LA SANTA CENA Y GN. 15

Introducción

Vamos a comenzar este campamento atípico de La Granja, porque es en formato virtual, pero al hacerlo, nos gusta comenzar y acabar participando de la Santa Cena. Primero, como una petición por su gracia, que nos acompañe durante todas estas sesiones, reconociendo nuestra incapacidad. Acabando en gratitud por lo recibido, disfrutando de la comunión del cuerpo de Cristo en un mismo Espíritu.

Dios tiene el control de los tiempos y toda la creatividad necesaria para edificar a su iglesia. Si la pandemia hubiese llegado hace 10 años es muy probable que no hubiésemos tenido este recurso, que Dios ha apartado para su uso. Por lo tanto, y aunque añoramos el insustituible amor fraternal a través del contacto y presencia física, dispongamos nuestros corazones para que la semilla caiga en buena tierra y demos fruto al 100%. Porque la mano del Señor no se ve impedida por una mera cuestión técnica.

Promesa

La iniciativa es de Dios, Él sale al encuentro con palabras de bendición y promesa. Del mismo modo, la Santa Cena es un acercamiento de Dios. Es Jesús mismo que nos invita a tomar de su mesa, por eso también la llamamos la mesa del Señor, donde nuestro amada Jesús nos invita a recordarlo. Este recuerdo, no es tanto para que no olvidemos que hace 2000 años murió en la cruz del Calvario. Sino para recordar los motivos y bendiciones que se desprenden de esa muerte y resurrección. Es una invitación a apropiarte de este evento por medio de identificarte con su muerte reconociendo tu culpa e insuficiencia para salvarte y al mismo tiempo una identificación completa de ti mismo como discípulo suyo, entregándote totalmente a su servicio, planes y deseos. Por eso, esta invitación, en estas condiciones , es una invitación abierta a todo el mundo. Ya sea que consideres por primera vez a Cristo de esta manera o lo vengas haciendo todas las semanas, ven arrepiéntete de tus pecados, confía en Él y síguelo.

Recompensa

Es importante conocer lo que Dios nos va a dar. Hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual en las alturas. Pero si no sabemos en que consisten ¿cómo vamos a esperarlas? Y ¿Cómo nos vamos a apropiar de ellas? No es suficiente saber que vamos a ir a cielo. ¿Que nos espera? Pertenecer a la familia de Dios, ser hijos amados, libre del dolor, del pecado, de la ira de Dios, gozar por siempre con nuestro Señor, tener sentido y ser útiles. Son todo cosas gloriosas que Dios nos da, en las que nos debemos deleitar y ser agradecidos. Como Abram deseaba descendencia, así el Señor también nos da lo que realmente necesitamos y deseamos.

Justificación por la fe

Depositar la confianza en lo que Dios es y ha hecho es nuestra parte en el asunto. Para Abram todo lo prometido está fuera del alcance su mano, no puede tener hijos, no tiene tierras, y no es muy fuerte para hacerse un nombre. Todo eso lo proveerá Dios, pero ¿es Dios capaz? Abram queda convencido al ver la creación de Dios y deposita su confianza en Dios.

¿Será Dios capaz de darnos vida nueva y resucitarnos en el día final? Miramos a la cruz de Cristo donde Él pagó nuestros pecados y de donde Dios le resucitó de entre los muertos para quedar convencidos y depositar nuestra confianza en Él. Esa es nuestra parte.

Pacto

Se constituye de elementos comunes: animales y rito conforme a la época.

Pan y vino y el rito de una comida fraternal conforme a la época. Elementos comunes que son santificados para el servicio a Dios, por su presencia y amor.