Soy segundo

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Intro

Toda historia tiene un personaje principal. Cada vez que leemos una novela, vemos una película o estudiamos la Biblia, encontramos personajes de importancia cuyas vidas nos sorprenden.
Hemos estudiado a José, el protagonista de su historia. Un hombre que fue capaz de enfrentarse a un contexto desafiante y quizás más grande que él, pero en vez de ser una víctima fue un conquistador.
José viviría a la esclavitud, la cárcel, la traición, la calumnia y el olvido para convertirse en el gobernador del país más grande y poderoso de su historia. Su sabiduría y habilidades administrativas fueron esenciales para la preservación de la humanidad.
José cumplió el propósito de Dios. Fue parte de un propósito que su superaba en grandeza, duración y entendimiento.

José, el resumen

José fue completamente humano, imperfecto e ignorante de muchas cosas pero conoció de un Dios que le había dado una promesa a su familia y sin darse cuenta al principio, fue parte del cumplimiento de ese propósito.
José conoció a Dios a lo largo de su historia. Fue comprendiendo que las circunstancias eran pasajeras y parte de un proyecto de construcción del carácter. Dios estaba adiestrando a José para una labor mayor.
José fue un hombre que nos enseñó a confiar en Dios a pesar de no ver cumplidas sus promesas en su vida. Cuando todo sale bien es fácil ver la mano de Dios pero cuando todo sale mal nos cuesta aceptarlo.
A veces nos avergüenza decir que algo malo fue permitido por nuestro Dios porque pensamos que tenemos que dejar bien a Dios delante de los hombres, pero Dios no necesita nuestra defensa sino nuestra confianza.
Al ser hijo de un pastor sé lo que eso significa. Nosotros tenemos el síndrome de la santidad del pastor, no queremos exponer ni hablamos de lo mal que a veces actuó porque no queremos que la Iglesia se haga una mala imagen. Hacemos algo similar con Dios.
En la historia de José aprendemos que el perdón es el mejor camino para vivir en libertad y mantener buenas relaciones con los demás. El perdón no es un privilegio para el ofensor sino una oportunidad para el ofendido…una oportunidad para ser libre.

Toda la Biblia apunta a Jesús

Jesús es el eje de la teología cristiana. Si tan solo alguien pudiera confirmar la no existencia de Jesús toda nuestra Biblia carece de sentido.
Hechos de los Apóstoles 4.11–12 NVI
Jesucristo es “la piedra que desecharon ustedes los constructores, y que ha llegado a ser la piedra angular”. De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.
La historia de Jesús no solo es la más importante (el clímax) de la Biblia sino que es la evidencia de nuestra fe, de nuestra salvación y de nuestro estilo de vida.
Jesús es el Hijo de Dios, es hombre y es Dios. No puedes creer en él y rechazar su doctrina porque lo que Jesús habló fue de sí mismo en unidad con el Padre.
Si Jesús era un loco desequilibrado nosotros también lo seríamos. Sin embargo, no solo la religión sino la historia y hasta la ciencia han demostrado la existencia de Cristo.
Nosotros, eso sí, no creemos en él por las pruebas sino por la fe.
Incluso la vida de José apunta a Jesús, su historia, como ninguna otra, refleja a Cristo. Lo veremos en el estudio de hoy.

Soy segundo

No hay duda que la vida de José es admirable pero, al hallar tantos paralelismos en la historia de José con Jesús, encuentro que la enseñanza más importante de todo este estudio es que si José refleja a Jesús yo también debo reflejarlo.
Eso significa que debo dejar de vivir para mí, como si esta fuera mi historia. Debo recordar que en la historia que estoy viviendo yo soy segundo, no primero.
Cada logro, éxito, triunfo o conquista que obtenga es buscando darle honor y exaltar al personaje principal, haciéndolo a él figurar y no a mí.
Significa que debo dejar de ver cómo lo que me pasa me afecta, me duele o me detiene y debo empezar a descubrir cómo lo que me pasa es una oportunidad para que Jesús sea glorificado.
En cada evento de mi historia debo sellar la vida de Cristo, haciendo que cada persona que me recuerde pueda ver, tal como nos pasa al leer la historia de José, un paralelo de la vida de Jesús.
Si soy segundo, por lógica no soy primero; significa que debo perseguir el propósito que le convenga a Jesús y no a mí. No debo robarme el protagonismo que le corresponde a él.
Esto es más que hacer lo que Jesús haría en mi lugar, es hacer lo que debo hacer para que Jesús pueda cumplir su plan.
Juan 3.30 NTV
Él debe tener cada vez más importancia y yo, menos.
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