LA OBRA MAESTRA DE DIOS

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La Solución

La semana pasada estuvimos hablando acerca del PROBLEMA.
Por que los seres humanos necesitamos Salvación? y estuvimos leyendo en el libro de Génesis acerca de la caída de Adán y Eva. es el tema teológico de lo que ocurrió a nuestros antepasados en el Edén. El comienzo y la respuesta por la que los seres humanos sin excepción necesitamos la Salvación.
Recordemos que muerte significa separación. El pecado separa al hombre de su Creador Dios.
Acompáñenme ahora al versículo clave que estuvieron viendo en la clase y que esta en el Nuevo Testamento, leeremos en Efesios 2:8-10
“Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás.”
Salvados por gracia. Dios rico en misericordia, compasión sede su gracia a iguales, nos da la opción de la vida eterna. Rom. 11:6. Por gracia (caris) por medio de la fe (pisti). Regalo de Dios. Vida concedida con Cristo.
Efesios 1. Bendiciones redentoras tanto para judíos como gentiles (2:1–10)

Gracia es la parte de Dios, fe, la nuestra”

A T Robertson.
No es un premio. Porque si es por gracia no puede ser por obras. Gal. 3:10-12; Rom 4:4-5. la salvación no viene como resultado de los esfuerzos ni méritos humanos. Sólo hay que creer, tener fe, confiar en Dios.
Somos la obra maestra de Dios. Somos creados “en Cristo Jesús” (véase 1:1, 3, 4), porque separados de él nada somos y nada podemos hacer (Jn. 15:5; cf. 1 Co. 4:7). Como “hombre en Cristo”, el creyente constituye una nueva creación, según previamente lo había dicho el apóstol (2 Co. 5:17): “Por tanto si alguno está en Cristo, es una nueva creación: las cosas viejas pasaron ya, he aquí que todo se ha hecho nuevo”. El creyente ha sido vivificado “junto con Cristo” (véase más arriba sobre v. 5; y más adelante sobre 4:24; también Gá. 6:15).
Para hacer cosas buenas. No es por obras que uno se salva, sino para hacer buenas obras que uno es salvo. En primer lugar, señala que somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús. Hechura significa “cosa que es hecha” o sea obra de las manos, en este caso de Dios. Como tal, hemos sido creados en Cristo Jesús o sea hechos en él. El alma salva es de creación divina. Pablo describe esta idea en otra epístola más ampliamente cuando dice: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Cor. 5:17). El propósito divino es hacer del hombre pecador una nueva criatura completamente de su agrado y que hace las obras que a él le agradan. Que Dios nos ha hecho lo que somos depende de una nueva relación en Cristo con un propósito más elevado. Este propósito se define como las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas en lugar de las malas obras de Satanás mencionadas en los vv. 1–3.

una nueva creación hecha al estilo de Jesús podría satisfacer este propósito eterno y lograr la voluntad de Dios. Dios ha hecho (preparó de antemano) las provisiones necesarias para un nuevo estilo de vida (para que anduviésemos en ellas). La palabra “andar” en el v. 10 es la misma que se usa en el v. 2 al referirse al andar en los delitos y pecados en otro tiempo, antes de creer en Cristo. Las buenas obras “no son meros accesorios de la vida cristiana, sino parte del plan eterno de Dios para su pueblo” (Vaughan). Como las obras malas formaron parte de la vida anterior del pecador, las buenas obras forman parte íntegra de la vida nueva del creyente. Como antes anduvo el pecador conforme a la corriente de este mundo ahora el creyente anda en una nueva manera de vida.

Así termina Pablo el ciclo de la transformación de la muerte a la vida, de las obras malas a las obras buenas. Vemos el cuadro completo de lo que era uno antes de Cristo, lo que hizo Dios en él, el resultado de ésto en aquel que cree, y el porqué de todo esto. De esta manera Pablo acaba de describir la obra de Dios al convertir a una humanidad pecadora en una nueva comunidad salvada por su gracia.

Todo pecador convertido es un pecador salvado; librado del pecado y de la ira. La gracia que salva es la bondad y el favor libre e inmerecido de Dios; Él salva, no por las obras de la ley, sino por la fe en Cristo Jesús. —La gracia en el alma es vida nueva en el alma. Un pecador regenerado llega a ser un ser viviente; vive una vida de santidad, siendo nacido de Dios: vive, siendo librado de la culpa

del pecado, por la gracia que perdona y justifica. Los pecadores se revuelcan en el polvo; las almas santificadas se sientan en los lugares celestiales, levantadas por sobre este mundo por la gracia de Cristo. —La bondad de Dios al convertir y salvar pecadores aquí y ahora, estimula a los demás a esperar, en el futuro, en su gracia y misericordia. Nuestra fe, nuestra conversión, y nuestra salvación eterna no son por las obras, para que ningún hombre se jacte. Estas cosas no suceden por algo que nosotros hagamos, por tanto, toda jactancia queda excluida. Todo es dádiva libre de Dios y efecto de ser vivificado por su poder. Fue su propósito para lo cual nos preparó bendiciéndonos con el conocimiento de su voluntad, y su Espíritu Santo produce tal cambio en nosotros que glorificaremos a Dios por nuestra buena conversación y perseverancia en la santidad

Efesios 1. Bendiciones redentoras tanto para judíos como gentiles (2:1–10)

“La nueva vida que ahora ha comenzado durará por siempre, de modo que la manifestación de la gracia de Dios se estará siempre autorenovando. Para destacar más enérgicamente la idea de bondad que ha de extenderse por toda la eternidad, Pablo no habla de la ‘edad’ sino de las edades por venir

Scott
Efesios (3) Esperadas

Aunque las buenas obras han sido divinamente preparadas, son al mismo tiempo responsabilidad del hombre. Estas dos cosas jamás han de separarse. Si podemos ilustrar la salvación por medio de la figura de un árbol que florece, entonces las buenas obras estarían simbolizadas no por sus raíces, ni siquiera por el tronco, sino por el fruto. Jesús requiere de nosotros fruto, más fruto, mucho fruto (Jn. 15:2, 5, 8). Dijo “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que mora en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Llevar mucho fruto y andar en buenas obras es la misma cosa. Si cierta ocupación toma posesión del corazón del hombre, éste se halla “andando en ella”. Obsérvese: andad en ellas, ya no en delitos y pecados (vv. 1 y 2).

Efesios (3) Esperadas

Aunque las buenas obras han sido divinamente preparadas, son al mismo tiempo responsabilidad del hombre. Estas dos cosas jamás han de separarse. Si podemos ilustrar la salvación por medio de la figura de un árbol que florece, entonces las buenas obras estarían simbolizadas no por sus raíces, ni siquiera por el tronco, sino por el fruto. Jesús requiere de nosotros fruto, más fruto, mucho fruto (Jn. 15:2, 5, 8). Dijo “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que mora en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Llevar mucho fruto y andar en buenas obras es la misma cosa. Si cierta ocupación toma posesión del corazón del hombre, éste se halla “andando en ella”. Obsérvese: andad en ellas, ya no en delitos y pecados (vv. 1 y 2).

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