Día 2 - Bendecidos para bendecir

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Este versículo es la introducción para un extenso párrafo que escribió Pablo para hablar acerca de la bendición que tenemos en Cristo. Este versículo nos enseña, al menos tres aspectos importantes acerca de nuestra bendición.
Εὐλογητὸς ὁ θεὸς καὶ πατὴρ τοῦ κυρίου ἡμῶν Ἰησοῦ Χριστοῦ,
Bendito el Dios y padre del señor nuestro Jesús Mesías,

1. La fuente de nuestra bendición (Εὐλογητὸς ὁ θεὸς)

Ya vimos que Pablo fue quien escribió esta carta para sus hermanos en Éfeso (y para todos lo que están en Cristo de todas las generaciones y lugares), y ahora es bueno que veamos la manera en cómo Pablo inicia esta carta. Pablo comienza con una alabanza, pero a diferencia con la doxología con la que acostumbraba a terminar sus cartas (Ro. 16.25-27), o sus argumentos teológicos (Ef. 3.20-21; 1Ti. 1.17, 3.16, 6.15-16), aquí realmente la utiliza al comienzo de su carta. Sin embargo, la palabra que usa Pablo en el griego es de la que deriva nuestra palabra en español “elogio” (eúlogeo). Como dijo el teólogo John Stott: “El párrafo entero (v.3-10) es una canción de alabanza, una doxología, o más aún una “eulogía” … bendiciendo a Dios por bendecirnos a nosotros con toda bendición concebible.”[1]
La palabra que nuestras versiones traducen como “Bendito” significa en “el sentido literal… «hablar bien». Esto da el significado «enaltecer»”[2], y los griegos la usaban en el mundo antiguo exclusivamente para la alabanza a dioses. Por eso, se usaba el término “bendecidos” para hablar de la gente beneficiada por Dios. Pablo reconoce que el Dios en el que creía, el Único Dios y Verdadero es el “Bendito”, Aquel que no necesita de nada ni de nadie para ser Bendito. Sino que Él es el Autor de toda bendición. Todo lo puro, todo lo que es bueno, todo lo agradable, eterno, santo, y beneficioso proviene del Padre. Nuestra vida, nuestro respirar proviene de Dios, el Bendito. Por lo tanto, de parte del Bendito Dios Eterno solo puede provenir bendición. Él es nuestra bendición.
Pero también, reconoce que el Bendito es, además, “Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Estas dos palabras “Dios” y “Padre” tienen que ver tanto con Sus Atributos como Dios así como con Su relación con la Segunda Persona de la Trinidad, Su Hijo Jesucristo. ¿Quién es Jesucristo? Bueno, el pasaje nos habla también de los atributos de Jesús. Cuando dice “Dios de nuestro Señor Jesucristo” está hablando de la naturaleza 100% humana del Hijo eterno; mientras que cuando dice “Padre de nuestro Señor Jesucristo” está haciendo alusión a la naturaleza 100% divina de Jesús, unido eternamente con el Padre como Uno solo (Jn. 17.21). En teología, a esto se le llama la “Unión Hipostática de Cristo”. Es decir, esta unión de las dos naturalezas de Jesús, 100% divina y 100% humana. Éste es el Dios en el que creemos: Bendito en toda su esencia, pero también relacionado con la humanidad a través de Su Hijo eterno Jesucristo.
Este Dios, dice el versículo “nos bendijo con toda bendición espiritual”.
ὁ εὐλογήσας ἡμᾶς ἐν πάσῃ εὐλογίᾳ πνευματικῇ ἐν τοῖς ἐπουρανίοις ἐν Χριστῷ,
que nos bendijo en toda bendición espiritual en los celestiales en el Mesías,
Lo que me llama la atención de este versículo es el juego de palabras que utiliza Pablo para introducir su carta. Él está diciendo que “el Bendito Dios nos bendijo con toda bendición”. Él está usando la misma palabra, de diferentes maneras para expresar que todo lo que tenemos provienen de Dios, la fuente de nuestra bendición. Es importante que notemos el verbo que Pablo utiliza para hablar acerca de la acción del Padre hacia nosotros. “El cual nos bendijo” (ὁ εὐλογήσας ἡμᾶς), aquí se está refiriendo a Dios el Padre. La palabra “bendijo” describe una acción que ocurrió en el pasado, y que tal acción no se repite. Es decir, que cuando el Padre nos bendijo está diciendo que lo que Él se propuso a darnos a ti y a mí, ya lo tenemos y nada ni nadie nos quitará esa bendición.
¿Cuál es esa bendición?
Aquí es donde entra la segunda característica de nuestra bendición.

2. La naturaleza de nuestra bendición (ἐν πάσῃ εὐλογίᾳ πνευματικῇ)

Dios el Padre nos bendijo “con toda bendición espiritual” (ἐν πάσῃ εὐλογίᾳ πνευματικῇ). Esto es interesante, porque cuando pensamos en lo que Dios ha hecho por nosotros traemos a la memoria las bendiciones materiales (casa, trabajo, salud, economía, etc.), así como relaciones importantes (familia, pareja, hijos, amigos, etc.). Y esto está bien, pues son evidencia de la grandiosa bondad de Dios, pero lo interesante es que Pablo no está teniendo en mente eso cuando escribe el versículo. Notemos la palabra en singular que usa: “toda bendición”. Él no está diciendo “todas las bendiciones”, sino que dice “toda (adjetivo dativo singular femenino) bendición (adjetivo dativo singular femenino). ¿A qué se refiere? Pablo está trayendo a la memoria de los efesios (y nuestra) que existe una sola y suprema bendición que realmente importa. Esa bendición tiene nombre: Jesucristo.
El salmista entendió esto y por eso escribe en el Salmo 73.26 “Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre” (LBLA, énfasis mío). Regresando a lo que Pablo está diciendo en Efesios, esa bendición a la que se refiere la va a expresar en el resto del párrafo, la elección (v.4-6), la redención (v.7-10) y la certificación de que somos hijos suyos (v. 11-14). Por eso dice que dicha bendición otorgada es espiritual (πνευματικῇ), es decir, que proviene y es posible gracias al Espíritu Santo. Es únicamente a través del Espíritu Santo que nosotros como creyentes en Jesús podemos disfrutar de esa bendición, que el Padre ya nos ha dado. Samuel Pérez Millos comenta sobre esta bendición diciendo:
La bendición suprema es la donación divina de Cristo mismo que el Padre envió al mundo (Ga. 4.4), dándonoslo (Jn. 3.16) para que hiciese el acercamiento de Dios al hombre y abriese el camino de retorno del hombre a Dios, con Él y en Él, Dios nos da toda bendición, que está contenida y mediada en Él.[3]
Jesús es nuestra mayor bendición que en el evangelio podemos encontrar. No es el cielo, ni siquiera la vida eterna. Es Dios mismo entregándose a nosotros, para que en Jesús nosotros lo tengamos a Él por la eternidad. ¡Qué gran bendición tenemos en el evangelio!
Si nuestra bendición proviene del Padre, y además es espiritual por ser a través del Espíritu Santo, ¿en dónde se ve esa bendición?

3. La esfera de nuestra bendición (ἐν τοῖς ἐπουρανίοις ἐν Χριστῷ)

Pablo lo explica al final del verso 3, “en los lugares celestiales en Cristo” (ἐν τοῖς ἐπουρανίοις ἐν Χριστῷ). Esta frase se repite otras tres veces en la carta (1.20; 2.6; 3.10), y en cada uno de estos versículos la idea que se da es la misma. Literalmente, el versículo podría traducirse “en los celestiales”. La palabra que se utiliza es una combinación de dos palabras: “encima” (ἐπι), y cielos (οὐρανός); lo que da la idea de que el lugar de nuestra bendición está por encima de los cielos. Para los hebreos (judíos), existían tres cielos: El cielo (Primer cielo), las estrellas (Segundo cielo), la presencia de Dios (Tercer cielo). De este modo, al decir que nuestra bendición está “en los celestiales” provienen y son de la misma presencia de Dios.
Pero, además, esta “bendición espiritual en los celestiales” es posible para el creyente, porque él está “en Cristo” (ἐν Χριστῷ). Esta es la posición legal que todo creyente tiene por le hecho de pertenecer a Cristo. Ninguna bendición espiritual está al alcance si no estamos en Cristo. Puede ser que tengamos “bendiciones materiales” (dependiendo el caso), pero nada de eso tiene valor o sentido si la bendición suprema está ausente en nuestra vida. “Todas las bendiciones espirituales son posibles en Cristo.”[4]

Aplicación

Quiero dejarte con estos principios prácticos para el día de hoy:
Dios te ha bendecido con muchas bendiciones materiales. Tómate unos minutos para hacer una lista de todas esas bendiciones; y alaba y agradece a Dios por cada una ellas.
Ahora que estamos en tiempos de pandemia, quizá no estás disfrutando de las mismas cosas que antes tenías, como trabajo, salud, familia, etc. Es posible, incluso, que te hagan falta todas las bendiciones materiales, pero recuerda que tu mayor bendición está en Cristo. Si tu eres creyente, estás más que bendecido; y nada ni nadie podrá quitarte esa bendición. Ni siquiera un virus. Confía en Dios. Él es la Fuente Inagotable de bendición.
[1] John Stott, citado por Samuel Pérez Millos, Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento: Efesios, (Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010), 57.
[2] Gerhard Kittel, Gerhard Friedrich, y Geoffrey W. Bromiley, Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento, 2002, 272.
[3] por Samuel Pérez Millos, Comentario exegético al texto griego del Nuevo Testamento: Efesios, (Barcelona, España: Editorial CLIE, 2010), 60.
[4] Íbid., 61.
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