La propiacion y la expiacion

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Abogado tenemos!

1 Juan 2.1–2 NTV
Mis queridos hijos, les escribo estas cosas, para que no pequen; pero si alguno peca, tenemos un abogado que defiende nuestro caso ante el Padre. Es Jesucristo, el que es verdaderamente justo. Él mismo es el sacrificio que pagó por nuestros pecados, y no sólo los nuestros sino también los de todo el mundo.
1 Juan 4.10 NTV
En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados.
Juan 1.29 NTV
Al día siguiente, Juan vio que Jesús se le acercaba y dijo: «¡Miren! ¡El cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!

Definiciones

Según el uso de los griegos, propiciación significaba «aplacar la ira y ganar el favor», generalmente de alguna divinidad que se suponía ofendida, por medio del sacrificio de los dones del adorador. El uso de expiación es parecido, ya que indica «borrar una culpa por medio de un sacrificio». La palabra «expiar» (o «hacer expiación»), que se emplea con tanta frecuencia en relación con los sacrificios levíticos, representa la voz hebrea kaphar que, en su sentido literal, es «cubrir». El significado es que Dios no «veía» las culpas a través de la sangre que le hablaba del sacrificio del Calvario. La tapa de oro que cubría el Arca del Pacto (Ex. 25:17–22) se llamaba «el propiciatorio», o sea, «aquello que cubría»; por la misma razón, pues, Jehová no veía las Tablas de la Ley que condenaban al pueblo sino a través de la sangre salpicada en el propiciatorio en el Día de las Expiaciones (Lv. cap. 16).

Para comprender mejor el sentido normal de la palabra «propiciar», podemos considerar la manera en que Jacob se afanó por aplacar la ira de su hermano ofendido, Esaú, por medio de presentes (Gn. 32:13–20). Mandó varios grupos de sus siervos por delante llevando una gran riqueza de ganado, y luego, hablando consigo mismo, dijo: «Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré su rostro; quizá le seré acepto.» Había cometido la falta de robar la bendición paterna de su hermano, excitando así la ira de Esaú, y ahora quiere apaciguar su ira mediante presentes para granjearse el favor del hermano que pudo más que él.

Esau vendio su primogenitura por opción.

Génesis 25.27–33 NTV
Los muchachos fueron creciendo, y Esaú se convirtió en un hábil cazador. Él era un hombre de campo, pero Jacob tenía un temperamento tranquilo y prefería quedarse en casa. Isaac amaba a Esaú porque le gustaba comer los animales que cazaba, pero Rebeca amaba a Jacob. Cierto día, mientras Jacob preparaba un guiso, Esaú regresó del desierto, agotado y hambriento. Esaú le dijo a Jacob: —¡Me muero de hambre! ¡Dame un poco de ese guiso rojo! (Así es como Esaú obtuvo su otro nombre, Edom, que significa «rojo»). —Muy bien —respondió Jacob—, pero dame a cambio tus derechos del hijo mayor. —Mira, ¡me estoy muriendo de hambre! —dijo Esaú—. ¿De qué me sirven ahora los derechos del hijo mayor? Pero Jacob dijo: —Primero tienes que jurar que los derechos del hijo mayor me pertenecen a mí. Así que Esaú hizo un juramento, mediante el cual vendía todos sus derechos del hijo mayor a su hermano Jacob.

Jacob usurpa la bendición de Esau cap 27

La bendición de Isaac
Génesis 27.27–29 NTV
Así que Jacob se le acercó y le dio un beso. Entonces Isaac, al sentir el olor de la ropa, finalmente se convenció y bendijo a su hijo diciendo: —¡Ah! ¡El olor de mi hijo es como el olor del campo, que el Señor ha bendecido! «Del rocío de los cielos y la riqueza de la tierra, que Dios te conceda siempre abundantes cosechas de grano y vino nuevo en cantidad. Que muchas naciones sean tus servidoras y se inclinen ante ti. Que seas el amo de tus hermanos, y que los hijos de tu madre se inclinen ante ti. Todos los que te maldigan serán malditos, y todos los que te bendigan serán bendecidos».
en tono profético, Isaac pronuncia una bendición múltiple:
Jacob gozara de prosperidad material
tendrá dominio político
sera un jefe familiar y
sera canal de bendición.

Por esta razón Esau planea matar a Jacob

Génesis 27.41 NTV
Desde ese momento, Esaú odió a Jacob, porque su padre le había dado la bendición a él. Entonces Esaú comenzó a tramar: «Pronto haré duelo por la muerte de mi padre y después mataré a mi hermano Jacob».

Jaco trata de apaciguar la ira de su hermano

Génesis 32.13–20 NTV
Así que Jacob pasó la noche en aquel lugar. Luego escogió de sus pertenencias los siguientes regalos para entregar a su hermano Esaú: doscientas cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte carneros, trienta camellas con sus crías, cuarenta vacas, diez toros, veinte burras y diez burros. Separó esos animales en manadas y asignó cada manada a un siervo distinto. Luego dijo a estos siervos: «Vayan delante de mí con los animales, pero guarden una buena distancia entre las manadas». A los hombres que dirigían el primer grupo les dio las siguientes instrucciones: «Cuando mi hermano Esaú se encuentre con ustedes, él les preguntará: “¿De quién son siervos? ¿Adónde van? ¿Quién es el dueño de estos animales?”. Entonces deben contestar: “Pertenecen a su servidor Jacob, pero son un regalo para su señor Esaú. Mire, él viene detrás de nosotros”». Jacob dio las mismas instrucciones a los siervos a cargo del segundo y tercer grupo, y a todos los que iban detrás de las manadas: «Cuando se encuentren con Esaú, deben responder lo mismo, y asegúrense de decirle: “Mire, su servidor Jacob viene detrás de nosotros”». Jacob pensó: «Intentaré apaciguarlo enviando regalos antes de mi llegada, y cuando me encuentre con él en persona, quizá me reciba con bondad».
Génesis 33.1–4 NTV
Entonces Jacob levantó la vista y vio a Esaú, quien se acercaba con sus cuatrocientos hombres. Por eso, repartió a los niños entre Lea, Raquel y sus dos esposas esclavas. Colocó en el frente a sus dos esposas esclavas con sus respectivos hijos, después a Lea con sus hijos, y por último a Raquel y a José. Entonces Jacob se adelantó a todos ellos. Cuando se aproximó a su hermano, se inclinó hasta el suelo siete veces delante de él. Entonces Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó, puso los brazos alrededor de su cuello y lo besó. Y ambos lloraron.

La dificultad de la propiciación en la esfera espiritual

Bosquejos de doctrina fundamental II. La dificultad de la propiciación en la esfera espiritual

La ira de Esaú pasó pronto, y las divinidades de las gentes no son dioses, pero el Dios verdadero es un Dios de justicia absoluta e inflexible por Su misma naturaleza, de modo que Su justa ira en contra del pecador no puede aplacarse mediante los dones y los esfuerzos carnales del hombre. ¿Cómo, pues, puede ser propiciado? ¿Por qué medio se ha de expiar la culpa del hombre que tanto ofende a Su santidad? ¿Cómo se ha de satisfacer una justicia que es inflexible?

Efesios 2.9 NTV
La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.

El Medio

La solución del dilema se halla en la Cruz, donde la justicia de Dios se satisfizo y la fea mancha del pecado quedó borrada por la ofrenda de Cristo, hecha una sola vez

Hebreos 9.28 NTV
así también Cristo murió en sacrificio una sola vez y para siempre, a fin de quitar los pecados de muchas personas. Cristo vendrá otra vez, no para ocuparse de nuestros pecados, sino para traer salvación a todos los que esperan con anhelo su venida.
Romanos 3.25 NTV
Pues Dios ofreció a Jesús como el sacrificio por el pecado. Las personas son declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida al derramar su sangre. Ese sacrificio muestra que Dios actuó con justicia cuando se contuvo y no castigó a los que pecaron en el pasado,

DIOS MISMO proveyó la ofrenda que el hombre era totalmente incapaz de buscar; es decir, el Dios contra quien habíamos pecado provee el medio de satisfacer Su propia justicia.

El sacrificio tiene valor infinito por el excelso valor de Dios-Hombre, quien «gustó la muerte por todos» (He. 1:2–4; 2:9

Hebreos 1.2–4 NTV
Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo. El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo. Esto demuestra que el Hijo es muy superior a los ángeles, así como el nombre que Dios le dio es superior al nombre de ellos.

Tal ofrenda pudo ofrecerse en justicia por cuanto Cristo era, a la vez, Dios y Hombre. No era un hombre entre muchos, sino EL HOMBRE por excelencia. El que había creado la humanidad en su perfección, la incorporó en Su divina Persona por el misterio de la Encarnación, llegando a ser el segundo y postrer Adán. Así pudo ser en toda la realidad el Hombre representativo, quien, sin mancha propia, se hizo responsable ante la justicia divina de los pecados de todos los hombres (He. 2:14; 2 Co. 5:21; 1 P. 2:22–24; Is. 53:4 y 5).

Hebreos 2.14 NTV
Debido a que los hijos de Dios son seres humanos —hechos de carne y sangre— el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues sólo como ser humano podía morir y sólo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía el poder sobre la muerte.
1 Corintios 15.55–57 NTV
Oh muerte, ¿dónde está tu victoria? Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?». Pues el pecado es el aguijón que termina en muerte, y la ley le da al pecado su poder. ¡Pero gracias a Dios! Él nos da la victoria sobre el pecado y la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo.
2 Corintios 5.21 NTV
Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo.
1 Pedro 2.22–24 NTV
Él nunca pecó y jamás engañó a nadie. No respondía cuando lo insultaban ni amenazaba con vengarse cuando sufría. Dejaba su causa en manos de Dios, quien siempre juzga con justicia. Él mismo cargó nuestros pecados sobre su cuerpo en la cruz, para que nosotros podamos estar muertos al pecado y vivir para lo que es recto. Por sus heridas, son sanados.
Isaías 53.4–5 NTV
Sin embargo, fueron nuestras debilidades las que él cargó; fueron nuestros dolores los que lo agobiaron. Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios; ¡un castigo por sus propios pecados! Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados. Fue golpeado para que nosotros estuvieramos en paz, fue azotado para que pudiéramos ser sanados.

Téngase en cuenta que, cuando las Escrituras hablan de la propiciación y la redención por la SANGRE DE JESUCRISTO, quiere decir «la vida de Cristo, en su infinito valor, dada enteramente en expiación sobre el altar de la Cruz». El significado del sagrado símbolo se aclara mucho en el capítulo 17 de Levítico, especialmente en el versículo 11: «porque la vida de la carne en la sangre está, la cual os he dado para hacer expiación en el altar por vuestras almas; porque la sangre, en virtud de ser la vida, es la que hace expiación» (Versión Moderna). Por eso, «sin derramamiento de sangre no se hace remisión» (He. 9:22).

Hebreos 9.22 NTV
De hecho, según la ley de Moisés, casi todo se purificaba con sangre porque sin derramamiento de sangre no hay perdón.

Su alcance

El apóstol Juan declara: «Y Él [Cristo] es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo» (1 Jn. 2:2 con 4:10). De igual forma, el Bautista declara: «He aquí el Cordero de Dios que quita [en expiación] el pecado del mundo» (Jn. 1:29). Esto quiere decir que la justicia de Dios queda satisfecha por la ofrenda de la Cruz, en orden a todos los pecados del pasado, del presente y del porvenir. Desde luego, el alcance universal de la propiciación no indica que todas las almas han de ser salvas, sino que es posible que todas sean salvas si aceptan las condiciones del Evangelio: el arrepentimiento y la fe. Si resisten al Evangelio, se excluyen automáticamente de la salvación.

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