Hacia la meta: El Comienzo
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· 46 viewsPablo, continuando con su alabanza, expresa “en conformidad con” la bendición espiritual que tenemos los creyentes por medio del Padre: la elección y la predestinación, con el propósito eterno de “la alabanza de la gloria de su gracia”
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Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de El. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado. En El tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia que ha hecho abundar para con nosotros. En toda sabiduría y discernimiento nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según el beneplácito que se propuso en El, con miras a una buena administración en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En El también hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad, a fin de que nosotros, que fuimos los primeros en esperar en Cristo, seamos para alabanza de su gloria. En El también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios, para alabanza de su gloria.
La semana pasada hablamos acerca de la enorme bendición que tenemos en Cristo, y cómo Pablo comienza su carta en una extensa y muy profunda alabanza, al contemplar dicha bendición. Por ello, en doce versículos Pablo hablará de ella y como ésta se aplicada a nosotros,. Pero para nuestro estudio la dividiremos en tres partes principales. Cada una de esas secciones está caracterizada por la frase “para alabanza de su gloria” (Ef. 1.6, 12, 14). Además, de manera interesante, cada sección esta dedicada a una Persona de la Trinidad: Bendición del Padre (Ef. 1.4-6); la Bendición del Hijo (Ef. 1.7-12); y la Bendición del Espíritu Santo (Ef. 1.13-14). Por tal razón, a este párrafo le he puesto como título “HACIA LA META”, porque Pablo quiso enfatizar 1) la bendición que tenemos; y 2) las implicaciones de esa bendición.
Aunque el párrafo entero está dividido en esas tres secciones, el día de hoy nos enfocaremos únicamente en la primera sección (Ef. 1.4-6). Puse como título al sermón Hacia la Meta: El Comienzo porque Pablo parece hablar de dónde comenzó nuestra bendición. Dicho esto, mi intención esta mañana es que veamos tres aspectos de este Comienzo. En primer lugar, Un Llamado Especial; en segundo lugar, Un Horizonte Especial; y por último, Una Meta Especial.
Veamos, primeramente, ese Llamado especial que tenemos en Cristo.
Un llamado especial
Un llamado especial
según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de El. En amor
Pablo introduce la primera sección usando una palabra que nuestras versiones tradujeron como “según”. Esta palabra tiene la idea de describir una causa o consecuencia de algo, por lo que una manera más simple de leer este versículo sería: “por tal causa nos eligió en Él antes de la fundación del mundo” (Ef. 1.4a, traducción mía). Con esto, Pablo esta describiendo el primer aspecto de nuestra bendición: La Elección Divina.
Esta doctrina, mis hermanos, es una de las doctrinas que más ha generado confusión dentro de la iglesia, porque se ha malentendido y enseñado de manera incompleta, y aveces equivocada. En la mente de un judío la elección divina tenía tres aplicaciones, abundantes en el AT (recordando que Pablo, el hebreo de hebreos está escribiendo).
Elección de una nación
Vemos al comienzo de la Biblia, en Génesis 12, cómo Dios, de los tres hijos de Taré, escoge a uno, Abram, para hacer de él una gran nación (Gn. 12.2). Luego, de los hijos de Abraham escoge a Isaac para reafirmar su pacto con él, en lugar de Ismael (Gn. 15.4). Después, de los hijos de Isaac, Esaú y Jacob, Dios escoge a Jacob y a su descendencia para hacer ella Su pueblo amado (Gn. 28.13-15). Siglos más tarde, en el desierto de Cades-Barnea, Moisés les recuerda esta verdad a Israel, el pueblo de Dios en Dt. 7.7-8
El Señor no puso su amor en vosotros ni os escogió por ser vosotros más numerosos que otro pueblo, pues erais el más pequeño de todos los pueblos; mas porque el Señor os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, el Señor os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto.
Vemos, aquí la elección divina de una nación, y que tal nación fue al final un canal para que Dios recibiera la gloria. Pero había una segunda aplicación.
Elección de no israelitas
A este aspecto de la elección se le ha dado un valor muy bajo, pero lo que realmente nos muestra en el Antiguo Testamento es que había naciones, pueblos y personas ajenas al pueblo de Israel para cumplir un propósito mayor que la propia voluntad de ellos mismos. Es decir,
A otras naciones se les podía escoger y de hecho eran escogidas para un servicio que no conllevaba ningún privilegio. Podría describírsela como una elección sin pacto (a comparación con Israel). (Robert L. Gate, Teología del Antiguo Testamento, 105.)
¡Ay de Asiria, vara de mi ira y báculo en cuyas manos está mi indignación! Contra una nación impía la envío y contra el pueblo de mi furor la mandaré, para que capture botín y tome despojos y los pisotee como el lodo de las calles.
Incluso, años más tarde, a través del profeta Jeremías Dios habla acerca de otro siervo suyo: Nabucodonosor.
Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos: “Por cuanto no habéis obedecido mis palabras, he aquí, mandaré a buscar a todas las familias del norte—declara el Señor—y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, siervo mío, y los traeré contra esta tierra, contra sus habitantes y contra todas estas naciones de alrededor; los destruiré por completo y los haré objeto de horror, de burla y de eterna desolación.
Vemos, entonces, cómo Dios ha escogido personas ajenas a Su pueblo para cumplir Sus propósitos.Y de manera maravillosa, Dios siempre era reconocido como digno de la gloria, a pesar de usar gente que no era parte de su pueblo.No dudaría que lo esté haciendo en nuestros tiempos, hoy día. Pero existe un tercer aspecto de la elección divina en la mente de un judío.
Elección de individuos particulares
Esta tercera aplicación es la que Pablo está teniendo en mente cuando escribió el versículo 4. Esta clase de elección se hace soberanamente por parte de Dios hacia personas específicas, intencionalmente y no al azar. Vemos el caso de Dios escogiendo a reyes, sacerdotes, profetas y jueces para Su obra. Sin importar lo que estén haciendo, sin considerar los planes que tenían ellos para el día de mañana, sin basarse su buena vida, o sus pecados, Dios escogió a gente específica para que obedecieran, y para que Él recibiera la gloria por ello. Pablo, entendiendo esta verdad abundante en el AT, escribe que Dios los ha escogido a ellos, a “Pablo… (y) a los santos que están en Éfeso” (Ef. 1.1, traducción mía), con un propósito especial.
Pablo está diciendo que la acción de Dios al escoger a los creyentes efesios, es la misma acción que Jesús hizo cuando “llamó a sus discípulos y escogió (ἐκλέγομαι) doce de ellos”. (Lc. 6.13). Pablo está usando la misma palabra que en LC. 6.13 para explicar que de tantos individuos (todos los discípulos de Jesús) solo escogió a unos. Lo mismo sucedió en relación con los creyentes, de todos los hombres y mujeres que había en Éfeso, Dios los había escogido a ellos específicamente. De eso se trata la elección de Dios en Ef. 1.4.
De eso se trata la divina elección incondicional. Divina porque es de parte de Dios, no de nosotros. “Él nos escogió” (Ef. 1.4); “no me eligieron ustedes a mí, sino yo los escogí a ustedes” (Jn. 15.16). Incondicional porque fue realizada “antes de la fundación del mundo”. Tal elección ocurrió mucho antes de que el mundo existiera. Tal elección de Dios de los efesios ocurrió mucho antes de que los efesios hubiesen creído en el evangelio cuando Pablo les predicó; mucho antes de que Éfeso fuera establecida como una ciudad; mucho muy antes de que Cristo hubiese muerto en la cruz. “Antes del comienzo del mundo”, de todos los habitantes de Éfeso, Dios ya había a los creyentes en Éfeso.
¿Recuerdan que la elección traía consigo un propósito?
Bueno, pues la meta de la elección de los creyentes es que tales creyentes “sean santos y sin mancha delante de Dios”
Ser distintos
Ser distintos
Pablo dice que tal elección tiene como meta la santidad de los creyentes. Este punto ya se mencionó cuando estudiamos Ef. 1.1, pero aquí Pablo lo repite nuevamente para describir que la meta más grande del creyente es ser santo. Notemos que Pablo no está diciendo que fuimos elegidos porque Dios sabía que íbamos a ser santos, sino que esta diciendo que Dios “nos escogió para que seamos santos”. La santidad, mis hermanos, ha sido y siempre será la meta de la elección del creyente, nunca la causa.
Ser intachables
Ser intachables
Pero también nos dice que la elección de Dios tiene como meta que los creyentes sean “sin mancha delante de Él”. Esto es diferente a la meta anterior, la santidad, pues no se está refiriendo a sin pecado, como si Pablo estuviera diciendo lo mismo pero con palabras distintas. La NTV lo traduce como “santos e intachables ante sus ojos”. Es decir, Dios anheló que los efesios sean no solo apartados del mundo (santos), sino que también sean “sin culpa en Su presencia”. Esto es muy importante, porque nadie en el mundo, desde su nacimiento se encuentra en esta condición. Desde Adán, todos los seres humanos tuvieron una mancha, fueron culpables y condenados por Dios a causa del pecado. Pero aquí Pablo esta diciendo que, a pesar de esa condición en la que se encontraba la humanidad, Él “escogió desde antes de la fundación del mundo” a personas para que estuvieran “sin culpa en Su presencia” (Ef. 1.4 traducción mía). Esto es posible únicamente gracias al sacrificio de Cristo en la cruz, para destruir al pecado y a la muerte, y llamar así a sus escogidos a que vivan sin esa culpa. Hermanos, así como los efesios, nosotros hemos sido escogidos para que no tuviéramos culpa ante Dios, cuando creemos en la obra de Cristo en la cruz.
Ésta, mis hermanos, es la doctrina de la elección. Un llamado especial de parte Dios para todos nosotros. Pero el versículo 5 nos enseña que, aparte del llamado, la bendición de Dios conlleva un Horizonte especial.
Un horizonte especial
Un horizonte especial
Dice el versículo 5 que Dios, además de elegirnos, también...
nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad,
Hay algunas versiones que inician el versículo 5 con “en amor”, demostrando la motivación por la cual Dios actúa y hace lo que hace. Esto es muy hermoso, porque nada de lo que Dios hace está o es contrario a Su carácter perfecto y completamente soberano. Sin embargo, al igual que con la doctrina de la elección, la enseñanza acerca de la predestinación también ha sido atacada, por las mismas razones que mencioné anteriormente: equivocada e incompleta.
En primer lugar, como acabo de mencionar, tanto la elección como la predestinación están motivadas por el amor de Dios. Todos los actos de Dios, incluso los que parecen a nuestra percepción inconcebibles, son movidos por el amor de Dios. Dios es amor (1 Jn. 4.8), de modo que todo lo que proviene de Dios está caracterizado por el amor. Por amor Dios entregó a Su Hijo al mundo (Jn. 3.16), aún siendo nosotros pecadores (Ro. 5.8). Por amor Dios escogió a Israel (Dt. 7.8) para traer la salvación al mundo a través de los judíos. Pero, hermanos míos, tal amor no está peleado con Su Perfección, ni con Su Justicia. Dios es amor, y eso lo creemos, pero la Biblia dice que también Dios es Justicia. Dios es misericordioso, pero también es fuego consumidor (He. 12.29). Dios perdona los pecados del mundo, pero también es quien condena al mundo por el pecado. Ese es nuestro Dios. Ese es el Dios de la Biblia. Y nuestra obligación como predicadores es hablar de ese Dios, así como nuestra obligación como hijos Suyos es de adorarlo.
Y precisamente por este mal entendimiento de las perfecciones de Dios, en segundo lugar, la palabra “predestinación” ha generado confusión dentro de la iglesia, volviéndose una especie de “tabbu” en la mente de los cristianos. Mis queridos hermanos, la palabra predestinación significa simplemente “marcar un horizonte de ante mano”. La palabra que Pablo utiliza es la palabra de la que deriva nuestra palabra horizonte. Es decir, esa línea que se ve a lo lejos y que divide el cielo de la tierra, ese el el horizonte.
Cuando estaba estudiando en el seminario, estaban construyendo un nuevo edificio que se encontraba entre el comedor y los edificios donde tomábamos clases. Después de los servicios de capillas que que teníamos entre semana, nos daban 15 min de break para tomar cafe en la cafetería. Pero para dirigirnos del edificio de capillas para la cafetería, había que pasar por el nuevo edificio.
Para evitar que tuviéramos una multa por estar cerca de un edificio en construcción, se colocaron listones amarillos de seguridad para delimitar el camino que podíamos seguir para evitar pasar por el edificio, y llegar a la cafetería.
Teniendo en mente esto, lo mismo sucedió “antes de la fundación del mundo”. Dios sabía perfectamente que todos, incluidos tu y yo, iríamos camino a la condenación, al infierno por el pecado que nuestros padres Adán y Eva cometieron. Es por eso que Dios, “en amor”, “nos escogió para ser sin culpa ante Su presencia” ¿Cómo? “marcando el horizonte de ante mano” para guiarnos a la meta… “ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo” (Ef. 1.5b).
Ser hijos
Ser hijos
La adopción consiste en que una persona recibía a otra persona como a su propio hijo, confiriéndole todos los derechos de esa nueva familia. Para nuestra época es muy común que una pareja de un hombre y mujer quieran adoptar un niño o niña para hacerlo su hijo. Sin embargo, para el sistema romano, la adopción se podía dar incluso entre personas ya adultas. Esto es, aquel que no había tenido un descendiente ni heredero, podía ir y adoptar a un hombre, aunque ya viejo para ser constituido hijo de tal hombre, y automáticamente heredero de todo lo que el hombre poseía.
Bueno, eso fue lo que sucedió en la cruz, amados hermanos. Pablo describe que tal predestinación tuvo como meta que tu y yo somos adoptados por Dios. No solamente Dios nos salvó y pagó la deuda de nuestro pecado. Él fue más allá. En amor nos llamó a ser parte de Su familia para siempre, a través de Jesucristo. ¡FUE A TRAVÉS DE CRISTO Y ÚNICAMENTE CRISTO QUE SE EFECTUÓ NUESTRA ADOPCIÓN! Hermano, no hay nada en este mundo que pueda acercarte a Dios. No busques nada en la creación que te haga más aceptable a Dios. Hermano, no se trata de lo que hacemos, ni siquiera lo que no hacemos para estar más cerca de Dios. Cristo lo hizo. Él descendió del cielo para vivir en este mundo (Ga. 4.4; Fil. 2.5-7), fue humillado y traicionado para morir injustamente en la cruz (Fil. 2.8), y a través de esa muerte derribar la barrera que nos separaba de Dios (He. 4.14-15), para entonces presentarnos ante Dios inocentes y completamente limpios (Jn. 3.15-17; 2 Co. 5.21; Ef. 1.4). Todo se trata de Cristo. Fuimos escogidos en Él (Ef. 1.4), y en base a esa elección fuimos dirigidos para ser ahora hijos de Dios, a través de Cristo (Ef. 1.5). Todo se trata de Cristo. Nuestra salvación se encuentra EN CRISTO SOLAMENTE (Solus Christus).
Y esto, nos lleva de la mano a la meta más de la salvación más plena, elevada y eterna. Ya vimos el llamado especial que Dios nos ha dado; vimos que ese llamado está dirigido hacia un horizonte especial. Pero el versículo 6 nos enseña Una meta especial. La meta de todo esto que hemos estado hablando.
Una meta especial
Una meta especial
para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado.
En 1643, el parlamento inglés convocó a "teólogos piadosos, doctos y juiciosos" para que se reunieran en la Abadía de Westminster para dar su opinión sobre cuestiones de adoración, doctrina, gobierno y disciplina de la Iglesia de Inglaterra. Sus reuniones, que se llevaron a cabo a lo largo de cinco años, produjeron la confesión de fe, así como una Catecismo Mayor y un Catecismo Menor. De este Catecismo menor, el primer punto dice lo siguiente:
¿Cuál es el propósito principal del hombre?
El propósito principal del hombre es el de glorificar a Dios, y gozar de él para siempre (Romanos 11:36; 1 Corintios 10:31; Salmos 73:25‐26).
¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Pues, ¿quien ha conocido la mente del Señor?, ¿o quien llego a ser su consejero?, ¿o quien le ha dado a El primero para que se le tenga que recompensar? Porque de El, por El y para El son todas las cosas. A El sea la gloria para siempre. Amén.
Durante los siglos, la iglesia ha creído que todo lo que corresponde a la salvación del hombre e para gloria de Dios. Pablo expresó en el final de la primera sección de su alabanza a Dios: “para alabanza de la gloria de la gracia” (Ef. 1.6a). Esto habla acerca del propósito eterno que Dios se dispuso a cumplir. Es decir,
La meta final, hacia la cual todo lo demás contribuye, es el reconocimiento con adoración (“alabanza”) de la excelencia manifestada (“gloria”) en favor de los indignos (“gracia”) de aquel a quien se le llama “el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”(William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: Efesios, 85.)
Amados hermanos, así como mencioné hace poco, que SOLO A TRAVÉS DE CRISTO hay salvación, este texto nos dice que SOLO A DIOS SE LE DEBE DAR LA GLORIA. Toda la Biblia se engloba en un solo y glorioso propósito: que Dios reciba la gloria. Esa es la razón de nuestra salvación. Esa es la razón por la que Dios nos escogió. No fue porque Dios haya visto algo en nosotros, sino que fue debido a “Su Buena voluntad” (Ef. 1.5b). Y Pablo refuerza esta idea al decir que todo es “para alabanza de gloria de Su gracia.” (Ef. 1.6) Hermanos, todo lo que Dios ha hecho ha sido con el propósito de tú y yo, y todo ser humano en toda la historia de humanidad se pare frente a Dios y diga: TU ERES EL ÚNICO QUE MERECE LA GLORIA. Eres Tú, Dios el único que merece nuestra adoración. ERES TÚ, OH DIOS, EL ÚNICO DIGNO DE RECIBIR TODA NUESTRA ALABANZA. ¡GLORIA SEA A DIOS Y NO A NADIE MÁS! ¡BENDITO SEA DIOS!
Aplicación
Aplicación
¿Estas son las palabras que salen de tu boca cuando ves todo lo que Dios ha hecho?
Hermanos míos, mi oración a Dios en toda la semana fue que él me permitiera poder explicar este texto para que tú salgas de este lugar glorificando a Dios.
Toma un tiempo, ahora que vuelvas a tu casa, mañana que te levantes por la mañana. Si vas a trabajar, mientras vas de camino, o ya estando en el trabajo, toma un tiempo para pensar en esta realidad que vimos el día de hoy. Fuiste salvo porque Dios quiso que lo fueras, y nada ni nadie podrá cambiar esa realidad.
Pero no quiero terminar, sin antes dirigirme a ti amigo o amiga que nos visitas y que estás sin Cristo. Déjame decirte, amigo mío, que todo lo que hoy hablamos sobre la elección y predestinación NO ELIMINA LA ESPERANZA QUE HAY EL DÍA DE HOY PARA TI. El llamado de Dios para salvación es universal, para todos los que vienen a Cristo en arrepentimiento y fe. Y escucha, amigo o amiga que estás aquí, la Biblia NO ENSEÑA que para venir a Cristo tienes que saber primero si eres uno de los elegidos. No te excuses en eso. VEN A CRISTO. No necesitas saber si eres escogido o no, necesitas saber que eres un pecador y que necesitas de Cristo. Ven a Cristo, VEN A CRISTO, y sabrás entonces que Dios te ha escogido y predestinado para que conozcas a Cristo. Ven a CRISTO.