El autoengaño espiritual 1 Juan 3:4-10
No te engañes, si practicas el pecado no eres cristiano.
1. Dios es luz (1.1–2.27)
2. Dios es amor (2.28–4.21)
3. Dios es vida (5.1-21)
Juan escribió acerca de los aspectos fundamentales de la fe para que los cristianos pudieran distinguir entre la verdad y el error. Hizo énfasis en lo fundamental de la fe, de modo que podamos tener confianza en nuestra fe. En nuestro mundo en tinieblas, Dios es luz. En nuestro mundo frío, Dios comunica el calor de su amor. En nuestro mundo agonizante, Dios da vida. Cuando sentimos pérdida de confianza, estas verdades nos dan certeza.
Bosquejo: Cuatro razones por las que un cristiano verdadero no practica el pecado.
1. El pecado es incompatible con la ley de Dios, a quien aman. 2. Es incompatible con la obra de Cristo. 3. Cristo vino a destruir las obras del máximo pecador que es Satanás. 4. Es incompatible con el ministerio del Espíritu Santo.
1. El pecado es incompatible con la ley de Dios, a quien aman.- 4 Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley.
Anomia no es simplemente «infracción de la ley», esto es, de una ley reconocida, sino el mismo rechazo de toda ley, la expresión de la propia voluntad en total rebeldía contra toda otra, alegalidad, el mismo vivir a espaldas de la voluntad de Dios, expresada o no.
La descripción de Juan no permite excepciones ni duplicidad de normas. Todo aquel que habitualmente comete pecado, infringe también la ley (Stg. 2:10–11; cp. Ro. 4:15), condición que caracteriza a todos los que están fuera del reino de Dios (cp. Ro. 1:32; Gá. 5:19–21; Ap. 21:8).
Todos los grandes personajes mencionados en la Biblia pecaron en algunas ocasiones. Abraham mintió en cuanto a su esposa (Génesis 12:10–20). Moisés se descontroló y desobedeció a Dios (Números 20:7–13). Pedro negó tres veces al Señor (Mateo 26:69–75). Pero el pecado no era una práctica establecida en estos hombres. Fue un incidente en sus vidas, totalmente contrario a sus hábitos normales. Y cuando pecaron, lo admitieron y le pidieron a Dios que los perdonara.
Una persona que no es salva (aun en el caso de que profese ser creyente, pero que sea falso) vive una vida de pecado habitual. El pecado—en especial el pecado de incredulidad—es lo normal para su vida (Efesios 2:1–3). No tiene recursos divinos a los cuales recurrir. Su profesión de fe, si es que existe, no es real. Esta es la diferencia que se tiene en vista en 1 Juan 3:1–10: Un creyente verdadero no vive habitualmente en pecado. Tal vez cometa pecado, una acción errada ocasional, pero no practicará el pecado, haciéndolo un hábito establecido.
La diferencia es que un creyente verdadero conoce a Dios. Un creyente falso puede hablar de Dios e involucrarse en “actividades religiosas”, pero no conoce a Dios realmente. La persona que ha “nacido de Dios” por la fe en Cristo conoce a Dios el Padre, a Dios el Hijo y a Dios el Espíritu Santo. Y por el hecho de que los conoce, vive una vida de obediencia; no practica el pecado.
2. El Pecado es incompatible con la obra de Cristo. -5 Y sabéis que Él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en Él. 6 Cualquiera que permanece en Él, no peca; cualquiera que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. 7 Hijitos, no os engañe ninguno: el que hace justicia, es justo, como Él también es justo. 8 El que hace pecado, es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
3. Cristo vino a destruir las obras de Satanás. 8b Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
Satanás no es eterno como Dios, ya que es un ser creado. No fue creado pecador. Su naturaleza presente es resultado de su rebelión pasada. Satanás no es como Dios: no es todopoderoso, ni omnisciente, ni está en todas partes. Sin embargo, lo asiste un ejército de criaturas espirituales conocidas como demonios, las cuales le permiten obrar en diferentes lugares al mismo tiempo (Efesios 6:10–12).
Los creyentes pueden descansar en la verdad de que Satanás es un enemigo derrotado. Tal vez pueda aún ganar algunas batallas por aquí o por allí, ¡pero ya ha perdido la guerra! La sentencia se ha pronunciado, pero pasará algún tiempo antes de que se aplique el castigo. Una persona que conoce a Cristo, y que ha sido liberada de la esclavitud del pecado por medio de la muerte de Cristo en la cruz, no tiene deseos de obedecer a Satanás y vivir como un rebelde.
Juan no niega que los creyentes pequen, pero sí niega que los creyentes puedan vivir en pecado. Sería mejor que una persona que puede disfrutar del pecado deliberado, que no se siente acusado o que no experimenta la disciplina de Dios se examine para ver si realmente ha nacido de Dios o no.
4. El pecado es incompatible con el Ministerio del Espíritu Santo. -9 Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado, porque su simiente está en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. 10 En esto son manifiestos los hijos de Dios, y los hijos del diablo: cualquiera que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
A quienes el Espíritu Santo regenera les implanta el principio de vida divina, la cual Juan describe como una simiente. Así como un nacimiento humano resulta de una semilla implantada que crece hasta convertirse en una nueva vida física, así también la vida espiritual empieza cuando, en el momento de la regeneración, la simiente divina es implantada por el Espíritu dentro de aquel que cree.
MONERGISMO—[Del gr. monós, único + ergon, trabajo] Doctrina que atribuye la conversión del ser humano única y exclusivamente al Espíritu Santo