Lema 2019 (2)

Desafío a la iglesia Revive  •  Sermon  •  Submitted
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Los finales son para la gratitud, los principios, para la fe.

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Los finales son para la gratitud, los principios, para la fe.
Desde esta perspectiva, mirar hacia atrás es mirar a la pasada providencia de Dios. Génesis 50.20
Por otra parte, mirar hacia delante, al futuro, es mirar la futura providencia de Dios: Prov. 16.9
Adorar es amar a Cristo.
Realmente es un misterio que Dios desee nuestra adoración. Que el Inmortal, Invisible, Sabio y Eterno pueda sacar algún provecho de nuestra pobre adoración puede ser algo que nunca podamos entender cabalmente aquí en la tierra. Lo que si sabemos con toda certeza es que Dios busca adoradores. Va en pos de ellos. Dios los busca porque la adoración resulta en:
Una cualidad eterna de la adoración es que ella enriquece al adorador. Parece ser que cuando Dios hizo a los hombres finitos tuvo la maravillosa intención de darles la capacidad de conocer algo de él a través del conocimiento que viene por medio de la adoración. Escogió hacer hombres y mujeres que pudieran llegar a ser copias de Él a medida que aprendieran a apreciar Quién es y qué hace. La adoración fue hecha para nosotros y nosotros para la adoración.
Dios es glorificado cuando nosotros somos vivificados, y nosotros somos vivificados a medida que despertamos a la visión de la gloria de Dios. En Génesis 22 encontramos la primera mención de adoración. Abraham dice: “Subiremos, adoraremos y volveremos a vosotros.” Notemos que él es impelido a adorar por la revelación que ha recibido de Dios. Dios le ha hablado, Dios le había revelado y el siervo sube a adorar. LA ADORACIÓN ES UNA REACCIÓN HUMANA A LA REVELACIÓN DIVINA.
Cuando el alma ha vislumbrado algo más de las hermosuras de nuestro Dios, entonces el corazón no puede callar, las cuerdas del alma no pueden ahogar la melodía que brota del corazón encantado y enamorado de un Dios maravilloso. La gloria de Dios es el hombre totalmente vivo, y la vida del hombre es la visión de la gloria de Dios.
Crecer es aprender de Cristo (e imitar a Cristo.)
El miembro individual necesita del cuerpo, y el cuerpo necesita del miembro individual.
1) Los fines del ministerio dado a la iglesia (vv. 12–16).
a) El fin general: Crecimiento de la iglesia como el cuerpo de Cristo (vv. 12b, 15, 16).
i) Crecimiento en magnitud y calidad, como un cuerpo desarrollado en fortaleza (v. 12b; el verbo "edificar" significa también "fortalecer": griego oikodomeo; la iglesia, como cuerpo, es la residencia de Dios).
ii) Como cuerpo, la iglesia adquiere su magnitud de crecimiento integral conforme a su cabeza: Cristo (v. 15).
iii) Un cuerpo vivo cuyo crecimiento en magnitud y en calidad se produce gracias a la actividad proporcionada a cada miembro (quien la proporciona es la cabeza: Cristo; la esencia del crecimiento es el amor-agape; v. 16).
b) El fin especial: La plena madurez de cada miembro, hacia la medida de madurez según la plenitud de Cristo (vv. 12–14, 15a).
i) Cada miembro, capacitado para la obra del ministerio en vista a la edificación del cuerpo de Cristo (v. 12).
ii) Cada miembro capacitado para aportar su parte hacia la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios hasta lo máximo según Cristo (v. 13; la acción y el efecto son correlativos entre "cada uno" y "todos" los miembros; la meta es llegar a ser un hombre de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo).
Difundir el evangelio es predicar a Cristo
1. Los campos están blancos hoy. No falta nada para la siega. Ecle. 11:4-6
1.1. Aprovecha toda ocasión. No esperes ocasiones perfectas. (v.4) El que trabaja el campo sabe que el trabajo se tiene que llevar a cabo a pesar de las condiciones atmosféricas. Sembrar o cosechar es algo que tiene que hacerse. ¿Cuántas veces desperdiciamos ocasiones esperando un momento mejor que nunca llega? Seremos sabios si llevamos a cabo nuestra labor con responsabilidad. Aquella visita al hermano enfermo, aquel folleto a un amigo o amiga no creyente, aquella palabra de ánimo o consolación para quién atraviesa una dura prueba. Aquello que el Señor puso en tu corazón hacer, hazlo ya, no esperes más.
1.2. Dios obra de maneras sorprendentes. No sabes cómo Dios hace la obra (v. 5) Es posible que sin darnos cuenta hemos asumido que Dios obra de cierta manera, o que las cosas van suceder de la forma en que nosotros esperamos que suceda. Moisés aprendió esta lección. Dios tenía su tiempo y su plan para sacar a su pueblo de la esclavitud y él formaba parte de esos planes. Abrahán también aprendió esta lección y a pesar de tener todas las cosas en contra Sara dio a luz a Isaac, el hijo prometido. Sigue meditando en esto y verás a muchas personas que fueron sorprendidas por la forma en que Dios obró. David, Jonás, Daniel, Pedro, etc. No perdamos la fe, ni la expectativa de lo que Dios hará entre nosotros. Él lo hará a su manera, pero lo hará. No hace falta persecución para la iglesia ni pobreza para la nación.
1.3. Siembra constantemente. No dejes de sembrar. (v.6) El sembrador salió a sembrar y la semilla fue cayendo en diversos terrenos, pero el sembró, y sembró y continuó sembrando para obtener una abundante cosecha. ¡Hermanos, no dejemos de sembrar! Trabajemos para Dios con la certeza que él se hará cargo de los resultados. En Isaías 55:10-11 Dios promete que Su palabra no volverá a él vacía.
Servir a las personas es trabajar para Cristo
“Nunca pierdas el gozo de servir a Cristo. Si lo haces, tu ministerio comenzará a convertirse en una carga y te sentirás con deseos de abandonarlo. ¿Por qué? Porque el “gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Nehemías 8.10)
“El corazón que ha perdido su deleite en Dios y en las cosas espirituales es un corazón con problemas”.
En un mundo donde hay tantas cosas buenas y felices para que los hombres hagan, Dios nos ha dado la tarea mejor y más feliz, nos ha hecho predicadores de su verdad. Estas palabras fueron dichas a estudiantes que se preparaban para la obra pastoral. “Lo mejor y más feliz que podemos hacer es servir al Señor”.
No importa la clase de servicio cristiano al que Dios le ha llamado, es un privilegio estar en el ministerio y servir a Cristo Jesús. En un sentido, es el trabajo más arduo del mundo; pero en otros, es la tarea que produce la mayor felicidad. Si, tiene sus lágrimas y pruebas, pero también tiene sus triunfos, y lo mejor está por venir.
1. ¿Cuáles son las alegrías involucradas en el servicio cristiano?
a. Primero, está el gozo de agradar al Señor, porque estoy haciendo aquello que él quiere que haga (Efesios 6.6). Dios se deleita en gran manera con su pueblo, y se complace cuando sus siervos cumplen su voluntad.
b. Segundo, también está el gozo de crecer a la imagen del Maestro (Ro. 8.29). Aprender de Él y ser más a semejanza de Él tiene maravillosas oportunidades en el ministerio.
c. Hay un tercer gozo, y es el de ayudar a otros a llegar a conocer a Cristo y vivir para Él. No importa la tarea que Dios me haya dado para hacer, Él la usará para ayudar a alguien si la llevo a cabo en el poder del Espíritu y para su gloria.
d. El cuarto gozo, está en saber que a medida que servimos al Señor, nada nos sucede excepto lo que Dios ordena o permite. Él tiene el control (Fil. 1.12).
e. Otro gozo, es el de la comunión maravillosa que uno tiene con otras personas que están sirviendo a Dios (Mr. 10.30). Una promesa maravillosa del Señor es que los que le sirven tendrán hermanos, hermanas, madres e hijos.
f. Finalmente, está el gozo de saber que el servicio al Señor durará por siempre (1 Jn. 2.17) La mayoría de las personas con las que nos cruzamos diariamente están gastando o despilfarrando su vida. Los siervos de Dios tienen el privilegio de invertir su vida en lo eterno.
¿Quién disfruta de estas bendiciones inapreciables? Los que caminan en la senda de Dios, viven en su presencia y buscan las delicias divinas (Sl. 16.11)
Resumen cap. 21. “Llamados a ser siervos de Dios”. (W.W.Wiersbe)
un misterio que impresionaba grandemente a la mentalidad hebrea. La moraleja que de toda la porción se desprende (aparte de las aplicaciones a gusto del consumidor) es reconocer, por una parte, nuestra dependencia de Dios en cosas que escapan a nuestro control y, por otra parte, nuestro deber en aprovechar todas las oportunidades para hacer el bien.[1]
[1] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 718). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
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