Soberanía de Dios 2

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Definamos la soberanía de Dios

Es el gobierno absoluto de Dios por sobre todas las cosas, no hay nada que no puede hacer y el hace las cosas como el quiere.
El no tienen que darle cuentas a Nadie. No le pide permiso a nadie por como va hacer las cosas.
Job 42.2 LBLA
2 Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado.
El es auto suficiente, no necesita de nosotros para ser Dios, su atosuficencia no es como la humana llena de orgullo y egoismo.
El No necesita la ayuda de nada y de nadie.
No necesita que nadie lo aconseje.
El es Altisimo, (este adjetivo significa por encima de todos)
El no necesito de algo para crear las cosas que vemos, Él las creo de la nada.
Daniel 4.35 NTV
35 Todos los hombres de la tierra no son nada comparados con él. Él hace lo que quiere entre los ángeles del cielo y entre la gente de la tierra. Nadie puede detenerlo ni decirle: “¿Por qué haces estas cosas?”.
le podríamos preguntar por que hace las cosas, podríamos exijirle que nos diga que va hacer, el tendría que pedirnos permiso de lo que el hace.
Su voluntad esta por encima de todos nosotros, no podremos hacer ordenarle a Dios o retorcerle el brazo para que el haga lo que nosotros deseamos.
Isaías 46.9–10 LBLA
9 Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, 10 que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: “Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré.”
El mayor conflicto que tenemos con respecto a la aspectos de Dios, no es necesariamente con su Amor, por que deseamos ese amor incondicional es mas lo agradecemos, pero el problema inicia cuando hablamos de su soberanía, nada incomoda mas el orgullo que reconoces sus limitaciones.
Nada estorba tanto al egoismo como saber que no eres el centro del universo.
asi que el conflicto con la soberanía de Dios, es reconocer su poder y autoridad, por eso encontramos dentro de la misma iglesia, cosas como, ayunemos para que Dios haga esto y aquello, nada es mas frustante que creer va hacer lo que yo quiero por que dentro de mi pensamieto es bueno, es necesario y lo necesito.
A Dios no le podemos retorcer el brazo para hacer lo que nosotros queremos, tampoco lo podemos amenazar diciendole que si no hace lo que nosotros queremos, nos vamos de la iglesia y volvemos all mundo.
Salmo 115.3 LBLA
3 Nuestro Dios está en los cielos; El hace lo que le place.
Jeremías 32.27 LBLA
27 He aquí, yo soy el Señor, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para mí?

Vamos entendiendo la soberanía de Dios.

Cuando entramos en el campo de la soberanía de Dios en relación a la voluntad del hombre, habrá ciertamente cosas fuera de nuestro alcance intelectual.
Sin embargo, la Biblia nos dice algunas cosas con suficiente claridad que las debemos afirmar sin ningún temor.
Y estas afirmaciones son importantes para vivir la vida Cristiana con seguridad, y para formar iglesias fieles al Señor, protegidas de la tentación de ceder a presiones del mundo.
La Biblia enseña la absoluta soberanía de Dios. En ninguna parte de la Biblia Dios dice que cede su soberanía. Al contrario, Dios mismo afirma:
Isaías 43.13 NTV
13 Desde la eternidad y hasta la eternidad, yo soy Dios. No hay quien pueda arrebatar a nadie de mi mano; nadie puede deshacer lo que he hecho».
Isaías 46.9–10 LBLA
9 Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, 10 que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: “Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré.”

Isaías 40.12–14 LBLA
12 ¿Quién midió las aguas en el hueco de su mano, con su palmo tomó la medida de los cielos, con un tercio de medida calculó el polvo de la tierra, pesó los montes con la báscula, y las colinas con la balanza? 13 ¿Quién guió al Espíritu del Señor, o como consejero suyo le enseñó? 14 ¿A quién pidió consejo y quién le dio entendimiento? ¿Quién le instruyó en la senda de la justicia, le enseñó conocimiento, y le mostró el camino de la inteligencia?
Hebreos 1.1–3 LBLA
1 Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. 3 El es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

Soy libre para escoger entre lo bueno y lo malo.

Algunos dirían que Dios voluntariamente cede su voluntad ante la del hombre, para que el hombre tenga la libertad de escoger lo bueno o lo malo.
Pero ¿dónde se enseña esto en la Biblia? Al contrario, la Biblia enseña que el hombre natural está muerto en delitos y pecados, incapaz de ayudarse en nada. Recordemos las palabras de Pablo:
Efesios 2.1–3 LBLA
1 Y El os dio vida a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
El testimonio bíblico es contundente: nuestra “voluntad” natural sólo tiene la fuerza para seguir la carne, ganando para todos la condena de ser “hijos de ira”.
Esta condición se llama “muerte” en palabras de Pablo, porque ni conduce a la vida, ni produce vida. Sólo produce muerte. Sí, el hombre “escoge” y “ejerce su voluntad”.
Pero el hombre natural sólo escoge el pecado para muerte. Difícilmente podemos decir que esto es “libre albedrío”.
Pablo aprendió su doctrina del mismo Señor Jesucristo. Jesús en muchas ocasiones afirmaba la incapacidad total de sus oyentes, y enseñó que la intervención soberana de Dios con su gracia era necesaria para la salvación. Léase los siguientes pasajes:
Juan 6.37 LBLA
37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera.
Juan 6.44 LBLA
44 Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final.
Juan 6.65 LBLA
65 Y decía: Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre.
Juan 10.26–29 LBLA
26 Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; 28 y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.
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