El código de la Cena del Señor

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Una reflexión acerca de la Cena del Señor

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Eres lo que comes

¿Alguna vez escuchaste este comentario? “Eres lo que comes”… ¿A qué se refiere?
Hay toda una tendencia que utiliza esa frase para referirse a cómo lo que consumimos afecta nuestra salud, e incluso nuestras emociones o nuestra sicología.
Lo cierto es que lo que comes es procesado por tu aparato digestivo. Tu cuerpo obtiene de tus alimentos los nutrientes que necesita para su mejor funcionamiento y, de cierta manera, algo de lo que comes pasa a formar parte de tus órganos, tus músculos, tu piel, tu cabello. Así que, en cierta manera, eres lo que comes.
Jesús ordenó que sus seguidores realizáramos un acto representativo para reafirmar y actualizar nuestro compromiso con Él. Consideremos por un momento las ordenanzas.
Jesús practicó y ordenó la realización de dos ordenanzas - así las llamamos - con un alto contenido espiritual: el bautismo y la cena del Señor. Las dos son representaciones - casi actuaciones teatrales - de lo que sucede espiritualmente en la vida de quienes creen en Jesús.
No vamos a detallar en este momento la ordenanza del bautismo, pero nos vamos a quedar con la de la Cena del Señor.

La importancia de la Cena del Señor

¿Es importante tomar en serio la celebración de la Cena del Señor? En algunos grupos, o para algunas personas, parece ser poco más que un trámite, una acción fría y carente de emoción o compromiso, que uno hace, y ya.
Pero si analizamos lo que está escrito al respecto, descubriremos que es un asunto realmente importante, tan importante que algunas personas habían muerto por no tomarlo en serio.
Vamos a empezar un poco “al revés”, leyendo unos versículos y luego analizando los anteriores. Pero vale la pena.
1 Corintios 11.27–32 RVR60
De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
1 Corintios 11.27–32 NVI
Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna, será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor. Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa. Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena. Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso varios han muerto. Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría; pero si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.

1. Participa dignamente.

Estas palabras impactan y despiertan temor.
1 Corintios 11.27 RVR60
De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
1 Corintios 11.27 NVI
Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna, será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor.
Este es un llamado a participar de esta representación de manera digna.
Recordemos que los cristianos hacemos esto porque el Señor Jesús ordenó hacerlo. En los versículos anteriores vamos a encontrar referencias que hablan de “todas las veces” que aquello se haga. Es decir,
Jesús ordena que celebremos la Cena.
Es una celebración que se realizaría muchas veces. Jesús no menciona la frecuencia, pero sería algo que los cristianos haríamos muchas veces, como lo hacemos.
Hay que tomarlo en serio.
De acuerdo a lo que dice este versículo, se puede tomar de dos maneras: de manera digna o de manera indigna.
Pablo está reprendiendo a los corintios. Habían estado teniendo ciertos banquetes a los que llamaban “Cena del Señor”, pero que solamente dejaban al descubierto el egoísmo y la división entre ellos. Aquella celebración tenía que ser lo contrario a lo que ellos hacían.
¿Qué ocurre con la persona que no participa dignamente de la celebración? Será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Suena muy fuerte. El cuerpo y la sangre de Jesús fueron entregados para nuestra salvación, para que tuviéramos salvación por su sacrificio. Pero quien participa indignamente de la Cena, en lugar de recibir perdón, reconciliación y salvación, lo que recibe es culpa. A la suma de sus pecados agrega la culpa por pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor (NVI, NTV).

2. Debemos examinarnos.

1 Corintios 11.28 RVR60
Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
1 Corintios 11.28 NVI
Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa.
La participación en la celebración de la Cena del Señor debe ir acompañada de un profundo análisis personal.
No eludas el análisis: lo necesitas.
No es el tiempo para no participar de la Cena “porque no estoy bien”.
Al contrario: es el tiempo para analizarnos, evaluar lo que no esté bien o lo que hayamos hecho mal, pedir perdón y prepararnos para obrar mejor.

3. La clave: distinguir que participamos del cuerpo y la sangre del Señor.

1 Corintios 11.29 RVR60
Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
1 Corintios 11.29 NVI
Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena.
La diferencia entre comer para juicio o comer para edificación y salvación está en la capacidad de distinguir de qué está uno participando.
Cuando uno participa de la Cena del Señor, aunque se come pan normal y se bebe vino común, espiritualmente recibimos del cuerpo y la sangre de Jesús. De verdad. Nos alimentamos del Señor. Dejamos que Jesús sea parte de nuestro sistema, que opere cambios en nuestro ser.
1 Corintios 11.31–32 RVR60
Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
1 Corintios 11.31–32 NVI
Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría; pero si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.

4. Es cuestión de vida o muerte.

¿Qué le pasa a quién no toma en serio la celebración?
1 Corintios 11.30 RVR60
Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.
1 Corintios 11.30 NVI
Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso varios han muerto.
¿Hace falta alguna aclaración?
Si participando indignamente uno se puede debilitar, enfermar o morir, ¡qué poderoso lo que puede suceder cuando uno participa dignamente!

Participa del pan

1 Corintios 11.23–24 RVR60
Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
1 Corintios 11.23–24 NVI
Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de mí.»
La Cena del Señor consiste en una recreación de lo que sucedió entre Jesús y sus discípulos al final de la celebración de la Pascua, el día en que Jesús fue arrestado.

1. Un mismo pan

Aquella noche Jesús tomó el pan (imagínalo, por favor), lo partió y dio a sus discípulos mientras les hablaba.
Todos comen del mismo pan. Hoy en día, en la mayoría de las iglesias participamos del pan ya partido. Pero, por favor, no perdamos esta parte del significado. Por razón de que es un mismo pan, muchas veces se llama “Comunión” a esta celebración.
Al celebrar la Cena, reafirmamos la unidad de la iglesia, el Cuerpo de Cristo.

2. Come de Jesús

No es la primera vez que el Señor menciona comer de su cuerpo. En Juan 6, Jesús declara que es el Pan de Vida. Considera lo que dice.
Juan 6.50–57 RVR60
Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.
Juan 6.50–57 NVI
Pero éste es el pan que baja del cielo; el que come de él, no muere. Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva. Los judíos comenzaron a disputar acaloradamente entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» —Ciertamente les aseguro—afirmó Jesús—que si no comen la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen realmente vida. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí, vivirá por mí.
En la Cena del Señor comes del Pan de Vida. Come de Jesús. El que come de Jesús vivirá por Él. Recibe la Vida en Jesús, al recibir de Él.

3. Jesús se entregó por ti

“…esto es mi cuerpo que por vosotros es partido...”.
Jesús estaba a punto de ser arrestado. Sabía lo que iba a suceder.
Corona de espinas.
Azotes.
Golpes, humillación, escupitajos.
Arrastrar la cruz.
Clavos.
Lanza.
Jesús lo sufrió todo por ti. Su cuerpo fue herido, lastimado, roto, para que tú fueras perdonado.

Bebe la copa

Hazlo con reverencia, con respeto, asombrado del amor del Señor.
1 Corintios 11.25 RVR60
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.
1 Corintios 11.25 NVI
De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí.»
Dios es un Dios de pactos. A lo largo de las profecías del Antiguo Testamento, en Isaías, Jeremías, Ezequiel, por ejemplo, se anuncia que un día Dios hará un nuevo pacto con su pueblo.
Aquí Jesús ratifica que ese Nuevo Pacto entra en vigencia.
Dios hace un convenio con los que creemos en Jesús, su pueblo, y lo confirma, lo sella, con la sangre de Jesús.
Desde que creíste en Jesús, hay un pacto entre tú y Dios.
La clave, es tomar esa copa recordando al Señor, en honor a Él.
Conclusión:
1 Corintios 11.26 RVR60
Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
1 Corintios 11.26 NVI
Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.
La Cena del Señor es un mensaje promulgado a todos, a los que asisten y al mundo espiritual. Anunciamos y anunciaremos la muerte de Jesús, hasta que Él venga.
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