuerdo a las necesidades del grupo. Hay que hacer planes con oraci¢n y comenzar con ella cada reuni¢n.
Durante las reuniones, cada uno aprende las verdades de la Biblia, que pueden ser aplicadas a la vida diaria. Los miembros del grupo aprenden a amar y apreciar a los dem s. Se conocen y relacionan, as¡ como a sus familias. Comienzan a ver la importancia de las relaciones sanas y pac¡ficas tanto en el grupo como en la iglesia.
Un tiempo de oraci¢n y estudio b¡blico ayuda a todos a ver el valor del esfuerzo conjunto cuando el grupo invita a otros al estudio. El £nico libro que se usa es la Biblia y de ese modo, los participantes llegan a conocerla. El Esp¡ritu Santo se convierte en el gran Maestro por medio de la Palabra de Dios. A medida que se reune el grupo semana a semana, se ve el valor del evangelismo y las misiones. El pastor y los dem s se regocijan porque nadie tiene una carga excesiva ni en el estudio ni en largas horas de poreparaci¢n.
Los miembros del grupo crecen espiritualmente. Crece la iglesia y el reino de Dios. El Se¤or es honrado, alabado y magnificado cuando su pueblo comparte la Biblia. Dios a¤adir sus bendiciones a todo grupo que se reuna para el bien de todos y para la extensi¢n del reino de Dios en la tierra.
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