LOS 3 TESTIGOS DE NUESTRA FE
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LOS 3 TESTIGOS DE NUESTRA FE
LOS 3 TESTIGOS DE NUESTRA FE
TEXTO:
4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
6 Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.
8 Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.9 Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo.
INTRODUCCION:
Definición de “mundo” en las cartas de Juan:
“Es el espacio que circunda al creyente, con todos sus elementos.
En
15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
se aclara este concepto, para no confundir “mundo” con “globo terráqueo” o planeta tierra.
Amar al mundo es amar al sistema que controla la mente y voluntad de los hombres, estimulándolos a los placeres, vanidades y vanagloria (fama, posición social, etc).
La situación es difícil, y es catalogada como una lucha en la cual “lo que es nacido de Dios vence al mundo”. Por la fe del creyente.
Esta fe se basa en tres testigos poderosos que son un triángulo perfecto; a saber:
8 Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.
I. El Testimonio del Espíritu
A. El Espíritu es testigo a nuestro espíritu
14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
1. De que somos hijos de Dios.
2. De que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo.
B. El Espíritu nos ha sellado
13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
1. Indica pertenencia y protección.
Ilustración:
12 Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía;
Fuente cerrada, fuente sellada.
C. El Espíritu nos ministra
JUAN 14-16
1. Como Maestro.
2. Como Consolador.
3. Reparte dones.
D. El Espíritu es poder contra Satanás
18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.
19 Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.
20 Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.
II. El Testimonio del agua
A. El agua es testigo ante los hombres.
1. El testimonio de una nueva vida
17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
B. Identificación con Cristo.
1. En su muerte y resurrección
Romanos 6:4
B. Ilustración: Noé y sus contemporáneos
20 los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. 21 El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo,
C. El agua es el testigo poderoso de la vida sobre la muerte. (Juan 12:24–26).
III. El Testimonio de la sangre
A. La sangre es el testigo ante la conciencia.
1. La conciencia culpable
22 Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor.
2. La virtud de la sangre de Cristo:
7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
B. La sangre es testigo en el Lugar Santísimo
12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.
C. La sangre es poder contra el pecado
22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
Conclusión
Según
26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados,27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente.29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?
el que violaba la Ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos moría irremisiblemente.
Ahora bien, mayor castigo tendrá el que pisoteare al Hijo de Dios;
esto corresponde a la nueva vida con Cristo por la resurrección,
simbolizada con el bautismo en agua;
el que tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado e hiciere afrenta al Espíritu de gracia.
Estamos en el mundo, pero no somos del mundo.
Podemos vencer al pecado, a Satanás y sus huestes, y mostrar una vida nueva en contraste con la muerte espiritual que reina en este mundo, por medio de nuestra fe en Cristo Jesús.