FARIVIRUS: Imponiendo Reglas (para otros)
FARIVIRUS: Infectados con Hipocresía Religiosa • Sermon • Submitted
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· 50 viewsCada creyente puede luchar la hipocresía personal al seguir estas reglas básicas de la santidad real.
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Introducción:
Introducción:
Reglas reglas reglas! Hay tantos, y se amontonan con esta cuarentena, confunden, y complican la vida. Tan solo leer el boletín oficial con todas las reglas y las excepciones es cansador.
Memes de reglas.
Aspectos de hipocresía.
Jesús llama los fariseos hipócritas por varias razones, dos de las cuales hemos visto ya: su ceguera espiritual, y su enfoque en la religiosidad externa.
Otro aspecto de la hipocresía de los fariseos que Jesús reclama, es mas en relación con como usamos la palabra hipocresía en nuestra cultura moderna. Un hipócrita es alguien quién impone una regla que a la vez no respeta, que finge cumplir un estándar sin realmente cumplirla.
FOTOS/VIDEO: Algunos no respetando los mismos protocolos de salud que mencionaban.
La hipocresía, según el diccionario, es fingir cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o se experimentan. ¿Cuáles son las razones que nos llevan a decir aquello que no pensamos? Pueden ser muy diversas. Desde la voluntad de no herir a otras personas hasta utilizarlo como recurso para ser acogidos en un determinado grupo o círculo social. Desarrollamos este tipo de hábitos porque está demostrado que nos pueden ser muy útiles para lograr múltiples objetivos en nuestra vida. En algunos casos, incluso, se desarrollan por una necesidad de convivir y subsistir en sociedad. La hipocresía es un talento adquirido. — panel de expertos
Esta es la forma acción más criticada de los de afuera de la iglesia acerca de cristianos, que predican pero no hacen.
Cuando les avisé en casa del temático del mensaje de hoy, era bastante interesante ver cómo varios señalaban alguna hipocresía de otro cómo una posible ilustración para el sermón. Somos bastante buenos en resaltar la hipocresía de otro, pero no tan buenos en identificarlo en nuestras propias vidas.
Este es quizás uno de los sermones más difíciles que he preparado porque al estar preparando, he también estado examinando y dándome cuenta entre conversaciones, pensamientos, actitudes propias, que lucho con imponer reglas y dar consejos para otros que aveces no cumplo por mi mismo. Como la gran mayoría, es algo casi inconsciente, pero está muy presente.
Lo noto en casa cuando reto a mi hijo mayor por ser tan impaciente con la inocencia de su hermanito menor, y ala misma vez, me salta la chaveta con las faltas del hijo mayor.
Lo noto cuando pienso que mi esposa debe entender mis indirectas y a la vez, le reclamo si no es directa en como me habla, o que debe entender y aceptar mis prioridades, mientras que a la vez, no estoy dispuesto a entender y aceptar las suyas.
Lo hacemos con el vecino cuando queremos que él respete nuestra propiedad, pero a la vez, que se la aguante si lo nuestro impacta lo suyo.
Lo hacemos cuando reclamamos la injusticia de las autoridades y gobernantes, cuando a la misma vez, no estamos dispuestos a aceptar nuestra propia responsabilidad por nuestra falta de integridad y consideración en el trato hacia otros.
En tantas áreas de la vida, queremos recibir el bien, pero nos resulta complicado levantar un dedo para hacer el bien.
Imponemos nuestras reglas para que otros salten a recibir nuestra aprobación, pero no le comunicamos la expectativa, y no cumplimos con nuestra propia regla en el resto de la vida.
Eso es hipocresía personal, y cada uno de nosotros luchamos con esa realidad a diferentes niveles.
¿Cómo podemos luchar contra nuestra propia hipocresía?
Cada creyente puede luchar la hipocresía personal al seguir estas reglas básicas de la santidad real.
Reconocer que mi hipocresía crea obstáculos en mis relaciones.
Reconocer que mi hipocresía crea obstáculos en mis relaciones.
Mi relación con Dios.
Dios odia la hipocresía. Aún en el nuevo testamento, Jesús interactuaba con pecadores siempre, pero era a los hipócritas a quienes condenaba. En los Evangelios, vemos a Jesús condenar la hipocresía de los fariseos mas de 50 veces.
Aunque Dios mandó a los judíos a dar ofrendas y sacrificios, le causaba nauseas cuando lo hacían superficialmente, desobedeciéndole a espaldas, Is. 1:11-17.
¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
Los fariseos en la cultura de Jesús llevaban esta religiosidad externa a niveles extremos que de hecho, les hacían invalidar la misma ley de Dios, Mar. 7:9-13. Lo vimos un poco más en detalle. Su legalismo era buscar el favor con Dios por medio de religiosidad externa, pero la misma externalismo se alejaban más de Dios.
Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.
Mi relación con otros.
Les impedía realmente ayudar y hacer el bien a otros, Mat. 7:5.
¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
De hecho, las reglas llegaban a ser cargas para otros, Mat. 23:1-4. Jesús igual manda que se cumpla la ley de Dios que se enseña, separando la verdad de Dios del mensajero hipócrita.
Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
Sus reglas, le impedían ser de ayuda a los necesitados a la misma vez que no respetaban su propia regla, Luc. 13:15-17.
Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber?Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él.
Su hipocresía, lo cual al final se revela, causa que otros blasfemen al mismo Dios quién los puede salvar, Rom. 2:17-24.
He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios,y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor,y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad.Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas?Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio?Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.
Ilustración: Compañero de trabajo quién usó una palabrota al retar a su hijo por usar esa misma palabrota. Al intentar identificarle el problema, usó la misma palabrota conmigo. Era bueno en dar reglas, pero no tan bueno en seguirlas ni recibirlas....
Aplicación: ¿Cuáles áreas de tu vida son infectadas por ese tipo de hipocresía?
¿Requieres que otros te hablen con respeto mientras que tu hablas a otros con desprecio?
¿Requieres que tu paga o sueldo sea justa mientras que encuentras forma tras forma de aprovecharte de tu patrón y lugar de trabajo?
¿Estás bien hablando mal de otros a sus espaldas, pero no soportas que hablen mal de ti?
¿Eres tacaño con tu perdón, pero quieres otros sean generosos en perdonarte?
¿Requieres que otros se acerquen a ti de la forma que tu quieres cuando no te importa acercarte de la forma que ellos esperan?
Este tipo de hipocresía personal crea un obstáculo en tu comunión con Dios y tu cercanía a otros.
Deja un mal gusto en la boca de cada persona quién lo ve, no sólo por ti, pero también por tu Dios.
No podemos orar que Dios nos dé oportunidades de hablar de Él a otros, y menospreciar la oportunidades para mostrar Su amor hacia ellos con nuestro trato.
Confiar que mi sincera dependencia en Cristo me puede cambiar.
Confiar que mi sincera dependencia en Cristo me puede cambiar.
Cristo cambia las reglas, de hecho, cambia todo el juego.
Profundo en el corazón de cada uno esta el deseo de ser aceptado, sea por Dios, sea por otros. Naturalmente, por causa del pecado, accedemos al error de querer merecer esa aceptación, y creemos que la única forma de hacerlo es si cumplimos suficientes reglas, si satisfacemos el estándar. De hecho, las diferentes religiones del mundo tienen sus formas (reglas) para alcanzar a Dios. Pero la Biblia no enseña que el respetar las reglas te acercará a Dios. Enseña que cómo no podemos respetar las reglas perfectamente, Dios se acercó a nosotros.
Como seres caídos, nunca alcanzaríamos llegar a ser “aceptables” por nuestra propia cuenta, pero lo seguimos intentando. Y por ende, nuestra forma de trato, el cumplir las reglas, llega a ser la forma de nuestro trato con todos.
Es una lógica derrotada antes de aún tomar vuelo, porque nadie puede cumplir todas las reglas, ni el individuo que las estableció, porque somos todos “caídos,” seres pecaminosos. Por ende, tu reglas de aceptación para otros, no funcionan siempre, ni para ti mismo. Esta forma de vida es increíblemente cansador, pero no tiene que serlo.
En Cristo, ya está hecho, todas la reglas de Dios están cumplidas Mat. 5:17; Col. 2:14-15.
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
En Él podemos ser aceptos, Ef. 1:5-6.
en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
Fíjese lo que Jesús dijo en Mat. 11:28-30.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Cristo cambia mi motivación.
El hecho de ser aceptado por Dios cambia el motivo de mi obediencia.
Ya no cumplo para ser ser aceptado por Dios, pero obedezco porque soy aceptado. Sigo al que me amó y se entregó a sí mismo por mi, Gal. 2:20.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Una vida de integridad trae consigo vida y beneficio propio, además de gloria de Dios, Prov. 10:9.
El que camina en integridad anda confiado; Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado.
Es una vida de servicio por gratitud, Rom. 12:1.
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
Ilustración: El regreso del hijo prodigo comparado con el hijo mayor en Luc. 15:28-32.
Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Aplicación:
Esta increíble verdad debe cambiar mi trato hacia otros. La aceptación es dado, tal como Dios me lo dio. La gracia de Dios obrando en mi no es algo para ser merecido, sino compartido.
Esto no sólo cambia la reglas para mi aceptación de otras personas, las tira por la ventana. Tal como Dios me aceptó en Cristo, y sigue obrando en un proceso para cambiarme, debo entender que Dios obra en otros, y están en un proceso de cambio también.
Debo decidir si seré partícipe de ese cambio en ellos, mostrando la gracia de Dios que me ha sido mostrado, o seré un estorbo a la gracia de Dios en sus vidas al compartirle de la gracia de Dios en la mía.
Practicar una genuina comunión con mi Señor y los demás.
Practicar una genuina comunión con mi Señor y los demás.
Andando en obediencia.
Andando en amor.
Ilustración:
Aplicación:
Conclusión:
Conclusión:
Reconocer que mi hipocresía crea obstáculos en mis relaciones.
Confiar que mi sincera dependencia en Cristo me puede cambiar.
Practicar una genuina comunión con mi Señor y los demás.