El Perfecto Amor - 1 Juan 4
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Introducción
Introducción
Hemos estado viendo como Juan nos ha exhortado a amar a Dios y a nuestro prójimo en esta pistola y lo ha hecho de varias maneras:
1 Juan 2:8-9 se nos ordena a amarnos unos a otros porque el amor es parte del nuevo mandamiento que hemos recibido de Dios, que no es tan nuevo, lo novedoso es que tenemos el ejemplo del amor de Cristo por nosotros. Dios siempre ha querido que su pueblo se ame mutuamente, que se preocupen unos por otros.
En 1 Juan 3: 14-15, Juan nos habla de como el amor es una evidencia de que somos una nueva creación. Es la evidencia de la obra de Dios en nuestros corazones y vidas. El amor es la evidencia de que Cristo y su Espíritu nos han cambiado de adentro hacia afuera. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (Juan 13.35, RVR60)
En 1 Juan 4: 7-16, se nos ordena amarnos unos a otros y se ofrece tres razones que vimos con Juan: porque la naturaleza de Dios mismo es amor, porque Dios nos ama en Cristo y porque Dios lo ordena. Así que es fácil amar, el problema son las personas no tan amables y adorables que estamos llamados a amar, personas que no elegimos y que hacen parte de la familia de Dios.
Juan sabe lo difícil que resulta cumplir con este mandamiento y por lo tanto sigue hablando de lo mismo en los versículos del 13 al 21 para animarnos a la obediencia de este mandamiento que recibimos de él Vs. 21 “El que ama a Dios, ame (Siga amando hasta que el amor alcance su perfección o madurez) tambien a su hermano”
Su argumento en estos versiculos, lo vemos resumido en el Vs. 12 “Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.” (1 Juan 4.12, RVR60)
Juan quiere llamar nuestra atención con más detalle de como el amor al prójimo es una evidencia de que Dios mora en nosotros y de que el amor de Dios se esta perfeccionado en nosotros.
La audiencia original de Juan tenía problemas con falsos maestros que estaban enseñando doctrinas gnósticas ajenas a la verdad apostólica, sus enseñanzas no solo habían apartado de la verdad a algunos que se habían convertido en seguidores de estos falsos maestros, sino que estaba dividiendo al iglesia, ya que estos falsos maestros estaban presentándose como los iluminados que tenían un tipo de revelación mas profunda que la de los apóstoles, según ellos, conocían a Dios mejor que el resto de la gente común de la iglesia, habían tenido un encuentro mas especial con Dios. Esto estaba dividiendo al iglesia, pues los seguidores de estos falsos maestros no mostraban amor por los hermanos, estaban creando disensión y confusión, estaban menospreciando a aquellos que continuaban creyendo la enseñanza sencilla del evangelio de Juan y de los otros apóstoles. Entonces, Juan les escribe aquí diciendo en otras palabras: 'No me importa que alguien diga que conoce o ama a Dios, cuando se relacionan con los hermanos y hermanas en Cristo de esta manera, están demostrando que no saben nada sobre Dios”
Este mensaje de Juan es muy relevante para nuestro tiempo. Cuanta gente afirma amar a Dios, haber tenido un encuentro con Dios y basan su confianza en sus experiencias trascendentales y descalifican a otros por no tenerlas, confunden a los creyentes y dividen la iglesia.
Juan esta interesado en nuestra seguridad de salvación. No es para menos, al final muchos dirán Señor, señor y el dirá, apártense de mi malditos. Vivieron Engañados. “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.” (1 Juan 5.13, RVR60)
Juan quiere que tengamos criterios objetivos para saber si en verdad somos verdaderos creyentes. Y nada tienen que ver con experiencias espirituales, místicas y trascendentales. Sus criterios tienen que ver con una fe correcta, que esta de acuerdo con la verdad apostólica, con sentimientos correctos hacia Dios y hacia el prójimo producidos por el amor que Dios ha derramado en nuestros corazones (sentimientos correctos que nos hacen aborrecer el mundo y sus deseos) y una practica correcta, una vida de obediencia a Dios que se nota por la manera en que nos preocupamos los unos por los otros.
El amor es una evidencia objetiva para evaluar nuestra conversión. Vs. 12 “Si nos amamos, Entonces Dios permanece en nosotros y su amor se ha perfeccionado en nosotros”
Veamos en primer lugar…
1. El amor es evidencia de que Dios permanece en nosotros (13-16)
1. El amor es evidencia de que Dios permanece en nosotros (13-16)
“En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” (1 Juan 4.13–16, RVR60)
Noten el énfasis de Juan en estos versiculos, tes veces nos presenta estos indicativos “Permanecer en Dios y Dios en nosotros” ¿Como sabemos esto? Afirmarlo es fácil, es una experiencia muy subjetiva, a Dios nadie lo ha visto.
“El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” (Juan 3.8, RVR60)
La actividad del Espíritu en al vida del creyente se puede reconocer por sus efectos. El amor es uno de estos efectos. El verdadero creyente esta llamado a amar porque puede amar, esta es la evidencia de su salvación. Este amor puede madurar o ser perfeccionado durante nuestra vida hasta llegar a ser completo.
En palabras de Piper “El nuevo nacimiento es la acción del Espíritu Santo conectando nuestros corazones muertos, egoístas, con el corazón amante del Dios viviente, de modo que la vida de Dios se vuelve nuestra vida, y su amor se vuelve nuestro amor.... Cuando nacemos de nuevo, recibimos al mismo Dios. Él mora en nosotros y derrama ampliamente de su amor en nuestros corazones. Y su propósito es que este amor sea perfeccionado en nosotros.... Así que cuando dice: “debemos amarnos unos a otros”, quiere decir que debemos, de la misma forma en que el pez nada en el agua y las aves vuelan en el viento y las criaturas vivientes respiran y los melocotones deben ser dulces y los limones ácidos, y las hienas deben reír. Las personas nacidas de nuevo deben amar. Así somos. Amar no es una simple imitación. Amamos como el Señor nos amó, porque esto es una consecuencia de lo que ya somos por nuestra unión con Cristo.
Este es el argumento de Juan para motivarnos a obedecer este mandamiento, “si Dios está en ti y tu en él, puedes obedecer este mandamiento, el amor puede progresar en tu vida y llegara ser perfecto”. Amar es la evidencia de que eres morada de Dios en el Espíritu, evidencia de que Dios esta en ti y tu en Dios. Puesto que el amor no es algo que podamos ofrecer de manera natural en nuestra condición caída. Por naturaleza somos egocéntricos y es imposible que podamos amar como se nos pide aquí, de manera libre como fuimos amados por Dios en Cristo.
Es así como podemos conocer que permanecemos en el y él en nosotros, el E.S. que nos ha dado es el que produce este tipo de amor en nosotros. No podemos ver el E.S. pero sabemos que los hemos recibido por estos claros efectos objetivos.
No podemos con certeza saber si tenemos el Espíritu por un tipo de experiencia mística, porque se nos eriza piel, o por que nos caemos o porque alguien nos adivino el futuro y sentimos alguna sensación de gozo y paz espiritual. Todas estas cosas son engañosas, Juan quiere que tengamos certeza de nuestra salvación y esta es la manera de asegurarnos de que en verdad hemos sido rescatados pro Dios “Amamos” amamos a Dios y a nuestros hermanos.
El amor a Dios se evidencia por nuestra profesión de fe. Una profesión que coincide con el testimonio apostólico “Hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al hijo, al salvador del mundo… todo el que confiesa a Jesus como ha sido presentado por los apóstoles” evidencia en que en verdad ama a Dios. No puedes amar a Dios y menospreciar a Cristo. Tu fe en el evangelio es una evidencia de tu nuevo nacimiento, de que tienes al E.S. morando en ti y que tu permaneces en Dios. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Corintios 2.14, RVR60) . Esta es la evidencia de que amas a Dios: ¿crees el evangelio? ¿Que el Padre envió al Hijo? Es decir, ¿crees en la Trinidad, que el Padre envió a su Hijo para ser el Salvador del mundo? ¿Y crees que la salvación es por fe?.. es así como sabemos que Dios mora en nosotros, llegamos a conocer el amor de Dios manifestado en el evangelio. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2.4–10, RVR60)
Entonces, si examinas tu vida y te haces esta pregunta hoy ¿soy cristiano? La respuesta debe estar de acuerdo con Juan, si eres creyente, tienes el E.S. y si tiene al E.S crees en el evangelio como nos es presentado en las escrituras y conoces que Dios entrego a su hijo por amor, de manera que siendo lleno del amor de Dios, amaras a Cristo y en consecuencia amarás a los que le pertenecen, incluso amarás a tus enemigos como fuiste amado por Dios, porque el amor de Dios ha sido derramado en tu corazón.
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4.19, RVR60)
Dios es amor y si esta en nosotros y nosotros en él, la evidencia será que el amaremos y amaremos a nuestro prójimo, no de manera perfecta, pero si de manera creciente.... y esto nos lleva a nuestro segundo punto:
2. El perfeccionamiento del amor es evidencia de que Dios permanece en nosotros (17-21)
2. El perfeccionamiento del amor es evidencia de que Dios permanece en nosotros (17-21)
Pablo ora “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” (Efesios 3.14–19, RVR60)
En la medida que crecemos en nuestra comprensión del evangelio, el amor de Dios se irá perfeccionando, o irá madurando en nosotros y como conocemos que esto esta ocurriendo? de nuevo Juan nos habla de cosas muy objetivas:
No habrá temor (18-19). La madurez del amor, comprender el amor de Dios, nos librara del temor al juicio. El día del juicio es algo que está fijo en el calendario eterno de Dios, como cualquier otro día en la historia mundial. El día del juicio no es necesariamente un período de veinticuatro horas, es el un tiempo que vendrá y que incluye una serie de juicios sobre la tierra (Apocalipsis 6–16), la bestia y el falso profeta (Apocalipsis 19:20), las naciones gentiles (Joel 3:14; Mateo 25: 31– 46), Israel (Ezequiel 20: 33–44), y todos los individuos en el juicio del gran trono blanco (Apocalipsis 20: 11–15). La razón por la que se llama un "día" es porque está fijado en el horario de Dios y seguramente vendrá… En vista de este día lógico e inalterable en el que se deben juzgar los pensamientos y las acciones de hombres y mujeres, un individuo podría temer. Pero Juan dice que en el caso de los cristianos en la medida que maduran en su comprensión del amor de Dios, este amor echara fuera el temor…
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8.31–39, RVR60)
Cuán increíble es que realmente podamos ir al juicio y permanecer allí tan seguros como Cristo, porque en realidad hemos sido cubiertos con su justicia. Jesús es el Hijo amado de Dios en quien está complacido. Y nosotros también. Como él es en este mundo, nosotros seremos. Podemos compartir su confianza. Cuando lleguemos a ese día final, sabemos que somos hijos de Dios y
Amados. Así como Jesus “Él es el Hijo de Dios, en quien el padre se complace”. Podemos estar en el día del juicio con la misma confianza que Jesús tuvo en la presencia de Dios, porque estamos cubiertos con su justicia.
Hermanos ese día seremos tratados como hijos amados, como hermanos de Cristo, quien no se avergüenza de llamarnos hermanos. Y seremos hechos a Su imagen y no habrá miedo, porque experimentamos ese amor y ese amor se convierte en nuestra confianza.
Es posible ser cristiano y aún estar lleno de temor en vista del juicio de Dios. Pero el miedo es innecesario, y el amor maduro lo vence.
Alguien dijo: El pecador debe comenzar temiendo al Dios contra quien ha pecado; pero, habiendo creído en Cristo que ha expiado el pecado, puede alejar el miedo y crecer en confianza ante él.
En este mundo se hará evidente que Dios nos ama, ya que seremos como es el hijo, seremos en este mundo (20-21).... Amaremos a personas caídas como el nos amó estando en este mundo. Es en el amor al prójimo donde nuestra confianza en Dios y nuestra amor por el es medido. Amamos a Dios, no tememos… Pero Juan dice, si alguno dice que ama a Dios y aborrece a su hermano es mentiroso. En este mundo seremos como él… seremos conocido por el amor. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (Juan 13.35, RVR60)
El amor debe alcanzar su madurez en nuestro amor por los hermanos. Noten como según Juan es mas fácil amar a los hombres que a Dios. A los hombres los vemos, a Dios no. Nuestra inclinación natural es pensar que es más fácil amar a Dios simplemente porque él es digno de nuestro amor y que es difícil amar a los hombres porque no son amables o adorables.
Sin embargo, este pasaje dice exactamente lo contrario, lo que implica, sin duda, que a menos que realmente estemos amando a nuestros hermanos y hermanas cristianos en el nivel horizontal, nos estamos engañando con respecto a lo que consideramos nuestro amor por Dios en la vertical. A menos que podamos amar a hombres y mujeres, no podemos amar a Dios. A menos que realmente los amemos, no amamos a quien los creó y en cuya imagen fueron y son creados.
Sin el amor a los hombres, el amor a Dios es imposible. Amar al hermano, es una evidencia de que amamos a Dios. O para decirlo de otra manera, en la medida que maduramos y crecemos en nuestro amor por los hombres, así mismo estaremos aprendiendo a amar a Dios, por que este es su mandamiento y no es posible amar a Dios y al mismo tiempo desobedecerle.
Así que por un lado son mentiroso los que dicen “Amo a Dios y al tiempo aborrece a su hermano”
Por otro lado, es posible muchos de nosotros reconozca que realmente no ama a Dios como le gustaría y que se preguntan cómo podrían aprender a amarlo mejor. Quizás digas: “No puedo verlo… A veces parece tan lejano y distante”. ¿Cómo puedo aprender a amarlo? Sobre la base de estos versículos, podemos decir que Juan nos hubiese respondido: aprenda a amar a Dios amando a los que realmente puede ver. Por supuesto, esto no reemplaza la necesidad que tenemos de crecer en nuestra comprensión del amor de Dios expresado en el evangelio, es allí donde aprendemos a Dios es amor. Sin embargo, lo complementa prácticamente, ya que es practicando un amor real y sacrificado el uno por el otro, que aprendemos a amar a quien se sacrificó por nosotros.
Conclusión.
Lal insistencia de Juan sobre el mismo tema, debe llevarnos a recapacitar sobre nuestra necesidad de crecer en amor como iglesia. Esta muy bien que podamos tener una sana doctrina, una sana ortodoxia, pero esta ortodoxia es muerta si no hay amor entre nosotros. Sin amor, no hay una verdadera demostración de que la vida de Cristo esta en nosotros, no hay verdadera adoración o amor por Dios.
El amor es el resumen de todos los mandamientos (Mateo 22:40). Si amor nuestros sacrificios, son como címbalos que retiñen, sonidos inciertos.
El evangelio nos ha sido proclamado para que podamos creer en Cristo, en el amor que el Padre demostró al enviar a su hijo al mundo a salvar viles pecados indignos de su gracia y es por este evangelio, que somos llamados responder de manera natural en amor por Dios y por los demás.
Este es pues el resumen de lo dicho: "Quien ama a Dios también debe amar a su hermano". Con una especie de amor no correspondido, que busca nada a cambio, un amor incondicional que acepta y perdona, un amor vicario que soporta el dolor de los demás, un amor que se entrega y que practica el sacrificio, y un amor justo que no tolera pecado. Esta es la evidencia objetiva de la salvación.
Así que:
Nuestro amor por Dios, se debe evidenciar en nuestro amor por nuestro conyugue. El matrimonio cristiano es un lugar donde nuestra fe es puesta a prueba, es el lugar donde se evidencia más si estamos en la gracia, si estamos permaneciendo en Dios. Cuando hay problemas en tu hogar, recuerda que hay más en juego que tu propia felicidad, esta en juego la evidencia de tu amor por Dios.
Nuestro amor por Dios se hará evidente en la iglesia local principalmente, con las personas que vemos. Estamos llamados a cultivar el amor y las amistades en esta iglesia local. Amistades que no se producen simplemente por las afinidades naturales que tienes con otras personas, sino una amistad que se basa fundamentalmente en el hecho de que ustedes son hermanos y hermanas en Cristo ¿Nos amamos por esa razón?. Este amor nos lleva a animarnos al amor y las buenas obras, a exhortarnos, a rendir cuentas, a servirnos y preferirnos. Si realmente vamos a amarnos los unos a los otros como Dios dice en su palabra, entonces buscaremos ser una familia en esta iglesia, una familia que en principio elegimos, pero es una familia a la que Dios añadirá gente que no elegimos y tienes que aprender a amarlos, llevarte bien con ellos, ser paciente, lidiar con sus ofensas y cómo alentarlos a pesar de que eres diferente a ellos. Es así como nuestro amor madura y se perfecciona, en un grupo de gente que no elegimos, que fue elegida por Dios de pura gracia.
Qué bendición tan maravillosa es esta, haremos amistades con personas a las que nunca nos hubiéramos acercado para ser sus amigos. El amor se manifestará en relaciones que nunca hubiéramos tenido de otra manera. Partes de nuestros propios pecados serán desafiados de manera que nunca hubieran sido desafiados en estas relaciones de amistad. Y seremos más maduros, mas perfeccionados en el amor.
Hermanos, recordemos para terminar, que el nuevo nacimiento es la acción del Espíritu Santo conectando nuestros corazones muertos, egoístas, con el corazón amante del Dios viviente, de modo que la vida de Dios se vuelve nuestra vida, y su amor se vuelve nuestro amor». Una amor que se da en sacrificio voluntario por el bien de otra persona y que no requiere reciprocidad, ni que la persona amada lo merezca.
¿Como luce este amor? Pablo nos habla de como luce en 1 Corintios 13:
El amor es una libre elección “Se debe tener - no es motivada por el objeto amado”. Jesús dijo, “Nadie me la quita [mi vida], sino que yo de mí mismo la pongo.” (Juan 10:18) Las decisiones, palabras y acciones de amor siempre crecen en el terreno de un corazón generoso. No se puede obligar a una persona a amar. Si se obliga a una persona a amar, por la naturaleza de la acción, se demuestra que tal persona no ama.
El amor es sufrido (1 Corintios 13.4) . No existe el amor sin sacrificio. El amor te lleva más allá de los límites de tus propios deseos, necesidades y sentimientos. El amor te llama a estar dispuesto a invertir tiempo, energía, dinero, recursos, habilidades personales y dones por el bien de la otra persona. El amor te llama a entregar tu vida de maneras concretas y específicas; te llama a servir, a esperar, a dar, a sufrir, a perdonar, y a hacer todas estas cosas una y otra vez.
Es benigno, no hace nada indebido… El amor te llama a callar cuando quieres hablar, y a hablar cuando te gustaría callar. Te llama a actuar cuando quieres esperar y a esperar cuando te gustaría actuar. El amor te llama a detenerte cuando querrías continuar y a continuar cuando querrías detenerte. Te requiere ser líder cuando preferirías ser seguidor y ser seguidor cuando preferirías ser líder. Una y otra vez te llama a alejarte de tus instintos y tu comodidad. Siempre requiere sacrificios personales. Te llama a rendir tu vida.
El amor es el sacrificio voluntario por el bien de otra persona. El amor siempre le hace el bien a la otra persona. Es motivado por los intereses y necesidades del otro. Se emociona ante el prospecto de aliviar sus cargas y de satisfacer sus necesidades. Se siente pobre cuando la persona amada es pobre; sufre cuando el otro sufre; quiere lo mejor para el otro y lucha por dárselo.
No busca lo suyo… El amor es un sacrificio voluntario por el bien de la otra persona y no requiere reciprocidad. La Biblia dice que Jesús murió por nosotros mientras aun éramos pecadores. Si Él hubiese esperado hasta que nosotros pudiéramos reciprocarle, no habríamos tenido esperanza. El amor no es ofrecer un “tú me rascas la espalda y yo te rasco la tuya.” El amor no es poner a la gente en nuestra lista de deudores y esperando el momento en que nos paguen. No es una negociación para el bien mutuo. El verdadero amor no demanda reciprocidad porque no es motivado por las ganancias de la inversión. No; el verdadero amor es motivado por el bien que resultará en la vida de la persona amada.
El amor es un sacrificio voluntario por el bien de la otra persona, y no requiere reciprocidad, ni que la persona amada lo merezca. Cristo estuvo dispuesto a ir a la cruz y llevar nuestro pecado precisamente porque no había nada que nosotros pudiésemos hacer para ganar, lograr o merecer el amor de Dios. Si a ti te interesa amar solo a personas que se lo merezcan, la realidad es que tu motivación no es el amor a la persona sino el amor a ti mismo o a ti misma. El amor hace su mejor esfuerzo cuando la otra persona es indigna. Es en esos momentos cuando la persona necesita más el amor. Es en esos momentos cuando el amor es protector y preventivo. Se mantiene en su curso mientras rehúsa darse por vencido o desplomarse y ensuciarse dando lugar a cosas que no son amor.
El amor no nace sucumbiendo desganadamente ante la obligación. No, el amor nace del recuerdo y la celebración. Cada vez que recuerde el suntuoso, paciente, perdonador y habilitador amor que ha sido derramado sobre mí – que yo nunca pude haber ganado y jamas seré capaz de reciprocar – querré amar a alguien de la misma manera. Cuando despierte por la mañana – aunque no haya pagado mis cuentas y mi casa necesite reparaciones y mis hijos sean un poco desordenados y mi esposo o esposa estén lejos de la perfección – me sentiré lleno de gratitud por el amor que ha sido derramado sobre mí cambiando mi vida para siempre, y me sentiré motivado a buscar oportunidades para ser una herramienta de ese amor en la vida de la persona que Dios me ha dado como mi esposo, esposa, mi hijo. Nadie ama mejor que la persona que sabe que necesita desesperadamente el amor.
Si quieres conocer el verdadero carácter y calidad de tu amor por Dios, debes examinar la calidad de tu relación con el hermano que ves, que esta cerca de ti. ç
Si al oír este sermón concluyes que definitivamente no tienes amor por los que ven, debes saber que en esencia nuestro problema no es que no amamos lo suficiente a nuestro prójimo. Nuestro mayor problema es que no amamos lo suficiente a Dios y por eso nos amamos a nuestro prójimo.
Cuando fallo en amar a Dios como debería, me inserto a mí mismo en lugar de Dios, deseando ser soberano sobre mi pequeño reino de uno y demandando a los que están a mi alrededor que hagan lo que pido. Si no amo a Dios como mi rey, establezco mi propio reino y vivo para mí mismo.