¿Quién es Jesús?

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El evangelio es el testimonio histórico con más autoridad de toda la historia.

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Introducción

Hoy en día nos hemos acostumbrado al concepto de las llamadas “fake-news”. Vivimos en una época en la que se difunde muchísima información, pero sucede que no todo lo que leemos, vemos o escuchamos refleja verdaderamente la realidad.
¿Puede suceder eso en lo que se refiere a las enseñanzas de Dios de las que hablamos semana tras semana en la iglesia? ¡Cuidado! Hay tantas enseñanzas, maestros y tendencias que necesitamos prestar atención para siempre quedarnos con lo bueno.
Sin embargo, cuando hablamos de la revelación que hay en la Biblia, tenemos que ser conscientes de que estamos frente a los documentos con mayor autoridad histórica que existen. En otras palabras: sabemos más de Jesús, y lo sabemos a ciencia cierta, que de cualquier otro personaje o evento en la historia.
Eso nos empuja a tomar decisiones serias. Si lo que se nos enseña en cuanto a Jesús es verdad, es algo que tiene que afectar nuestra manera de vivir. No se trata solamente de “creer en Dios e ir a la iglesia”.

Un testimonio confiable

1 Juan 1.1–4 RVR60
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
1 Juan 1.1–4 NVI
Lo que ha sido desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto les anunciamos respecto al Verbo que es vida. Esta vida se manifestó. Nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes la vida eterna que estaba con el Padre y que se nos ha manifestado. Les anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Les escribimos estas cosas para que nuestra alegría sea completa.
Juan 21.24–25 RVR60
Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.
Juan 21.24–25 NVI
Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y las escribió. Y estamos convencidos de que su testimonio es verídico. Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo entero.
Lucas 1.1–4 RVR60
Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas,tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra,me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo,para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.
Lucas 1.1–4 NVI
Muchos han intentado hacer un relato de las cosas que se han cumplido entre nosotros, tal y como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra. Por lo tanto, yo también, excelentísimo Teófilo, habiendo investigado todo esto con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente, para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron.
Hechos de los Apóstoles 1.1–5 RVR60
En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido;a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Hechos de los Apóstoles 1.1–5 NVI
Estimado Teófilo, en mi primer libro me referí a todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar hasta el día en que fue llevado al cielo, luego de darles instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido. Después de padecer la muerte, se les presentó dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Durante cuarenta días se les apareció y les habló acerca del reino de Dios. Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: —No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, de la cual les he hablado: Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo.

¿Quién es Jesús?

Entonces, ¿quién es este Jesús cuya historia y referencia demandó tanto celo de sus testigos? ¿Qué es lo que se nos revela en la Palabra?

Jesús siempre ha existido

Juan 1.1–5 RVR60
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.Este era en el principio con Dios.Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Juan 1.1–5 NVI
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla.
Esto es aquello de lo que habla Juan también en su Primera carta (1 Juan 1.1-5). Dice ser testigo de la vida, del Verbo de vida.
Lo que dice es que Juan y los demás discípulos no fueron solamente testigos de un Maestro especial. Personajes históricos, maestros y gurúes pueden haber existido muchos, pero aquí se nos habla de mucho más que un hombre. Juan lo llama “el Verbo” (Logos), o “el Verbo de vida”, aclarando que “en Él estaba la vida”.
Sí, celebramos la Navidad y nos alegramos en los hechos alrededor del nacimiento virginal. Aquel fue un momento clave en la historia de la humanidad. Pero Juan - y los demás discípulos - habían descubierto que Aquel con quién habían caminado, con quién tanto habían compartido, era mucho más que un “nacido de mujer”. A lo largo de los evangelios vamos a encontrar, una y otra vez, el testimonio de que Jesús es mucho más.

La decisión más importante

Juan 1.6–18 RVR60
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Juan 1.6–18 NVI
Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyeran. Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció. Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios. Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él, y a voz en cuello proclamó: «Éste es aquel de quien yo decía: “El que viene después de mí es superior a mí, porque existía antes que yo.” » De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia, pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.
Juan, el autor del evangelio, había sido originalmente discípulo de Juan el Bautista. Juan tenía muchos testimonios para contar acerca de Jesús, pero es bien interesante notar como empieza con aquello que había sido el comienzo para él: el testimonio de Juan.
Juan lo había anunciado, que la luz venía, y efectivamente, Juan y los demás apóstoles confirmaron la veracidad de su testimonio: la Luz vino, y él y sus compañeros la vieron, y dan testimonio de ella.
Todo esto lleva a un punto de decisión. Juan no tiene ningún problema en dividir a la humanidad entera en dos.
Juan 1.9–12 RVR60
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
Juan 1.9–12 NVI
Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció. Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.
Todo se concentra en esta decisión. La Luz tocó el planeta, se acercó a los seres humanos, creación suya, pero los suyos no lo recibieron. Ese es el resumen del relato de los evangelios. Pero (gracias a Dios por este pequeño pero importante “pero”) hubieron algunos, una minoría que sí le recibieron.
Juan habla con elocuencia acerca de los que recibieron a Jesús. Son diferentes. Si bien son personas como todos los demás, los que reciben a Jesús tienen otra esencia, otra naturaleza. No son engendrados por voluntad humana sino por obra de Dios. Y eso hace toda la diferencia.

Conclusión

La revelación completa de Dios y su obra está en Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto, pero Jesús lo dio a conocer.
¿Cuál es tu posición en todo esto?
No alcanza con creer en Dios e ir a la iglesia.
Si realmente eres de la minoría de los que reciben a Jesús, eso se va a ver reflejado en tus decisiones, en tu estilo de vida, en tu compromiso con el Salvador.
Vive intensamente a Jesús como tu Señor y Salvador. No te conformes con “creer en Dios e ir a la iglesia”.
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