Las maravillas y señales en el compartir de los cristianos

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Buenos días, es una gran bendición que nos podamos reunir por este medio para continuar compartiendo las enseñanzas de los apóstoles par los cristianos de hoy, le pido al Señor que sea el trayendo revelación a sus vidas.
Abran sus Biblias en:
Hechos 2:43-45
43 Al ver las muchas maravillas y señales que los apóstoles hacían, todos se llenaban de temor, 44 y todos los que habían creído se mantenían unidos y lo compartían todo; 45 vendían sus propiedades y posesiones, y todo lo compartían entre todos, según las necesidades de cada uno.
Las primeras comunidades de cristianos estaban conformadas por judíos conocedores de las enseñanzas de Dios, y dentro de sus características estaba la adoración a Jehová el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Como comunidad eran unidos y tenían una forma específica de vivir que los diferenciaba de los otros pueblos. Dentro de esas el Señor les dio a través de Moisés pautas que hacían énfasis en la justicia entre las relaciones que ellos debían mantener entre sí, les dijo:
Deuteronomio 1:16-17 Ese día les ordené a sus jueces: “Presten atención a sus hermanos. Sean justos con cada uno de ellos, y con los extranjeros. 17 Al dictar sentencia, no hagan distinción de personas, sino que deben atender lo mismo al débil que al poderoso. No tengan miedo de nadie, porque el juicio es de Dios. Si se les presenta un caso difícil, pásenmelo a mí, y yo lo atenderé.”
La justicia era lo que debía caracterizar al pueblo de Dios. La palabra צֶדֶק tzedek: Significa corrección o rectitud.
El plan de Dios para la ciudad de Jerusalem, es que llegue a ser la ciudad de justicia.
Haré que tus jueces sean como eran al principio, y que tus consejeros sean como eran antes. Después de eso te llamarán “Ciudad de justicia”, “Ciudad fiel”. Isaías 1:26
Pero esta justicia no solo es pensada en el sentido de juicio, sino de justicia social en donde todos se preocupan unos por otros como lo enseñado en Levítico 25.
Hubo situaciones que impactaron a quienes conocieron a los primeros creyentes, dentro de esas tan las maravillas y señales
I. Los apóstoles hacían maravillas y señales
Hechos 2:43: Al ver las muchas maravillas y señales que los apóstoles hacían, todos se llenaban de temor.
Las maravillas son sucesos o cosas extraordinarias que causan sorpresa a la vista por algo extraordinario o inesperado.
A lo largo de la Biblia se mencionan maravillas y señales, relacionándolas también como milagros, basta recordar la forma como Dios saco de Egipto al pueblo de Israel, enviando las diez plagas. La fuerza sobrenatural de Sansón o los múltiples milagros realizados por los profetas como los Elías o Eliseo.
En el Nuevo Testamento las señales que acompañaron a los hombres de Dios en el Antiguo Testamento acompañaron también a los apóstoles y esto hacía que las personas se llenaran de temor.
Vamos a analizar uno de milagros de los apóstoles y los efectos que este tuvo en quien lo vivió:
- Milagros de Pedro
Hechos 3:1-10 3 Un día, Pedro y Juan subían juntos al templo. Eran las tres de la tarde, es decir, el momento de la oración, 2 y vieron allí a un hombre cojo de nacimiento. Todos los días era puesto a la entrada del templo, en la puerta llamada «la Hermosa», para pedirles limosna a los que entraban en el templo. 3 Cuando el cojo vio que Pedro y Juan estaban por entrar, les rogó que le dieran limosna. 4 Entonces Pedro, que estaba con Juan, fijó la mirada en el cojo y le dijo: «¡Míranos!» 5 El cojo se les quedó mirando, porque esperaba que ellos le dieran algo, 6 pero Pedro le dijo: «No tengo oro ni plata, pero de lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!» 7 Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó, ¡y al momento se le afirmaron los pies y los tobillos! 8 El cojo se puso en pie de un salto, y se echó a andar; luego entró con ellos en el templo, mientras saltaba y alababa a Dios. 9 Todo el pueblo lo vio andar y alabar a Dios, 10 y lo reconocían como el cojo que se sentaba a pedir limosna a la entrada del templo, en la puerta «la Hermosa», y se quedaban admirados y asombrados por lo que le había sucedido al cojo.
a. Condición inicial:
El cojo era una persona con una limitación física de nacimiento, por lo que cuenta el relato era alguien que vivía de las limosnas, o sea, vivía de lo que la gente le sobraba y le daba. Como era su costumbre pedía limosna y al hacerlo veía pasar muchas personas, igual que ocurre hoy en día con los limosneros unas le darían y otras no.
b. Qué hizo Pedro
Al ver a Pedro y a Juan, les rogo que le dieran limosna, y ellos no le dan nada de dinero, lo que Pedro le dijo fue: «No tengo oro ni plata, pero de lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!» 7 Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó, ¡y al momento se le afirmaron los pies y los tobillos!
Yo quiero que ustedes imaginen por un momento esa escena del cojo que era limosnero a la entrada del templo y los apóstoles porque lo que uno puede inferir es que Pedro tenía una seguridad total sobre el poder que había recibido del Espíritu santo, él se encontraba revestido de autoridad y sentía seguridad, esto era los que transmitía a otros, y eso fue exactamente lo que percibió el cojo.
Eso sucede en general con las personas, no es lo mismo cuando usted siente que su jefe o su líder es inseguro, a cuando siente que él tiene seguridad y usted lo reconoce así, no por su cargo, sino porque usted siente en él esa autoridad espiritual y moral.
La verdad es que los apóstoles se revistieron de autoridad cuando vino sobre ellos el Espíritu santo, y los creyentes son revestidos de ese mismo poder cuando hacen su oración de fe, porque desde ese mismo momento el Espíritu Santo, viene a habitar en él, convirtiendo todo su cuerpo en el templo de él. Así, que es importante que usted tenga la seguridad que tenía Pedro para ministrar y al igual que él, use la autoridad que le ha sido delegada.
La actuación de Pedro muestra que las necesidades de las personas no tienen una única forma de ser satisfechas, y no necesariamente lo que espera que sea satisfecho, es lo que la persona necesita en realidad.
El limosnero, esperaba la moneda que le daban y con ello podría probablemente comer, pagar una posada, comprarse algo con que cubrirse, pero fíjense que seguiría en esa misma situación de pobreza y viviendo de la misericordia de los demás.
En este caso Pedro le dio algo que él no esperaba, y que cambiaría radicalmente su vida, paso de ser cojo a estar bien. Así, sucede a menudo con las peticiones que se realizan a Dios, la gente pide, pero Dios contesta de acuerdo con lo que en verdad les conviene; una petición puede contestarse prontamente y otras demoran, pero lo único cierto es que siempre la respuesta se da en el tiempo del Señor y se da en la forma que él cree que mejor le conviene. Aquí, entra a jugar un papel muy importante la forma como usted percibe las cosas, es el típico ejemplo del vaso que contiene agua y está a la mitad, unos lo verán medio vacío y otros lo verán medio lleno, la decisión es suya.
El cojo fue el beneficiario de la fe y seguridad que tenía Pedro sobre la autoridad que le había sido delegada, de acuerdo con la gran Comisión que les dio Yehoshua a los apóstoles y que a través de ellos se extendió a toda su iglesia:
Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura. 16 El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea, será condenado. 17 Y estas señales acompañarán a los que crean: En mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, 18 tomarán en sus manos serpientes, y si beben algo venenoso, no les hará daño. Además, pondrán sus manos sobre los enfermos, y éstos sanarán.» Marcos 16:15-18.
Los creyentes están llamados a compartir el evangelio para que otros crean y se salven, están llamados a bautizar a los nuevos creyentes.
Las señales seguirán los siervos del Señor, y están al alcance de todos los creyentes porque todos están llamados a servir, así que, si usted ha recibido el don de lenguas, aproveche y ore en lenguas; crean que el veneno no les hará daño y no se los hará. Preste mucha atención, imponga sus manos sobre los enfermos y ellos van a sanar. Usted al igual que Pedro, obre en fe, confiando en la autoridad que le ha sido delegada, si la persona no se sana, no es cosa suya. Yo recuerdo el caso de un niño que conocimos en la iglesia donde nacimos como nuevos creyentes, él tenía problemas mentales y físicos, cuando él iba, sé que más de uno oraba anhelando con todo su corazón por su sanidad, no lo vimos sanar físicamente, pero su rostro si cambio, y el Señor le brindó la oportunidad a su mamá de conocer un hombre al que ella ama y su hijo cuenta hoy con un papá que lo ama.
También recuerdo yendo con mi hermano Harold a imponer manos a los enfermos en el hospital de la policía, habíamos recibido al Señor y teníamos ese fuego por compartir, nos dijeron que pusiéramos manos y los enfermos se sanarían, y teníamos el fuego pero no la fe suficiente, un día entramos a donde un señor de edad avanzada que tenía una malla en el estómago, y nosotros le pusimos las manos, pero cuando salimos de la habitación, nos miramos y dijimos lo que estábamos pensando “ese viejito se está escapando del cementerio”. La fe es algo que va creciendo con el tiempo y a la cual uno debe aferrarse, no tenga miedo de imponer sus manos, eso es una cosa entre el Dios y el enfermo, usted solo es el medio que Dios eligió para hacer el trabajo.
c. Qué reacción causaron los apóstoles en el cojo
8 El cojo se puso en pie de un salto, y se echó a andar; luego entró con ellos en el templo, mientras saltaba y alababa a Dios. 9 Todo el pueblo lo vio andar y alabar a Dios, 10 y lo reconocían como el cojo que se sentaba a pedir limosna a la entrada del templo, en la puerta «la Hermosa», y se quedaban admirados y asombrados por lo que le había sucedido al cojo.
El cojo fue beneficiado por la fe que tenía Pedro, él se levantó de una vez, no lo dudo, sintió seguridad, y entro al templo, saltando y alabando a Dios, y esto es supremamente importante porque el cojo tenía claro quien lo había sanado, no se trataba de Pedro, se trataba de Dios, y así, se lo manifestaba a la gente. Como dije anteriormente los siervos de Dios, son todos los creyentes y cualquiera puede ser el medio que el Señor utilicé para hacer una sanidad, esto no exclusivo de unos pocos, pero si es exclusivo de los creyentes. Si usted tiene claro y se lo trasmite así a las personas por las que usted ora, ellos pondrán su fe en quien deben ponerla, en el Señor y no en usted.
Las señales y los milagros que uno tiene la oportunidad de recibir y presenciar son una bendición, pero no son eso estos los que lo mantendrán en la fe del Señor, recuerden al pueblo de Israel saliendo de Egipto, todo lo que ellos vivieron fue formidable, pero su fe no les alcanzo y fueron desobedientes tanto así que debieron vagar por el desierto cuarenta años antes de llegar a Canaán, su tierra prometida. Acercarse a la Palabra de Dios y mantener intimidad con él, es lo que hará que usted mantenga la fe.
Los apóstoles fueron respetados por las señales y milagros que hacían, y se reunían todos los días en el pórtico de Salomón, que era una columna al lado este del Templo. Allí la gente del pueblo los veía, los elogiaba mucho pero no se atrevían a juntarse con ellos. Pedro, llegó a tener tal presencia del Espíritu santo que en la medida que aumentaban el número de creyentes, estos sacaban los enfermos de las casas para que al pasar Pedro por lo menos su sombra cayera sobre ellos. A Jerusalem llevaban enfermos de las ciudades vecinas que estaban enfermos o atormentados por espíritus inmundos y eran sanados. (Hechos 5:12-16)
II. Los apóstoles se mantenían unidos y compartían todo
Hechos 2:44-45 y todos los que habían creído se mantenían unidos y lo compartían todo; 45 vendían sus propiedades y posesiones, y todo lo compartían entre todos, según las necesidades de cada uno.
Una de las oraciones que hizo Jesucristo antes de ascender a los cielos fue sobre la unidad de sus apóstoles y de los que vendrían después de ellos, compartir lo de uno con los otros era una característica de la justicia social del pueblo de Dios.
a. La unidad de los apóstoles y los creyentes
Antes de salir a orar al huerto de Getsemaní el día en la última cena que Jesús compartió con sus apóstoles, él oro al Padre por ellos y por los que habrían de venir:
Juan 17: 20-23 »Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo crea que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
En estas palabras de Jesús se explica cómo los creyentes deben irse uniéndo unos con otros, para conforma un solo cuerpo y ser uno con él, y con el Padre. Esto es muy importante porque ayuda a entender la unidad.
La primera vez que se menciona la unidad entre dos seres distintos, se da cuando Dios dice que el hombre abandonara a su padre y a su madre y serán un solo ser (Genesis 2:24). Esto sucede cuando el hombre y la mujer invitan a Dios para conformar su hogar, poniéndolo a él en primer lugar para iniciar su vida como pareja y se casan, en ese momento dejan de ser dos seres individuales y pasan a ser un solo ser.
Aquí Yeshosua está hablando de su unidad con el Padre, y de cómo esa unidad es posible entre sus discípulos con él y con el Padre, para ello voy a apoyarme en otro texto relacionado con la respuesta que Jesús dio a Felipe cuando este le dijo que les mostrará al Padre;
Juan 14:9-10 Jesús le dijo: «Hace ya tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y tú, Felipe, no me has conocido? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo entonces dices: “Muéstranos al Padre”? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mí, es quien hace las obras.
El Padre está en Jesús y por ende están unidos, y así como el Padre está en Jesús, el Espíritu santo está en los creyentes, y esta es la forma como todos los creyentes se unen para conforma un solo cuerpo, como la iglesia de Cristo;
Efesios 4:4-6 Así como ustedes fueron llamados a una sola esperanza, hay también un cuerpo y un Espíritu, 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 y un Dios y Padre de todos, el cual está por encima de todos, actúa por medio de todos, y está en todos.
A través del Espíritu santo se une la iglesia;
Juan 16:13- 15 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir.14 Él me glorificará, porque tomará de lo mío y se lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y se lo dará a conocer a ustedes.
La unidad del cuerpo de Cristo es importante, para ello hay que tener presente que todos son parte de un solo cuerpo y todas las partes de ese cuerpo son importantes, si usted se mira en un espejo no creo que le sobre una mano o un pie, y la función que cumple su mano y su pie dentro de su cuerpo son diferentes e importantes para usted. Así, sucede con el cuerpo de la iglesia, hay distintos ministerios y ninguno es más o menos que otro, todos son importantes para que la iglesia pueda cumplir con su misión.
Por medio de Jesús su iglesia ha recibido su gloria, y debe mostrarse unida para que el mundo crea que el Padre envió a Jesús. Esto implica una responsabilidad muy grande para los creyentes pues no es solo por sus palabras sino por su diario vivir lo que hará que la gente crea en el Señor.
b. El compartir de los apóstoles
La justicia era una de las características que debía identificar al pueblo de Dios, esto entendido en rectitud, Dios a su pueblo le enseño que los más fuertes debían preocuparse por los más débiles como en el caso de las viudas y los huérfanos, dentro de sus leyes estaba
Éxodo 22:21 »No engañarás ni maltratarás al extranjero, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto.
22 »No afligirás a las viudas ni a los huérfanos. 23 Si llegas a afligirlos, y ellos me piden ayuda, yo atenderé su clamor. 24 Entonces se encenderá mi furor, y yo los mataré a espada, y las viudas y los huérfanos serán las mujeres y los hijos de ustedes.
25 »Si prestas dinero a alguno de los pobres de mi pueblo, que viva contigo, no te portarás con él como un prestamista ni le cobrarás intereses.
26 »Si recibes como prenda el vestido de tu prójimo, deberás devolvérselo al ponerse el sol. 27 Porque, ¿cómo podrá dormir, si eso es lo único que tiene para cubrirse? Y si él me pide ayuda, yo lo atenderé, porque soy misericordioso.
Este sentimiento dentro de los judíos por supuesto se mantuvo en los nuevos creyentes pues ellos eran judíos, y es así como lo repite;
Santiago 1:27 Delante de Dios, la religión pura y sin mancha consiste en ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y en mantenerse limpio de la maldad de este mundo.
Es entonces con ese sentimiento de justicia social y con la perspectiva de la segunda venida de Cristo que estos primeros creyentes actuaban, ellos compartían todo, satisfaciendo las necesidades de quienes se iban uniendo como creyentes en un solo cuerpo, para que compartiendo se suplieran las necesidades de todos.
Conclusión
Las maravillas y señales son una bendición de Dios presente en la vida de los creyentes, pero no son estos los que lo que prioritariamente los ayudan a mantener en la fe, por ello es importante alimentar su relación con Dios a través del estudio de su Palabra y la oración.
Es necesario mantenerse unidos como cuerpo de Cristo para honrar su venida y demostrar al mundo que Cristo vino al mundo. Amén.
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