Pentecostes y el Espiritu Santo

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Lo que significa el dia de Pentecostes

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SIGNIFICADO DE PENTECOSTES.

PENTECOSTÉS O FIESTA DE LAS SEMANAS. La segunda de las tres solemnidades anuales (Pascua, Fiesta de las Semanas y Fiesta de las Cabañas o de los Tabernáculos) en las cuales todos los varones israelitas se debían presentar en el santuario.
También recibía el nombre de fiesta de la siega, o día de las primicias, por cuanto la siega del trigo acababa casi en toda Palestina en este tiempo, y se procedía a ofrendar dos panes de trigo nuevo (Nm. 28:26).
En este día se suspendía todo trabajo: había una solemne convocación. Tambien se ofrecian los sacrificios correspondientes (Lv. 23:18, 19).
En Israel la fiesta no duraba más que un día, pero los judíos que residían fuera del país la celebraban dos días seguidos.
Durante Pentecostés, como durante las otras fiestas, los israelitas debían hacer presentes a los pobres (Dt. 16:11, 12).
El Pentecostés más decisivo fue el que tuvo lugar después de la resurrección y ascensión de Cristo. A la hora tercia (hacia las 9 de la mañana), el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles y sobre alrededor de ciento veinte discípulos (Hch. 2:15–21). Así es como fue fundada la Iglesia. El Espíritu Santo fue dado, sin distinción de edad, de sexo o de condición social, a todos los que estaban reunidos en el aposento alto (2:1–4, 14–21)
QUIEN ES EL ESPÍRITU SANTO.
La tercera persona de la Trinidad.
1. Nombres. Principalmente se le llama el Espíritu de Jehová, el Espíritu del Señor, el Espíritu del Padre, el Espíritu de Jesús (Gn. 6:3; Is. 11:2; 61:1; Mt. 10:20; Hch. 16:18, etc.). Es el Espíritu de verdad, de vida, de fe, de amor, de poder, de sabiduría, de gracia, de gloria (Jn. 14:17; Ro. 8:2; 2 Co. 4:13; 2 Ti. 1:7; He. 10:29; 1 P. 4:14), etc.
2. Personalidad. El Espíritu no es un mero poder ni una expresión figurada de la energía divina. La Escritura le atribuye una personalidad distintiva, como también sucede con el Padre y con el Hijo (Mt. 3:16–17; 28:19; Jn. 14:16–17; 15:26).. El Espíritu piensa, conoce el lenguaje, tiene voluntad (Ro. 8:27; 1 Co. 2:10–13; 12:11). Se le puede tratar como una persona: se le puede mentir, se le puede probar, se le puede resistir, se le puede contristar, se le puede afrentar (Hch. 5:3, 9; 7:51; Ef. 4:30; He. 10:29). Por otra parte también enseña, testifica, convence, conduce, entiende, habla, anuncia (Jn. 14:26; 15:26; 16:8, 13).
3. Divinidad. Los textos que hablan de la personalidad del Espíritu afirman también generalmente su divinidad. Posee los atributos divinos: omnisciencia, omnipresencia, omnipotencia, eternidad (1 Co. 2:10, 11; Sal. 139:7; Zac. 4:6; He. 9:14). Es identificado con Dios, con el Señor (Hch. 5:3–4). Es la blasfemia contra el Espíritu Santo la que no tiene perdón (Mt. 12:31–32).
4. La obra del Espíritu Santo en Jesucristo. El Señor fue asistido por el Espíritu a lo largo de toda su carrera aquí en la tierra. Por el Espíritu, fue concebido, ungido, sellado, llenado, revestido de poder, conducido, ofrecido en sacrificio, resucitado (Lc. 1:35; 4:18; Jn. 6:27; Lc. 4:1–2, 14; He. 9:14; Ro. 8:11). Si el Hijo del Dios viviente no pudo pasar ni un solo día sin la asistencia del Espíritu, ¡cuánto más no lo necesitaremos nosotros!
5. Convicción de pecado. Según el Señor Jesús, la primera obra del Espíritu en el hombre es la de convencerlo de pecado (Jn. 16:8, 11). Sin esta convicción, nadie puede sentir la necesidad de un Salvador; y el pecado que el Espíritu destaca es precisamente el de no haber creído todavía en Cristo. En efecto, los hombres están perdidos no por ser pecadores, sino porque siendo pecadores no reciben al Salvador (3:18, 36).
CONCLUSIÓN:
En el día de pentecostes, los Israelitas necesitaban ir al lugar especifico para ofrecer sacrificio y ofrenda a Dios, y de esa manera recibir el perdón y la bendición sobre sus vidas. Hoy, gracias al sacrificio perfecto y único que hizo Cristo, cuando vino a la tierra en forma humana y se ofreció como un sacrificio perfecto, muriendo en la cruz por nuestras faltas, tenemos acceso a Dios en cual tiempo y en cualquier lugar. De esa manera podemos abrir nuestro corazón y permitir al Espíritu Santo que sea nuestro consolador, ayudador y revelador del propósito de Dios para nuestras vidas. Hasta hoy día, Dios desea llenar nuestras vidas con su Espíritu Santo.
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