Dios es Justo
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· 371 viewsEl profeta, concluyendo su argumento en contra de la supuesta injusticia de Dios en el juicio sobre Israel, afirma que cada persona pagará las consecuencias de sus actos, tanto los justos que apostatan, como los impíos que se vuelven al Señor. Con esto, el carácter Justo de Dios queda incuestionable, junto con una exhortación al arrepentimiento del pueblo para con Dios.
Notes
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Handout
En el fútbol existe algo que todos conocemos: las tarjetas de amonestación y de expulsión. Estas tarjetas sirven para diferentes usos, generalmente cuando hay una agresión física entre jugadores, aunque también puede usarse por actitudes antideportivas, o incluso por agredir o faltar al respeto al árbitro. La tarjeta amarilla sirve para amonestar a los jugadores, como una advertencia de que a la siguiente falta que realice, que a merite sanción, se sacará la tarjeta roja. Con esta tarjeta el jugador está expulsado del campo, y ya no tiene derecho de estar en la cancha. No puede quedarse en las bancas, sino que debe irse a los vestidores, o incluso a la tribuna.
En la Biblia existen varias advertencias dadas por parte de Dios a través de los profetas, los cuales llamaban la atención del pueblo a causa del pecado, así como guiaban al pueblo de vuelta a Dios. En esta ocasión, nos encontramos estudiando lo que el profeta Ezequiel escribió. Y, lo más seguro es que se pregunten, ¿Qué pasó con el estudio de Efesios? Vamos a poner una pausa a nuestra serie de Efesios, porque es necesario que como congregación entendamos algunas cosas respecto a quién es Dios, y el por qué hace lo que hace.
Y vosotros decís: “¿Por qué no carga el hijo con la iniquidad de su padre?” Cuando el hijo ha practicado el derecho y la justicia, ha observado todos mis estatutos y los ha cumplido, ciertamente vivirá. El alma que peque, ésa morirá. El hijo no cargará con la iniquidad del padre, ni el padre cargará con la iniquidad del hijo; la justicia del justo será sobre él y la maldad del impío será sobre él. Pero si el impío se aparta de todos los pecados que ha cometido, guarda todos mis estatutos y practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá, no morirá. Ninguna de las transgresiones que ha cometido le serán recordadas; por la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso me complazco yo en la muerte del impío—declara el Señor Dios—y no en que se aparte de sus caminos y viva? Pero si el justo se aparta de su justicia y comete iniquidad, actuando conforme a todas las abominaciones que comete el impío, ¿vivirá? Ninguna de las obras justas que ha hecho le serán recordadas; por la infidelidad que ha cometido y el pecado que ha cometido, por ellos morirá. Y vosotros decís: “No es recto el camino del Señor.” Oid ahora, casa de Israel: ¿No es recto mi camino? ¿No son vuestros caminos los que no son rectos? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete iniquidad y muere a causa de ello, por la iniquidad que ha cometido, morirá. Y cuando el impío se aparta de la maldad que ha cometido y practica el derecho y la justicia, salvará su vida. Porque consideró y se apartó de todas las transgresiones que había cometido, ciertamente vivirá, no morirá. Pero la casa de Israel dice: “El camino del Señor no es recto.” ¿No son rectos mis caminos, oh casa de Israel? ¿No son vuestros caminos los que no son rectos? Por tanto, os juzgaré, a cada uno conforme a su conducta, oh casa de Israel—declara el Señor Dios—. Arrepentíos y apartaos de todas vuestras transgresiones, para que la iniquidad no os sea piedra de tropiezo. Arrojad de vosotros todas las transgresiones que habéis cometido, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel? Pues yo no me complazco en la muerte de nadie—declara el Señor Dios—. Arrepentíos y vivid.
Ezequiel fue un sacerdote que ministro durante la segunda de tres deportaciones de Israel a Babilonia, pero cuando cumplió 30 años de edad fue llamado por Dios para volverse profeta y hablar al pueblo de Dios acerca del pecado de Israel durante 22 años más, aproximadamente. El libro de Ezequiel está dividido en tres secciones mayores:
Cap 1-24 - Juicios sobre Israel (primeros 5 años de ministerio de Ezequiel)
Cap 25-32 - Juicios sobre las naciones paganas alrededor de Israel
Cap 33-48 - Promesas de restauración de Israel (últimos 15 años de ministerio de Ezequiel)
Y precisamente, en la primera sección es en la que nos encontramos el día de hoy (Ez. 18.19-32). Ezequiel esta concluyendo la primera sección, y en el cap. 18 se dispone a responder algunas preguntas que los Israelitas se estaban haciendo. Teniendo en mente esto, Ezequiel nos quieren enseñar tres cosas que todo israelita debía entender: Una consecuencia justa por el pecado de Israel (v. 19-24); Un Dios llamado “injusto” (v. 25-29); y por último, El Justo llamando al arrepentimiento a Israel (v. 30-32).
Veamos, en primer lugar, la consecuencia justa que tenía el pueblo de Israel a causa de su pecado
Una consecuencia justa (v.19-24)
Una consecuencia justa (v.19-24)
(Min. 7) Me llama la atención cómo inicia este pasaje, con una pregunta que los Israelitas tenían y frecuentemente se hacían entre ellos: “¿por qué el hijo no paga las consecuencias de los pecados de sus papás?”. (Ez. 18.19) Esta pregunta pudiera ser muy obvia para nosotros, pero para los israelitas era una pregunta que demostraba su dureza de corazón, y la ceguera espiritual en la que se encontraban. Es interesante que todo el libro de Ezequiel está lleno de exhortaciones y referencias a la dureza de corazón de parte del pueblo de Dios. Notemos cómo inicia el libro.
Entonces me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a una nación de rebeldes que se ha rebelado contra mí; ellos y sus padres se han levantado contra mí hasta este mismo día. A los hijos de duro semblante y corazón empedernido, a quienes te envío, les dirás: Así dice el Señor Dios. Y ellos, escuchen o dejen de escuchar, porque son una casa rebelde, sabrán que un profeta ha estado entre ellos. Y tú, hijo de hombre, no temas, no temas ni a ellos ni a sus palabras aunque haya contigo cardos y espinas y te sientes en escorpiones; no temas sus palabras ni te atemorices ante ellos, porque son una casa rebelde. Les hablarás mis palabras, escuchen o dejen de escuchar, porque son rebeldes. Y tú, hijo de hombre, escucha lo que te hablo; no seas rebelde como esa casa rebelde. Abre tu boca y come lo que te doy.
¿Es el pueblo de Dios el que se encontraba rebelde y con dureza espiritual?
Sí. Dios se está refiriendo a Israel, Su pueblo escogido (Dt. 7.7-8). Ese pueblo que fue rescatado de su esclavitud en Egipto, guiado y respaldado en la conquista de la Tierra Prometido, pero que ahora es el pueblo que se encuentra exiliados en Babilonia, con su corazón totalmente rebelde contra Dios. Dios llama a Ezequiel, y le dice que hable a los israelitas y los exhorte a que se vuelvan a Dios… pero sin tener respuesta.
Pero la casa de Israel no te querrá escuchar, ya que no quieren escucharme a mí. Ciertamente toda la casa de Israel es terca y de duro corazón. He aquí, he hecho tu rostro tan duro como sus rostros, y tu frente tan dura como sus frentes.
Es interesante que la llamada de atención de Dios hacia Israel no tuvo como resultado que se arrepintieran de sus pecados, sino que continuaron en su rebeldía contra Dios. Por eso, en Ez. 18.21-24 Dios dice que si el israelita se vuelve de su pecado, y se arrepiente, recibirá el perdón.
Pero si el impío se aparta de todos los pecados que ha cometido, guarda todos mis estatutos y practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá, no morirá.
Es decir, si Israel rebelde se aparta de todos sus pecados, y obedece los mandamientos que están en la Ley, Israel será salvado del juicio que se avecina. Pero, no debemos entender esta salvación como la salvación que se entiende en el NT. Dios no está diciendo que por obedecer Sus mandamientos vamos a obtener salvación. No, mis hermanos. La salvación es por fe. Solo por gracia a través de la fe (Ef. 2.8), y no por lo que podemos hacer porque aún nuestras mejores obras, “son considerados como suciedad” delante de Dios (Is. 64.6). Los amigos de Job entendieron esto, y dijeron:
Si aun la luna no tiene brillo y las estrellas no son puras a sus ojos, ¡cuánto menos el hombre, esa larva, y el hijo del hombre, ese gusano!
No, mis hermanos. Este pasaje no está hablando de la salvación del alma. Si somos fieles al contexto, a lo que Ezequiel viene hablando desde Ez. 1-24, no se refiere a otra cosa más que ser librados del juicio inmanente que le espera a Jerusalén si continúa en su pecado. ¿Recuerdan que Ezequiel fue llevado a Babilonia durante la segunda deportación? La destrucción de Jerusalén aún no llegaba, y Ezequiel les anima a los israelitas a volverse a Dios, porque...
Pero si el justo se aparta de su justicia y comete iniquidad, actuando conforme a todas las abominaciones que comete el impío, ¿vivirá? Ninguna de las obras justas que ha hecho le serán recordadas; por la infidelidad que ha cometido y el pecado que ha cometido, por ellos morirá.
Israel fue castigado justamente por el pecado que había estado cometiendo. Pero por la dureza del corazón suyo, ellos interpretaron que lo que Israel estaba padeciendo era un pago injusto de Dios, por lo que sus padres habían hecho. Ellos se consideraban justos delante de Dios, y dijeron que Dios había sido injusto con ellos.
Lo que nos lleva a nuestro segundo punto: Un Dios llamado “injusto” por Su pueblo rebelde.
Un Dios llamado “injusto” (v.25-29)
Un Dios llamado “injusto” (v.25-29)
(Min. 13) Noten cómo inicia Ez. 18.25
»Sin embargo, ustedes dicen: “¡El Señor no hace lo correcto!”. Escúchame, pueblo de Israel. ¿Soy yo el que no hace lo correcto o son ustedes?
El pueblo de Israel, completamente empecinado en su pecado, empezó a creer que lo que ellos estaban viviendo era porque Dios había descargado Su ira injustamente sobre ellos. Otra vez, los israelitas se consideraban justos delante de Dios, y por lo tanto no veían su horrible condición. Jonathan Edwards, un pastor puritano estadounidenses que vivió en 1700 comentó algo sobre la mentira en la que los hombres naturales viven, y fácilmente se puede asociar esto a lo que pensaban los israelitas. Edwards dijo:
Casi todo hombre natural que oye acerca del infierno se engaña a sí mismo pensando que escapará; depende de sí mismo para su propia seguridad; se gloría en lo que ha hecho, en lo que hace, o en lo que intenta hacer. Cada uno pone en su mente ideas de cómo habrá de evitar la condenación y se adula a sí mismo de que sus planes y sus esquemas no le fallaran.
EL ser humano piensa y espera escapar de la ira de Dios, del castigo que su propio pecado merece haciendo caso omiso a las advertencias, o bien desligándose de toda responsabilidad. Es por eso que Dios, en el v.26, repite su afirmación acerca de Su justicia diciendo:
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete iniquidad y muere a causa de ello, por la iniquidad que ha cometido, morirá. Y cuando el impío se aparta de la maldad que ha cometido y practica el derecho y la justicia, salvará su vida.
Básicamente lo que Dios está diciendo que si una persona peca contra Dios, no habrá amnistía en el juicio. Dios no “se hará de la vista gorda” con respecto a los pecados que cada una de las personas cometan. Veámoslo desde esta perspectiva:
Imaginemos que una persona peca tres veces al día. Es tan perfecta que puede asegurar que no peca más de tres veces al día. Podría decirse que peca al desayunar, al comer y cuando cena; y después de eso, ya no vuelve a pecar en todo el día. Solo tres veces al día. Pensaríamos que es una persona muy disciplinada, que tiene mucho cuidado de lo que hace, de lo que piensa, e incluso de sus sentimientos y reacciones. Solo tres veces al día peca.
Ahora bien, si peca tres veces al día, ¿cuántas veces pecaría en una semana? 18 veces, porque los domingos que va a la iglesia no peca. Entonces, 18 veces por semana esta persona comete pecado, ¿cuántas veces pecaría en un mes? ¿En un año? 864 veces habrá pecado en un año. Y si suponemos que esa persona vive 70 años, una vida saludable y sin enfermedades, ¿cuántas veces habrá pecado en toda su vida? 60,480 veces. Más de 60 mil pecados tan solo si pecase tres veces al día.
¿Cuántos pecados podríamos estar cometiendo cada día? ¿Tres? ¿Siete? ¿Veinte veces?
¿Y en todo lo que llevamos vivos hasta el día de hoy?
Hermanos, si nos presentáramos delante de un juez, con el expediente de delitos que tenemos, ¿creen que nos dejaría libre? Teniendo 60 mil delitos, ¿nos dejaría en libertad?
¿Cuánto más inocentes seríamos tú y yo ante un Dios tres veces santo, y que, como Job dijo, ni aún las estrellas que Él creó son limpias ante Sus ojos?
Hermanos, nos encontramos ante un Dios a quien hemos ofendido infinitamente. Su enojo ha ardido desde que Satanás se rebeló contra Su voluntad; desde que Adán y Eva decidieron unirse al bando del que ya se había revelado; desde que tú y yo respiramos por primera vez en esta vida hasta este momento. Nos encontramos ante un Dios Santo a quien hemos ofendido con nuestro pecado. Los israelitas estaban hablando en contra de un Dios santo diciendo “El Señor no hace lo correcto. Nosotros sí”.
¿Realmente son nuestros caminos más justos que el de Dios?
Si Dios decidiera descargar toda Su santa ira sobre nosotros, ¿sería justo al hacerlo?
¿Merecemos Su perdón, Su paciencia, o Su misericordia?
El Salmista lo entendió y escribió en el Salmo 8.4
digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides?
Es solo por la misericordia de Dios que tú y yo podemos estar de pie hoy día y escuchar Su Palabra, con los mismo oídos con los que durante la semana escuchamos cosas que no honraban a Dios. Es por la misericordia de Dios que con nuestros labios podemos cantar que “Jesucristo es el Señor”, aún cuando con los mismos labios ofendimos, lastimamos, o hablamos a espaldas de alguien que no nos agrada. ¡Oh, mis hermanos! Necesitamos reconocer que nos encontramos delante de un Dios Justo y Santo, y que en Su Justicia Él podría enviarnos a todos al infierno, y aún seguiría siendo Justo.
Pero Ezequiel nos dice una tercera cosa. Ezequiel nos recuerda que ese mismo Dios que justamente trae juicio, ese mismo Dios llamado “injusto” por gente rebelde, es el mismo Dios Justo que nos hace un llamado al arrepentimiento.
El Justo llamando al arrepentimiento (v. 30-32)
El Justo llamando al arrepentimiento (v. 30-32)
(Min. 21) “Por tanto”. De esta manera inicia el v.30. La conclusión a la que se está llegando es precisamente esta:
Por tanto, os juzgaré, a cada uno conforme a su conducta, oh casa de Israel—declara el Señor Dios—. Arrepentíos y apartaos de todas vuestras transgresiones, para que la iniquidad no os sea piedra de tropiezo.
Justicia de Dios
Justicia de Dios
Es interesante que Dios vuelve a afirmar Su carácter Justo. “Yo juzgaré a cada uno según sus caminos” (Ez. 18.30, RVR60). Dios no quiere poner en duda Su Justicia. Todos los israelitas están delante de Su Dueño, y Él va a a recompensar a los que actuaron bien, así como castigará a todos aquellos que pecan y se rebelan contra él. Como lo hemos estado diciendo, tanto la obediencia como la desobediencia de las personas no determinan la vida eterna o la muerte de ellas. Sin embargo, ningún israelita quedaba excluido de ser castigado o recompensado por la obediencia o desobediencia hacia Dios. Nuevamente Jonathan Edwards, en su famoso sermón titulado “Pecadores en Manos de un Dios airado”, expone muy gráficamente la condición en la que se encuentra el mundo delante de Dios.
El Dios que te sostiene sobre el abismo del infierno te aborrece… Le has ofendido infinitamente más que lo que un rebelde obstinado ofende a su príncipe; y, sin embargo, no es otra cosa que su mano la que te sostiene de caer en el fuego en cualquier momento…tú estás aquí presente, y (que) aún permaneces en un estado no regenerado. Que Dios ejecutará el furor de su enojo, implica, que El infligirá su ira sin piedad. Cuando Dios observe lo extremadamente inefable de tu caso, y vea tu tormento estar tan vastamente desproporcionado a tu fuerza, y vea cómo tu pobre alma es molida, y se hunde como si estuviera en tinieblas infinitas; no tendrá compasión de ti, no contenderá las ejecuciones de su ira, y ni siquiera aligerará su mano ni habrá moderación ni misericordia, no apaciguará su viento agitado; no tendrá cuidado de tu bienestar, ni será en ningún sentido cuidadoso, a menos que sufras mucho más en cualquier otra manera, que lo que sufrirías con lo que la justicia estricta requiere. Nada será retenido por el hecho de que sea demasiado fuerte de sobrellevar.
De hecho, Ezequiel mismo lo menciona.
Por tanto, yo ciertamente obraré con furor. Mi ojo no tendrá piedad, ni yo perdonaré; y aunque griten a mis oídos con gran voz, no los escucharé.
“Yo juzgaré a cada uno según sus caminos… pero, a pesar de eso, convertíos y apartaos de todas las transgresiones” (Ez. 18.30 RVR60)
Misericordia de Dios
Misericordia de Dios
Aquí podemos ver el corazón de Dios por Su pueblo. Podemos observar la increíble misericordia de Dios, al llamar al pecador al arrepentimiento. Hermanos, ya hemos visto que nadie en este mundo es inocente ante Dios y, sin embargo, El Dios Justo nos llama al arrepentimiento.
¿Cómo es esto posible?
Pablo lo explica en Romanos 3.23-26.
por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús.
Es Dios quien pasa por alto los pecados de las personas para que Su pueblo, sus escogidos, reciban el perdón. Ezequiel dice que es IMPOSIBLE que el hijo pague los pecados de su padre y viceversa, porque tanto el padre como el hijo son culpables delante de Dios. Es por ello que, “gratuitamente fuimos justificados” por medio de Cristo, el Cordero de Dios, quien no había cometido ningún pecado. Es decir, nadie puede pagar el pecado de otra persona, porque un pecador no puede cargar el pecado de otro pecador. Por eso, era necesario que Jesucristo muriera en la cruz, “el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pe. 3.18). Es únicamente a través de Cristo que Dios perdona los pecados de la humanidad. Es solo a través de Cristo que el hombre puede ser declarado inocente delante de Dios (lo cual hablaremos más adelante en Efesios), y ser declarado justo, cuando no lo era.
Por ello, Pablo expresó perfectamente:
Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El.
Si nadie podía pagar los pecados de otro, Cristo vino y lo hizo. Entonces, Dios muestra su justicia así:
Castigando a la gente en el infierno por su pecado
Justificando en Cristo a Su pueblo
DIOS NO DEJA DE SER JUSTO.
Aplicación
Aplicación
Antes de concluir, mis hermanos, quiero que tú y yo nos llevemos algo en nuestro corazón al salir de este lugar. Efectivamente, nuestras obras no pueden hacernos más aceptos o ser rechazados por Dios, porque nuestra aceptación se encuentra en Cristo. Ya no existe la “tarjeta roja” en para nosotros. Sin embargo, al igual que con los israelitas, tenemos esa carta amarilla con la cual Dios nos advierte que si seguimos en nuestro pecado, seremos juzgados, aunque no condenados.
R - Reconoce tu pecado. No te engañes. Todos nosotros seguimos luchando con el pecado, pero eso no es un pretexto para continuar viviendo en él. Reconoce esa realidad, y...
A - Arrepiéntete de tu pecado. Dios está abierto de brazos para recibirte si corres a Él en arrepentimiento. Reconoce que has fallado y vuélvete a Dios.
M - Mira la cruz. Observa la cruz donde murió Cristo. Ahí Jesús pagó por ti, sufriendo el infierno por ti, para que tú entonces, por la fe, puedas disfrutar de Su presencia para siempre.
A - Agradece por tus tentaciones. Esto puede sonar un poco extraño, pero pensemos: Si no fuera por las tentaciones, no tendríamos motivos para estar recordando el evangelio día con día, y recurrir a él por esperanza.
Pero tú, amigo y amiga que nos acompañas esta mañana, para ti no hay esperanza porque has estado rechazando al Único que puede librarte del Juicio de Dios que está sobre ti por tu pecado. Reconoce que estás frente al Juez del Universo. Reconoce que te encuentras delante de Él con un expediente enorme de delitos, y que lo único que puede librarte es confiar en que esa vida criminal Alguien más pagó las consecuencias en tu lugar, y arrepentirte de cada uno de esos delitos que has cometido contra Dios.
Dios está presto a tener piedad de ti; este es un día de misericordia; puedes gritar ahora con la esperanza de obtener misericordia. Pero cuando el día de misericordia pase, tus gritos y chillidos de lamento y dolor serán en vano; estarás enteramente perdido y alejado de Dios, como para que nadie se interese en tu bienestar. Dios no tendrá otra cosa que hacer contigo que ponerte a sufrir miseria. (Jonathan Edwards, Pecadores en manos de un Dios airado)
¿Qué esperas para venir en fe y arrepentimiento?
No dejes pasar esta oportunidad para que tu alma sea salvada. Ven a Cristo.