ESCUCHAR LA VOZ DEL BUEN PASTOR

Palabras del Papa – REGINA COELI DOMINGO IV PASCUA (3 de mayo 2020)

El Evangelio dice: “Las ovejas escuchan su voz; él llama a sus ovejas, a cada una por su nombre” (Jn. 10,3). El Señor nos llama por nuestro nombre, nos llama porque nos ama.

Diversas voces resuenan dentro de nosotros.

· Está la voz de Dios, que amablemente habla a la conciencia, y

· está la voz tentadora que induce al mal

¿Cómo reconocer la voz del buen Pastor de la del ladrón, cómo distinguir la inspiración de Dios de la sugestión del Maligno?

NECESITAMOS APRENDER A DISCERNIR estas dos voces: tienen formas opuestas de tocar a nuestros corazones, hablan lenguas diferentes: así como sabemos distinguir una lengua de otra, podemos distinguir la voz de Dios de la del maligno.

1. LIBERTAD

La voz de Dios nunca obliga: Dios se propone, no se impone. En cambio, la voz maligna seduce, agrede, obliga: despierta ilusiones deslumbrantes, emociones alentadoras, pero pasajeras.

2. RESPONSABILIDAD.

La voz de Dios, por otra parte, nos corrige, con tanta paciencia, pero siempre nos anima, nos consuela siempre, alimenta la esperanza. La voz de Dios es una voz que tiene un horizonte,

la voz del maligno lleva a un muro, a una esquina. Al principio nos halaga, nos hace creer que somos todopoderosos, pero luego nos deja vacíos por dentro y nos acusa: “Tu no vales nada”.

3. TIEMPO. PRESENTE - AHORA.

Otra diferencia. La voz del enemigo nos distrae del presente y quiere que nos centremos en el temor del futuro o en las tristezas del pasado. Saca a la superficie la amargura, los recuerdos de los males sufridos, de los que nos hicieron daño y tantos recuerdos feos. En cambio, la voz de Dios habla al presente: “Ahora puedes hacer el bien, ahora puedes ejercitar la creatividad del amor, ahora puedes renunciar a los arrepentimientos y remordimientos que tienen prisionero tu corazón”. Nos anima, nos lleva adelante, pero habla al presente.

4. LO BUENO: LO QUE ES BUENO, aunque cuesta - LO QUE ME APETECE, ya y todo, aunque me deje vacío.

De nuevo: las dos voces plantean diferentes preguntas en nosotros. Aquella que viene de Dios será: “Que es bueno para mí?” Nunca promete la alegría a bajo precio: nos invita a ir más allá de nuestro yo para encontrar el verdadero bien, la paz.

En su lugar, el tentador insistirá en otra pregunta: “¿Qué cosa me gustaría hacer?” “¿Qué cosa me gustaría?”: la voz malvada siempre gira en torno al yo, a sus impulsos, a sus necesidades, al todo y de inmediato. Es como los engreimientos de los niños, todo ahora. Recordemos: el mal nunca nos da paz, nos pone en un frenesí primero y deja la amargura después, este es el estilo del mal.

5. LA VERDAD. LUZ Y TRANSPARENCIA - OSCURIDAD Y FALSEDAD.

Finalmente, la voz de Dios y la del tentador hablan en diferentes “ambientes”: el enemigo prefiere la oscuridad, la falsedad, las habladurías; el enemigo nos dirá: “¡Enciérrate en ti mismo, porque nadie te entiende, ni te escucha, no confíes!”. el Señor ama la luz del sol, la verdad, la transparencia sincera. El bien, al contrario, nos invita a abrirnos, a ser claros y a confiar en Dios y en los demás.

En este tiempo tantos pensamientos y preocupaciones nos llevan de vuelta a nosotros mismos. Prestemos atención a las voces que llegan a nuestro corazón.

Preguntémonos de dónde vienen. Pidamos la gracia de reconocer y seguir la voz del buen Pastor, que nos hace salir de los recintos del egoísmo y nos conduce a los pastos de la verdadera libertad. Que Nuestra Señora, Madre del Buen Consejo, oriente y acompañe nuestro discernimiento.