Sermón sin título (23)

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Introducción

Llegamos esta noche al Salmo 53 del salterio, las palabras de este salmo son iguales al del Salmo 14, la única diferencia la tenemos en el Versículo 5 donde David se refería a los necios de Israel, en este hace referencia a los enemigos de Israel y el uso del nombre de Dios, el Salmo 14 Usa el nombre personal de Dios, mientras que este salmo conserva la armonía del 2 libro de los salmos donde predomina el nombre Elohim.
Pablo cita las mismas palabras de este salmo en Romanos 3: 10-12.
Boice dice: “Todo lo que Dios dice una vez exige atención. Cualquier cosa que diga dos veces exige nuestra más intensa atención. ¿Cómo entonces si dice algo tres veces, como lo hace en este caso? Esto exige nuestra más aguda concentración, contemplación, asimilación e incluso memorización.
Esta repetición destaca la importancia de la doctrina de la condición caída del hombre. Esta doctrina muy negativa, tiene el propósito positivo de llevarnos a anhelar lo que dice el verso 6: "¡Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel!" (v. 6).
Apurgeon dice: “Todas las repeticiones no son vanas repeticiones. Somos lentos para aprender.... La Sagrada Escritura nunca se repite innecesariamente, [por lo tanto] hay una buena razón para la segunda copia de este Salmo". Haciendo hincapié en la numeración de los salmos, señaló: "Si nuestra edad ha pasado de los catorce a los cincuenta y tres, encontraremos la doctrina de este salmo más evidente que en nuestra juventud"
El necio de este salmo es una persona que sabe que Dios existe debido a la revelación natural de Dios, pero que suprime ese conocimiento porque no quiere reconocer a Dios, es la manera que lo explica Pablo en Romanos. De manera que un necio es todo aquel que peca y actúa como si Dios no existiera.
Vamos a savar algo mas de provecho de este salmo considerando lo que tiene que enseñarnos sobre el pecado, su naturaleza, su fruto y sus consecuencias. Seguiremos el bosquejo de Matthew Henry, que divide el salmo en 8 partes, 7 tienen que ver con el pecado y el ultimo nos muestra en contraste la fe de los santos.
1. La realidad del pecado.
Dios mira desde el cielo y lo ve (v. 2). Nosotros no siempre vemos el pecado, y la razón principal es nuestra ceguera espiritual, elegimos cerrar los ojos a las transgresiones y lo hacemos de varias maneras:
Nos hacemos los de la vista gorda ante las acciones de otros acciones.
Casi siempre nos justificamos y suprimimos la verdad de que hemos pecado. "No quise hacerlo", "No entiendes lo que pasó", "No fue así", "No fue mi culpa" o "Deberías ver primero lo que la otra persona me hizo". En otras palabras, pretendemos que el acto no fue pecado o que fue justificado. El problema con la negación es que no somos un tribunal de Justicia, ni somos jueces, mas bien somos los acusados, y el que conoce los hechos del caso, prepara la acusación, maneja la acusación y dictamina el juicio final es Dios. El Dios omnisciente ve perfectamente y conoce todas las cosas. Ante él todos los corazones están abiertos, todos los deseos conocidos, y él es quien dice Salmo 53:3
No nos servirá de nada pretender que el pecado no es pecado o que no somos pecadores, mientras Dios esté en su trono.
Esta es la realidad del Pecado

2. La culpa del pecado.

Otra forma en que nos ocupamos del pecado para poder vivir con él y no sentirnos demasiado culpables es minimizarlo, pensar de este como una debilidad, una enfermedad o una imperfección, pero ciertamente no como una transgresión grave que inevitablemente nos daña y hiere a otros.
Pero Dios describe con precisión el pecado, diciendo que los pecadores se han corrompido y han hecho abominable maldad (Vs.1), no hay quien haga lo bueno (Vs.3), son inicuos que dañan a otros y no invocan a Dios (V.4). Noten que el pecado afecta todas nuestras relaciones: Con Dios (No hay Dios), con nosotros mismos (Corruptos y abominables - nos estamos auto-destruyendo) y con los demás (Devoran al pueblo de Dios).
El pecado no es poca cosa. Es una falta muy grande y muy dañina.
Esta es la realidad del Pecado, La culpa del pecado.

3. La fuente del pecado.

La maldad del hombre radica en que no hay temor de Dios ante sus ojos. Dicen: “No hay Dios” (v. 1). Estos no son ateos teóricos, lo cual era extraño en el mundo antiguo. Esta es la descripción el ateísmo práctico, es decir que las personas descritas, admiten que hay un Dios pero decían que él no tiene nada que ver con el mundo, por lo que Dios no tiene ninguna influencia práctica en cómo vamos a vivir o qué hacemos. Ellos dicen entonces "No hay Dios para mí". El actúa como si Dios no existiera.
Esta es la fuente de nuestros problemas. Si el hombre no contempla a Dios y lo adora sirviéndole, se volverá a las criaturas y les servirá, de hecho comenzará a portarse como uno de los ídolos que adora Salmo 115:8 (Rom. 1: 28–32). Su camino será cuesta abajo y no habrá profundidades a las que no irá.
Unan vez que los hombres de una comunidad van cuesta abajo buscan "estándares comunes" y los imponen a los demás como ley. Pronto tendremos una cultura mas anticistiana.
Esta es la realidad del Pecado, La culpa del pecado. La fuente del pecado.

4. La locura del pecado.

Es una locura porque Dios existe, lo reconozcamos o no, y porque es cierto que un día tendremos que comparecer ante él para rendir cuentas de cada palabra que hemos dicho y de cada acción. Si eres una persona que ha estado viviendo como si no hubiera Dios, ¿qué crees que le dirás a Dios ese día? ¿Qué excusa darás? “No sabía que existías”
¿Cómo crees que le parecerá eso a Dios, que se ha esforzado tanto para revelarse a ti? Se ha revelado a sí mismo en la creación, en Jesucristo y en la Biblia.
Dios te dirá: ¿Ha tomado tiempo para estudiar la creación para su revelación de Dios? ¿Investigar las afirmaciones de Jesucristo? ¿Leer la Biblia?
¿"No pensé que eras importante"?
¡Qué insulto! Pensaste que la televisión era importante, los últimos resultados de fútbol eran importantes, tu cuenta bancaria era importante. ¿No pensaste que Dios era importante? ¿Te imaginas lo tonto que le parecerá al Dios exaltado, todopoderoso y omnisapiente, que le digamos: No tuve tiempo para ti"? Cuando tenías tiempo para todo lo que creías que era importante.
Si no te has esforzado por conocer a Dios y amarlo y servirlo con todo tu corazón, mente, alma y fuerzas, serás revelado como el más grande de todos los tontos el día en que debas rendir cuentas. Y sabrás que fuiste un tonto, lo reconozcas abiertamente o no.
Esta es la realidad del Pecado, La culpa del pecado. La fuente del pecado. La locura del pecado.

5. La inmundicia del pecado.

Una de las características engañosas del pecado es que se disfraza de algo hermoso y deseable, mientras que en realidad es horrible y destructivo. (Prov. 14:12; Rom. 6:23).
Esta es la realidad del Pecado, La culpa del pecado. La fuente del pecado. La locura del pecado. La inmundicia del pecado.

6. El fruto del pecado.

El pecado destruye a quien lo persigue, por supuesto. Vs. 4 nos habla de cómo afecta a otros. En el Medio Oriente, el pan es el alimento básico más común. Se come con regularidad y sin pensarlo. Esta parece ser la forma en que el salmista considera que los malhechores actúan cuando promueven sus propios intereses. Devoran a los débiles para que ellos mismos puedan hacerse fuertes y ricos. Al impío no le importa lo que le pase a los demás.
A los justos les importa lo que les pase a los demás. Por lo tanto, harán lo correcto incluso a un gran costo personal, y son generosos con lo que es suyo para ayudar a los demás.
Esta es la realidad del Pecado, La culpa del pecado. La fuente del pecado. La locura del pecado. La inmundicia del pecado. El fruto del pecado.

7. El miedo y la vergüenza que acompaña al pecado.

El versículo 5 parece referirse a un incidente histórico, aunque no podemos estar seguros de cuál. Es posible que sea la dispersión de los ejércitos de Senaquerib en los días de Ezequías (2 Reyes 18-19), pero hay numerosos ejemplos de Dios enviando un terror irracional a los corazones de los enemigos de Israel. Josué 10:10 habla de la confusión de los ejércitos del sur de Canaán cuando las tropas judías cayeron sobre ellos en Gabaón. Jueces 7 relata la batalla de Gedeón y su pequeño ejército de trescientos hombres contra los madianitas, cuando todo lo que hicieron fue rodear el campamento madianita por la noche, exponer sus linternas y tocar sus trompetas. Los madianitas estaban aterrorizados y se volvieron unos contra otros, matando a sus propios compatriotas de noche. En 1 Samuel 14, después de que Jonatán y su escudero mataron a unos veinte de los filisteos, “el pánico golpeó a todo el ejército” y Saúl y su ejército más grande los derrotaron (v. 15).
En estos casos, el pánico se apoderó de los enemigos de Israel cuando no existía una causa humana adecuada para ello. Pero si eso ha sido así cuando no había causa, cuánto mayor será el temor cuando los pecadores se enfrenten a la enormidad de su transgresión ante la presencia del Dios tres veces santo. (Lucas 23:30). Los malvados se verán obligados a rendir cuentas de todo lo que han hecho.
Esta es la realidad del Pecado, La culpa del pecado. La fuente del pecado. La locura del pecado. La inmundicia del pecado. El fruto del pecado. El miedo y la vergüenza que acompaña al pecado.

8- La fe de los santos

El salmista pasa del pecado al retrato contrastante del verdadero pueblo de Dios. Estas personas viven en un mundo en el que los necios actúan y hablan como si "no hubiera Dios". Es un mundo en el que abunda el pecado y en el que los perpetradores del mal habitualmente destruyen a los justos como si simplemente estuvieran comiendo pan.
Sin embargo, en medio de este mundo malo presente, hecho cruel por el pecado, los santos miran hacia arriba y esperan la “salvación” que viene de Sion.
En los días del salmista, la salvación aún estaba en el futuro, para los santos del A.T esta no tenía que ver con una liberación terrenal de las amenazas de ejércitos extranjeros. Estas fueron liberaciones físicas temporales, pero la “salvación”que anhelaban los justos era Dios mismo, particularmente el Dios Salvador cuya venida había sido profetizada tantas veces en el Antiguo Testamento.
Ese Salvador fue Jesús. Así que ahora, los que vivimos en el lado posterior de su venida, lo miramos como el único que nos libra del pecado. Ponemos nuestra fe en él y en su obra, más que en nuestras propias obras, como base de nuestra salvación. Y también esperamos su segunda venida, sabiendo que en ese día el pecado será castigado, el bien será recompensado y la locura de aquellos que han vivido como si no hubiera Dios será revelada.
Si ha estado viviendo como si no hubiera Dios, le insto a que se arrepienta de su insensatez y se vuelva sabio. La persona sabia sabe que necesita un Salvador. Cuando ese Salvador se revela, el sabio cree en él y lo sigue para siempre.
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