Creacion del Mundo y hombre espiritual
comparacion de la creacion del mundo y la creacion espiritual en el hombre
Creación de Dios
Ilustración
Mat. 7:20.
Creación de Dios
. GÉNESIS 1
2. la tierra estaba desordenada y vacía—o en “confusión y vaciedad”, como se traducen las palabras en Isaías 34:11. (En la versión inglesa, quiere decir el autor. Nota del Trad.). Habiendo sido convulsionado este globo terráqueo, en algún período desconocido, era una extensión desolada, obscura y anegada, hasta que, de entre este estado caótico, surgió la actual estructura del mundo. el Espíritu de Dios se movía—literalmente, continuaba cubriéndola, como hace el ave empollando los huevos. La agencia inmediata del Espíritu, obrando sobre los elementos muertos y discordantes, los combinaba, arreglaba y preparaba adaptándolos para ser la escena de una creación nueva. El relato de esta nueva creación correctamente empieza al final de este segundo versículo; y los detalles del proceso se describen de la manera natural como lo habría hecho un espectador, que veía los cambios que sucesivamente se efectuaban.
Creación de Dios en el Hombre
2. Separación: dividir las aguas de que estaban debajo del firmamento (v. 7)
La creación de Dios al hombre
Josué 22.19
19 Si os parece que la tierra que os pertenece es inmunda, pasaos a la tierra que pertenece a Jehová, en la cual está el tabernáculo de Jehová, y habitad entre nosotros, pero no os rebeléis contra Jehová, ni os rebeléis contra nosotros, edificándoos un altar además del altar de Jehová, nuestro Dios.
1 Pedro 4.11
11 Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
10. La salvación pertenece a nuestro Dios. La compañía innumerable reconoce que Dios y el Cordero la ha redimido. El sentido original del pasaje se expresa con exactitud en la RVR. El atribuir la salvación tanto a Dios como al Cordero, es una evidencia significativa de su igualdad (ver com. cap. 5:13).
13 A todo lo creado que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, oí decir:
«Al que está sentado en el trono
y al Cordero,
sea la alabanza, la honra,
la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos».
3. Llevar fruto: el árbol que da fruto (v. 12).1
12Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.
Cual es tu naturaleza?
Cuales son los frutos del Espíritu?
22Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
25Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.
22. Fruto del Espíritu. Lo que naturalmente se produce en la vida cuando está dirigida por el Espíritu (cf. vers. 18). Los resultados de este predominio son un contraste con las obras de la carne (vers. 19–21). El fruto del Espíritu no es un producto espontáneo de la naturaleza humana, sino de un poder completamente diferente al del hombre.
Es digno de tener en cuenta que “fruto” está en singular y “obras” (vers. 19) está en plural. No hay sino un solo “fruto del Espíritu”, y ese único fruto incluye todas las gracias cristianas enumeradas en los vers. 22–23. En otras palabras, todas esas gracias o virtudes deben estar presentes en la vida del cristiano, y no se puede decir que él da el “fruto del Espíritu” si falta una de ellas. Pero hay muchas maneras en que puede manifestarse el mal, y sólo es necesario que se presente en la vida uno de los malos rasgos de la lista de los vers. 19–21 para que la persona sea clasificada con los que practican las “obras de la carne”. Se necesitan todas las virtudes cristianas para que una persona sea un verdadero seguidor de Cristo; pero basta sólo una de las “obras de la carne” para que el que la practica sea un seguidor del maligno.
14Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.
20Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.