El Discernimiento Espiritual
LA UNCIÓN DEL SANTO QUE TE CONFRONTA CON TU DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL
BOSQUEJO: 1. CONOCES LA VERDAD. 2. DISCIERNES LA MENTIRA. 3. PERMANECES EN LA VERDAD. 4. TIENES VIDA ETERNA.
Una persona que es genuina edifica su vida sobre la verdad, no las supersticiones o las mentiras. Es imposible vivir una vida verdadera cuando se está creyendo en mentiras.
Por eso el verdadero, el genuino cristiano, edifica su vida sobre la verdad de que Jesucristo es el Hijo de Dios.
Ahora vemos en este Pasaje la histórica lucha entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira, entre los que son genuinos creyentes y quienes no lo son y poseen el espíritu del Anticristo que niega tanto al Padre como al Hijo.
1. Conoces la verdad. - 21 No os he escrito porque ignoréis la verdad, sino porque la conocéis y porque ninguna mentira procede de la verdad.
d. El propósito de conocer la verdad: La pregunta es ¿Para qué nos sirve el conocer la verdad? Y aquí viene la respuesta.
2. Reconocer la mentira
todos los creyentes verdaderos tienen cosas en común, no importa su afiliación eclesiástica. Creen que la Biblia es la Palabra de Dios y que Jesús es el Hijo de Dios. Confiesan que los hombres son pecadores y que la única manera en que uno puede ser salvo es por medio de la fe en Cristo. Creen que Cristo murió como sustituto del hombre en la cruz y que resucitó de los muertos. Creen que el Espíritu Santo mora en los creyentes verdaderos. Finalmente, creen que un día futuro Jesús regresará. Los creyentes pueden diferir sobre otras cuestiones—gobierno de la iglesia, por ejemplo, o modalidad de bautismo—pero están de acuerdo en las doctrinas básicas de la fe.
¡Si investigaras la historia de los cultos falsos y de los sistemas religiosos anticristianos del mundo actual, descubrirías que, en la mayoría de los casos, los fundadores comenzaron en una iglesia local! Estaban “con nosotros”, pero no eran parte “de nosotros”, así que salieron partiendo “de nosotros” y comenzaron sus propios grupos.
Las doctrinas concretas que han provocado que las denominaciones protestantes tradicionales etiquetasen a la Atalaya como heterodoxa son el rechazo de la TRINIDAD y el consecuente rechazo de la deidad y eternidad de Jesucristo, que todas las iglesias ortodoxas del cristianismo suscriben. A continuación se presenta un escueto tratamiento de ésta y otras doctrinas de los Testigos de Jehová:
Dios—Los Testigos de Jehová son unitarios respecto a su doctrina de Dios.12 En su publicación más popular, Sea Dios Veraz, la Sociedad se opone vigorosamente a la doctrina cristiana tradicional de la Trinidad, con la conclusión de «que Satanás es el originador de la doctrina de la trinidad».13 En un folleto titulado «El Verbo, ¿quién es, según Juan?», la Sociedad intenta interpretar el clásico texto cristológico del prólogo de Juan: «En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios» (Jn. 1:1). La interpretación tradicional de dicho texto es que se trata claramente de una declaración de la deidad de la segunda persona del Dios trino, Jesucristo. Sin embargo, la Traducción del Nuevo Mundo traduce la última frase del pasaje como «el Verbo era [un] dios». El argumento de los Testigos es que la gramática del idioma griego permite la inserción del artículo indefinido un, anulando así el sentido del texto para defender la doctrina de la deidad de Cristo como el Verbo único que es Dios. A continuación se burlan de la doctrina cristiana de la Trinidad.
Mantey cuenta que el contexto, la gramática y el uso exigen la vinculación del sujeto Dios y el atributo Verbo mediante el verbo copulativo era. Mantey afirma lo siguiente respecto a la Atalaya:
Cuando encuentran ciertos pasajes de la Escritura que parecen oponerse a su punto de vista, para gran desilusión mía, los traducen mal deliberada y engañosamente, con deliberado engaño, en algunos casos y, para mí, esto no tiene perdón. Es deshonesto y, hasta cierto punto, diabólico.18
Es verdad que los Testigos de Jehová mantienen la creencia protestante de sólo la Biblia como autoridad final. Al contrario de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (véase MORMONISMO), que complementa la Biblia con otras fuentes de autoridad (es decir, EL LIBRO DE MORMÓN), los Testigos de Jehová argumentan que la Biblia es la Palabra de Jehová Dios. Lo que parece ser un principio de autoridad tradicional, sin embargo, se erosiona rápidamente cuando su traducción está obligada a encajar con su teología en lugar de lo contrario, es decir, que la Atalaya conformara su teología a las Escrituras. Esto es lo que el profesor Mantey destacaba cuando llamó «diabólica» a dicha metodología.
Otra diferencia importante entre la Atalaya y el cristianismo tradicional respecto a la autoridad de la Biblia es que, realista y pragmáticamente, la sociedad apela en última instancia a sus propios medios y herramientas para asegurar una «correcta» interpretación y comprensión de la Biblia. Walter Martin señala que Russell, desde el principio, creía que la Biblia siempre tenía que leerse conjuntamente con sus propias notas y libros. Martin cita de «Estudios de las Escrituras» de Russell.
Jesucristo—Como se ha mencionado anteriormente, la Atalaya enseña una CRISTOLOGÍA subordinacionista, paralela a la enseñanza de Arrio (250–336 d. C.). Atanasio (296–373 d. C.) se opuso al ARRIANISMO, quien entendió que la negación de la naturaleza eterna de Cristo era equivalente a la negación de la deidad de Cristo.
… Jesús nunca habló de sí mismo como Dios ni se llamó Dios. Siempre se puso por debajo de Dios y no en un nivel de igualdad … Jesús no era el Dios cuya voluntad tenía que hacer, sino que estaba por debajo de Dios, haciendo Su voluntad.22
La respuesta cristiana tradicional a esta polémica es que aunque es verdad que Jesús predicó el Evangelio del reino de Dios, también apuntó a su propia persona y obra como el foco de dicho reino (Mt. 24:30; Ap. 1:7–8).
La Atalaya, además de apoyar el arrianismo en su negación de la eterna preexistencia de Cristo, se convierte también en proponente de la herejía ebionita al enseñar que Jesús era meramente humano.
En conclusión: Si la mentira nos lleva a negar la deidad de Jesucristo, no podemos tener una relación con el Padre, es decir Dios. Jesucristo es el medio para restablecer la unión con el Padre y conocerlo verdaderamente.
3. Permaneces en la Verdad
1. Los Cristianos genuinos permanecen fieles.
La palabra traducida permanezca, permanece y permaneceréis viene de menō, que se refiere a una acción continua de perdurar
a. Fieles en el Testimonio Personal
El hecho de confesar que “Jesucristo es Dios venido en carne” involucra mucho más que identificar simplemente a Cristo. Los demonios hacían esto (Marcos 1:24), pero esto no los salvaba. La confesión verdadera involucra la fe personal en Cristo—en lo que él es y lo que ha hecho. Una confesión no es simplemente una mera “declaración teológica” intelectual que recitas, sino un testimonio personal que brota de tu corazón en cuanto a lo que Cristo ha hecho por ti.
Un hombre no es salvo por el hecho de asentir con el credo de una iglesia. Es salvo por confiar en Jesucristo y dar testimonio de su fe (Romanos 10:9–10).
2. Fieles en rechazar la falsa enseñanza en cuanto a Cristo
“Probad los espíritus si son de Dios” (1 Juan 4:1). Deja que la Palabra permanezca en ti (1 Juan 2:24) y permanece tú en Cristo (1 Juan 2:28); de lo contrario, serás descarriado por el espíritu del anticristo. Tú tienes la promesa segura de la vida eterna (1 Juan 2:25), no importa lo que prometan los falsos maestros. ¡No necesitas nada más!
4. Tienes Vida Eterna
1. ¿Qué es la vida eterna?
A quienes Dios ha aceptado en su Amado, y que han sido llamados eficazmente y santificados por su Espíritu, no pueden caer ni total ni definitivamente del estado de gracia, sino que ciertamente han de perseverar en él hasta el fin, y serán salvados eternamente (XVII:I).
Junto con los demás apóstoles, Juan proclamó la “Palabra de vida” (1:1). Juan revela que esta Palabra es eterna y da a entender por consiguiente que el Hijo de Dios “ha vivido eternamente con Dios para beneficio de los hombres (Jn. 1:4; 1 Jn. 1:1s), es decir, él es la fuente de vida y poder divinos tanto en la antigua como en la nueva creación”.61
Jesucristo ha aparecido para darle al hombre vida eterna. En cierto sentido, este don de la vida es una promesa (2:25); en otro sentido, es una posesión, puesto que ya hemos pasado de la muerte a la vida (3:14). Quizá debiéramos pensar en términos de promesa y cumplimiento. En principio ya poseemos vida eterna en razón de nuestra unión con Cristo. Pero al momento de morir, cuando dejamos este escenario terrenal y entramos a la eternidad, recibimos la vida eterna en su plenitud tal como Dios lo prometiera en su Palabra
En ninguna parte de la epístola de Juan detectamos contraste alguno entre la descripción de la vida presente en Jesucristo y la de la vida futura. Juan no enumera las diferencias que puedan haber entre poseer vida en el presente y la plenitud de la vida en el futuro. En vez de eso, él describe la vida eterna en términos de una comunión íntima con Jesucristo. Cuando estamos en él, tenemos vida eterna (1:2; 2:24–25; 5:20).