Estudio de Galatas 2
Galatas Capitulo 2
Versículos 1 al 10
Versículo 2
Era un hombre que daba a la autoridad el debido respeto. No iba por libre. Fue y habló con los responsables de la Iglesia, aunque tuviera sus diferencias con ellos. Es una ley de vida importante, y olvidada con frecuencia, que por mucha razón que tengamos, nada se puede obtener con rudeza. No hay nunca razones para que la cortesía y las firmes convicciones no puedan ir de la mano.
Los apóstoles en Jerusalén reconocieron que Pablo, por un favor inmerecido, había sido comisionado para llevar el evangelio a la incircuncisión (los gentiles), así como Pedro había sido enviado a los judíos. Ambos hombres predicaban el mismo evangelio, pero primordialmente a diferentes nacionalidades.
Incluso Jacobo, Cefas (Pedro) y Juan, aparentemente columnas de la iglesia, reconocieron que Dios estaba obrando por medio de Pablo, y les dieron, a Pablo y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo en su labor de llevar el evangelio a los gentiles. Esto no fue una ordenación oficial, sino una expresión de su amante interés en la obra de Pablo. La única sugerencia fue que se acordasen de los pobres; lo cual también Pablo dice que querían hacerlo con diligencia.
Pablo se opone a Pedro
Aquí en Antioquía surgió un problema tremendo: en vista de todo esto, ¿podían sentarse juntos los judíos y los gentiles en una comida congregacional? Si se cumplía la ley antigua, está claro que era imposible. Pedro vino a Antioquía, y, en un principio, apartándose de los antiguos tabúes en la gloria de la nueva fe, participaba de la comida en común entre judíos y gentiles. Entonces llegaron algunos de Jerusalén que eran del bando judío tradicionalista. Usaban el nombre de Santiago, aunque seguramente no representaban su punto de vista, y se metieron tanto con Pedro que acabó por retirarse de la comida congregacional. Los otros judíos se retiraron también con él, y por último hasta Bernabé se vio implicado en esta secesión. Fue entonces cuando Pablo habló con toda la intensidad de que era capaz su naturaleza apasionada, porque vio claramente algunas cosas.
Una iglesia deja de ser cristiana cuando hace discriminación de clases. En la presencia de Dios, una persona no es judía ni gentil, noble ni plebeya, rica ni pobre; es un pecador por quien Cristo murió. Si las personas comparten una común filiación, también tienen que ser hermanas
ii) Pablo vio que esa acción intensa era necesaria para contrarrestar la escisión que había tenido lugar. No esperó; intervino. No influía en él el hecho de que estuviera en ello el nombre y la conducta de Pedro. Era algo malo, y eso era todo lo que le importaba a Pablo. Un nombre famoso no puede nunca justificar una acción infame. La acción de Pablo nos da un ejemplo gráfico de cómo un hombre fuerte en su firmeza puede poner en jaque una desviación del curso correcto antes de que se convierta en una riada.
No se conoce que Pablo haya actuado así. La reprensión pública hecha a un líder de la iglesia sólo debe producirse si éste persiste en pecar (1 Ti. 5:20)
Galatas 2.14-17
La primera apreciación doctrinal relativa a la justificación es la imposibilidad de alcanzarla por medio de obras legales. El término justificar es una voz de uso legal que indica el veredicto favorable dado a quien, habiendo sido examinado en el tribunal, no se aprecia cargo alguno contra él. Bíblicamente la justificación puede definirse como el acto de gracia de Dios por el cual, tan sólo sobre la base de la obra mediadora que Cristo realizó, Él declara justo al pecador que acepta por fe al Salvador.
Pablo y Pedro y los demás habían buscado la justificación en Cristo y sólo en Cristo. Pero las acciones de Pedro en Antioquía parecían indicar que no estaba totalmente justificado, sino que había de volver bajo la ley para completar su salvación. Si la cosa es así, entonces Cristo no es un Salvador perfecto y suficiente. Si acudimos a Él para que nos sean perdonados los pecados y luego tenemos que ir a algo adicional, ¿no es Cristo ministro de pecado al no llegar a cumplir Sus promesas? Si cuando profesamos depender de Cristo para justificación nos volvemos después a la ley (que no puede hacer más que condenarnos como pecadores), ¿actuamos como cristianos? ¿Podemos esperar la aprobación de Cristo en un curso así de acción que de hecho hace de Él un ministro de pecado? La respuesta de Pablo es un indignado ¡En ninguna manera!
Galatas 2.18-21
Lo que quiere decir es esto: Él había probado el camino de la Ley. Había intentado, con toda la terrible intensidad de su cálido corazón, ponerse en relación con Dios mediante una vida que buscaba obedecer cada pequeño detalle de esa Ley. Había encontrado que tal intento no producía más que un sentimiento cada vez más profundo de que todo lo que él pudiera hacer nunca le pondría en la debida relación con Dios
En vista de lo cual, había abandonado inmediata y totalmente aquel camino, y se había arrojado, pecador y todo como era, en los brazos de la misericordia de Dios. Había sido la Ley lo que le había conducido a la Gracia de Dios. El volver a la Ley no habría hecho más que enredarle otra vez totalmente en el sentimiento de alejamiento de Dios
Si yo pudiera ponerme en la debida relación con Dios cumpliendo meticulosamente la Ley, ¿qué falta me haría entonces la Gracia? Si yo pudiera ganar mi propia salvación, entonces, ¿por qué tenía que morir Cristo?» Pablo estaba totalmente seguro de una cosa: de que Jesucristo había hecho por él lo que él nunca podría haber hecho por sí mismo.