Reconociendo nuestra debilidad
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Introducción.
Introducción.
Los días difíciles pueden acercarse sigilosamente, todo va bien, pero de repente se encuentra en medio de la tormenta.
Esos tiempos que a nadie le gusta, a veces dura bastante tiempo, otras veces suceden en secuencia rápida.
En todo caso, las dificultades, las incertidumbres, las pérdidas, calamidades, siguen llegando una tras otra.
¿Algo me está pasando?
¿Algo me está pasando?
Acá tenemos que decir algo muy importante para el creyente fiel, y es que los tiempos angustiosos presentan un problema que no se puede negar, pero, también sabe que su vida no es un caos aleatorio. Este es el mundo de nuestro Padre Celestial, El hizo el universo y todo lo que hay en el.
Es decir, que Dios no se ha ido de vacaciones y mucho menos nos ha dejado solos, Jesús enseñó que nada sucede por casualidad.
¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.
Grandes mentes en filosofía y teología han luchado con este tema durante milenios: “Si Dios es bueno, ¿por qué existe el mal?”
Lógicamente podríamos concluir que Dios no es bueno o que es incapaz de hacer algo sobre el mal.
Ahí es donde la lógica nos llevaría por mal camino. Este asunto del mal no puede resolverse utilizando la razón humana y nuestros sentidos limitados; todo lo contrario, cuando experimentamos la desgracia y el dolor humano, más que nunca necesitamos ser guiados por el Espíritu Santo a través de su palabra.
Y no me refiero a que el dolor va a desaparece como si te colocaran una anestesia, el dolor no desaparece más bien lo soportas, o sea, puedes seguir adelante en medio de esa tormenta porque no estás solo, si no te sostiene la mano de Aquel que consuela los corazones atribulados.
Sabes, el sufrimiento va a venir, las pruebas vienen con seguridad, sin embargo, no necesitas sufrir solo, tienes a Dios a Quien puedes clamar y El te escuchará cuando lo haces de corazón.
El dolor, el sufrimiento es natural y parte de esta vida
El dolor, el sufrimiento es natural y parte de esta vida
Los creyentes no somos masoquistas, o estamos buscando sufrimiento para encontrarlo e intentar de alguna manera agradar a Dios.
Nosotros los creyentes debemos adoptar un enfoque correcto acerca de las cosas malas que suceden. No es enfatizar en el dolor, tampoco negar el sufrimiento (ningún extremo es apropiado).
No hay nada malo en tratar de evitar el sufrimiento o aliviar el dolor. Deberíamos recomendar a los profesionales de la salud que facilitan la curación de las personas que sufren físicamente.
Esto es recomendable, las personas que sufren necesitan personas capacitadas para sanar la mente, el alma de tal manera de encontrar alivio.
Si está atrapado en un lugar difícil, busque ayuda para sanar, y mientras lo hace, busque sobre todo a Dios quien conoce la situación que está atravesando y quiere ayudarle, pero usted debe permitirle, porque Dios es respetuoso y no va a meterse en su vida a menos que no se lo permita.
Busque los oídos y corazón de un pastor o pastora que pueden ayudarle a calma su alma adolorida en tiempos de calamidad, Dios nos ha provisto de esos dones para que los creyentes busquemos tal cuidado.
Recuerde esto:
Mucha gente que se encuentra en prueba de dolor y sufrimiento, concluya que hay algo mal con su fe.
Si tu estás viendo o conoces a alguien que está sufriendo, no se trata de pintar una cara sonriente en la miseria de la persona, me refiero a que no debemos descartar el sufrimiento y el dolor de ningún tipo. Nadie puede agitar una varita y hacer que el dolor desaparezca mágicamente. mas bien acompaña a esa persona, contenga emocionalmente, llore con el que llora, porque el miedo paraliza, la enfermedad cansa, el dolor lastima, y el dolor más agudo de todos (la muerte) duele.
¿Dónde está Dios en todo esto?
¿Dónde está Dios en todo esto?
Pregunte a Jeremías, el profeta de Dios a Judá. si hemos leído este libro, entenderemos por qué a menudo lo llaman “el profeta llorón”; fue su desgracia servir como portavoz de Dios en algunos de los momentos más turbulentos de la historia de su pueblo. Jeremías continuamente llamaba a su gente al arrepentimiento, a dejar la idolatría y adulterio espiritual, pero su mensaje cayó repetidamente en oídos sordos. Finalmente, debido a sus corazones endurecidos y su rebelión abierta, Judá fue enviado en cautiverio a Babilonia.
Por otro lado, el libro de Lamentaciones, cuya autoría se atribuye a Jeremías, muestra la experiencia de Judá en Babilonia, muchos creyentes no leen este libro, es mi recomendación que lo leas, porque ofrece un rico bálsamo para las almas que sufren, es realmente una obra de arte literaria, donde expresa en forma poética el lamento del pueblo y presentándolo a Dios.
Si podríamos resumir este libro compuesto por cinco capítulos, manifestamos que el capítulo 3, muestra la desgracia humana.
Cuando aparece la desgracia humana, para algunas personas Dios parece ser un atormentador / cazador en busca de su presa, sin embargo, la honestidad de este libro de Lamentaciones no es para débiles de corazón.
Si tienes el estómago para digerir todo el torrente acumulado de la aflicción humana expresada en estos sesenta y seis versículos, veremos no solo, todas las facetas del cautiverio de Judá sino también el grito de desamor de la cruz del calvario donde Jesús, el hombre de dolores, murió atormentado, llevando nuestro pecado y vergüenza en su propio cuerpo.
¡Intentaron matarme,
y no sé por qué razón!
Mis enemigos me atraparon,
me encerraron en un pozo.
Estuve a punto de ahogarme;
¡creí que había llegado mi fin!
En el centro mismo de este torrente de dolor se encuentran los versos clave que evocan poderosamente el tierno cuidado de Dios por su pueblo:
Nos hace sufrir y nos aflige,
pero no porque le guste hacerlo.
Nos hiere, pero nos tiene compasión,
porque su amor es muy grande.
En estos veros vemos el secreto dentro de la aflicción: Dios está justo en medio de ella.
Esto lo podemos ver más claramente en la encarnación del Hijo de Dios, que vino a palpar de primera mano, el sufrimiento, dolor y muerte, aunque parezca extraño ese Dios es para ti.
El deliberadamente envuelve a aquellos que están en sufrimiento.
Por mucho que usted y yo quisiéramos escapar del sufrimiento, tarde o temprano los días oscuros nos llegarán a todos. cuando lleguen esos días, es esencial que no cedamos ante el inevitable pánico; podemos encontrar gracia y gratitud en tiempos de calamidad cuando permitimos a Cristo mismo entrar a nuestra vida.
Como resultado, los valles más oscuros de su vida también pueden albergar esperanza, como El mismo palpó el sufrimiento, conoce también el sufrimiento.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Cada vez que llega el dolor, Jesús se apresura a su lado para ayudarlo con Su Palabra reconfortante, El nunca le dejará abandonado en el sufrimiento.
Hallemos consuelo con su promesa:
Jesús le dijo:
—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto. Todo el que vive en mí y cree en mí jamás morirá. ¿Lo crees, Marta?