Las Siete Palabras de Jesús en la Cruz
Las Siete Palabras del Señor Jesucristo en la Cruz.
El mensaje mismo examina las siete frases últimas de Cristo en la cruz. Cada frase tiene una aplicación práctica para nosotros como creyentes. Es una mirada poderosa y conmovedora al mensaje potente que un Cristo casi silente proclamó en la cruz.
Las ejecuciones modernas por lo general se llevan a cabo en forma privada, pero Jesús fue clavado a una cruz y colgado para que todo mundo lo viera. Era la temporada de la Pascua y había miles de visitantes en la ciudad. El lugar de ejecución se hallaba fuera de la ciudad, por donde pasaba mucha gente. Jesús era una figura bien conocida, así que su arresto y condenación serían tema de conversación. Era natural que la gente se reuniera para contemplar una trágica escena.
La Primera Frase: Perdonar a otros
La Segunda Frase: Alcanzar a otros
La Tercera Frase: Atiende las necesidades de otros
La Cuarta Frase: Entender la seriedad del pecado
Él quien era en el Padre y el Padre en Él, Él quien era uno con el Padre y el Padre uno con Él, Él, que había gozado eternamente la comunión ininterrumpida y perfecta dentro de la Trinidad siente ahora el abandono de Dios. ¿Por qué? Esta cargando el pecado y el pecado separa.
Pero cuando Dios lo abandonó, experimentó un dolor aún más allá de todo esto y clamó en agonía.
La Quinta Frase: Depender de otros
Nuestro Señor sabía lo que estaba sucediendo; estaba en pleno control a la vez que obedecía la voluntad de su Padre. Había rehusado beber el vino que amortiguaba el dolor que siempre se ofrecía a los que estaban a punto de ser crucificados (Mateo 27:34). Para cumplir las Escrituras (Salmo 69:21) dijo “Tengo sed”. Estaba soportando un verdadero sufrimiento físico, porque tenía un verdadero cuerpo humano. Acababa de salir de tres horas de oscuridad cuando sintió la ira de Dios y la separación de Dios (Mateo 27:45–49). Cuando uno combina la oscuridad, la sed y el aislamiento, se tiene ¡un infierno! Había razones físicas para su sed (Salmo 22:15), pero también había razones espirituales (Salmo 42:1–2).