DEJA AHÍ TU OFRENDA / El Protocolo de Dios

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En el pasaje se notan claramente 3 imperativos, deja, ve, reconcíliate y presenta.

Sería interesante ver cuales cosas debemos dejar en nuestras vidas para poder agradar al Señor. Es interesante que antes de presentar nuestra ofrenda debemos realizar algunas cosas.
Importante ver el por tanto al iniciar el versículo 23. ¿A qué parte se refiere exactamente de los versículos anteriores?
¿Cómo veríamos el presentar nuestra ofrenda, hoy día en la iglesia?
La reconciliación entre creyentes.
Aquí no entra si el peco contra mi o yo peque contra él, es simplemente si un hermano tiene algo contra ti.
¿Cómo armonizamos esa parte a la oposición que podemos tener los creyentes como seguidores del evangelio?
El contenido del Evangelio de Mateo tiene tres secciones principales. Estas están separadas por declaraciones de transición, “desde entonces comenzó Jesús a …” (Mat 4:17; 16:21):
Cate, J. (2014). Mateo, Evangelio de. En J. D. Barry & L. Wentz (Eds.), Diccionario Bíblico Lexham. Bellingham, WA: Lexham Press.
Marcos 11.25 RVR60
Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.
Mateo 8.4 RVR60
Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos.
1º Samuel 15.22 RVR60
Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.
Mateo 6.14–15 RVR60
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Mateo 6.12 RVR60
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Para el Señor el resentimiento es como un crimen, y el lenguaje insultante es como un homicidio. Aunque las cortes humanas no juzgan el enojo ni los insultos (por más graves que sean), Dios los considera pecados tan graves como el homicidio, y el resultado es juicio. El pasaje lo expresa en tres maneras o grados diferentes, siendo el último el “infierno de fuego” o Gehena. Esta era la forma griega dada al término que significa “valle de Hinnon”, que ardía continuamente y era receptáculo para consumir cadáveres e inmundicias de la ciudad.
Rı́os, A. (1994). Comentario bı́blico del continente nuevo: San Mateo (p. 75). Miami, FL: Editorial Unilit.
Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo 14: Mateo 4. La vida práctica implicada en el discipulado, 5:17-7:12

Puesto que se trata de algo entre hermanos en la fe, es bueno que ambos sientan responsabilidad para buscar la paz. Así evitarán discordia en la congregación. Para que el evangelio de reconciliación que predicamos sea convincente y aceptado, el cuerpo de Cristo, la iglesia, debe demostrar la reconciliación en comunidad.

Toda ira precipitada es homicidio en el corazón. Por nuestro hermano, aquí escrito, debemos entender a cualquier persona, aunque muy por debajo de nosotros, porque somos todos hechos de una sangre. “Necio” es una palabra de burla que viene del orgullo; “Tú eres un necio” es palabra desdeñosa que viene del odio. La calumnia y las censuras maliciosas son veneno que mata secreta y lentamente. Cristo les dijo que por ligeros que consideraran estos pecados, ciertamente serían llamados a juicio por ellos. Debemos conservar cuidadosamente el amor y la paz cristianas con todos nuestros hermanos; y, si en algún momento, hay una pelea, debemos confesar nuestra falta, humillarnos a nuestro hermano, haciendo u ofreciendo satisfacción por el mal hecho de palabra u obra: y debemos hacer esto rápidamente porque hasta que lo hagamos, no seremos aptos para nuestra comunión con Dios en las santas ordenanzas. Cuando nos estamos preparando para algún ejercicio religioso bueno es que nosotros hagamos de esto una ocasión para reflexionar y examinarnos con seriedad. —Lo que aquí se dice es muy aplicable a nuestro ser reconciliados con Dios por medio de Cristo. Mientras estemos vivos, estamos en camino a su trono de juicio, después de la muerte, será demasiado tarde. Cuando consideramos la importancia del caso, y la incertidumbre de la vida, ¡cuán necesario es buscar la paz con Dios sin demora!

si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti—una queja justa contra ti;

Evidentemente el significado no es: “desarraiga de tu pecho todo sentimiento malo”, sino “destierra de la mente de tu hermano toda queja que él tenga contra ti”

Tholuck se expresa así: “Este cuadro, tomado de la vida diaria, nos transporta al momento cuando el israelita, habiendo traído su sacrificio al templo, al atrio de Israel, espera el instante cuando el sacerdote se acercará para recibirlo de sus manos. Espera con su presente puesto sobre la balaustrada que separa el lugar donde él se halla, del atrio de los Sacerdotes, adonde su ofrenda será llevada presto para ser sacrificada por el sacerdote y presentada por éste en el altar de los sacrificios.” Es en este momento solemne, cuando está listo para encomendarse a la misericordia divina y procurar mediante su ofrenda el sello del perdón divino, que el ofrendante, de pronto, recuerda que su hermano tiene contra él una causa justa de queja por haber quebrantado este mandamiento en alguna de las formas que se acaban de indicar. Entonces, ¿Dirá él: “Tan pronto como haya ofrecido este presente, iré a ver a mi hermano para reconciliarme con él?” No; antes de dar otro paso, aun antes de ofrecer el presente, debe buscar esta reconciliación, y aun cuando el presente tenga que ser dejado sin ser ofrecido ante el altar. La misma verdad aquí enseñada la hallamos expresada notablemente de manera opuesta, en Marcos 11:25, 26: “Y cuando estuviereis orando (en el acto de orar), perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también a vosotros vuestras ofensas”. De ahí la hermosa práctica de la iglesia primitiva, que procuraba enmendar todas las diferencias entre los hermanos en Cristo, en el espíritu de amor, antes de participar de la comunión; y en la Iglesia Anglicana está especialmente marcada una indicación similar al practicar esta ordenanza. Por cierto que, si la celebración de la Cena del Señor es el acto de culto de mayor importancia, la reconciliación, aunque obligatoria en todo acto de culto, debe ser especialmente necesaria entonces.

¡El vivir una vida de amor está antes que actuar por religiosidad! Las relaciones tienen más relevancia que lo ritual. Las personas son lo prioritario para Dios. Solo los seres humanos son eternos.

“No he venido para abrogar la ley, sino para cumplirla”. Nos enseña que su Evangelio engrandece la Ley y enaltece su autoridad; nos muestra que la Ley, tal y como Él la expuso, era una regla mucho más espiritual y profunda de lo que suponía la mayoría de los judíos; y demuestra esto seleccionando tres mandamientos de entre los diez como ejemplos de lo que quiere decir.

Jesús expone el sexto mandamiento. Muchos pensaban que guardaban esta parte de la Ley de Dios con tal de no cometer un asesinato físicamente. El Señor Jesús muestra que el requisito de esta ley va mucho más lejos. Condena todo lenguaje airado y apasionado, sobre todo cuando se utiliza sin motivo. Tengamos esto bien claro: podemos ser perfectamente inocentes de asesinato, ¡y, sin embargo, ser culpables de infringir el sexto mandamiento!

La palabra griega que traducimos reconcíliate (24) (diallasso) se encuentra solamente en este pasaje del Nuevo Testamento. Pablo usa katalasso y el compuesto apokatallasso para la reconciliación unilateral que el hombre debe efectuar con Dios. Es decir, que el ser humano debe cesar su enemistad contra Dios y reconciliarse mediante Cristo. Pero diallasso denota “concesión mutua después de igual hostilidad”.

El significado de esto es claro. Cuando uno se reconcilia con el Señor, tiene que aceptar sus condiciones, porque el mal es sólo de una parte. Pero cuando uno se reconcilia con su hermano, las concesiones deben ser hechas por ambas partes, porque en cada contienda humana siempre hay dos lados. Sin embargo, lo que Jesús está enseñando es que al acercarse a la casa de Dios, la ofrenda no será aceptable mientras haya un mal sentimiento entre un adorador y un “hermano”. La relación de uno con Dios no puede ser correcta cuando es mala la conexión con su semejante.

Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Mateo Primera antítesis: el sexto mandamiento, homicidio

“Si alguien no ama al hermano a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto” (1 Jn. 4:20b).

Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Mateo Primera antítesis: el sexto mandamiento, homicidio

El “algo” debe ser de una naturaleza tan importante como para que se le llame una ofensa o agravio.

Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Mateo Primera antítesis: el sexto mandamiento, homicidio

¿Significa la ilustración de los vv. 23, 24 que la reconciliación puede esperar hasta que una persona está llevando una ofrenda al altar, o está entrando en la iglesia? De ningún modo. El tiempo para la reconciliación es siempre ahora mismo. Mañana podría ser demasiado tarde. Esto es claro por los vv. 25, 26.

Seréis Perfectos, Mateo 5:1–48 RECONCILIACIÓN CON EL HERMANO OFENDIDO (vs. 23–24)

La sociedad en la que vivimos se caracteriza por muchos tipos de confrontación, rivalidad, suspicacia, ofensa, pleito, enemistad y antagonismo; manifestaciones, todas ellas, del mal denunciado en el sexto mandamiento. Como creyentes, aun deseando mantener buenas relaciones con nuestro prójimo, podemos hallarnos fácilmente involucrados en diversas formas de confrontación: peleas familiares, tensiones con los vecinos, argumentos con nuestros compañeros de trabajo, pleitos en los negocios, tensiones laborales, raciales o ideológicas… A veces, la culpa no será nuestra, pero no siempre podemos protestar nuestra inocencia. Seremos sabios si logramos reconocer la medida en que nosotros mismos somos culpables y si tomamos las medidas necesarias para efectuar la reconciliación. En torno a esto giran los dos ejemplos de Cristo, el primero de los cuales contempla una situación eclesiástica y el segundo una situación secular.

Seréis Perfectos, Mateo 5:1–48 RECONCILIACIÓN CON EL HERMANO OFENDIDO (vs. 23–24)

Quizás el paralelo más exacto en nuestros días fuera, no el creyente que acude avergonzado a la mesa del Señor para confesar su pecado y buscar perdón, ni el que colabora con los gastos de la obra, sino el que asiste al culto con la conciencia aparentemente tranquila para ofrecer al Señor sacrificios de alabanza y gratitud; y, sin embargo, se trata de una persona que ha ofendido a otro creyente por algo que ha dicho o hecho

Seréis Perfectos, Mateo 5:1–48 RECONCILIACIÓN CON EL HERMANO OFENDIDO (vs. 23–24)

Tal persona puede considerar que la barrera que se ha creado entre él y su hermano es de poca importancia. Ha venido a alabar a Dios. Lo del hermano es un asunto que no tiene por qué interferir con su alabanza. Además, la ofensa sólo ha sido pequeña y el tiempo la curará.

No es así —dice Jesús—, pues las barreras humanas —aun las manifestaciones más pequeñas del odio o rencor— afectan inevitablemente a nuestra comunión con Dios. Quizás alguien diga: Pero, seguramente, Cristo no quiere decir que tengamos que tomar la iniciativa en la reconciliación si la culpa la tiene el otro. Sin embargo, aún más allá del sexto mandamiento que Cristo está matizando aquí, pesa sobre nosotros el mandamiento positivo de que nos amemos los unos a los otros, y el amor siempre está dispuesto a ir más lejos que la ley. Lo que está en juego es la unidad del cuerpo. Mientras haya desunión, habrá siempre interferencias en nuestra comunión con Dios. Es cierto que, si el otro se niega a reconciliarse con nosotros, no hay nada que hacer excepto orar; pero, antes, debemos intentar la reconciliación aunque sólo sea por amor al cuerpo de Cristo3. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto (1 Juan 4:20).

Seréis Perfectos, Mateo 5:1–48 RECONCILIACIÓN CON EL HERMANO OFENDIDO (vs. 23–24)

Lo único que podemos hacer es dejar nuestra ofrenda allí delante del altar y reconciliarnos primero con nuestro hermano (v. 24); es decir, levantarnos de nuestro asiento, salir del culto, ir en busca de nuestro hermano, confesarle nuestro error, pedirle perdón y procurar ser reconciliados con él. Sólo entonces estaremos en condiciones de presentar nuestras alabanzas delante de Dios; sólo entonces podremos presentar nuestras ofrendas en el altar; sólo entonces podremos expresarle nuestra gratitud al celebrar la mesa del Señor.

La Biblia Popular: Mateo Homicidio (5:21–26)

Así que no se acerque a Dios en oración o en alabanza con odio en el corazón o con ira justa contra usted en el corazón de alguien. Si ha pecado contra alguien, vaya donde esa persona y trate de reconciliarse con ella antes de acercarse al altar de Dios. El pecador sin arrepentimiento es una barrera para cualquier clase de adoración que le agrade a Dios, y estas palabras se aplican apropiadamente a la preparación para recibir la cena del Señor. El verdadero arrepentimiento siempre conducirá a un esfuerzo sincero para deshacer el mal del que alguien ha sido culpable.

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