Sermón sin título (2)
Notes
Transcript
Anunciando al Rey
Empezamos la celebración de Semana Santa, este año utilizaremos la narración del Evangelio de Lucas. ¿Por qué Lucas? Lucas es autor del Evangelio que lleva su nombre y del libro de los Hechos, de hecho, ambos libros están dedicados a la misma persona, médico de profesión, se convierte en un investigador detallado de la vida y obra de Jesús y de la continuación de la obra de este en el libro de los Hechos. Así que el Evangelio e Lucas considerará algunos detalles muy interesantes que incluyo en su narrativa de la vida de Jesús, que creo será de consuelo y esperanza ante la situación que enfrentamos actualmente. La Pandemia que enfrentemos es quizás la crisis mundial con mayor impacto desde la Segunda Guerra Mundial y, por lo tanto, requiere una respuesta en el Evangelio centrada en la obra de Cristo.
Lucas está narrando la historia de Jesús, para explicarle a Teófilo (a quien están dedicados ambos libros) por qué el Evangelio se ha extendido de la manera tan explosiva en el imperio, para Lucas, la Entrada Triunfal de Jesús a Jerusalén nos presente tres razones por las que el Evangelio tiene que ser comunicado.
Siendo que en Cristo somos llamados por Gracia, nosotros debemos aprender a comunicar el Evangelio a otros. Comunicar el Evangelio a otros, implica:
1. Reconocer la fuente de su Poder. “Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, 38diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, ¡y gloria en las alturas!”[1] La multitud que ve al Cristo Rey entrar a Jerusalén lo aclama: “Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, ¡y gloria en las alturas!” Por favor, subraye en sus Biblia la frase… “Bendito el rey que viene en el nombre del Señor” Esta es una cita del “Bendito el que viene en el nombre de Jehová; Desde la casa de Jehová os bendecimos.”[2] En esta entrada triunfal, Jesús no es entronizado o establecido como rey, Él ya es Rey de reyes y Señor de los señores. La loas y aclamaciones son solo el reconocimiento de su autoridad real y por lo tanto, Él es la fuente misma del poder de su mensaje o Evangelio. Recuerde que Lucas escribe su Evangelio para que Teófilo tenga el trasfondo de la maravillosa propagación que el Evangelio ha tenido en el imperio romano. Quien es Rey, puede prometer redención, quien es Rey puede emitir una orden, decreto o mandato con efectos inmediatos y con el poder para cumplirlo. El Evangelio tiene poder, porque Cristo y su obra son la fuente de este poder, no la estructura eclesiástica, no los autoproclamados apóstoles de hoy, no la capacidad intelectual, no el poder económico, es el Evangelio que cambia, transforma y modela la Gracia. Quien, en Bendito, quien viene en nombre del Señor, tiene también autoridad real, es decir, su mensaje es autoritativo, normativo, es la una Palabra con autoridad y poder, eso es el Evangelio y entender la fuente de su autoridad, nos permite entender la extensión de su poder y alcance no solo para Teófilo en el siglo I, sino para nosotros hoy, ante el desafío mas grande de nuestra generación, ante la angustia y el temor de esta emergencia sanitaria, lo que nuestras sociedad necesita es el Evangelio.
Siendo que en Cristo somos llamados por Gracia, nosotros debemos aprender a comunicar el Evangelio a otros. Comunicar el Evangelio a otros, implica:
2. Reconocer la urgencia de su Mensaje. “Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40Él, respondiendo, les dijo: Os digo que, si éstos callaran, las piedras clamarían.”[3] Los fariseos son uno de los grupos dentro del judaísmo de la época de Jesús, más respetados, aun así, fueron cegados por su orgullo espiritual y no identificaron las señales y el cumplimiento de las promesas de las Escrituras en Jesús, ellos le insisten a Jesús… “Maestro, reprende a tus discípulos.” “No es difícil entender por qué los fariseos, la mayoría de los cuales eran enemigos de Jesús, estaban disgustados. No era que amaban a los romanos, o hubieran cesado de anhelar la independencia de Roma. Pero desaprobaban todo intento abortivo de echar el yugo, comprendiendo lo que un movimiento sin éxito significaría para la nación como un todo y para la seguridad de su propia posición. Además, odiaban a Jesús y estaban resentidos por esta explosión de alabanza en la cual él compartía los honores con Dios… Pero, por el momento, Jesús era tan popular que los fariseos no se atrevieron a silenciar al pueblo directamente. ¡Así que pidieron a Jesús que lo hiciera por ellos! Es sólo Lucas, quien relata este episodio. Es también él quien narra la respuesta de Cristo. En la plena comprensión de que él es ciertamente el Mesías y que finalmente ha llegado el momento en que todos deben saberlo, Jesús responde que, si sus discípulos callasen, las piedras mismas clamarían…”[4] “Él, respondiendo, les dijo: Os digo que, si éstos callaran, las piedras clamarían.” Indica una urgencia de proclamar la Gracia que ha sido recibida. El Evangelio tiene un sentido de urgencia para aquellos que lo han recibido y, por lo tanto, no pueden y no quieren esperar para hacerlo. Nuestra sociedad esta asustada, la gente es cayendo en una histeria, miedo y angustia. Si, debemos ser buenos mayordomos y debemos ser cuidadosos, precavidos, pero sin miedo, angustia o temor, la gente necesita más que nunca el poder del Evangelio y lo necesita urgentemente.
Siendo que en Cristo somos llamados por Gracia, nosotros debemos aprender a comunicar el Evangelio a otros. Comunicar el Evangelio a otros, implica:
3. Reconocer la necesidad de compasión. “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, 42diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. 43Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, 44y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.”[5]” Es claro, que Jesús siendo Dios sabe que en aproximadamente 40 años Jerusalén será sitiada, invadida, devastada y destruida. ““El emperador ordenó que la ciudad entera y el templo fueran arrasados por tierra, dejando solamente las más altas de las torres … y la porción del muro que cercaba la ciudad por el occidente … Todo el resto del muro que rodeaba la ciudad fue tan completamente arrasado que los visitantes del lugar en el futuro no tendrían ninguna razón para pensar que la ciudad hubiera estado alguna vez habitada” (VII. 1–3) El escritor inspirado además narra las palabras finales de Cristo, que indican que esta severa retribución sería recibida por la ciudad y sus habitantes porque, de una manera general, había faltado una respuesta favorable a la forma en que Dios en su compasión había “visitado” a Israel, enviando a su Hijo al mundo.”[6] Jesús llora ante la ciudad porque tiene compasión de e ella. El Diccionario de Temas Bíblicos define compasión como: “Una cualidad de atención y solidaridad, característica de Dios y de Jesucristo, por lo general se muestra en actos de bondad y consideración hacia las personas en cualquier tipo de dificultad o crisis.”[7] El Evangelio es el acto más compasivo de Dios para los hombres y lo ofrece a todos. Jesús lloro por Jerusalén pues “a lo suyo vino (a proclamar el Evangelio) y los suyos no lo recibieron” Jesús tiene compasión, no lastima… las personas no necesitan tu lastima, las personas necesitan urgentemente la compasión del Evangelio de Jesucristo. Hoy parecen que las palabras de Jesús resuenan… “¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti…” Y esos días han llegado ya, hoy nos enfrentamos al mayor desafío en la historia de este siglo XXI, pero la respuesta urgente y necesaria es la compasión del Evangelio.
Conclusiones.
[1] Reina Valera Revisada (1960). (1998). (). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
[2] Reina Valera Revisada (1960). (1998). (). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
[3] Reina Valera Revisada (1960). (1998). (). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
[4] Hendriksen, W. (2002). Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio Según San Lucas (p. 815). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
[5] Reina Valera Revisada (1960). (1998). (). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
[6] Hendriksen, W. (2002). Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio Según San Lucas (pp. 817–818). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
[7] Manser, M. H. (2012). Diccionario de temas bíblicos. (G. Powell, Ed.). Bellingham, WA: Software Bíblico Logos.