Los hijos de Dios aman a sus hermanos

Características distintivas de los hijos de Dios  •  Sermon  •  Submitted
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Una de las características distintivas más relevantes de un hijo de Dios es su amor por sus hermanos.

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Introducción

Todos somos seres humanos, y sin embargo todos somos diferentes unos de otros. Nuestras huellas dactilares son diferentes, el iris de nuestros ojos es diferente. Todos sabemos que hay muchas diferencias además de esas.
Nos diferenciamos, por ejemplo, culturalmente. Tenemos diferente formación, diferentes costumbres, hemos sido criados con diferentes valores.
Hemos estado analizando en qué se diferencia un verdadero hijo de Dios de alguien que no lo es, basándonos en 1 Juan. Hasta ahora encontramos que:
Los hijos de Dios tienen el Espíritu Santo.
Los hijos de Dios no pecan (no practican el pecado).
¿Estás evaluando tu vida espiritual? Espero que sí. Es importante que vivamos la realidad. No te conformes con parecer un cristiano. Asegúrate de tener vida eterna. No finjas tenerla, engañándote a ti mismo.
¿Cuál será la tercera característica de los hijos de Dios que se menciona en la primera carta de Juan?
Los hijos de Dios aman a sus hermanos.

1. No se puede permanecer en Dios sin experimentar amor.

Ya observamos que Juan es bastante directo para señalar las diferencias espirituales. No utiliza sutilezas para señalar la situación espiritual de las personas: son hijos de Dios o hijos del diablo, y lo expresa directamente.
1 Juan 3.10 RVR60
En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
1 Juan 3.10 NVI
Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano.
Todos los que llegamos a Jesús lo hacemos habiendo recibido la revelación del amor de Dios. Dios abrió nuestro entendimiento y nuestro corazón para que comprendamos y recibamos su amor. ¡Dios te ama! Es la más maravillosa realidad que haya alcanzado nuestra vida. Cuando establecemos una relación con Dios, al creer en Jesús, quedamos envueltos en su amor. ¡Eso es maravilloso! El propio amor de Dios hace huir nuestros temores.
Pero hay que considerar algo más: cuando una persona verdaderamente recibe el amor de Dios, queda inmediatamente conectado al resto de la familia. No puedes amar a Dios sin amar a tus hermanos. ¡Y eso se nota!
1 Juan 4.16–21 RVR60
Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.
1 Juan 4.16–21 NVI
Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros amamos porque él nos amó primero. Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano.

2. Hay una relación entre el amor a los hermanos y la luz.

Las enseñanzas de Juan son muy directas en el sentido de que no hay lugar a dudas: es una cosa o la otra. No hay medias verdades. Son hijos de Dios o hijos del diablo, conocen a Dios o no lo conocen, están en la luz o están en tinieblas.
Juan no distingue situaciones intermedias. El cristiano ama a sus hermanos o los aborrece. ¿Entre cuáles de estos te ubicarías tú? El que los ama está en la luz, tiene la revelación de Dios y sus caminos son seguros. El que no ama a su hermano (el que lo aborrece, lo rechaza, lo ignora, lo desprecia o no le presta atención) anda a oscuras, camina a tientas, y no tiene ni idea de adónde le llevarán sus pasos.
Decide amar a tus hermanos, por tu propio bien. No finjas hacerlo, no es cuestión de apariencias, sino de amor real.
1 Juan 2.7–11 RVR60
Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio.Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra.El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.
1 Juan 2.7–11 NVI
Queridos hermanos, lo que les escribo no es un mandamiento nuevo, sino uno antiguo que han tenido desde el principio. Este mandamiento antiguo es el mensaje que ya oyeron. Por otra parte, lo que les escribo es un mandamiento nuevo, cuya verdad se manifiesta tanto en la vida de Cristo como en la de ustedes, porque la oscuridad se va desvaneciendo y ya brilla la luz verdadera. El que afirma que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. El que ama a su hermano permanece en la luz, y no hay nada en su vida que lo haga tropezar. Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad y en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja ver.

3. No hay verdadera vida espiritual sin amor.

¿Tienes una relación con Dios? ¿Oras a Él y le llamas “Padre”? El que es nacido de Dios y conoce a Dios ama.
Nuestro amor por nuestros hermanos es una consecuencia directa del amor que hemos recibido de Dios.
1 Juan 4.7–11 RVR60
Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.
1 Juan 4.7–11 NVI
Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados. Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.

4. El amor es mucho más que un sentimiento.

¿Has observado que Juan nos exhorta a amar como obediencia al mandamiento del Señor? Si lo vas a hacer por obediencia, entenderás que no es una cuestión de si lo sientes o no. No obedeces los mandamientos de Dios porque lo sientes, sino porque confías en Él y, aunque no entiendas todos los detalles, sabes que lo que te enseña es para tu propio bien.
1 Juan 3.23–24 RVR60
Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
1 Juan 3.23–24 NVI
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos los unos a los otros, pues así lo ha dispuesto. El que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. ¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio.

5. El amor no es solamente frases y poesías.

Esta enseñanza no es una mera sugerencia. Dios nos está enseñando su corazón, indicándonos lo que ocurre en la vida de la persona que recibe su amor, ese que se revela en Juan 3:16. ¿Recibiste el amor de Dios? Si lo recibiste, vas a establecer un compromiso especial con los demás discípulos de Jesús, los vas a amar. No quiere decir que no tengas que amar a otras personas, pero vas a establecer un lazo especial con los otros hijos de Dios. Además, el amor entre los hijos de Dios es un testimonio al mundo (Juan 13:34, 35).
El amor no consiste en palabras solamente.
Debemos poner nuestra vida por nuestros hermanos.
Debemos estar atentos a las necesidades de nuestros hermanos.
Amemos de hecho y en verdad.
1 Juan 3.11–18 RVR60
Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
1 Juan 3.11–18 NVI
Éste es el mensaje que han oído desde el principio: que nos amemos los unos a los otros. No seamos como Caín que, por ser del maligno, asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo hizo? Porque sus propias obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos, no se extrañen si el mundo los odia. Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna. En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.

Conclusión:

Tenemos la costumbre de conformarnos con algunas versiones suavizadas del amor entre los hermanos. Cuidado con estos atajos:
“No me llevo mal con nadie en la iglesia; no tengo nada contra nadie”.
“Nunca le hice daño a nadie, siempre saludo a todos”.
No te conformes con tratar a tus hermanos de la iglesia con la misma gentileza con la que tratas a los que van al mismo cine que tú y ven una película en la misma sala.
Te tienen que importar tus hermanos. ¿Te importan?
Nunca vas a ayudar a tu hermano en necesidad si no conoces su necesidad. Tenemos que estar tan cerca unos de otros como para conocer nuestras necesidades.
No se trata solamente de que el pastor y algunos líderes estén en contacto con todos. Tú tienes que relacionarte, conectarte, animar, acercarte.
No existe la iglesia perfecta, porque la iglesia está compuesta de seres humanos que se equivocan. Pero el amor tiene que estar.
Te animo a amar. Te exhorto a que cumplas el antiguo mandamiento.
Te propongo que seamos celosos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (como enseñó Pablo) cultivando el amor unos con otros.
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