Sermón sin título (17)
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No suele ocurrir que la espiritualidad de un grupo de cristianos sea mayor que la de sus líderes. Es ésta una observación muy común y muy real, que les debería hacer a aquellos que aspiran a ser líderes pensárselo dos veces y puede que aun temblar. La espiritualidad de los sacerdotes de Israel estaba de capa caída, y las consecuencias en la nación fueron desastrosas. Por eso tenía el Señor un mensaje con el que su portavoz, el profeta Malaquías, había de reprender y advertir a los sacerdotes: “Ahora, pues, oh sacerdotes, para vosotros es este mandamiento.”
Los líderes tienen que ser hombres maduros en su fe. Y una de las mejores señales de la madurez espiritual es saber aceptar una amonestación. Se suele decir que admitir los defectos propios y procurar corregirlos es una señal de madurez.
David reconoció que había fallado cuando fue reprendido
Pero Saul no aceptaba sus errores.
Un líder cristiano maduro tendría que saber aceptar ser reprendido. Nuestra reacción ante alguien que nos muestre nuestros defectos indicará cómo es de profunda y auténtica nuestra relación con el Señor.
Sin embargo, no digo esto para que ahora vayan por ahí cristianos presuntuosos metiéndose con sus líderes y pastores en cuanto tengan la oportunidad. Jesús dejó muy claro que hemos de tener mucho cuidado a la hora de criticar a otros: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido” (Mateo 7.1, 2).
No digo esto para que los líderes cristianos pasen a ser marionetas de cualquier crítico engreído y autonombrado, o esclavos de las opiniones de sus grupos de creyentes (Gálatas 1.10).
Eso los haría hombres que agradan a hombres, en vez de siervos de Dios. No obstante, nadie es infalible, y los líderes también pueden cometer graves errores. Sin embargo, en tales momentos, hombres maduros en su fe serán capaces de sopesar lo verdadero y lo falso de la crítica, y serán suficientemente humildes como para escuchar, y cambiar. Un buen líder responde bien a la voz de Dios aun cuando recibe un comentario adverso.
Pablo le deja claro a Timoteo que los líderes no pueden ser criticados fácilmente. No obstante, reconoce que a veces sí que hay lugar para criticar y reprender, y que ha de hacerse seriamente: (1 Timoteo 5.19, 20).
Puede ocurrir que una congregación critique demasiado a sus líderes, y puede ocurrir que algunos líderes escuchen demasiado poco. Es necesario que en todos nosotros haya un espíritu de amor y humildad, para alcanzar un equilibrio que ayude al progreso de la obra de Dios.
Una advertencia de juicio.
Los sacerdotes, que deberían haber tenido una gran influencia positiva, estaban sin embargo haciendo tropezar al pueblo con sus acciones y su comportamiento. Dios estaba muy enojado con ellos. Por eso ahora los amenaza con un juicio. Si ellos no escuchan su advertencia, Él se volverá contra ellos en su ira. “Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros” (v. 2).
Dios los culpa a ellos. Aunque seguramente ellos tenían sus razones para actuar como actuaban, pero Dios les dice que ellos tienen la culpa.
Nosotros somos dados a poner excusas para todo. No voy a la iglesia por esto, no ofrendo por esto, no vivo en santidad por esto, no dejo el pecado por esto, pero Dios viene y nos dice eso es lo que debe hacer ¿Va a ser fácil? No nunca es fácil, siempre es duro dejar el pecado y seguir al Señor.
Si no honran mi nombre.
Estaban deshonrando a Dios ¿Cómo?
Permitiendo ofrendas inaceptables (Malaquías 1. 6-7)
Pensando que no hay dignidad en el servicio al gran rey (Malaquías 1. 12).
Sirviendo a Dios sin gozo, haciéndolo como por una carga y no por agradecimiento (Malaquías 1. 13).
Incumpliendo sus promesas (Malaquías 1. 14) .
I. Los iba a maldecir a ellos y a sus bendiciones (Malaquías 2.2).
a. Los sacerdotes bendecían al pueblo, eso representaba la bendición de Dios (Números 6.24–26).
1. Éstos son los líderes cristianos y ministros del Evangelio cuyos sermones se han convertido en aburrida cháchara, la cual será juzgada por Dios. “Maldeciré vuestras bendiciones.” “Transformaré vuestros sermones en sedantes.” Éstos son los ancianos y diáconos que no guían al rebaño con el ejemplo, cuyo trabajo no es efectivo, y a quienes la congregación desprecia. Éstos son los maestros de escuela dominical y padres “cristianos” cuya fe aun los niños pueden ver que no es sino un fraude, una doble vida, una hipocresía. Éstos son los cristianos que “testifican” del amor de Dios, pero que carecen de gozo, y en cuyas caras se refleja que en realidad no tienen una relación vital con Dios. Éstos son los “cristianos” que no testifican nunca, pues es todo una cuestión nominal.
b. Estas también pueden ser las bendiciones materiales y físicas prometidas a los sacerdotes que reciben los diezmos del pueblo ( Nm. 18:21)
II. Los iba a quitar de sus puestos (Malaquias 2.3).
Yo reprenderé a vuestra descendencia. Esto podría significar una maldición sobre la descendencia del sacerdote o una maldición literal sobre la simiente agrícola, o bien podría referirse a ambas.
a. En primer lugar, considerando lo que Dios les dijo a aquellos sacerdotes, debemos entender que Dios nos juzgará por la influencia que tengamos sobre otros, RECORDEMOS QUE EN ESTE TIEMPO TODOS NOSOTROS SOMOS SACERDOTES DE DIOS.
i. Para el falso cristiano, y para el falso líder, que no ha hecho sino confirmar el prejuicio que el mundo tiene contra el pueblo de Dios (que “la Iglesia está llena de hipócritas”), habrá un juicio terrible.
ii. Hay quienes han comenzado a andar en la senda cristiana y han dado media vuelta sencillamente porque han sido desanimados por algunas personas que han conocido en el círculo de la Iglesia. Jesús dice: (Marcos 9.42). No hemos de pensar que el hecho de que Dios haya predestinado quiénes serán salvos y quiénes no quita algo de culpa a aquellos que han hecho a otros tropezar en su camino hacia Cristo. No es así. La responsabilidad recaerá sobre ellos.
Aun quienes son salvos han de tener en cuenta que todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo (2 Corintios 5.10).
b. En segundo lugar, Dios es un Dios de gracia, y sus advertencias tienen siempre un propósito positivo. “Si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre (…) enviaré maldición.”
i. Ese “si” condicional nos dice que los sacerdotes aún tienen una oportunidad para cambiar su camino, y esa es la clave de la advertencia de Dios. El deseo del Señor es que regresen a Él.
ii. La Biblia nos dice que a Dios no le agrada juzgar. Le agrada poder ser misericordioso con los hombres. Él es un Dios santo, no un Dios beligerante. Dios deseaba de veras que los sacerdotes se arrepintieran, para así volver a bendecirlos y que su sacerdocio continuara. Deseaba de veras que aquellos hombres volvieran a ser líderes santos para el pueblo. Sus advertencias están llenas de amor y de gracia.
c. En tercer lugar, si no se presta atención a las advertencias de Dios, al final Dios interviene, y juzga. Si Dios te ha estado hablando, y ha puesto un peso en tu conciencia, y te niegas a escuchar y a actuar en consecuencia, antes o después Dios te juzgará: sí, sí, a ti.
La hora que Dios ha fijado siempre termina por llegar.
i. Así ocurrió con los sacerdotes levitas. Por supuesto, estaba decretado desde siempre en el plan eterno de Dios que los sacrificios de animales de la Ley de Moisés habrían de ser sustituidos en tiempos del Nuevo Testamento. Sin embargo, el espacio de tiempo a través del cual llegó aquel momento fue el judaísmo apóstata y estéril de los tiempos de Jesús. Dios hizo juicio. Los sacerdotes levitas se acabaron. Los sacrificios de animales terminaron. Dios destruyó el Templo de Jerusalén en el año 70 d.C. La tribu de Leví fue sustituida por un nuevo sacerdote de la tribu de Judá: nuestro Señor Jesucristo. Ciertamente el tiempo al final se acaba. Prestemos atención a la advertencia.
ii. Esta forma de actuar de Dios no pertenece sólo a la época del Antiguo Testamento.
¡El tiempo también se les puede acabar a los desobedientes, ya sean líderes de iglesias o iglesias enteras!
Recordemos lo que nuestro Señor Jesús, ya resucitado, dijo a la iglesia en Éfeso, en una carta enviada en una situación parecida a la de los tiempos de Malaquías: (Apocalipsis 2.5). ¡Y el candelero ciertamente fue quitado! ¡Presta atención tú también a la advertencia!
iii. Dios juzgará la influencia de quienes componen la Iglesia sobre aquellos que los rodean. Jesús dijo de aquellos que componen la Iglesia: (Mateo 5.13).
III. También les dice como quieren que se conduzcan.