Resultados de creer en Jesús

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Reflexionando en lo que produce la fe en Jesús en los que la tienen

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Introducción

A todos nos gusta recibir buenas noticias. Más de una vez tu rostro se iluminó con una sonrisa por haber recibido una buena noticia.
Es interesante que el mensaje de la salvación que hay en Cristo Jesús lleve el nombre de “buenas noticias”. Ese es el significado de la Palabra “evangelio”.
Muchos hemos escuchado el mensaje del evangelio, entendimos que Jesús es nuestra única alternativa para reconciliarnos con Dios, recibir perdón por todos nuestros pecados y tener vida eterna, y tomamos la decisión de aceptar que Jesús sea nuestro Señor y Salvador.
Pero, ¿qué implica eso? ¿Qué resultados produce? ¿Qué cambios experimenta alguien que cree en Jesús?
La Biblia, la Palabra de Dios, contiene toda la explicación que necesitamos en cuanto al contenido e impacto del evangelio en la vida de las personas. Dentro de la Biblia, la explicación más extensa y clara del mensaje del evangelio se encuentra en la carta a los Romanos.
Vamos a meditar por un momento en uno de los pasajes más desafiantes de esa carta, el capítulo 8.
¿Qué está haciendo en tu vida el mensaje del evangelio? Considéralo al leer Romanos 8.

1. Solo dos opciones.

Romanos 8.1–8 RVR60
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
Romanos 8.1–8 NVI
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios.
La excelente noticia que recibimos al creer en el evangelio es que siendo merecedores de la condenación de parte de Dios, nuestro Creador y Juez eterno, podemos ser perdonados, libres de condenación (Romanos 8.1).
Ahora, observa detenidamente lo que dice el versículo. Se refiere a los que creen en Jesús y son perdonados como “los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Esa división va a continuar a lo largo del resto del pasaje.
La fe en Jesús es mucho más que un cambio de preferencias. No tiene nada que ver con “iglesias y denominaciones”, sino con un cambio revolucionario en el interior de los que creen.
Creer en Jesús tiene que ver con dejar de vivir en la carne y pasar a vivir conforme al Espíritu.
De acuerdo a los versículos 3 y 4, lo que era imposible que consiguiera la Ley, lo hace el Espíritu en los que creen en Jesús. Estamos hablando de un cambio radical que afecta nuestra conducta, que revoluciona nuestra manera de proceder.
Esto es algo que tiene que sentirse en nuestros pensamientos (Romanos 8.5).
¿A qué le prestamos atención? ¿Dejamos que nuestros pensamientos e intenciones siempre estén concentrados en lo material o buscamos algo más? (Romanos 8.6).
Presta mucha atención a Romanos 8.6-7. ¡Tienes que agradar a Dios, y eso es imposible si vives según la carne!

2. Necesitas la obra del Espíritu en tu vida.

Romanos 8.9–11 RVR60
Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
Romanos 8.9–11 NVI
Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes.
¿Cómo se experimenta el Espíritu de Dios? ¿Qué resultados produce la presencia del Espíritu Santo en la vida de una persona?
El Espíritu de Dios vivifica nuestros cuerpos mortales.
Esto es algo que se siente, que afecta nuestras reacciones.

3. Cuestión de vida o muerte.

Romanos 8.12–17 RVR60
Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Romanos 8.12–17 NVI
Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!» El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.
Pablo presenta esto como un asunto de compromiso. No le debemos nada a nuestra carne, sino al Espíritu, de quién recibimos salvación.
Esto tiene que ver con decisiones de nuestra parte, la decisión de hacer morir en nosotros las obras de la carne, lo que equivale a vida entre nosotros.

Conclusión:

El Espíritu de Dios está en la vida de cada persona que cree en Jesús. Si el Espíritu Santo no está allí, la persona no es de Dios.
¿Qué está haciendo el Espíritu en nuestra vida?
Reafirma tu compromiso de vivir para Dios, conforme a la obra y dirección de su Espíritu en ti. Es allí donde está la vida.
Ya no te dejes llevar por la corriente y la tendencia de la carne. Esa influencia todavía está allí, pero Dios está obrando. Elige servir a Dios y agradarle a Él.
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