Guiados Por Dios

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Vivimos en un mundo lleno de dificultades y por eso que necesitamos ser guiados por el Señor.

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Guiados Por Dios
PASAJE CLAVE: Salmo 32.8-11
LECTURAS DE APOYO: Juan 16.13
INTRODUCCIÓN
Vivimos en un mundo lleno de dificultades y por eso que necesitamos ser guiados por el Señor.
Algunas de las decisiones que tomamos son tan importantes que pueden llegar a cambiar nuestro futuro. Enfrentamos dificultades económicas, problemas de salud, situaciones familiares y toda clase de desafíos. Puede que hayamos dedicado tiempo para investigar algún asunto en específico, pero quizás aún no sepamos qué decisión debemos tomar. Puede que nuestro problema pareciera no tener solución, o quizás otras personas hayan pedido nuestro consejo, y no sepamos cómo orientarlas. Situaciones como estas necesitamos de alguien que nos dé buenos consejos. Y el único que puede guiarnos bien en todo momento es Dios.
DESARROLLO DEL SERMÓN
Nuestro Padre celestial nunca está demasiado ocupado para escucharnos cada vez que buscamos su guía.
Nos da una maravillosa promesa en Salmo 32.8-11, para animarnos cada vez que necesitemos su dirección.
La base de la promesa radica en la naturaleza de nuestro Dios Todopoderoso.
Es el Creador de todo lo que existe, quien tiene todo el conocimiento y poder, quien nos ha prometido: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (v. 8). Nuestro Señor se ha comprometido a hacerlo. Si creemos en Cristo y venimos ante su presencia, nos guiará e indicará la mejor decisión que debemos tomar. Dios conoce cada detalle de nuestra vida, sabe aquello que enfrentamos, cómo ha comenzado y cómo terminará, si lo obedeceremos o no. Nuestro Padre celestial ha prometido guiarnos, y esa promesa se aplica para todos los seguidores de Jesucristo.
El valor de la promesa proviene de Aquél que nos la ha dado.
Esa promesa proviene de Dios, quien siempre cumple su Palabra. No tenemos por qué preocuparnos, pues hará aquello que ha prometido, ya que siempre es fiel.
Es una promesa perfecta.
Incluye todo lo que necesitamos conocer para llegar a tomar la decisión correcta.
Instrucción. Ha prometido instruirnos con su Verdad (v. 8). La guía que el mundo nos ofrece está llena de errores, pero la dirección que el Señor nos da siempre nos guía por el camino correcto.
Enseñanza. Es el Señor quien nos enseña y nos ayuda para entender lo que leemos en su Palabra (v. 8). No solo debemos conformarnos con adquirir conocimiento, sino que tenemos que aplicar lo que hemos aprendido, para así beneficiarnos de sus enseñanzas. Algunas de nuestras decisiones no están relacionadas con lo que es bueno o malo, sino con aquello que es mejor para nuestra vida. Por esta razón necesitamos tener sabiduría y discernimiento para tomar la decisión correcta. El Espíritu Santo que mor en nosotros ha prometido guiarnos hacia la Verdad (Jn 16.13). Su deseo es dirigirnos hacia la voluntad de Dios, al ayudarnos a distinguir entre lo bueno y lo malo. Como conoce el futuro, sabe lo que podría suceder si tomamos la decisión equivocada. Él nos guía para que podamos obedecer a Dios y recibir sus bendiciones. Si nos dejamos guiar por el Señor, no sufriremos el remordimiento inevitable que viene de las malas decisiones.
Consejo. Nuestro Padre celestial promete tener sus ojos sobre nosotros y aconsejarnos (v. 8). Esa promesa nos muestra cuán cerca está Dios de nosotros, pues toda consejería necesita del compañerismo. También revela que andamos bajo la mirada del Señor. Nos ama tanto, que no solo nos observa, sino también nos da consejos sabios para nuestro diario vivir. No podemos ignorar su sabiduría y tomar decisiones basadas en nuestro conocimiento, pues Dios nos ama, quiere lo mejor para nosotros y conoce cada detalle de nuestra circunstancia.
Protección. Al afirmar que tiene su mirada puesta en nosotros, nos hace saber que también nos protege. No importa dónde estemos, el Señor está con nosotros. Conoce todo lo que sucederá cada día de nuestra vida, y nos guía por el camino correcto. Nuestra responsabilidad es estar atentos a su voz y poner nuestra mirada en Cristo. Cada vez que debamos tomar una decisión, debemos preguntarle lo que desea que hagamos. Y si otros nos piden consejos, debemos buscar la dirección del Señor inmediatamente. Cada vez que ofrezcamos consejos, debemos depender de esta promesa, pues somos responsables ante Dios por los consejos que damos.
El Señor advierte a los que no escuchan.
Después de haber dado a su pueblo esta maravillosa promesa, también advierte a los que no están dispuestos a buscar su instrucción, sus enseñanzas y su consejo.
No sean testarudos (v. 9). El Señor desea que sigamos su dirección de manera voluntaria. Si le resistimos, vendremos a ser como esos caballos o mulas que solo son controlados a la fuerza por el cabestro y el freno. Si rechazamos el consejo de Dios, recibiremos las consecuencias por no haberlo escuchado.El impío sufrirá dolores (v. 10). Cada vez que ignoremos el consejo de Dios, sufriremos problemas y dificultades. En ocasiones vivimos en rebeldía al depender de nosotros mismos y al tomar decisiones según lo que creemos que es mejor para nuestra vida. Y como no dependemos del Señor, andamos en desobediencia, indiferencia y orgullo. Ese es un estilo de vida insensato y eventualmente producirá frutos de amargura.
Dios bendice a los que escuchan.
A diferencia de los testarudos y rebeldes, los que confían en el Señor recibirán los frutos de obediencia.
El amor y la misericordia les rodeará (v.10). Si buscamos a Dios y seguimos su dirección, disfrutaremos de su compasión. Eso no significa que estaremos exentos de problemas y dificultades, pero Dios los usará para aumentar nuestra fe y edificar nuestra comunión con Él. Su misericordia nos rodeará, para así protegernos. Puede que en ocasiones flaqueemos, pero si confesamos nuestro error y le pedimos que nos perdone, nos guiará de regreso hacia su voluntad.Se alegrarán y se gozarán (v. 11). Cuando seguimos las instrucciones del Señor recibimos paz, gozo y contentamiento en medio de las pruebas y las dificultades.
REFLEXIÓN
¿A quién acude cuando necesita consejo?
¿Ha experimentado las consecuencias de haber buscado consejo en la persona equivocada?
¿Qué fue lo que sucedió?
¿Puede recordar alguna ocasión en su vida, en la que fue testarudo y desobediente?
¿Qué sucedió como resultado de eso?
¿Qué lecciones aprendió de esa situación?
Recuerde alguna ocasión en la que buscó la dirección de Dios y obedeció el consejo que le dio. ¿Qué aprendió? ¿Qué bendiciones recibió como consecuencia de su obediencia?
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