Salmo 23

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Introducción.

Himno… Noble sosten
¿Abandonado por Dios? Capítulo 3: Valles oscuros

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno” (Sal. 23:4).

En medio de estos tiempos de pandemia, algunos de nosotros podríamos sentirnos como David, atravesando por un valle de sombre de muerte.
En algún momento todos nos vamos a sentir identificados con estas palabras. Sea que te estes pasando por aflicción, tengas temor pro alguien de familia, por las cosas que vendrán, por la situación en la que nos encontramos en medio de esta pandemia.
Los valles de sombra de muerte son comunes a todos nosotros y David sabía lo que era pasar por esto.Estos valles son cualquier experiencia oscura de nuestra vida, en la que nos cuesta ver la luz al final de túnel.
El no fue escrito por un pastor que cuidaba las ovejas de su padre y de repente en la comodidad de un valle de pastor verdes escribió esto para animarnos.
nos habla en cualquier experiencia oscura de la vida.
David escribió esto cuando estaba rodeado de angustiados, enemigos poderosos (Probablemente mientras huía de su hijo Abasalón), él se encontraba sin duda en medio de un valle oscuro, el no podía ver luz a su alrededor, su futuro era incierto, estaba quebrantado por las consecuencias de su pecado, este era un rey rodeado de temores, incertidumbre y muchas dificultades que mientras reflexionaba en la palabra de Dios y en las promesas del pacto, pudo estar confiado en Jehová su Dios.
David no compone este salmo reflexionando sobre su tarea pastoral (Aunque había sido pastor), él mas bien, en medio de este valle oscuro que atravesaba, reflexiono en las promesas de Dios reveladas en la escritura que tenia a la mano, así que siendo inspirado por el Espíritu de Dios pudo componer este cántico para alentar a otros a poner su confianza en el buen pastor de Israel.
El quiere alentarnos a la fe y a la confianza, el quiere que estemos seguros como pudo estarlo él, de que Dios estará con nosotros en medio de la mas densa oscuridad.
Veamos como David tomo un texto de la biblia y lo aplico a su propia circunstancia y ahora quiere que comprendamos como el llegó a experimentar el poder de la palabra de Dios para sostenerlo en medio del temor.
¿Abandonado por Dios? Capítulo 3: Valles oscuros

¿Cómo podemos compartir esa fe y confianza suyas?; ¿cómo estar tan seguros, como lo estaba él, de que Dios estará con nosotros en la oscuridad?

Debemos saber antes que David no fue el primero en usar la frase “Jehová es mi pastor” , las uso antes Jacob, ¡el engañador que se convirtió en príncipe! Al final de su vida, cuando dio su bendición a los hijos de José: Efraín y Manasés:
El Dios delante de quien anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que ha sido mi pastor toda mi vida hasta este día, el ángel que me ha rescatado de todo mal, bendiga a estos muchachos (, LBLA)
el Dios que ha sido mi pastor toda mi vida hasta este día,
el ángel que me ha rescatado de todo mal,
Jacob si que anduvo en valles oscuros:
valles morales: Criado en el seno de una familia en la que el padre y la madre habían favorecido a un hijo diferente (“amó Isaac a Esaú… mas Rebeca amaba a Jacob” (), había conspirado juntamente con su madre para engañar a su necio hermano y así robarle su primogenitura (), y engañar también a su padre (). Lugo siguió el patron de sus propios padres: “Y amaba Israel [Jacob] a José más que a todos sus hijos… y le hizo una túnica de diversos colores” ()
bendiga a estos muchachos
espirituales, tuvo que huir exiliado de la tierra de la promesa a causa de su engaño.
emocionales: fue engañado por su tío Labán, quien le entrego por esposa a Lea y no a Raquel a quien él amaba ().
(, LBLA)
y físicos. Dios lucho con el y descoyuntó su muslo.
Este hombre conoció el miedo y la soledad; pero Dios, por su gracia, siempre fue a su encuentro y le transformó en príncipe (; cf. )
Jacob había “luchado con Dios y con los hombres” (). Pero al final de su vida, pudo mirar hacia atrás y regocijarse de que el Señor hubiera sido su Pastor, yendo tras él como tras una oveja perdida, rescatándole, sanándole y proveyendo para él.
¿Abandonado por Dios? Capítulo 3: Valles oscuros

En el Salmo 23, David está diciendo simplemente: “Yo también he participado de las experiencias de Jacob; yo también he vagado en la oscuridad. Pero lo que descubrió él, yo también lo he descubierto: ‘El Señor es mi pastor; nada me faltará.’ Dejadme que os diga lo que esto significa para mí.”

En el , David está diciendo simplemente: “Yo también he participado de las experiencias de Jacob; yo también he vagado en la oscuridad. Pero lo que descubrió él, yo también lo he descubierto: ‘El Señor es mi pastor; nada me faltará.’ Déjenme que les diga lo que esto significa para mí.”
David, puede anticipar el peor escenario para ñel y decir: “Aunque (pase lo que pase)… no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. Se sabe que si el Señor le pastorea a través del valle más oscuro, entonces en todos los demás valles de la vida la presencia del Señor y su poder bastarán para mantenerle bien agarrado.
¿Abandonado por Dios? Capítulo 3: Valles oscuros

“Estoy seguro de que ni la muerte… nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro. 8:38, 39).

¿Cómo podemos ser librados de ese temor?
¿cómo cortar de raíz su poder para alimentar nuestros temores menores? La respuesta, según David, estriba en saber por qué la presencia y el poder del pastor pueden liberarnos de nuestro temor: “porque estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” El pastor utiliza el cayado que tiene en la mano para trabajar con las ovejas: dirigiéndolas, volviendo a traerlas, disciplinándolas; la vara, o el garrote, cuelga de su cinturón, lista para defenderlas cuando se las ataque. Las ovejas miran ambas cosas para acordarse de que el pastor las protegerá.
David había experimentado a menudo la presencia del Señor como su pastor, protegiéndole y salvándole. Y sin embargo, ni siquiera la visión tan clara que tuvo David de Dios se puede comparar con la revelación del Señor como Pastor que nosotros tenemos:
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas ().
Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno… haga… en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos (, ).
Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos ().
Los cristianos del Nuevo Testamento se regocijaban de conocer a Cristo como su Pastor porque murió la muerte de ellos, en su lugar, por su pecado. Su pastor llegó a ser un cordero para el sacrificio, aceptado por Dios. Él trae paz a nuestras conciencias culpables. Es más: Cristo se ha levantado. Ha vencido la muerte. En Él hay resurrección y vida, que Él comparte con todos los de su rebaño ().
David pudo ver esto solo en sombras, nosotros hemos visto la realidad. Nuestra confianza en Dios puede ser mayor.
Nuestro gran enemigo, la muerte, ha sido destrozado, y de manera irreversible. Su poder lo ha quebrantado la victoriosa resurrección de Cristo. La muerte aún puede echarnos mano, al igual que una vez le echó mano a Él; pero ya no nos puede retener ensus garras, como tampoco pudo retenerle a Él ().
Cristo ha vencido la muerte; puede ser que nos toque, pero no nos puede retener. Aunque tengamos que andar por aquel valle de la muerte, que hasta nos puede parecer como habitado por espíritus de otro mundo, no temeremos mal alguno porque Cristo está con nosotros.
La vara y el cayado de Cristo son su Cruz y su Palabra. Con la primera de ellas entró en combate mortal con la muerte y la venció; y con la segunda nos guía por la vida. Si éstas son suficientes como para librarnos del temor y para convencernos del amor del Padre por nosotros cuando estamos en el valle de sombra de muerte, entonces podremos confiar en Él también en cualquier otra situación.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte… ni lo presente, ni lo porvenir… nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (, , , ).
Si el Padre me ama tanto que no escatimó2 ni a su propio Hijo, sino que lo entregó para ser crucificado por mí,3 no hace falta ninguna otra garantía de su compromiso total y permanente conmigo, para bendecirme.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte… ni lo presente, ni lo porvenir… nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (, , , ).
Todo lo que me pasa tiene que verse a la luz de eso. Sí, mis más profundos temores pueden llegar a ser realidades. Puede ser que no entienda lo que Dios está haciendo en mi vida, o a ésta; puede que hasta parezca que me está escondiendo su rostro; mi corazón puede estar roto. ¿Pero acaso no puedo confiar en Aquel que demostró su amor por mí? Cuando yo era impotente en mi pecado, envió a Cristo para morir por mí (). Si ha hecho eso, ¿no hará que todas las cosas ayuden para mi bien? ¿Acaso dejará de dar alguna cosa que sea en última instancia para el bien de los que confían en Él?
De esta manera, la muerte de Cristo llega a ser la vara, o el garrote, que les rompe el cuello a los temores que son los enemigos de mi paz; y su Palabra se convierte en el cayado por medio del cual me sujeta y me rescata del peligro.
¿Ves que si Él está con nosotros en el valle de la más profunda oscuridad, podremos seguir a David también en las otras grandes afirmaciones de este maravilloso salmo?
¿Abandonado por Dios? Capítulo 3: Valles oscuros

¿Ves que si Él está con nosotros en el valle de la más profunda oscuridad, podremos seguir a David también en las otras grandes afirmaciones de este maravilloso salmo?

1. Si el Señor es mi Pastor, suplirá todas mis necesidades. “Nada me faltará” David, está utilizando un vocabulario tomado de una parte anterior del Antiguo Testamento. Ésta era la misma expresión que se utilizaba en , cuando Moisés le había dicho al rebaño que Dios había pastoreado durante cuarenta años, guiándolo por el desierto: “Jehová tu Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos; él sabe que andas por este gran desierto; estos cuarenta años Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado” Si el Señor había provisto así para una multitud tan grande de su pueblo, ¿acaso no era capaz de suplir las necesidades de uno solo de ellos?
Jesús nos ayuda a entender lo que estaba en la mente de David cuando dice que las características del buen pastor son: (1) que le importan sus ovejas; y (2) que conoce a sus ovejas (, , ).
Si el Señor ha ido tan lejos para librarme de la muerte, puedo estar seguro de que le importo. Las heridas en sus manos y en su costado son evidencias suficientes de su amor. Es algo más allá de toda discusión: “El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo por mí” ().
Si murió por ti, ¿cómo puedes dudar de que tiene cuidado de ti?
Él te conoce; es más: te conoce mejor de lo que te conoces a ti mismo. Conoce tu pasado y tu futuro. Y te conoce en profundidad: tus secretos, tus ambiciones, tus temores. Sí, te conoce mejor de lo que te conoces a ti mismo.
Este conocimiento tan penetrante daría miedo si no estuviera acompañado de su cuidado. Pero cuando un entendimiento perfecto de mí va casado con un amor perfecto por mí, puedo confiar en una cosa: sea lo que fuere que Él me mande, eso me traerá lo que realmente necesite; sea lo que fuere lo que yo necesite, Él lo proveerá; y sea lo que fuere que Él provea, viene señalado con la aprobación de unas manos taladradas con clavos. Puedo confiar en Él.
2. Si el Señor es mi Pastor, me restaurará cuando caiga. “Él restaura mi alma” (LBLA). Tal vez los pecados y los fracasos de David fuesen conocidos tan públicamente para cuando escribió el que ahora una simple alusión a ellos era suficiente: “Él restaura mi alma.” Estas palabras fácilmente podrían servir de título para el o el . Puede que no sea una mera casualidad que el verbo restaurar es a la vez una de las palabras del Antiguo Testamento para “arrepentirse.”
“Él restaura mi alma” (LBLA).

Si el Señor es mi Pastor, me restaurará cuando caiga.

No obstante, aquí la ilustración se amplía. El pastor lleva a sus ovejas a “delicados pastos” y “junto a aguas de reposo” con el fin de hacerlas descansar y de restaurarlas. Hay aquí más de una mera palabra de perdón; hay un trato de gracia continuado y prolongado.
¡Justo lo que David necesitaba! Y nosotros también. Un poco más tarde le encontramos clamando:
Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias,
Que son perpetuas.
De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones,
No te acuerdes;
Conforme a tu misericordia acuérdate de mí,
Por tu bondad, oh Jehová (, ).
Y así es con muchos de nosotros. De modo inexplicable, mientras procuramos vivir para Cristo, encontramos avivadas en nuestro recuerdo las memorias de pecados pasados, la vergüenza de culpa pasada. Incidentes desde hace mucho tiempo olvidados, vuelven; se nos incendia la mente; la paz y el gozo, la alabanza y el testimonio, quedan paralizados.
Pero David tomó el escudo de la fe: el Señor restaura mi alma; me baña en su perdón; me refresca con la certeza de su gracia.
Nuestro instinto natural es sospechar que si es verdad que nos restaura, será sin que Él realmente quiera; una inconveniencia necesaria pero irritante para Él.
Sin embargo, Cristo no viene a nosotros de manera meramente formal; viene queriendo venir, y con su gracia, para restaurarnos. Recuerda lo que les dijo a los que “murmuraban, diciendo: Éste a los pecadores recibe”:
¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido (, énfasis añadido).
Esto es una parábola; pero el gozo del Pastor es literal. ¿Realmente crees eso?
3. Me guiara hacia una nueva dirección.
La gracia del Pastor es real y gratuita. Y sin embargo, como David recalca a continuación, no nos deja igual que nos encuentra. La restauración conduce a una nueva dirección: “Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre” (v. 3); ¡es restauración para luego seguir al Pastor como Guía!
“Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.” La dirección que Cristo nos da es siempre “por sendas de justicia”: implica que nos conformemos a su palabra; es “por amor de su nombre”: tiene como su gran motivación no nuestra propia ambición sino la gloria de Dios.
¿Por qué esta combinación de gracia para restaurar y liderazgo para darnos dirección? Porque el pecado produce desintegración en nuestras vidas; hace que todo se deslice tarde o temprano. La restauración es más que perdón; es transformación. No debemos dejarnos engañar pensando que el Pastor se contente con el uno sin la otra. El Señor nos restaura porque tiene la intención de cambiarnos.
Dios no aprueba nuestra absorción en nosotros mismos. Su intención es que vivamos para Él, no para nosotros mismos: “por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (). La evidencia de la restauración es un nuevo nivel de consagración.
5. Si el Señor es mi Pastor, me sorprenderá con su gracia.
“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores” (v. 5).
Si el Señor es mi Pastor, me sorprenderá con su gracia.
algunos creen que ¡ningún pastor normal merendaría con su rebaño en un lugar infestado de lobos ()!
No obstante, quizá sea precisamente eso lo que se está diciendo: este Pastor no es uno cualquiera; sus caminos no son nuestros caminos; su sabiduría no es nuestra sabiduría.
¿Puedes ver las ovejas, todas juntas alrededor del pastor? Oyen a los lobos aullando, gruñendo, amenazando. El pastor siente los ojos desconcertados de su rebaño mirándole fijamente, incapaces de comprender. Le habían seguido muy contentas, habían confiado en él sin cuestionar, le habían tomado tal como les había parecido. ¿Por qué las habrá traído hasta aquí? ¿Es que no ve el peligro, y el miedo de ellas? “¿Es que realmente no te importa?”, le preguntan.
Hemos oído el eco de estas palabras por encima de la tormenta en el mar de Galilea.
“Maestro, ¿no tienes cuidado…?”,
Nuestro Señor se levantó en la barca y pronunció dos palabras de reprensión: una iba dirigida a la tormenta en la naturaleza: “¡Calla, enmudece!”; la otra era para la tormenta en los corazones de los discípulos: “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (, ). Mientras Cristo estuviese con ellos, estaban seguros hasta que sus propósitos se hubieran cumplido. ¿Es que no podían confiar en Él aun si no le entendieran? Los discípulos le dijeron: “¿No tienes cuidado…?” Jesús les dijo: “¿No confiáis en mí?”
quería enseñarles que siempre podían confiar en su cuidado de ellos. Ese cuidado suyo siempre va unido a su poder.
Durante un breve instante, Jesús manifestó su majestad y su gloria; el Creador mandó a su creación inclinarse ante Él en silenciosa adoración.
En ese momento era, sin duda, una experiencia de la que hubieran preferido prescindir. Pero hubieran quedado inconmensurablemente empobrecidos, espiritualmente, si se hubieran negado a acompañarle en la barca. En ese caso, nunca hubieran estado del todo seguros hasta qué punto era soberano el control suyo. Ahora, sin embargo, ¡lo sabían!
Simón Pedro, que estuvo con Jesús en aquella tormenta, más tarde tuvo que afrontar una de las crisis más grandes de su vida, cuando fue arrestado por predicar a Cristo. La noche antes del juicio (y condenación segura), se le envió un ángel para librarle, en respuesta a la oración. ¿Acaso fue por mera casualidad que el ángel del Señor tuviera que decirle lo que el mismo Pedro había dicho anteriormente a su Maestro: “¿Por qué duermes?” (cf. )?
Pedro había aprendido que podía confiar en su Salvador. Estaba dormido como un niño, seguro en su presencia.
Cualesquiera que sean las pruebas por las que el Señor nos permita pasar, su propósito es mostrarnos su presencia y su gloria de una manera que de otro modo no podríamos aprender. Él sabe que nos puede guardar; pero quiere que lo sepamos también nosotros:
Los que descienden al mar en naves,
Y hacen negocio en las muchas aguas,
Ellos han visto las obras de Jehová,
Y sus maravillas en las profundidades.
Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso,
Que encrespa sus ondas.
Suben a los cielos, descienden a los abismos;
Sus almas se derriten con el mal.
Tiemblan y titubean como ebrios
Y toda su ciencia es inútil.
Entonces claman a Jehová en su angustia,
Y los libra de sus aflicciones.
Cambia la tempestad en sosiego,
Y se apaciguan sus ondas.
Luego se alegran, porque se apaciguaron;
Y así los guía al puerto que deseaban.
Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
Exáltenlo…
Y… lo alaben (, énfasis añadido).
6. Si el Señor es mi Pastor, estará conmigo ahora y para siempre.
La presencia de Cristo conmigo en el valle de la más profunda oscuridad es la garantía de su provisión, de su restauración por su pura gracia, y de su protección. También es la garantía de que siempre estará conmigo.
David razona de la siguiente manera: estuvo conmigo en el valle; por tanto “en la casa de Jehová moraré por largos días” (v. 6). Habiéndonos llevado a su rebaño, el Pastor nos da su palabra que nunca nos desamparará, ni nunca nos dejará (). “Nunca” significa: ni ahora, ni nunca.
el morar en su casa significará simplemente más de lo que ya hemos empezado a experimentar.
En el cuento de Narnia de C.S. Lewis El león, la bruja y el guardarropa, hay un pasaje maravilloso en el que uno de los niños, Lucy, descubre que Aslan, el “salvador” de Narnia, resulta ser un león. Alarmada por la idea de encontrarse con él, Lucy pregunta: “¿Es… vamos, es alguien totalmente seguro?”, a lo que le responde el Sr. Castor: “¿Seguro? ¡¿Quién ha dicho nada de que sea seguro?! ¡Claro que no es seguro! Pero es bueno. ¡Te digo que es el Rey!”
Y así es también con Cristo. El Buen Pastor llegó a ser el Cordero de Dios para quitar los pecados del mundo. Pero también es un león, el León de la tribu de Judá (, ). Desde un punto de vista, no parece seguro; no nos ofrece la clase de seguridad que elegiríamos para nosotros mismos. No le podemos amansar y domesticar a nuestro gusto. Pero es tanto bueno como fuerte; hay en Él verdadera seguridad. Él da una paz que el mundo ni puede dar ni tampoco destruir (). Él es bueno, y está con nosotros; y eso nos basta.
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