LA ÚLTIMA HORA Y LOS ANTICRISTOS
El tono de su predicación sigue siendo paternal. Una advertencia para distinguir a los que debemos considerar como anticristos. El uso de los pronombres nosotros, vosotros, ellos.
La Última hora y los Anticristos
BOSQUEJO
1. ¿QUÉ ES LA ÚLTIMA HORA?
ἔσχατος eschatos final(mente); último; postrero (40)
último adj. — que viene después de todos los demás en tiempo, espacio o título, o ser el único restante
Juan parece indicar que el período entre la primera y la segunda venida de Cristo es “la última hora”.
El último tiempo comenzó en la primera venida de Jesucristo (cp. 1 Co. 10:11; Gá. 4:4; He. 1:1–2; 9:26; 1 P. 1:20), y concluirá cuando él regrese. (La era por venir abarca todo el futuro, incluso el reino milenial, el reinado terrenal de Cristo durante mil años en que la justicia prevalecerá en el mundo
La frase aparece frecuentemente en los profetas. En los últimos días el Monte del Señor será establecido como el más alto de los montes, y se remontará por encima de las colinas, y todas las naciones fluirán hacia él (Isaías 2:2; Miqueas 4:1). En los últimos días la Santa Ciudad de Dios será suprema. E Israel ofrecerá a Dios la perfecta obediencia que Le es debida (cp. Jeremías 23:20; 30:24; 48:47). En los últimos días se manifestará la soberanía de Dios.
2.¿QUIÉN ES EL ANTICRISTO?
b. anticristo sust. — una persona que se establece en el lugar de Cristo; implicando especialmente la usurpación de Cristo y de su posición.
La palabra anticristo tiene un significado más amplio que el término falso Cristo. La preposición anti significa no sólo “en lugar de” (referirse a 2 Ts. 2:3–4, donde el hombre de iniquidad “se coloca a sí mismo en el templo de Dios, proclamándose Dios”). También significa “contra”. Por lo tanto, el anticristo viene en lugar de Cristo y se coloca en oposición al mismo.
La manera más sencilla de considerarlo es que Cristo es la encarnación de Dios y de la bondad, y el Anticristo es la encarnación del diablo y del mal.
El profeta Daniel vislumbró a un líder humano, satánicamente motivado, que vendrá a Jerusalén, impondrá su voluntad, se exaltará por sobre todas las demás personas y dioses, y causará estragos y matanzas (Dn. 7–8; 9:26–27; 11).
El anticristo final será un personaje grandioso e intimidante, de intelecto superior y habilidades oratorias, que posee avanzada experiencia militar y económica, que se convierte en el dirigente mundial. Como aliado y libertador será tan convincente que Israel firmará un pacto con él como protector de la nación. Después se volverá contra ella y ocupará el trono en el santuario del templo reconstruido, el cual para Israel aún simbolizará la presencia de Dios, y de manera blasfema se presentará al mundo como si fuera Dios.
3.¿QUIÉNES SON LOS ANTICRISTOS?
Los que salieron de nosotros porque no eran de nosotros.
Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros. La primera característica que se menciona de los anticristos o maestros falsos y engañadores (vv. 22–26) es que se desvían desde el seno de la congregación compuesta por los fieles (vea los vv. 22, 23 para la segunda característica y el v. 26 para la tercera). Se levantan desde el interior de la iglesia y se separan de la comunión verdadera pero en su salida pretenden arrastrar a muchos en pos de sí.
El versículo también hace hincapié en la doctrina de la perseverancia de lo santos. Aquellos que en verdad han nacido de nuevo se mantienen firmes en la fe, la comunión y la verdad (1 Co. 11:19; 2 Ti. 2:12). La prueba más fuerte del cristianismo verdadero es la resistencia (Mr. 13:13; He. 3:14). Tan pronto las personas se apartan de la verdad y de la iglesia, quedan desenmascarados sus motivos apóstatas.
¿QUIENES NO LO SON?
Unción (chrisma) literalmente significa “ungüento” o “aceite” (cp. He. 1:9). En este texto se refiere de modo figurado al Espíritu Santo (cp. 2 Co. 1:21–22), quien ha venido a morar en los creyentes a instancias de Jesucristo, el Santo (cp. Lc. 4:34; Hch. 3:14), y revela a través de la Biblia todo lo que necesitan saber (Jn. 14:26; 16:13; 1 Co. 2:9–10).
Dos características distinguen a los cristianos genuinos de los anticristos. En primer lugar, el Espíritu Santo (“la unción misma” v. 27) los guarda del error (cp. Hch. 10:38; 2 Co. 1:21). Cristo como el Dios santo (Lc. 4:34; Hch. 3:14) imparte su Espíritu Santo como el guardián que los ilumina y los libra del engaño. En segundo lugar, el Espíritu Santo guía al creyente a conocer “todas las cosas” (Jn. 14:26; 16:13).
Los cristianos verdaderos tienen un detector de mentiras incorporado y con su ayuda perseveran en la verdad. Aquellos que permanecen en la herejía y la apostasía manifiestan el hecho de que en realidad nunca nacieron de nuevo
Los desertores dan evidencia clara de su verdadero carácter y su condición no regenerada. Por eso en su plan perfecto Dios usa falsos maestros para sacar de la Iglesia a los falsos creyentes, de manera que no permanezcan en la asamblea como influencias dañinas y corruptoras (cp. 1 Co. 5:6; Gá. 5:9). Él permite que en su propia Iglesia los anticristos hagan su labor siniestra para el bien último de todo el cuerpo (cp. Gn 50:26).
En oposición a los anticristos están los verdaderos cristianos que son creyentes comprometidos con la verdad. En su segunda carta, Juan escribió a la Iglesia: “Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad” (v. 4a); y de nuevo en su tercera epístola animó a sus lectores con lo siguiente: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad” (v. 4).