Una crisis modelo (Isaías 6:1-9)
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Introducción:
En medio de cada situación el Señor tiene una palabra para todos y cada uno de nosotros. Esta fue la razón por la que envió a los profetas, tenían que transmitir el mensaje de Dios al pueblo, en una situación concreta.
¿Qué nos quiere decir hoy Dios a nosotros a través del profeta Isaías?
Vamos a orar y pedírselo a Él.
Un tiempo de crisis (v. 1a)
Un tiempo de crisis (v. 1a)
“El año que murió el rey Uzías” (1R 15:1s; 2Cr. 26) El rey de Jerusalén había muerto después de 52 años de gobierno, era un tiempo de crisis y de incertidumbre, pero el Señor tenía una palabra para Isaías que marcarían su vida y ministerio para siempre.
El “año que llegó la crisis del coronavirus” , y nos dejó crisis social, sanitaria, política, económica, incertidumbre a nivel mundial y no sabemos que vendrá después, el Señor tiene una palabra para nosotros, una palabra de esperanza y de seguridad que hará que nuestras vidas no sigan igual.
La experiencia de Isaías en el templo en Jerusalén, es un modelo para nosotros como hijos de de Dios y como iglesia.
Dice el verso 1, que aquel año en que murió el rey Uzías, el profeta Isaías que colaboraba también en los asuntos de la corte real, vio al Señor sentado sobre un trono alto y sublime. En medio del caos, de la incertidumbre, del miedo y la tristeza nacional por la pérdida del rey terrenal, Isaías experimento el acontecimiento más grandioso que jamás hubiera imaginado. Vio al Rey.
Tuvo una nueva experiencia con el Señor. Eso mismo es lo que todos y cada uno de nosotros necesitamos. ¿?
Una mirada al Señor (v. 1b-4)
Una mirada al Señor (v. 1b-4)
Al mirar hacia arriba, vio al Señor, Santo, que gobierna como el soberano más alto y sublime.
Vio nuevos detalles del trono de Dios (sus faldas, los serafines). Escuchó las voces de los serafines “santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (v.3).
Sintió como el templo se estremecía y se llenó de humo.
En medio de la crisis y la incertidumbre, el Señor nos invita, nos llama para que levantemos nuestra mirada hacia Él, desea rebelarse a nosotros como Aquel que está sentado sobre el trono alto y sublime. ¿a qué o a quién estás mirando?
Una mirada dentro de sí mismo (v.5)
Una mirada dentro de sí mismo (v.5)
Entonces sólo pudo exclamar con temor “¡ay de mi !, que soy muerto; porque...” (v.5). Vio su propia condición y su miseria.
Cuando miramos al Señor, y le vemos tan diferente a nosotros, y a todos cuantos podamos mirar, Santo, incomparable, Único en bondad, sabiduría y poder, no podemos evitar la comparación. Entonces el Señor nos rebela nuestra propia condición, sólo podemos caer de rodillas, aterrados, y exclamar con el profeta Isaías “ ¡Ay de mí!…que soy pecador (muerto)… y han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”. (ilustración “Edelmis, un servidor como nadador o ciclista)
Que nunca dejemos de mirar dentro de nosotros mismos, estando en la presencia de Dios en oración, leyendo o escuchando su Palabra y adorándole en el templo. Será una experiencia transformadora en nuestra vida. No necesitamos compararnos con otros, sino mirarnos a la luz de la Palabra de Dios.
Una mirada al altar de Dios (v. 5b-7)
Una mirada al altar de Dios (v. 5b-7)
Al estar mirando con atención al altar de Dios, ocurrió algo que le cambió para siempre. Fue quitada su culpa y limpio su pecado. (v. 6-7) . ¿Te imaginas la escena? Uno de los serafines que está junto al altar viene volando hasta donde está Isaías, trayendo un carbón encendido en su mano, tomado del mismo altar de Dios con unas tenazas, y tocando con el sus labios le dice: he aquí esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa y limpio tu pecado.
Esta experiencia sobrenatural que Isaías tuvo en el templo en Jerusalén, fue necesaria para capacitarle como profeta en los años justo antes de la caída de Samaria, capítal del reino del Norte, a manos del poder asirio en 722 a.C.
¡ como necesitamos esta experiencia !, no sólo una vez en la conversión y el nuevo nacimiento, sino de una manera constante en nuestras vidas. Es importante recordar que esté no fue el momento de la conversión de Isaías, él ya era un “cristiano”. Pero fue un momento en que Dios lo purificó aún más para el ministerio profético.
Nos recuerda a las palabras del apóstol (1 Jn. 1:7-9)
Una mirada hacia afuera (v.8)
Una mirada hacia afuera (v.8)
El Señor dirigió ahora su atención hacia afuera, y le pregunta: “¿ a quién enviaré, y quien irá por nosotros? “, Isaías responde: “Heme aquí, envíame a mí” (v.8)
Isaías no debía quedarse en el templo viviendo una vida muy espiritual, contemplando la Majestad de Dios. Debía mirar hacia afuera del templo, a todo el desbarajuste personal, social y religioso, y viendo aquello, responder la pregunta ¿ a quién enviaré, y quién ira por nosotros?
Dios sigue haciendo lo mismo hoy, nos invita a mirar al mundo (Hch. 1:9-12); y nos hace la misma pregunta : “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor , será salvo. ¿cómo pues invocarán…?” (Rom. 10:14s.)
CONCLUSIÓN-APLICACIÓN:
¿ Cuál es tu respuesta?
El envía a los dispuestos,( capacita a los llamados, no llama a los capacitados, si no a los dispuestos)
El Señor mira la disposición del corazón para servirle, no le importan nuestras capacidades. El texto nos dice de Isaías, “Entonces respondí yo: heme aquí, envíame a mí.”
El Señor lo comisiona para la tarea.
(v.9) “Anda y dí...”
No debemos quedarnos parados mucho tiempo en la vida cristiana, porque el terreno es como arenas movedizas, si no avanzamos nos empezamos a hundir. Todos pasamos aveces por situaciones que nos paralizan (desánimo, temor, sufrimiento…)pero el Señor nos dice ¡anda!, que quiero usarte, no te detengas.
El apóstol Pablo relatando su conversión en Hechos 22:13 dice que el Señor envió a Ananías a él con estas palabras: (v. 13-16) ¿por qué te detienes?
¡ No te detengas !, el Señor te quiere usar y te dará descanso.