Cuidados vitales

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Cuando las personas son lo más importante

Entre más importante es una persona, mayor el sacrificio que estamos dispuestos a hacer por ella.
Eso significa que si una persona no es importante para mí seguramente estaré dispuesto a hacer muy poco por ella.
Por la gente que amamos nos arriesgamos, endeudamos, sacrificamos y estamos dispuestos a hacer muchas cosas. Por eso tenemos que amar como Dios lo hace, porque su amor es perfecto.
Lucas 13.10–14 NVI
Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: —Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios. Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente: —Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado.
Veamos detalles en esta historia. Son esas pequeñas cosas las que nos dan algunas de las más grandes lecciones.
Jesús está enseñando en la Sinagoga, para hacerlo cuenta con el aval del jefe de la misma quien está escuchando su mensaje.
Lucas, el escritor, destaca que es sábado cuando Jesús nota a una mujer que es hija de Dios, es fiel visitante del templo pero sigue enferma.
Jesús vio a una persona en necesidad y no pudo dejar pasar el momento para acudir en su ayuda. Como él, no debemos dejar pasar el momento oportuno para ayudar.
Debemos ser cazadores de momentos divinos. Hay personas que se abrirán a la ayuda una sola vez, por eso tenemos que ser cuidadosos y aprovechar cuando esa oportunidad llega. Después podría ser demasiado tarde.
Jesús no esperó a que pasara el día de reposo, la oportunidad era esa. El momento divino llegó fuera de los lineamientos religiosos.
No tenemos que llevar a una persona a la Iglesia para que sea ayudado, cada cristiano debe actuar en el preciso momento en que ve la necesidad.
Como brigadista debes saber que ayudar no se trata de endulzar el ojo ajeno sino de ayudar a la persona en crisis. En ocasiones la ayuda será impopular y fácilmente criticable.
Jesús atendió la necesidad de la mujer a sabiendas de que esto molestaría al líder de la comunidad que le había permitido predicar en la sinagoga.
Si Jesús hubiera querido cuidar las apariencias se hubiera esperado a terminar el sábado. Hubiera quedado bien con los hipócritas pero mal con el propósito por el cual estaba en la tierra.
Para cumplir tu misión no tienes que estar enfocado en el qué dirán (ni siquiera hacerte publicidad) sino en la necesidad de la persona y en agradar a Dios.
Jesús ayudaba a borrachos, prostitutas, leprosos, traidores, samaritanos…algo así como hoy veríamos a los políticos, homosexuales, drogadictos, etc. Nunca le niegues la ayuda a alguien solo porque los demás puedan pensar mal de ti.
Es de notar que Jesús puso sus manos sobre la mujer. Este acto de confianza y sensibilidad nos deja ver a un Jesús que no es lejano a los necesitados. Él está cerca del dolor humano.
Cuando ayudemos a alguien no tenemos que mostrarnos como si fuéramos superiores a ellos sino como iguales. Nunca marcar una distancia que le haga sentir a las personas que somos mejores que ellos.
Cada persona merece nuestro servicio porque es creación de Dios, porque Jesús dio la vida por ella y nosotros debemos servirles como si fuera Dios mismo.

Interacción objetiva

Marcos 5.17–20 NVI
Entonces la gente comenzó a suplicarle a Jesús que se fuera de la región. Mientras subía Jesús a la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le permitiera acompañarlo. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: —Vete a tu casa, a los de tu familia, y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo te ha tenido compasión. Así que el hombre se fue y se puso a proclamar en Decápolis lo mucho que Jesús había hecho por él. Y toda la gente se quedó asombrada.
En esta historia Jesús expulsa una legión de demonios de un hombre y este queda libre. Apenas el hombre vio a Jesús reacciona con molestia. Sin embargo Jesús no parece inmutarse ante tal recibimiento.
Una gran lección que debemos aprender al ser socorristas es que las personas muchas veces actuarán mal y debemos aprender a no tomarnos personal sus respuestas.
La acción de atacar es una respuesta natural ante la sensación de peligro, la cual nos hace reaccionar a la defensiva. Debemos, tal como Jesús, no involucrarnos emocionalmente con tales expresiones emocionales.
Lo difícil es que a veces las personas mal interpretan nuestra intención o intentan comparar su caso con el nuestro. Nosotros tenemos que evitar caer en ese tipo de interacción, reaccionando con calma y devolviéndonos al tema principal.
Jesús no se tomó personal ni siquiera la reacción de la gente del pueblo, quienes le pidieron que se fuera.
Otra cosa que notamos es que Jesús hace pocas preguntas a pesar de las muchas palabras del hombre (usado por los demonios).
Jesús no entabla una conversación con ellos y las razones por las que estaban atormentando a ese hombre, Él más bien se enfoca en la solución (liberación del hombre).
Cuando ayudamos a las personas tenemos que evitar la búsqueda de “por qués”.
Muchas veces las crisis pueden ser por culpa de la misma persona (una consecuencia de sus acciones) sin embargo el objetivo no es buscar el culpable sino ayudar a buscar soluciones.
En algún momento hay que corregir la conducta, sobre todo si es recurrente, pero normalmente el peor momento para hacerlo es cuando la persona está en medio del problema.
La búsqueda de “por qués” puede sumir la conversación en un profundo caos del que nos costará sacar a la persona.
Otro detalle interesante es que Jesús no le permitió al hombre liberado seguirlo. Más bien lo envió a compartir su testimonio con los demás, incluyendo aquellos que le habían pedido que se fuera del lugar.
Como socorristas debemos evitar el paternalismo emocional. Las personas cuando se sienten atendidas y ayudadas podrían desarrollar una dependencia hacia nosotros.
Por eso es que ayudamos a la persona a encontrar sus propias herramientas, no queremos que dependan de nosotros para vivir.
Si desarrollas el paternalismo emocional vas a tener que cargar a la persona el resto de tu vida y ella nunca se valdrá por sí misma.
Aquel hombre tuvo que haberse sentido muy bien en compañía de Jesús, sin embargo, había otros planes para él.
Una última lección de hoy es que, cuando ayudamos a una persona, no tenemos que inventar lo que no sabemos. Durante la conversación muchas veces surgen preguntas y debemos sentirnos tranquilos de no conocer la respuesta a todas las preguntas.
Es mejor admitir que no sabemos que mentir que sabemos y después ser descubiertos.
La verdad siempre será la mejor manera de ayudar. Por eso nos mantenemos enfocados en presentarle a Jesús a cada persona a la que podemos ayudar, porque Jesús es la verdad.
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