EL GRAN SUMO SACERDOTE
hebreos 4-14-16
Jesús el gran sumo sacerdote
14Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro
Jesús es el Jefe de sacerdotes
14 Jesús es el Hijo de Dios, y es nuestro gran Jefe de sacerdotes, que ha subido al cielo. Por eso debemos seguir confiando en él.
15 El diablo le puso a Jesús las mismas trampas que nos pone a nosotros para hacernos pecar, sólo que Jesús nunca pecó. Por eso, él puede entender que nos resulta difícil obedecer a Dios. 16 Así que, cuando tengamos alguna necesidad, acerquémonos con confianza al trono de Dios. Él nos ayudará, porque es bueno y nos ama.
El adjetivo gran indica que Jesús es superior a los sumo sacerdotes y pastores terrenales. El es el gran sumo sacerdote, no aquel que entraba en el Lugar Santísimo y salpicaba sangre para expiar primero por sus propios pecados y después por los de su pueblo. Jesús, como gran sumo sacerdote, se destaca por sobre los sumo sacerdotes terrenales.
Cuando el escritor dice que Jesús “ha traspasado los cielos” (v. 14), está dando a entender que Jesús ha entrado a la presencia de Dios el padre. El sumo sacerdote aarónico podía entrar en el Lugar Santísimo una vez al año, y se encontraba ante la presencia de Dios. Jesús, por estar ante Dios el Padre en el cielo, transciende el sacerdocio aarónico. Por la tanto, el escritor de Hebreos lo llama le “gran sumo sacerdote”
Que ha traspasado los cielos. El sumo sacerdote judío entraba al santuario interior del templo una vez al año y por un breve momento se encontraba ante la presencia misma de Dios. Por contraste, Jesús ha entrado en los cielos y está siempre ante la presencia de Dios (Heb. 9:24). El ha sido resucitado de entre los muertos, ha ascendido al cielo, y está sentado a la diestra de Dios el Padre. Ha penetrado los cielos, ha sido “exaltado por sobre los cielos” (Heb. 7:26). El es majestuoso en su poder y gloria por ser el Hijo de Dios, humano y divino.