Los discípulos de Jesús y el chasco
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Venido el cumplimiento del tiempo
Venido el cumplimiento del tiempo
Galatas 4:4 “Venido el cumplimiento del tiempo Dios envió a su hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley”.
Cuando estaba llegado al cumplimiento el período profético de la profecía de las 70 semanas de Daniel 9:24-27. Dios levantó a dos profetas que predicarían acerca del tiempo que se estaba viviendo.
Predicación y ministerio de JUAN EL BAUTISTA
Predicación y ministerio de JUAN EL BAUTISTA
El primero de esos profetas era Juan el Bautista, Mateo 3:1-2 “En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: `arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado´”. El mensaje de Juan tuvo un doble énfasis: (1) la llegada inminente del reino mesiánico, y (2) la necesidad urgente de arrepentirse a fin de estar preparado para este evento.
1.- Al estudiar las profecías bíblicas y al ser inspirado por el Señor Juan entendía que el cumplimiento de la profecía era que el reino mesiánico estaba llegando, esa era la predicación de Juan el Bautista. Como Juan murió tempranamente, por lo tanto, quizás no podemos decir qué entendía Juan por el reino de Dios que estaba llegando. A qué reino se refería.
2.- Al estudiar las profecías bíblicas Juan entendió cuál era su parte a realizar, al mismo tiempo que anunció que el Mesías venía, fue así que cuando le preguntaron ¿Quién eres tu? El confesó y no negó. -Yo no soy el Cristo. Entonces, le dijeron quién eres, Elías, el profeta? Él dijo: “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías. Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Este es el que viene después, quien es antes de mí, del cual no soy digno de desatar la correa de su calzado (Juan 1:19-28).
Cuando Juan vio a Jesús lo presentó como el Cordero de Dios, (Juan 1:29, 32). De hecho Juan dijo que quién lo envió a bautizar con agua le dijo: “Sobre quien veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, éste es el que bautiza con Espíritu Santo”. Lo cual había visto en el momento del bautismo de Jesús. Y yo lo he visto y testifico que éste es el Cristo dijo Juan (Juan 1:29-34).
Estos textos muestran dos verdades, por un lado como decíamos, Juan entendía que el Mesías, el Señor estaba viniendo de acuerdo al cumplimiento profético. Y número dos, Juan entendía que su ministerio menguaría para que el ministerio de Jesús creciera, Jesús en este punto debía continuar con la predicación que Juan había comenzado. De hecho la misma predicación que hacía Juan, es con la que comenzó Jesús y la que lo caracterizó durante todo su ministerio, Mateo 4:17 dice tocante a Jesús “Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: “¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!”.
Antes de morir Juan el Bautista fue encarcelado por mano de Herodes, por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: “No te está permitido tenerla”. Y Herodes quería matarlo, pero temía al pueblo, porque tenían a Juan por profeta (Mateo 14: 3-5). Estando en la cárcel, desanimado, sufrió un Chasco, al darse cuenta que Jesús no venía a rescatarlo de la cárcel, comenzó a cuestionar la misión y obra de Jesús. Posiblemente entendía mal el reino que Jesús había venido a instaurar. Es así que mandó a preguntar al Maestro, “¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Mateo 11: 2-5). Para restablecer Jesús la fe de Juan el Bautista en este chasco lo llevó a la Santa Escritura. Esta respuesta de Jesús que acabamos de ver en Mateo 11, se encontraba profetizado en Isaías 35:1-6 en el contexto de la venida de Dios. (Leer el texto). Estas palabras bíblicas al parecer tranquilizaron a Juan, porque ya no volvió a enviar mensajeros a Jesús.
¿Por qué decimos que los dos: Juan el Bautista y Jesús que vino después fueron profetas alrededor de este tiempo en el que se cumplía la profecía? Claro el Señor Jesús sabemos que es más que profeta, el Dios todopoderoso, el Mesías mismo que se había encarnado. El Señor Jesucristo los unió a ellos dos en una conversación “vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: `Demonio tiene´. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: `Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores´ (Mateo 11:18-19). Hasta Herodes cuando oyó de la fama de Jesús, dijo: `Este es Juan el Bautista; ha resucitado de los muertos y por eso actúan en él estos poderes” (Mateo 14:1-2).
Predicación y ministerio de JESÚS
Predicación y ministerio de JESÚS
La fama de Jesús creció, entonces, decíamos comenzó su ministerio diciendo: “¡Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado!”.
A partir de este momento y durante todo su ministerio Jesús predicaría que a su llegada llegaba el reino de Dios también. Basileía el término Griego de donde se traduce “Reino” aparece 134 veces en los Evangelios (Mateo 58, Marco 21, Lucas 50 y Juan 5), en 5 sentidos diferentes como: Dominio, nación, soberanía, evangelio del reino, y reino de Dios.
Por citar algunos textos:
Mateo 4:23 La misión de Jesús fue enseñar, sanar toda enfermedad y dolencia y predicar el evangelio del reino (9:35).
Mateo 5:3, 10; 6:10 Podemos ver que Jesús predicaba en torno al reino de los cielos. Él sabía y entendía que había venido con esa temática, en Lucas 4:43 dijo: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado”.
Jesús predicaba que para entrar en el reino de los cielos, nuestra justicia debería ser mayor que la de los escribas y fariseos (Mateo 5:20). Que no basta con creer en Dios, y decirle “Señor, Señor” para entrar al reino, sino hacer la voluntad del Padre que está en los cielos (Mateo 7:21).
Es así que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios y lo acompañaban los doce (Lucas 8:1).
Al comienzo del capítulo 10 de Mateo nos cuenta el relato bíblico que Jesús escogió a doce para que fueran sus discípulos, que interesante que podemos ver que todo lo que Jesús hacía en su ministerio les dio la facultad a sus doce discípulos para que lo hicieran también: autoridad sobre los espíritus impuros, sanar toda enfermedad y toda dolencia e inclusive hasta la misma predicación (Mateo 10:7; Lucas 9:2) “Y yendo, predicad, diciendo: `El reino de los cielos se ha acercado´”.
Más adelante el Señor designó también a otros 70, a quienes envió de dos en dos a toda ciudad a donde él había de ir (Lucas 10:1-12), también llevaban la encomienda de predicar, “Se ha acercado a vosotros el reino de Dios” (versos 9 y 11).
Cuando el Señor Jesús comenzó a predicar en parábolas, que de paso se mencionan gran cantidad de parábolas en los Evangelios,vla gran mayoría comenzaban con la frase “el reino de los cielos es semejante a”, y en todas ellas trataba de enseñarles con lenguaje familiar lo tocante al reino de los cielos, aunque en una ocasión los discípulos le preguntaron: ¿Por qué les hablas por parábolas? (Mateo 13:10) a lo que Jesús contestó: “Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no les es dado” (Mateo 13:11; Marcos 4:11). Al parecer Jesús de ciertas maneras trataba de ser más claro con sus discípulos, para que ellos entendieran el propósito de la misión que había venido a realizar.
Jesús y el Reino
Jesús y el Reino
Cuando hablamos del reino de Dios parece ser que hay algunos textos confusos de entender, en el que no sabes si el reino de Dios ya está entre ellos, en ese tiempo de los discípulos o vendrá en algún tiempo futuro: quizás debido a ello los fariseos le preguntaron: Cuándo había de venir el reino de Dios (Lucas 17:20) a lo que Jesús respondió: “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: `Helo aquí´, o `Helo allí´, porque el reino de Dios está entre vosotros, ¡ya está entre vosotros! (verso 21).
Mateo 16:28 también dice: “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su reino”. Es decir, hay algunos textos que parecen decir que en el tiempo en el que está viviendo Jesús y los discípulos o en un tiempo muy cercano está llegando el reino de los cielos.
Por otro lado, hay textos que sitúan el reino de los cielos hasta la segunda venida de Cristo como Mateo 25:34 “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: `Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. En Lucas 21 hablando de las señales de la segunda venida de Jesús dice: “Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios” (verso 31). En otro momento, en ocasión de la fiesta de la pascua, en aquella última cena, al participar del pan y del vino Jesús les dijo, Mateo 14:25 “De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios”. Lucas 22:16 “porque os digo que no la comeré más (refiriéndose a la pascua) hasta que se cumpla en el reino de Dios”, y el verso 18 allí mismo también, describiendo un tiempo en el futuro. Lucas 23:42 el ladrón en la cruz le dijo: “Acuérdate de mi cuando vengas en tu Reino”, sin duda alguna, ya que están a punto de morir en la cruz, están hablando de un tiempo futuro y posiblemente de un Reino no de este mundo. De hecho, Jesús le había dicho ya a Pilato en Juan 18:36 “Mi Reino no es de este mundo; si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí”.
La expresión “reino de Dios”, tal cual la emplea la Biblia, significa tanto el reino de la gracia como el reino de la gloria. El reino de la gracia es presentado por Pablo en la Epístola a los Hebreos. Después de haber hablado de Cristo como del intercesor que puede “compadecerse de nuestras debilidades”, el apóstol dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia”. Hebreos 4:15, 16. El trono de la gracia representa el reino de la gracia; pues la existencia de un trono implica la existencia de un reino. En muchas de sus parábolas, Cristo emplea la expresión “el reino de los cielos” para designar la obra de la gracia divina en los corazones de los hombres. {CES 71.4}
El reino de la gracia fue instituido inmediatamente después de la caída del hombre, cuando se trazó un plan para la redención de la raza culpable. Este reino existía entonces en el designio y por la promesa de Dios; y mediante la fe los hombres podían hacerse sus súbditos. Sin embargo, no fue establecido en realidad hasta la muerte de Cristo.
Asimismo el trono de la gloria representa el reino de la gloria; y a este reino se referían las palabras del Salvador: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones”. Mateo 25:31, 32. Este reino está aún en el futuro. Quedará establecido en la segunda venida de Cristo. {CES 72.1}
Jesús en diferentes ocasiones les reveló a sus discípulos que su Padre les daba el Reino. Lucas 12:32 dice: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino”. Lucas 22:28-30 cuando hubo la discusión sobre quién de ellos sería el mayor, Jesús les dijo: como ustedes son los que han permanecido conmigo en mis pruebas, “Yo, pues, os asigno un Reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel”.
Aquí la pregunta clave sería, ¿qué entendían los discípulos por el reino de Dios? ¿Qué reino pensaban los discípulos que iba a establecer Jesús?
Entendimiento del pueblo acerca del reino de Dios
Entendimiento del pueblo acerca del reino de Dios
Cuando Pilato interrogaba a Jesús le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? (Mateo 27:11), de hecho más adelante los soldados del gobernador, poniéndole una corona de espinas sobre su cabeza, y una caña en su mano derecha, se arrodillaban, burlándose delante de él diciendo: ¡Salve, rey de los judíos! (Mateo 27:29). Más adelante cuando lo crucificaron Pilato mandó a poner una inscripción en letras griegas, latinas y hebreas, que decía: “Este es Jesús el rey de los judíos”. A lo que los principales sacerdotes de los judíos reaccionaron diciendo: “No escribas: `Rey de los judíos´, sino: `Este dijo: Soy rey de los judíos´”.
La nación había entendido mal el carácter de la misión de Jesús, de hecho la creencia popular del Mesías era la de un príncipe terrenal, que rescataría a Israel de su yugo de los romanos.
Una de las primeras menciones que leemos a Jesús como rey de Israel fueron dichas de los labios de Natanael después que Jesús dijera: “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera te vi” (Juan 1:48), Natanael en respuesta dijo: ¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! (Juan 1:49). Varios personajes y el pueblo mismo veían en Jesús más que un Mesías celestial para Salvación, un Mesías terrenal como Rey para liberarlos de la esclavitud romana.
En San Juan 6 después del milagro de los cinco mil, sobre los panes y los peces, la gente entendiendo que él era “el profeta que había de venir al mundo” (Juan 6:14), pero entendiéndolo mal, creyeron que el trono de David era herencia legítima de su Maestro. Quisieron apoderarse de Jesús y hacerlo rey. Jesús entendiendo eso se retiró al monte él solo, pensaron ellos que era la modestia de Cristo lo que lo hacía rechazar tal honor, porque entendían mal el carácter de su misión. Pero Jesús conocía el resultado de un movimiento tal. Los sacerdotes y príncipes estaban ya buscando su vida. Le acusaban de apartar a la gente de ellos. La violencia y la insurrección serían el resultado al esfuerzo que harían para colocarle sobre el trono, y la obra del reino espiritual quedaría estorbada.
En San Juan 12 en el momento de la entrada triunfal, cuando “Jesús llegaba a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirlo y clamaban: ¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! (verso 13). Otro texto de evidencia en el que nos dice que el pueblo veía a Jesús como rey. De hecho, más adelante en el versos 14 y 15 nos dice que Jesús halló un asno y lo montó, forma en la que acostumbraban los reyes su entrada triunfal en las ciudades.
Esta idea de ver a Jesús como rey pero en una forma equivocada, fue la que explotaron los judíos, los líderes de los sacerdotes para llevar a Jesús a la crucifixión. Recién amaneciendo después de aquella noche que habían enjuiciado a Jesús ante Anás y Caifás por las leyes judías, buscando una acusación judía y una acusación romana para llevarlo a la muerte (Mateo 26: 57-68). Caifás sumo sacerdote aquel año ya había profetizado de Jesús que convenía que un hombre muriera, y no que toda la nación perezca (Juan 11: 49-53), a pesar de que se le había revelado no había entendido el carácter verdadero de la misión de la muerte de Jesús.
Llevaron a Jesús con Pilato “y comenzaron a acusarlo, diciendo: `Hemos encontrado que este pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César diciendo que él mismo es el Cristo, un Rey” (Lucas 23:1-2). Al interrogar Pilato a Jesús y darse cuenta en repetidas ocasiones que no encontraba delito en Jesús dijo: Juan 19:12 “Desde entonces procuraba Pilato soltarlo, pero los judíos daban voces diciendo: `Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone´”.
Mientras Jesús estaba muriendo en la cruz, “los principales sacerdote burlándose, se decían unos a otros, con los escribas: - A otros salvó, pero a sí mismo no se puede salvar (Marcos 15:31-32) ¡El Cristo! ¡Rey de Israel! ¡Que descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos! ¡Jesús murió y ellos seguían sin entender el propósito verdadero de la muerte de Jesús!
Qué dolor debió haber sentido el Señor al darse cuenta que a los suyos vino y los suyos no le recibieron. Venir a un mundo que no te espera, llegar a una nación que no tiene idea de quién eres tú. Tener un grupo de seguidores que tiene expectativas diferente de lo que viniste hacer. Tener un grupo de doce discípulos que tampoco saben el verdadero propósito de tu misión, que tienen una idea equivocada de lo que tú viniste hacer, debió ser muy doloroso para Jesús estos últimos días de su ministerio.
Entendimiento de los Discípulos acerca del reino de Dios
Entendimiento de los Discípulos acerca del reino de Dios
Los discípulos de igual manera al ser imbuídos e influenciados con el pensamiento común de la época; entendían que se establecería en Jerusalén el reino del Mesías para dominar sobre toda la tierra.
En repetidas ocasiones el Señor Jesús oró por su discípulos para que entendieran el carácter de su misión. Quizás la más ferviente fue aquella en la que después del milagro de los cinco mil (Juan 6), cuando lo querían hacer rey, sus mismos discípulos querían participar del movimiento. Habían esperado durante largo tiempo un movimiento popular que pusiese a Jesús en el trono. Cuando en aquella ocasión Jesús deshizo sus planes y después se fue al monte a orar, pidió poder del cielo para revelarles el carácter divino de su misión. Oró por sus discípulos porque sabía que serían intensamente probados. Las esperanzas que hacía mucho tiempo acariciaban, basadas en un engaño popular, habrían de frustrarse de la manera más dolorosa y humillante. En lugar de su exaltación al trono de David, habían de presenciar su crucifixión. Le dolía a Jesús que el concepto que ellos tenían de su reino fuera tan limitado al engrandecimiento y los honores mundanales. Pesaba sobre su corazón la preocupación que sentía por ellos, y derramaba sus súplicas con amarga agonía y lágrimas (DTG, cap. 40, p. 342-345).
Con corazón desconforme, preguntaban por qué si Jesús podía hacer obras tan admirables como las que habían presenciado, no podía dar a todos los suyos salud, fuerza y riquezas, librarlos de sus opresores y exaltarlos al poder y la honra. El hecho de que aseverara ser el Enviado de Dios y, sin embargo, se negara a ser el Rey de Israel era un misterio que no podían sondear. Su negativa fue mal interpretada. Muchos concluyeron que no se atrevía a presentar sus derechos porque Jesús mismo dudaba del carácter divino de su misión. Así abrieron su corazón a la incredulidad, y la semilla que Satanás había sembrado llevó fruto según su especie: incomprensión y deserción (DTG, cap. 41, p. 349).
¿Habían de ser tenidos siempre por discípulos de un falso profeta? ¿No habría nunca de asumir Cristo su autoridad como rey? ¿Por qué no se revelaba en su verdadero carácter el que poseía tal poder, y así hacía su senda menos dolorosa? ¿Por qué no había salvado a Juan el Bautista de una muerte violenta? Así razonaban los discípulos, hasta que atrajeron sobre sí grandes tinieblas espirituales. Se preguntaban: ¿Podía ser Jesús un impostor, según aseveraban los fariseos?
A menudo la mente de la gente -y hasta de los siervos de Dios- está tan cegada por las opiniones humanas, las tradiciones y las falsas enseñanzas de los hombres, que sólo son capaces de captar parcialmente las grandes cosas que Dios ha revelado en su Palabra. Así les pasó a los discípulos de Cristo, aun cuando el mismo Señor estaba con ellos en persona. Su mente llegó a estar imbuida de la creencia popular del Mesías como un príncipe terrenal, quien exaltaría a Israel al trono del imperio universal, y no pudieron entender el significado de sus palabras cuando les profetizó sus sufrimientos y su muerte. {CES 70.1}
Predicaron el mensaje que Cristo les había confiado aun cuando ellos mismos entendían mal su significado. Aunque su mensaje se basaba en (Daniel 9:25), no notaron que, según el versículo siguiente del mismo capítulo, el Mesías iba a ser muerto. Desde pequeños la esperanza de su corazón se había cimentado en la gloria de un futuro imperio terrenal, y eso cegaba su entendimiento con respecto a las palabras de la profecía como a las palabras de Cristo. {CES 71.1}
Cumplieron su deber en presentar a la nación judía la invitación de misericordia, y luego, en el mismo momento en que esperaban ver a su Señor ascender al trono de David, lo contemplaron arrestado como un malhechor, azotado, ridiculizado, condenado y elevado en la cruz del Calvario. ¡Qué desesperación y angustia desgarró el corazón de esos discípulos durante los días en que su Señor dormía en la tumba! {CES 71.2}
Así, la muerte de Cristo -el acontecimiento mismo que los discípulos habían considerado como la destrucción final de sus esperanzas- fue lo que las aseguró para siempre. Si bien es verdad que esa misma muerte les había producido un chasco cruel, no dejaba de ser la prueba suprema de que su creencia había sido la correcta. {CES 72.3}
Durante y después del Chasco de los discípulos
Durante y después del Chasco de los discípulos
Cuando Jesús murió en la cruz , las esperanzas de los discípulos se disolvieron, se acabaron, cayeron por los suelos. Ellos creían que Jesús venía a instaurar un reino terrenal, echar fuera a los romanos y establecer ellos junto a Jesús el reino que los liberaría de la opresión romana. Pero al ver morir a Jesús, sufrieron un chasco, que a muchos de ellos los llevaría primeramente a regresar a sus vidas pasadas, donde se encontraban antes de participar del ministerio con el Señor Jesús, ya para este momento varios seguidores se habían apartado de Cristo creyendo que él no era a quién esperaban desde Juan 6 cuando lo querían hacer Rey. Otros más terminaron por apartarse cuando supieron que Jesús murió.
Inclusive los discípulos que habían pasado alrededor de tres años y medio con Jesús, después de su muerte en la cruz pareciera que regresaron a sus actividades anteriores. En Juan 21 se presenta el incidente cuando Jesús se apareció a siete de sus discípulos mientras se encontraban pescando, aquella noche en la que no pescaron nada (Se apareció Jesús les ayudó a sacar gran cantidad de peces e inclusive comió con ellos). En otra ocasión se les apareció en medio del lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, estando las puertas cerradas (Juan 20: 19-23). El texto no dice que estaban reunidos orando, el texto no dice que estaban reunidos estudiando, tal vez si, sin embargo dice: que estaban ahí encerrados por miedo de los judíos.
Fue entonces que un día el Señor Jesús se acercó a dos discípulos que estaban caminando rumbo a Emaús (Lucas 24:13-35). El texto dice que en el momento en el que esos dos discípulos hablaban de todas aquellas cosas que habían acontecido, Jesús se acercó a ellos y caminaba con ellos. Los ojos de ellos estaban velados para que no lo reconocieran.
Jesús se dio cuenta que estaban tristes. Ellos le dijeron: ¿Acaso eres tú el único forastero que no sabes de todas las cosas que han acontecido en estos días? - ¿Qué cosas? Preguntó Jesús. -De Jesús Nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo lo entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y lo crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él fuera quién había de redimir a Israel. Estaban tristes, acabados, sin esperanzas. Ellos representaban a todos los discípulos que estaban pasando por este chasco de ver acabadas sus esperanzas con la muerte de Jesús.
A lo que Jesús les dijo: (versos 25-27) ¡Insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. Más adelante dice el texto que se decían el uno al otro: (verso 32) ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras?
A partir de este momento y complementado por las apariciones de Jesús, los discípulos se metieron en un estudio exhaustivo de las Escrituras bíblicas para encontrar en ellas qué había sucedido, por qué lo que ellos esperaban no había acontecido, por qué el reino terrenal en el que creían no se había instaurado y por qué Jesús había muerto.
Fue así que al analizar en detalle las Sagradas Escrituras, deseosos de conocer la verdad de lo que había sucedido, encontraron en ella, en todas las Escrituras lo que de Jesús decían.
Mateo 2:15 Para que se cumpliera lo que se dijo por medio del profeta, “De Egipto llamé a mi Hijo”.
Mateo 2:23 Para que se cumpliera lo dicho por los profetas, “que habría de ser llamado Nazareno”.
Mateo 13:34-35 “Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: `Abriré en parábolas mi boca; declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo´”.
Mateo 21:4 “Para que se cumpliera lo que dijo el profeta: `Tú Rey viene a ti, manso y sentado sobre un asno, sobre un pollino´”.
Mateo 27:35 “Para que se cumpliera lo dicho por el profeta: `Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes´”.
Marcos 15:28 “Así se cumplió la Escritura que dice: `Y fue contado con los pecadores´”.
Lucas 24: 1-8 Cuando las mujeres fueron al sepulcro de Jesús, dos varones con vestiduras resplandecientes les dijeron, No está aquí, sino que ha resucitado. Acuérdense de lo que les habló cuando aún estaba en Galilea, diciendo: (verso 7) “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado y resucite al tercer día”.
Lucas 24: 44-46 Aquí Jesús mismo cuando se apareció a sus discípulos les dijo: (verso 44) “Éstas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos. Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día”.
Juan 12: 15-16 En el contexto de Jesús montando el pollino, ahora Juan dice: (verso 16) “Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio, pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él”.
Juan 18:32 “Para que se cumpliera la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir”.
Juan 19:28 “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliera: `¡Tengo sed!´”.
Juan 19:36-37 “Para que se cumpliera la Escritura: `No será quebrado hueso suyo´. Y también otra Escritura dice: `Mirarán al que traspasaron´”.
Hechos 13:27 Finalmente por inspiración más adelante Pablo entendería también las Escrituras al decir: (verso 27) “porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, que no conocían a Jesús ni las palabras de los profetas que se leen todos los sábados, las cumplieron al condenarlo”.
Conclusión
Conclusión
Y así fue como los Discípulos después de haber pasado por el chasco de la muerte de Jesús en la cruz, al estudiar diligentemente y con oración la Escritura, se les reveló a través de ella lo que verdaderamente había sucedido y por qué el Señor Jesús había tenido que morir.
Mi deseo es que así como ellos, también nosotros nos podamos sumergir en un estudio diligente de la Sagradas Escrituras y podamos encontrar en ella la guía y dirección que necesitamos en y para nuestras vidas en este tiempo del fin.
Que Dios les bendiga.