Estudio de Filipenses - Alcanzar la meta

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En este estudio nos enfocaremos en descubrir cuál era la meta que el apóstol Pablo quería alcanzar.

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Filipenses 3.12 RVR60
No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.

“no que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto”

Muchas veces se ha utilizado este versículo para señalar que “nadie es perfecto”, y que todos tenemos fallas, errores y pecados. Pero Pablo no se refería a este tipo de perfección.
El estaba consciente que existe una gran distancia entre la meta de la perfección y la realidad presente. Una distancia que fue acortada desde que comenzó la carrera. Una distancia tal, que al mirar hacia atrás, pudo decir “¡Cuánto he recorrido!” pero al mirar hacia adelante, exclamó: “¡Pero cuánto me falta aún!”.
No obstante continuaba avanzando: “Prosigo” –dijo,- para llegar”. Porque aun no conocía a Cristo como debía conocerlo, todavía no había experimentado el poder de su resurrección, todavía le faltaba la comunión con los sufrimientos del Señor y todavía estaba distante la ofrenda de su vida para morir como su Maestro.

Asir para lo que fui asido.

El quiso alcanzar a Cristo. “Asir” significa “tomar, agarrar, recibir, conseguir, obtener”. Este versículo dice literalmente en griego: “pero prosigo si ciertamente le agarre, puesto que también fui agarrado por Cristo Jesús”.
Como también traduce la versión de Taizé “sigo corriendo por si logro apoderarme de él, por cuanto Cristo Jesús también se apoderó de mí.” Es como si dijera “De la misma manera que el Señor me persiguió hasta alcanzarme en el camino a Damasco, así quiero correr tras Él hasta alcanzarlo y apropiarme de Él, como El se apropió de mí”.
Filipenses 3.13–14 RVR60
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Todavía no...

¿Cómo manejaba Pablo sus frustraciones y fracasos?

Pablo manejaba sus frustraciones y fracasos de tres maneras:

(1) Primero, con realismo. “yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado”.

El nunca utilizó frases como “en fe ya lo he alcanzado” o “en fe obtuve la victoria” o “me declaro vencedor”. El no pretendía tener lo que aun no tenía, ni pensaba que si reconocía su fracaso estaría atado por él. El sabía que la honestidad consigo mismo y con los demás establecería una base firme para sus logros futuros.
La primera opción, o sea “no pretendo haberlo alcanzado ya”, deja en el aire que Pablo «lo alcanzará».
2 Timoteo 4.7–8 RVR60
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

(2) En segundo lugar, manejaba sus fracasos olvidando el pasado.

“pero una cosa hago, olvidando lo que queda atrás”. El no se detenía para llorar las pérdidas, o lamentar los fracasos, o para torturarse con los errores cometidos. Porque era consciente que el olvido “de lo que queda atrás” es sanador y vigorizante.
Lucas 9.62 RVR60
Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.
Lucas 17.32 RVR60
Acordaos de la mujer de Lot.

(3) Por último, Pablo manejaba sus fracasos proyectándose hacía una meta.

“extendiéndome a los que está delante, prosigo a la meta”.
Éxodo 14.15 RVR60
Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.
Para algunos, una caída o un fracaso es el fin, pero para Pablo era solo una pausa en su carrera para “extenderse” hacia adelante, nunca hacia atrás. Solamente las grandes metas puede movilizar de esta manera a un hombre y darle la tenacidad de continuar sin detenerse, y la tenacidad de no pensar en el pasado y de avanzar construyendo su futuro día a día.
Esta gran meta que se puso, dieron a Pablo la tenacidad de avanzar sobrellevando toda clase de sufrimientos, penurias, necesidades, persecuciones, cárceles, desprestigio, oposición de afuera y de adentro y estando convencido que estos pesares son también los sufrimientos por Cristo.

El “supremo llamamiento de Dios”.

El supremo llamamiento es el llamado de Dios desde arriba para cumplir una misión en la tierra. La meta de Pablo era recibir el premio del más alto llamado de Dios. Literalmente dice “hacia meta prosigo para el premio del arriba llamamiento de Dios”. O como traducen otras versiones: “para ganar el premio al que Dios nos llama arriba en Cristo Jesús” (Taizé) “para ganar el premio del cielo” (LAT) “hacia la vocación celeste de Dios” (Nieto). Se premia, no solo a los que corren y llegan a la meta, sino a los que llegan primero.
1 Corintios 9.24–25 RVR60
¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
2 Timoteo 2.5 RVR60
Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente.
El supremo llamamiento tiene que ver con el llamado de Dios para predicar el evangelio y hacer discípulos a todas las naciones; es el llamado a cumplir con la gran comisión ordenada por Jesucristo. Existen otros llamados de Dios para llevar a cabo diferentes propósitos en la tierra, pero este se destaca sobre todos.
2 Timoteo 4.7–8 RVR60
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
Filipenses 3.15–16 RVR60
Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa.

“no que ya sea perfecto” o“todos los que somos perfectos”

¿Cómo se entiende esto?

Aquí tenemos un clásico ejemplo de la riqueza de algunas palabras griegas como lo es el término “perfecto”, en griego teleioV (téleios) que significa no solo perfecto, sino “completo, íntegro, maduro, bien desarrollado”. Por eso, la versión de Taizé traduce “Así, pues, todos los que somos ya maduros, debemos tener estas aspiraciones”.
Por lo tanto, Pablo no se está contradiciendo, sino que se está refiriendo a dos situaciones completamente diferentes. Cuando escribió “no que ya sea perfecto” estaba pensando en su meta, la cual aun no había alcanzado; y cuando escribió “todos los que somos perfectos” estaba pensando en todos los que juntamente con él han llegado a la madurez, es decir, que dejaron de ser niños espirituales y ya tienen la capacitad de trabajar en equipo.
Porque es evidente que es muy difícil llegar a un consenso o unanimidad con los inmaduros o con los que aun están gobernados por su vieja manera de pensar y sus valores mundanos. Como su mente no ha sido renovada por el Espíritu Santo siguen pensando del mismo modo que antes de conocer a Cristo, por lo cual rápidamente brotan en ellos los celos, la envidia, las malas sospechas, los pleitos y divisiones.
En cambio los que llegaron a la madurez se destacan por su paciencia, su capacidad de escuchar real y atentamente a otros y por su decisión de buscar el bien de los demás mucho más que el suyo propio. Por eso Pablo apunta a los maduros, los bien desarrollados, para que sientan lo mismo.

Una regla para todos

Su regla fue “avancemos juntos”. “Por lo demás, desde el punto a donde hemos llegado, sigamos adelante” (BdeJ) Es importante señalar que el apóstol Pablo avanzaba “juntamente con” toda la iglesia en los grandes pasos de la revelación de Dios.
El no se quedaba en el pasado, pero tampoco se adelantaba al futuro sin contar con los hermanos que se caracterizaban por su madurez. La meta era alcanzada cuando todos concordaban en un punto, es decir, cuando todos tenían un mismo sentir y pensaban de la misma manera.
Pero si luego aparecía otra revelación, entonces avanzaban lentamente por si esa nueva revelación no tenía el consenso de la mayoría o incluso de una minoría. Avanzaban lentamente porque esperaban que Dios actuara; por esto mismo añadió: “si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios”. Pero en todo se ve que hay una dirección, un camino. Porque toda revelación está relacionada con otra semejante.
Dios muestra el rumbo con revelaciones en el mismo tema y poco a poco abre nuevos horizontes. Por eso escribió “a lo que llegamos en lo mismo debemos avanzar”. O como traduce la NBE “En todo caso, seamos consecuentes con lo ya alcanzado”.
Filipenses 3.17 RVR60
Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.

Imitadores.

Conociendo la vida y obra del apóstol Pablo por medio del libro de Los Hechos de los Apóstoles y sus epístolas, podríamos mencionar muchísimas cosas que podríamos imitar de él y de los que se conducían del mismo modo, sin embargo este versículo nos señala esencialmente un aspecto: su conducta. Dado que el texto dice “sed imitadores de mi y mirad a los que así se conducen” o “así andan”.
No se trata de doctrina sino de comportamiento y de actitudes. Uno puede tener la teología más sana del mundo o la más correcta y exacta, pero si la conducta está plagada de celos, envidias, críticas mordaces, malas sospechas, calumnias y de otros males, estará marcando a otras vidas con un sello deficiente que producirá cristianos deficientes. Cuando Pablo dice “sed imitadores de mi”, no lo dice con la finalidad de ponerse como ejemplo o modelo porque sí, sino para orientar a la iglesia para que adopte una conducta diferente a otros.
Algunos imitan lo que no deben imitar y hacen mucho daño tanto a otros como a sí mismos. Pero si imitan a los que se conducen conforme a la voluntad de Dios se transformarán en agentes de cambio para muchas generaciones.
1 Corintios 11.1 RVR60
Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.
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