¡Glorioso!

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Servimos a un Dios glorioso, que nos lleva a otro nivel, más a su nivel.

Notes
Transcript

Introducción

La creación en que vivimos es algo maravilloso. ¿Qué es lo que te maravilla de este hermoso mundo que Dios creó?
Ver “99 datos cortos y fascinantes acerca del cuerpo humano” (https://genial.guru/admiracion-curiosidades/100-datos-cortos-e-interesantes-acerca-del-cuerpo-humano-35755/)
Somos una creación maravillosa, como decía el rey David en el Salmo 139.
Pero, ¿sabes que esto se puede poner aún mejor?
Sí, Dios está llevándonos todavía a otro nivel.
2 Corintios 3.17–18 RVR60
Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
2 Corintios 3.17–18 NVI
Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.
Somos transformados… Eres transformado. Dios está haciendo una obra de transformación en ti. ¿Con qué tiene que ver esto?

1. El punto de apoyo de nuestra fe.

Hagamos un ejercicio un poco interesante. Ya que hablamos de datos sorprendentes, ¿sabías que esto está escrito en la Biblia?
1 Corintios 15.19 RVR60
Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.
1 Corintios 15.19 NVI
Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera sólo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales.
¿Cómo? ¿Cómo es eso que si nuestra confianza está en Cristo somos dignos de lástima?
Mejor aclaramos el concepto.
1 Corintios 15.17–20 RVR60
y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.
1 Corintios 15.17–20 NVI
Y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados. En este caso, también están perdidos los que murieron en Cristo. Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera sólo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales. Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, como primicias de los que murieron.
Ese es el dato que faltaba. Si Cristo no hubiera resucitado, entonces nuestra fe no tendría punto de apoyo. Pero el hecho es que Jesús sí resucitó.
Ahora, te invito a considerar esta última declaración, en el versículo 20: dado que la resurrección de Jesús es una rotunda realidad, Él es “primicia de los que murieron”, es decir, el primero de su especie anticipando lo que va a ocurrir con los que creen en Él.

2. Aquel día glorioso.

¿Cómo será aquel día glorioso?
1 Tesalonicenses 4.13–18 RVR60
Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.
1 Tesalonicenses 4.13–18 NVI
Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto. El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras.
¿Te puedes imaginar por un momento este evento? ¿Puedes considerar aquel glorioso momento que vivirán los que creen en Jesús?
Será un momento muy especial. ¿Viste las palabras “seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire”? ¡Eso “no es normal” para nosotros! Implica un cambio, uno bien grande.

3. Un cuerpo glorificado.

1 Corintios 15.35–41 RVR60
Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria.
1 Corintios 15.35–41 NVI
Tal vez alguien pregunte: «¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo vendrán?» ¡Qué tontería! Lo que tú siembras no cobra vida a menos que muera. No plantas el cuerpo que luego ha de nacer sino que siembras una simple semilla de trigo o de otro grano. Pero Dios le da el cuerpo que quiso darle, y a cada clase de semilla le da un cuerpo propio. No todos los cuerpos son iguales: hay cuerpos humanos; también los hay de animales terrestres, de aves y de peces. Así mismo hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero el esplendor de los cuerpos celestes es uno, y el de los cuerpos terrestres es otro. Uno es el esplendor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas. Cada estrella tiene su propio brillo.
Por creer en Jesús, un día vas a tener un cuerpo diferente, especial.
1 Corintios 15.42–44 RVR60
Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.
1 Corintios 15.42–44 NVI
Así sucederá también con la resurrección de los muertos. Lo que se siembra en corrupción, resucita en incorrupción; lo que se siembra en oprobio, resucita en gloria; lo que se siembra en debilidad, resucita en poder; se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Si hay un cuerpo natural, también hay un cuerpo espiritual.
Más razones para perseverar en caminar con el Señor.
1 Corintios 15.51–58 RVR60
He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
1 Corintios 15.51–58 NVI
Fíjense bien en el misterio que les voy a revelar: No todos moriremos, pero todos seremos transformados, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque final de la trompeta. Pues sonará la trompeta y los muertos resucitarán con un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transformados. Porque lo corruptible tiene que revestirse de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad. Cuando lo corruptible se revista de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: «La muerte ha sido devorada por la victoria.» «¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley. ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.

Conclusiones

Vive de tal manera que cuando llegue aquel día experimentes esa transformación.
Nuestra esperanza está viva y activa. Un día recibiremos a Jesús y seremos transformados.
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