Nuestra realidad: Somos salvos por gracia (Parte II)
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· 47 viewsPablo continua con la oración (1.15-23) e introduce el tema central de la carta mencionando la obra de Dios en la vida de los efesios, quienes fueron también resucitados, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos. A pesar de estar muertos y enemistados contra Dios, Él mostró su amor y gracia al dar vida y exaltar a los creyentes para hacer Su voluntad.
Notes
Transcript
Handout
En 1514 y 1516 el papa León X había hecho predicar indulgencias a toda la comunidad de Alemania. Engañosamente este hombre quiso que la gente pagara una cantidad predeterminada de dinero por las penas que la Iglesia Católica imponía sobre los hombres. Esto se hizo con el pretexto la guerra con los turcos, pero después fue para construir la Basílica de San Pedro en Roma. Juan Tetzel, un hombre escogido para recolectar estas indulgencias empezó a predicar en las diferente comunidades acerca de la necesidad de pagar las indulgencias. En una ocasión se paró a predicar diciendo:
“No hay pecado, por grande que sea, que la indulgencia no pueda perdonar… pague bien nada más y se le perdonará… Ni aún el arrepentimiento es necesario. Pero hay más; las indulgencias no sólo salvan a los vivos, sino también a los muertos… Una limosnita nos librará de él (el fondo del abismo); ustedes pueden y no quieren darla.”
Ante esto, Martín Lutero, un fraile y teólogo alemán, se opuso rotundamente. Aprovecho la ocasión en la fiesta de Todos los Santos para hacer frente a las herejías que se estaban enseñando. Así que, la tarde del 31 de Octubre de 1517, Martín Lutero fue a la iglesia de Wittenberg, y clavó en las puertas de la capilla 95 tesis o proposiciones en contra de la doctrina de las indulgencias. De todas ellas, la No. 36 y 37 dicen:
No. 36 - Cualquier cristiano que sienta verdadero arrepentimiento de sus pecados, tiene ya la abolición plenaria de culpas y penas, la cual le pertenece y se le aplica sin cartas de indulgencias.
No. 37 - Todo verdadero cristiano, sea vivo o difunto, tiene parte en todos los bienes de Cristo y de la Iglesia, por el don de Dios, sin necesidad de cartas de indulgencias.
A partir de ese momento, la Reforma Protestante en Alemania comenzó. Y más adelante, fueron conciliadas las doctrinas que la Reforma trajo como consecuencia:
Sola Scriptura - Solamente la Escritura
Sola Fide - Solo a través de la Fe
Sola Gratia - Solamente por gracia
Solus Cristus - Solamente a través de Cristo
Soli Deo Gloria - Solo a Dios la Gloria
A estas, mis hermanos, se les conoce como las “5 Solas” de la Reforma Protestante. Precisamente, en este episodio de la historia de la iglesia, la Reforma Protestante, se observaron pasajes como el que estudiaremos hoy.
a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de su gracia por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.
Hemos mencionado las primeras dos realidades que todos los creyentes deben de tener en cuenta: Nuestra realidad antes de Cristo, en primer lugar, y Nuestra realidad después de Cristo, en segundo lugar. Pero el día de hoy veremos Nuestra tercera realidad: Somos salvos por gracia. Por ello, vamos a considerar tres aspectos de esa realidad. Nuestra realidad vista desde el pasado, presente, y futuro:
Fuimos salvados por gracia (v.8-9) - Pasado
Somos salvados para vivir en santidad (v.10) - Presente
Somos salvados para la gloria de Dios (v.7) - Futuro
Comencemos con esta realidad que es tan importante: Fuimos salvos SOLO por gracia
Fuimos salvados SOLO POR GRACIA (v.8-9)
Fuimos salvados SOLO POR GRACIA (v.8-9)
Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Pablo comienza a desarrollar la idea que mencionó en el Ef. 2.5 “ustedes son salvos por gracia”. Nuestra salvación, mis hermanos tiene como causa la inexplicable gracia de Dios. Como lo mencionamos la semana pasada, es únicamente por la misericordia de Dios que tú y yo no estamos sufriendo en este mismo momento los tormentos en el infierno; pero ahí viene la razón por la cual podemos disfrutar de la salvación que Dios realizó en el cruz: la gracia. Estas dos palabras, gracia y misericordia están muy ligadas; y aunque cada una tiene un significado distinto, ambas trabajan de manera junta en nuestra salvación.
Misericordia es una palabra compuesta por dos: miseria y cordialidad. Lo que quiere decir es que se intercambia la miseria de una persona, por la cordialidad. Es decir, el que tiene misericordia recibe miseria de alguien, y le entrega a esa persona cordialidad. Básicamente es “no dar lo que uno merece”.
Gracia tiene una connotación distinta. La idea que conlleva está más ligada a dar algo no merecido o que jamás deberías obtener. Una manera de definirla podía ser “amor en descenso”; porque cuando se habla de gracia, parece dar la idea de alguien acercándose generosamente a alguien que no lo merece. Básicamente es “dar lo que uno no merece”.
De este modo, la gracia y misericordia se unen en nuestra salvación para mostrar la obra de Dios en “no darnos el castigo por nuestro pecado que SI merecemos, sino que nos da la salvación que NO merecemos por nuestro pecado”. He aquí lo que hace distinta nuestra salvación a los demás sistemas religiosos que hoy día abundan. Muchos grupos religiosos han surgido a lo largo de la historia del ser humano, y todos tienen en común que el hombre tiene que hacer algo para acercarse a su deidad, o librarse de un juicio. Los hinduistas creen que viviendo de una manera honesta van a reencarnar en algo mejor. Así, después de varias reencarnaciones escapar de ese ciclo y llegar al “nirvana”. Los musulmanes creen que por cumplir con los dogmas del islam van a llegar a un paraíso donde podrán disfrutar de la compañía de mujeres para siempre. Los budistas esperan la iluminación a través de meditaciones o de infringirse dolor, alejándose del mundo. Pero nosotros, los cristianos somos salvados porque nuestro Dios, el Único y Verdadero Dios se acercó a nosotros, y nos dio SIN MERECERLO Su salvación como un regalo.
Pero esta salvación es posible por la gracia de Dios, pero se vuelve eficaz “por medio de la fe”. Pablo quiere dejar en claro no solo la causa de nuestra salvación, sino que quiere que los efesios entiendan el medio por la cual ellos han sido salvados. Dios ha establecido cómo es que la gente se salva, no el hombre. Es Dios quien decide cómo es que el hombre se puede acercar a Dios, no el hombre.
Y sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que es remunerador de los que le buscan.
Pero ¿es esta fe naturalmente algo que proviene del hombre?
Pablo responde esta pregunta al decir que “esto de ser salvos no es de parte de ustedes, sino que es un regalo de Dios”. Pablo quiere dejar en claro que la salvación le pertenece únicamente a Dios (Jon. 2.9), y que es posible únicamente por Dios. Existen personas que de manera humanista enseñan que “la salvación tiene dos partes: por un lado la parte de Dios que es la gracia y por otra la parte del hombre que es la fe”. Pero, mis hermanos, Ef. 2.8 nos dice que somos salvos por gracia “a través de la fe”. Es decir, la fe es el medio de la salvación, nunca la causa.
Voy a repetirlo para que se quede grabado en nuestra mente: Es necesario tener fe para ser salvo, pero no somos salvos porque tenemos fe. Si fuera al revés, que Dios observó que íbamos a tener fe en Él y que por tal razón nos salvó, entonces Ef. 2.9 debería quitarse, pues dice que fue “no por obras para que nadie se gloríe”. Es decir, la salvación no es un regalo por las obras, para que ninguno se sienta orgulloso. La salvación no es un regalo por haber creído en Él, sino que creímos gracias a ese regalo que Él nos dio a nosotros. De lo contrario, en la eternidad habrá gente diciéndose unos a otros: “por lo menos tengo el mérito de creer en el evangelio, a diferencia de los que no creyeron y se perdieron en el infierno.”
No, mis hermanos. La fe en Cristo es un regalo de Dios, entregado por gracia. Por eso al final de Ef. 2.8 dice que es un “regalo de parte de Dios”, no de parte del hombre. Y miren, no puede ser algo natural del ser humano, porque el mismo Pablo en Ef. 2.3 dice que está controlado y dominado por su carne y por satanás. Por eso, no solo la salvación es un regalo, sino también la manera en que podamos ser salvos es un regalo de Dios.
Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él,
Fuimos salvados por gracia, no por las obras que podamos hacer. Sola Gratia, como vimos al inicio. Pero el segundo aspecto de nuestra realidad, la presente, da más luz a esta idea. Somos salvados para vivir en santidad (v. 10).
Somos salvados para vivir en santidad (v.10)
Somos salvados para vivir en santidad (v.10)
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.
He aquí una razón más del por qué Dios nos salvo, y se encuentra En Él. La palabra griega que Pablo usa, y que se traduce como “hechura” es “poiema” (ποίημα), de la cual viene nuestra palabra “poema”. Cuando hablamos de un poema, estamos hablando de un arte, de una obra que alguien hizo con todo su corazón y con mucho esmero. Y cuando Pablo utiliza esta palabra para referirse a lo que tú y yo somos, está dando a entender que la obra de salvación de Dios por nosotros fue realizada desde lo más profundo del corazón mismo de Dios. Voy a decirlo de esta manera: “El cristiano es la obra maestra de Dios”. Para entender esto, vayamos a Gn.2.7
Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente.
Este pasaje de la creación del hombre es muy interesante, porque la idea que encierra la palabra “formó” se usaba para referirse a un alfarero que usaba el barro para darle forma a una vasija. Bueno, Pablo parece referirse a esta palabra en Ef. 2.10, pero con una connotación distinta. La diferencia radica en que la primera creación, el hombre fue formado del polvo. En el caso de la segunda creación, el creyente está "creado en Cristo Jesús”. El Creador del universo hizo al creyente a partir del Creador del universo. Por eso Pablo dice en Ef.5.30 que “somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos”.
Ahora bien, la semana pasada consideramos 2 Co.4.3-4 para hablar acerca de la naturaleza esclavizada del hombre. Pero Pablo, en el v.6 explica lo que estamos hablando en Efesios.
Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandecerá la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo.
Me llama la atención que Pablo está haciendo referencia a la creación en Gn.1 al decir que Dios “mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz” (“Y dijo Dios: Sea la luz” - Gn.1.3), y así hablar que de la misma manera Dios “resplandeció en nosotros la luz de Su evangelio”. Bueno, la realidad en la que nos encontramos todos los creyentes es que somos parte de la nueva creación, la cual fue creada “en Cristo Jesús”. Ahora bien, esta nueva vida que en Cristo tenemos tiene una finalidad: “para buenas obras”. Esta es la finalidad de nuestra salvación. El propósito de Dios en la obra de Cristo por nosotros en la cruz es que todos sus escogidos sean formados a la imagen de Su Hijo.
Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos;
Incluso Pablo, en la misma carta a los efesios menciona que somos escogidos por Dios “para que seamos santos y sin mancha delante de Él” (Ef. 1.4); con el fin de crecer en santidad y madurez utilizando todos los recursos que Él ha proporcionado a cada uno de nosotros (Ef. 4.11-12), obrando Él en nosotros el “querer así como el hacer por Su buena voluntad” (Fil. 2.13).
Existen algunos que piensan que una vez que estamos en Cristo, es decir, una vez que somos salvos ya tenemos todo libre para hacer lo que queramos. Algunos piensan que, por creer que nuestra salvación esta completamente asegurada, tenemos una especie de “licencia para pecar”, porque ya fuimos escogidos y somos preservados hasta el final. Pero la Biblia nos dice que eso es completamente equivocado. No solo pensar que por ser salvos tenemos libertad para pecar (porque estamos bajo la gracia), sino que también creer que esas personas piensan de esa manera esta igualmente equivocado.
Pablo nos está diciendo en Ef. 2.10 que el objetivo de dicha salvación trae consigo una consecuencia: Una vida en santidad. Observen que dice que “somos la obra maestra de Dios, creados nuevamente en Cristo para buenas obras, las cuales Dios ya preparó de antemano para que vivamos según ellas.” Me llama la atención que Pablo no dijo que debemos hacer esas obras buenas que Dios ya preparó, sino que solo debemos “andar en ellas”. Cuando la Biblia menciona la palabra “andar” se está refiriendo a un estilo de vida. Es decir, “Dios estableció ese buen obrar para que cada creyente muestre en su vida la condición de lo que es ser una nueva criatura en Cristo.” (Samuel Pérez Millos, 157).
¿Nuestra vida realmente es una evidencia de lo que ser cristiano significa?
Ayer, mientras estaba sentado afuera de mi casa (la casa de ustedes cuando gusten), veía pasar a mis vecinos y me ponía a reflexionar en si ellos están viendo en mí y en mi familia un vivo ejemplo de lo que es ser cristiano. Y no dejé de pensar en ello. Pero tristemente, muchas veces tenemos reacciones o actitudes que no revelan verdaderamente lo que Cristo ha hecho en nosotros.
Es necesario entender esto: Somos salvados por gracia, no para continuar viviendo en pecado como estilo de vida. Sino para vivir en santidad. Y esta obra es un resultado de la obra de Dios en nosotros. Y “no se trata de que Dios almacenó “buenas obras” para que el creyente las use, sino que Él dispuso que el creyente ADOPTE una conducta, una forma de vida, consecuente a la fe, orientada (a las buenas obras), como corresponde a quien vive en Cristo y vive a Cristo.” (Samuel Pérez Millos, 157; énfasis en negritas añadido).
¿Cómo vas a vivir tú como consecuencia de tu salvación?
Como alguien dijo: “No somos salvos por obras, sino que somos salvos para obras.” Noten cómo lo expresó nuestro Señor Jesús en Juan 15.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
Esta vida en santidad, según Jn.15.5 es la que glorifica a Dios. Lo que nos lleva a nuestra tercera perspectiva de nuestra realidad: Somos salvados para la gloria de Dios (v.7).
Somos salvados para la gloria de Dios (v.7)
Somos salvados para la gloria de Dios (v.7)
a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de su gracia por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Me llama la atención cómo Pablo inicia el versículo Ef. 2.8, 10. Ambos versículos inician con la misma palabra; “porque”. Una palabra que se podría usar mejor que esa es “ya que”. Esta palabra nos está describiendo que estos dos versículos dependen de la razón principal de nuestra salvación, Ef.2.7. Un cantante de hiphop cristiano, en una canción suya dijo lo siguiente sobre la quita sola, que vimos en la introducción:
Soli Deo Gloria,
El propósito de nuestra gran convocatoria
Anunciar las virtudes de aquel Soberano Creador
Y deleitarnos en él con todo el corazón
Porque todas las cosas son de él, por él y para él
Del Dios Santo, Justo, Inmutable y Fiel
Del Omnisciente, Sabio, Poderoso y veraz
Al Dios Trino sea gloria por la eternidad.
(Elemento, 5 Solas Vol. 2, 2017)
Considero que pocos artistas y cantantes cristianos llegan a acertar tanto en su teología como lo hizo este rapero. Porque muy pocos entienden que todo lo que somos, hacemos, e incluso lo que no hacemos es para la gloria de Dios. Todo, absolutamente todo lo que ocurre en el universo tiene como objetivo que Dios sea el reconocido. Este pasaje precisamente nos está enseñando que el objetivo de que tú y yo tengamos salvación es con el “fin de mostrar en los siglos que vienen las abundantes riquezas de Su gracia para con nosotros”.
En el instituto donde estudié, al final de cada semestre, se organiza un pequeño torneo de fútbol en el que participamos todos los estudiantes. Formamos nuestros equipos, y jugamos una pequeña liga. La primera vez que participe, llegué hasta la final pero desafortunadamente perdí. Así que, cada semestre me esforzaba por llegar a la final y ganarla. Pero durante 4 años no pude obtenerlo, hasta el año pasado, antes de graduar. Junto con mi equipo logramos llegar a la final y ganarla. A cada uno nos dieron una medalla, pero a mí me dieron este trofeo por ser el goleador del torneo. Este trofeo simboliza el esfuerzo que tuve, no solo para ganar el torneo, sino también por ser el goleador del torneo. Bueno, pues, lo mismo es lo que Dios va a hacer por la eternidad.
A diferencia de mi reconocimiento completamente sin trascendencia, el trofeo que Dios va a exhibir por la eternidad serán sus escogidos redimidos. Es decir, lo que Dios tenía en mente desde “antes de la fundación del mundo” (Ef.1.4), escogiéndonos y predestinándonos (Ef.1.5), comprándonos a precio de sangre (Ef.1.7), uniéndonos a Cristo al darnos una nueva vida (Ef.2.4-6) era presentarnos a nosotros, los creyentes, como un trofeo de Su gracia. Así que, no solo el Padre completó Su obra al escogernos. No solo el Hijo completó Su obra al rescatarnos. También el Espíritu Santo completará Su obra, desde el momento en que fuimos sellados “hasta la redención de la posesión adquirida” (Ef. 1.14). Tú y yo, hermano y hermana, seremos la gloria de Dios por la eternidad. No solo vamos a alabarlo y darle gloria para siempre, sino que nosotros seremos Su alabanza y Su gloria.
¿Por que?
Porque lo que en Su gracia se propuso a hacer, Por Su gracia se cumplirá. Hermanos, en la eternidad no habrá una sola gota de autoexaltación en el ser humano. No habrá ni una pizca de vanagloria. No habrá ni un milisegundo en el cual dejemos de ver la gloriosa gracia de Dios en nosotros. Nos pararemos delante del Cordero, y diremos a una sola voz...
diciendo: ¡Amén! La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Hermanos, solamente una cierta cantidad de granos de arena ocupan el reloj de arena de cada persona, y tarde o temprano se nos acaba a todos… Si Cristo no regresa primero, algún día el último grano de tiempo de su vida caerá, y usted se irá con Él. (D. Withney, Disciplinas espirituales, 204.)
¿Estás preparándote para ese momento?
Aplicación
Aplicación
Hermano, antes de que nos vayamos reflexiona en lo que hemos aprendido.
Fuiste salvado por gracia. No fue tu obediencia, y ni siquiera fue porque tuviste fe. Fuiste salvo porque Dios quiso que lo fueras. Así que, dale gracias a Dios TODOS LOS DÍAS DE TU VIDA. No permitas que pase un solo día sin que te pongas de rodillas ante el Santo y Perfecto Dios, a Quien le ofendiste grandemente con tu pecado, y le digas: ¡Gracias por salvarme!
Eres salvo para vivir en santidad. Recuerda, antes de regresar a ese pecado habitual en el cual disfrutas vivir, Eres salvo para tener una vida consecuente a tu fe. Tu vida es un reflejo de quien es Dios. ¿Qué imagen estás dando de tu Salvador? Antes de pecar, recuerda esto. ¡Apártate de tu pecado YA!
Eres salvo para ser un trofeo de la gracia de Dios. No solo en la eternidad, sino que desde ahora tú ya eres un trofeo de la gracia de Dios. Le perteneces, pese a lo que puede pasar. Le perteneces, si verdaderamente has creído en Cristo. Y porque le perteneces, ¿te estás preparando para Su regreso? ¿O para cuando Él te llame? Si no es así, estás a tiempo para ponerte a cuentas. Prepárate para el regreso de tu Salvador.
Pero tú, oh mi amigo, tú no estás preparado para rendir cuenta del tiempo que has perdido viviendo para tí mismo en lugar de para Dios, tiempo que has malgastando en desobediencia a Dios, el tiempo que despilfarraste en búsquedas terrenales que estaban destinadas a perecer junto con el mundo… No estás preparado para presentarte ante Dios a menos que hayas tomado el tiempo para acercarte a Cristo para confesar el mal uso de tu vida entera. No estás preparado hasta que no le hayas pedido a Dios que perdone (y confiando en) la muerte de Cristo. No estás preparado… a menos que le hayas dado el control el resto de tu vida a Jesucristo.
¿Qué estás esperando?