¿Que nos sucede después de la muerte?
Introducción
¿Dónde está el infierno?
16:19–31
Se cuenta la historia de un joven convertido en una campaña de avivamiento en un pueblo minero que, queriendo hacer algo como testimonio de su nueva fe, compró algunos tratados de propaganda evangelística con el fin de repartirlos.
Ocupado en distribuirlos, halló a algunos de sus antiguos compañeros, quienes se burlaron de él cuando les habló de Jesús como su Salvador. Uno de ellos le dijo:
—Puedes decirme ¿dónde está el infierno?
—Sí; está al final de una vida sin Cristo—respondió el joven recién convertido, después de pensar por un momento.
Responder teológicamente a esta pregunta será siempre difícil, pero la respuesta dada por el joven recién convertido es la mejor respuesta; el infierno está al final de una vida sin Cristo. Cuando una persona camina con Cristo, aceptando sus promesas y viviendo conforme a su voluntad, su destino será otro; igual podemos añadir que el cielo está al final de una vida en Cristo y con Cristo.
I. La indiferencia ante el dolor
Aquí está la prueba, la oportunidad para que el ostentoso opulento muestre si, después de todo, tiene un corazón. Un hombre muy, muy pobre, uno que lo necesita todo, está echado a la entrada
Lázaro no solamente era un mendigo, completamente incapaz de abastecer para sus propias necesidades, también estaba cubierto de llagas.
Aquí entonces había una oportunidad para que el rico petimetre mostrase misericordia, porque cuandoquiera que entrara o saliera por la puerta, no podía dejar de ver a Lázaro. Además, el mendigo deseaba comer las migajas que caían de la mesa del hombre rico. La parábola no dice que hubiera recibido estas migajas. ¿No deja la impresión esta omisión que debe haber recibido muy poco? Una cosa es cierta: el rico exibicionista no prestaba atención al mendigo, ni lo ayudaba en forma alguna, sino vivía solamente para sí.
Lo que debe de haber hecho mucho peor la condición del pobre era que perros parias, inmundos y pestilentes tenían la costumbre de venir a él y lamerle las llagas.
II. No todo termina al morir
El rico también murió y fue sepultado. Debe haber sido un funeral espléndido. Nótese el contraste significativo: nada se dice acerca de la sepultura del mendigo; por otra parte, aquí nada se dice acerca del alma del rico, qué le ocurrió en el momento de su muerte.
Sin embargo, esto no quita el hecho de que aquí se han presentado algunas verdades definidas acerca de la vida futura, una de las cuales es que los que han partido no están durmiendo sino plenamente despiertos; otra, que algunos se salvan y otros están sufriendo
III. Nadie puede ser rescatado cuando muere
No hay tal cosa como una “segunda” oportunidad. Por lo tanto, las oportunidades para ayudar a los que están en necesidad, y, en general, de vivir una vida fructífera para la gloria de Dios deben ser aprovechadas ahora.
IV. La petición del rico negada
Aquí, por primera vez en esta parábola, el hombre que antes fue rico revela aquí un poco de compasión. Pero aun este interés en otros podría haber estado mezclado con el interés propio. Quiere que se advierta a sus cinco hermanos para que ellos puedan quedarse fuera del infierno. La interpretación más favorable que uno puede dar a esta petición es que provenía del amor sus hermanos. Otras posibilidades que se han sugerido de parte de los expositores son: (a) está tratando de decir: “Si yo mismo hubiera recibido una advertencia, no estaría aquí hoy día”, y (b) no quiere que sus hermanos se unan a él por temor que ellos lo culpen por el mal ejemplo que les dio.
Como quiera que sea, nótese que aun ahora no está pidiendo algo en favor de la gente en general, sino solamente por sus cinco hermanos. ¡Y aun ahora él parece no poder quitarse la idea que Lázaro es su siervo