ESTUDIO COLOSENSES - Cuál debe ser el enfoque de nuestra vida
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· 1,181 viewsSiendo que el Señor nos ha dado una nueva vida debemos enfocarla en las cosas del cielo, donde está Cristo gobernando.
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ESTUDIO COLOSENSES - Cuál debe ser el enfoque de nuestra vida.
ESTUDIO COLOSENSES - Cuál debe ser el enfoque de nuestra vida.
INTRODUCCIÓN:
INTRODUCCIÓN:
Bueno llegamos al capítulo 3, en nuestro estudio de la carta de Pablo a los Colosenses. Y acá nos encontramos con la otra mitad de esta pequeña Epístola, que por supuesto está de acuerdo con la forma en que el apóstol acostumbraba a dividir sus cartas. Él siempre expone en primer lugar la sección doctrinal, y luego nos presentó la sección práctica. Los capítulos 3 y 4 comprenden la sección práctica de Colosenses.
En la primera parte de la Epístola, en los capítulos 1 y 2, hemos visto la preeminencia de Cristo. Le hemos visto a Cristo como Él es, un miembro de la Trinidad. Él es tan Hombre como el mismo hombre, pero también es tan Dios como el mismo Dios. Él fue preeminente en la creación porque Él fue el Creador. También vimos que Él fue preeminente en la redención, porque Él es el Redentor. Y Él es preeminente en la Iglesia, porque Él fue el que se entregó a Sí mismo por la Iglesia.
Llegamos ahora al punto en donde el Apóstol Pablo va a insistir en que nuestras vidas deben estar enmarcadas y enfocadas en este Cristo que acaba de describir.
Uno puede simplemente decir: pero… "Yo soy un creyente dedicado" porque leo la Biblia, congrego, doy mis diezmos, de vez en cuando oro, sirvo al Señor y a la iglesia, y está todo bien, pero sigo viviendo como a mí me parece.
Lamentablemente esta es la descripción de muchos cristianos hoy en día y cualquiera que diga algo diferente a lo que piensan, son fanaticos, religiosos, o peor aún… herejes.
Pero si nosotros entendemos lo que Pablo le escribió a los colosenses podemos decir que hemos descubierto cuál es la clave de la vida cristiana.
Porque si entendemos esto, no vamos a vivir otra vida que la vida de Cristo acá en esta tierra.
Pablo ya dejó muy claro en la sección doctrinal de esta carta en 2:9 y 10: “Porque en él (o sea en Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y vosotros estáis completos en él”. Estamos completos en Él y al estar completos, estamos preparados para el gran viaje de la vida en Él. Es decir, que en Cristo no encontramos limites, ni barreras, ni impedimentos.
En Cristo no hay problemas para la vida cristiana, porque él se hizo cargo de todo para que podamos vivirla. Venció a la muerte, venció al pecado y a Satanás.
En esta sección el apóstol claramente muestra dos aspectos de la vida, la terrenal y la celestial. Y es en eso en lo que quisiera que enfoquemos toda nuestra atención.
RESUCITADOS A UNA NUEVA VIDA.
RESUCITADOS A UNA NUEVA VIDA.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Con frecuencia nos sentimos tentados a pensar en la vida cristiana en términos de su aspecto negativo: Hay que morir al viejo yo y esto nos hace pensar en que tenemos que esforzarnos más, que no estamos haciendo lo suficiente, porque mi “yo” todavía está muy vivo.
Sin embargo, ésa no es la idea de Pablo. Como siempre decimos, el problema no es el problema, el problema no es el pecado, ni la vieja vida, ni satanás, porque todo eso fue resuelto en la cruz. Uno no puede salir de la arena movediza peleando. Enfocarnos en nuestros pecados no nos va a ayudar.
Es por esto que debemos enfocarnos de una manera correcta. Y esto es lo que Pablo está tratando de hacer. Antes de condenar ciertos pecados en las vidas de los colosenses –y, consecuentemente, en nuestras vidas también– Pablo eleva los corazones y mentes de sus hermanos hacia las realidades celestiales, hacia Cristo, que es la fuente de la verdadera vida.
No es luchando contra el Diablo, el pecado, el mundo y la carne en su propio terreno como van vencer los colosenses, ni utilizando los medios humanos que Pablo ha estado condenando, sino elevándose por encima de ellos.
“Habéis resucitado con Cristo”, habéis sido hechos partícipes de la vida misma de Cristo, ahora sois ciudadanos de un mundo diferente.
Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Si esto es cierto, si ésta es nuestra experiencia, entonces toda nuestra vida tiene que cambiar. Ya no podemos ver las cosas como el mundo las ve.
Sea de una forma u otra, el amor de Cristo nos controla. Ya que creemos que Cristo murió por todos, también creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua. Él murió por todos para que los que reciben la nueva vida de Cristo ya no vivan más para sí mismos. Más bien, vivirán para Cristo, quien murió y resucitó por ellos.
Así que hemos dejado de evaluar a otros desde el punto de vista humano. En un tiempo, pensábamos de Cristo sólo desde un punto de vista humano. ¡Qué tan diferente lo conocemos ahora! Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado!
Anteriormente, nuestra vida sacaba fuerza de sí misma, encontraba inspiración en sus propias ideas y estaba solamente motivada por sus propios intereses; pero desde que Cristo nos encontró en nuestro camino, ahora que nos tomo, Él nos da la fuerza, la inspiración y el significado.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
LAS COSAS DE LA TIERRA Y LAS COSAS DEL CIELO.
LAS COSAS DE LA TIERRA Y LAS COSAS DEL CIELO.
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
No es natural que el corazón humano se preocupe por las cosas celestiales, que actúe siempre con un propósito espiritual, que piense acerca de todo en términos de lo eterno y lo invisible, y esto puede ser muy difícil ya que podemos caer en la religiosidad si nunca conocimos a Jesucristo personalmente.
¡Es diferente para los que lo han encontrado todo en Cristo! Lo que era contrario a nuestra naturaleza ahora ha llegado a ser perfectamente natural. En el nuevo nacimiento, nacimos a una nueva vida; en el bautismo, mostramos que habíamos muerto a la vida vieja y queríamos vivir para Cristo.
Esta preocupación por los intereses de Dios, dan testimonio de la realidad de la conversión. Si alguien pretende ser cristiano, pero tiene las mismas preocupaciones que los demás, si su vida está ligada a la Tierra, si no está entusiasmado por lo espiritual y no muestra inclinación hacia las realidades y valores eternos, entonces se está engañando a sí mismo.
¿No anhela un exilado su país de origen? Si hemos “nacido de arriba”, no podemos evitar anhelar las cosas de arriba.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
¿Significa eso, sin embargo, que despreciemos la Tierra, qué consideremos con indiferencia y burla el mundo en que estamos claramente situados? ¿Es el Cielo un lugar al que escapar?
Casi podríamos pensar así, a juzgar por algunos cristianos cuyos pies parecen no tocar ya el suelo, por así decirlo, que están tan inclinados a las cosas celestiales que pierden contacto con el aquí y ahora.
¿Es la esperanza del Cielo una especie de opio, una droga que hace posible efectuar un “viaje” a otro mundo y, de esta manera, conseguir alivio de los problemas de éste?
Esto no está en la mente de Pablo en absoluto. La vida cristiana no es una doble vida, en la que hay un constante forcejeo entre intereses y deseos contradictorios: celestiales por un lado, terrenales por el otro. No puede recalcarse con demasiada frecuencia: no existe un conflicto dualista en la vida cristiana.
La vida cristiana es la vida misma, perfectamente integrada. No significa el Cielo contra la Tierra, sino el Cielo sobre la Tierra: las cosas de arriba en las cosas de la Tierra, los intereses del Cielo en las empresas de los hombres, Dios en medio de nuestra vida y problemas humanos.
Vivir la vida cristiana es vivir plenamente cada momento de nuestra existencia en la Tierra en términos de las realidades y valores del Cielo; es vivir plenamente nuestra vida personal, familiar y laboral en la conciencia de que ésta continúa y encuentra su realización más allá de lo terrenal, lo visible y lo tangible, en lo invisible y lo eterno.
La vida espiritual no es la vida al nivel del espíritu (como lo opuesto al cuerpo), sino la vida total (humana y práctica) inspirada, dirigida y controlada por el Espíritu Santo.
LAS COSAS DE LA TIERRA
LAS COSAS DE LA TIERRA
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.
Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.
Van camino a la destrucción. Su dios son sus propios apetitos, se jactan de cosas vergonzosas y sólo piensan en esta vida terrenal.
LAS COSAS DEL CIELO
LAS COSAS DEL CIELO
9 Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, 10 y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador. 11 En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos.
12 Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, 13 de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. 14 Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.
15 Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos. 16 Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón. 17 Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.
No hay mentira.
Nueva identidad.
No hay discriminación ni diferencias de ningún tipo.
Somos escogidos de Dios.
Santos y amados.
Hay afecto entrañable.
bondad.
Humildad.
Amabilidad.
Paciencia.
Tolerancia y perdón.
Amor.
Paz.
Agradecimiento constante.
Palabra viva.
Alabanza.
Sentido y propósito.
ESCONDIDOS CON CRISTO
ESCONDIDOS CON CRISTO
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
Vista a la luz de lo anterior, es más fácil entender la reflexión de Pablo: “Habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.” Hay un elemento de misterio acerca de esta vida. No puede entenderse por parte de aquellos que no conocen a Dios y no tienen esta dimensión vertical.
La vida cristiana, que encuentra su motivación en Dios, en Cristo, en las cosas de “arriba”, fuera de su propia experiencia, y que busca metas eternas y divinas mucho más allá de su propio campo visual, no tiene sentido para el hombre del mundo.
Si un cristiano, está de luto, llora, pero sin perder la esperanza. Si tiene éxito, no ve en esto el resultado de su propia capacidad o habilidad, sino que atribuye humildemente su éxito a Dios. En el fracaso no se desespera; en la salud no es víctima del orgullo o la extravagancia; en la pobreza da; si recibe un daño, no piensa en vengarse. Una vida así es necedad para el mundo, porque no puede ver cual es su fuente, ni tampoco como funciona.
“Habéis muerto.” hemos ido más allá de este mundo, más allá de su comprensión; no puede seguiros al otro lado de la muerte.
Este es el misterio de la vida en Cristo, esa vida oculta renovada en las fuentes eternas de la comunión con Cristo; es como un oasis inesperado en medio de un desierto seco, completamente inexplicable si se mira solamente a la superficie, pero alimentada por una corriente interna, invisible en medio de un terreno estéril.
Qué alegría para los que
no siguen el consejo de malos,
ni andan con pecadores,
ni se juntan con burlones;
sino que se deleitan en la ley del Señor
meditando en ella día y noche.
Son como árboles plantados a la orilla de un río,
que siempre dan fruto en su tiempo.
Sus hojas nunca se marchitan,
y prosperan en todo lo que hacen.
MANIFESTADOS EN GLORIA
MANIFESTADOS EN GLORIA
Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria.
Esta vida enigmática, indefinible, que desconcierta el entendimiento del mundo y a veces el nuestro, revelará un día su misterio, su significado oculto, y todos lo verán y Dios será una vez más glorificado.
Cristo es la vida; no meramente la fuente y el propósito de la vida, sino la vida misma.
Cuando Él se manifieste, el mundo descubrirá la verdadera vida, aunque muchas veces la imagen que tenemos de esta vida puede ser borrosa, distorsionada, descolorida, débil y manchada por el pecado. Cuando Él se manifieste, todas las cosas terminarán de ser hechas nuevas: la creación descubrirá su propósito, su significado; la vida mostrará su grandeza y su gloria.
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
¡Nuestro destino está unido al de Cristo para siempre! Habiendo muerto con Él y sido resucitados a la vida con Él, sufriremos con Él, pero también un día seremos manifestados con Él y su gloria será nuestra gloria. Su venida pondrá de manifiesto el completo vacío de las “cosas terrenales” y finalmente justificará la fidelidad a las “cosas de arriba”.
En lugar, de tratar de vivir la vida cristiana por medios humanos, bajo la carga del intolerable legalismo o el inútil ascetismo, en lugar de prestar atención a todas estas “cosas terrenales” que nos elevan no mucho más alto que la Tierra, fijemos nuestros ojos en las cosas de arriba donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Y todas estas cosas de arriba, todo el Cielo mismo, se resumen en una sola palabra, una sola persona: Cristo.
Mirémosle a Él, y todo se verá de nuevo en su verdadero enfoque. Entonces, armados con su victorioso poder, podremos mantenernos firmes contra los ataques del Diablo, el pecado, la carne y el mundo, y afrontar los problemas y las luchas de la vida. Sabiendo que en Cristo estamos totalmente completos.