LA OBRA MAESTRA DE DIOS
La Solución
Gracia es la parte de Dios, fe, la nuestra”
una nueva creación hecha al estilo de Jesús podría satisfacer este propósito eterno y lograr la voluntad de Dios. Dios ha hecho (preparó de antemano) las provisiones necesarias para un nuevo estilo de vida (para que anduviésemos en ellas). La palabra “andar” en el v. 10 es la misma que se usa en el v. 2 al referirse al andar en los delitos y pecados en otro tiempo, antes de creer en Cristo. Las buenas obras “no son meros accesorios de la vida cristiana, sino parte del plan eterno de Dios para su pueblo” (Vaughan). Como las obras malas formaron parte de la vida anterior del pecador, las buenas obras forman parte íntegra de la vida nueva del creyente. Como antes anduvo el pecador conforme a la corriente de este mundo ahora el creyente anda en una nueva manera de vida.
Así termina Pablo el ciclo de la transformación de la muerte a la vida, de las obras malas a las obras buenas. Vemos el cuadro completo de lo que era uno antes de Cristo, lo que hizo Dios en él, el resultado de ésto en aquel que cree, y el porqué de todo esto. De esta manera Pablo acaba de describir la obra de Dios al convertir a una humanidad pecadora en una nueva comunidad salvada por su gracia.
Todo pecador convertido es un pecador salvado; librado del pecado y de la ira. La gracia que salva es la bondad y el favor libre e inmerecido de Dios; Él salva, no por las obras de la ley, sino por la fe en Cristo Jesús. —La gracia en el alma es vida nueva en el alma. Un pecador regenerado llega a ser un ser viviente; vive una vida de santidad, siendo nacido de Dios: vive, siendo librado de la culpa
del pecado, por la gracia que perdona y justifica. Los pecadores se revuelcan en el polvo; las almas santificadas se sientan en los lugares celestiales, levantadas por sobre este mundo por la gracia de Cristo. —La bondad de Dios al convertir y salvar pecadores aquí y ahora, estimula a los demás a esperar, en el futuro, en su gracia y misericordia. Nuestra fe, nuestra conversión, y nuestra salvación eterna no son por las obras, para que ningún hombre se jacte. Estas cosas no suceden por algo que nosotros hagamos, por tanto, toda jactancia queda excluida. Todo es dádiva libre de Dios y efecto de ser vivificado por su poder. Fue su propósito para lo cual nos preparó bendiciéndonos con el conocimiento de su voluntad, y su Espíritu Santo produce tal cambio en nosotros que glorificaremos a Dios por nuestra buena conversación y perseverancia en la santidad
“La nueva vida que ahora ha comenzado durará por siempre, de modo que la manifestación de la gracia de Dios se estará siempre autorenovando. Para destacar más enérgicamente la idea de bondad que ha de extenderse por toda la eternidad, Pablo no habla de la ‘edad’ sino de las edades por venir
Aunque las buenas obras han sido divinamente preparadas, son al mismo tiempo responsabilidad del hombre. Estas dos cosas jamás han de separarse. Si podemos ilustrar la salvación por medio de la figura de un árbol que florece, entonces las buenas obras estarían simbolizadas no por sus raíces, ni siquiera por el tronco, sino por el fruto. Jesús requiere de nosotros fruto, más fruto, mucho fruto (Jn. 15:2, 5, 8). Dijo “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que mora en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Llevar mucho fruto y andar en buenas obras es la misma cosa. Si cierta ocupación toma posesión del corazón del hombre, éste se halla “andando en ella”. Obsérvese: andad en ellas, ya no en delitos y pecados (vv. 1 y 2).
Aunque las buenas obras han sido divinamente preparadas, son al mismo tiempo responsabilidad del hombre. Estas dos cosas jamás han de separarse. Si podemos ilustrar la salvación por medio de la figura de un árbol que florece, entonces las buenas obras estarían simbolizadas no por sus raíces, ni siquiera por el tronco, sino por el fruto. Jesús requiere de nosotros fruto, más fruto, mucho fruto (Jn. 15:2, 5, 8). Dijo “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que mora en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Llevar mucho fruto y andar en buenas obras es la misma cosa. Si cierta ocupación toma posesión del corazón del hombre, éste se halla “andando en ella”. Obsérvese: andad en ellas, ya no en delitos y pecados (vv. 1 y 2).