La Prueba de Fuego
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Introducción
Introducción
Se dice que había un hombre que había trabajado por muchos años para una compañía constructora.
Estaba en su último mes de trabajo y el dueño de la empresa le pidió que le ayudará a construir la última casa.
El hombre después de haber trabajado tanto tiempo recibió la noticia un poco molesto porque era su último mes de trabajo.
No escuchaba noticia ni señales de alguna fiesta de despedida.
Decía entre sí, “Tantos años he trabajado, he dado mi vida a esta empresa, solo para que en mi último mes me den la tarea de construir una casa más, en lugar de dejarme descansar.”
El dueño de la empresa le había puesto una condición - que no escatimara costos. Le pidió que usara los mejores materiales sin importar el costo. Quería que esta fuera la casa más lujosa, más hermosa, más espectacular de su carrera.
El empleado recibió esta condición con aún más molestia puesto que pensaba que el esta casa iba a ser para el jefe.
Por tanto determinó hacer el peor trabajo de su vida.
Determinó no poner atención a los detalles y a usar los materiales más corrientes / baratos.
Llegó por fin el día en que debía ser su último día de trabajo.
Convocaron a todos los empleados para la inspección final de la casa.
Ese día estaba el jefe y toda la empresa reunida en ese lugar.
…llega el hombre y nota que allí está su familia y se da cuenta que en primer fila está su propia familia.
El jefe ve la casa, el inspector sale de la casa cabizbajo no podiendo creer el trabajo tan malo que se ha hecho.
…un poco apenado y con un rostro de tristeza y decepción - va el jefe al empleado y le dice: esta es tu regalo de despedida. Tuviste la oportunidad de usar los mejores materiales, una casa lujosa, mi deseo era que disfrutaras una casa maravillosa - pero en fin, tal vez tu visión era diferente a la mía.
De haber sabido el hombre que la casa iba a ser para él, jamás habría hecho un trabajo tan malo y tan descuidado. De la misma manera hoy la palabra de Dios nos confronta porque nosotros también estamos construyendo un edificio y cada día decidimos la calidad de edificio que vamos a edificar. Hoy consideraremos:
Pablo el arquitecto que puso el fundamento
Nosotros los constructores que cada día estamos edificando
El día del juicio que revelará la calidad del edificio
Pablo el arquitecto que puso el fundamento
Pablo el arquitecto que puso el fundamento
En 1 Corintios 3:9 Pablo identificó a la iglesia en Corinto como el edificio de Dios.
Porque nosotros somos colaboradores en la labor de Dios, y ustedes son el campo de cultivo de Dios, el edificio de Dios.
Pablo utiliza esta imagen para referirse al pueblo de Dios.
Es una imagen muy hermosa que nos ayuda a entender la obra de Dios en su pueblo.
Pablo es el arquitecto que con gran sabiduría comenzó a poner el fundamento.
Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero cada uno tenga cuidado cómo edifica encima.
No olvidemos que fue Pablo quién llegó a Corinto por primera vez a predicar la verdad fundamental de la vida, muerte, y resurrección de Jesucristo.
Fue Pablo quien habló a los Corintios acerca del mensaje de salvación.
Fue Pablo quien habló de Cristo donde antes no se había mencionado su nombre.
Fue Pablo quien estuvo dispuesto a una sociedad idolatra y apartada de Dios para que pudieran escuchar el mensaje de que Jesús es Dios y que vino al mundo para morir por nuestros pecados.
De la misma manera Pablo reconoce que este edificio es de Dios.
Fue Dios quien, en la persona de Cristo, derramó su preciosa sangre para comprar un pueblo / redimirlo de sus pecados para ser pertenencia suya por toda la eternidad.
La Biblia nos llama la “Iglesia de Cristo” o la “Iglesia de Dios” no solamente porque estamos asociados o creemos en Dios sino porque literalmente somos pertenencia suya. Dios mismo engendró a su iglesia mediante el rescate de un pueblo hundido en el fango y oscuridad del pecado.
Ahora Pablo después de haber puesto el fundamento de los principios básicos de la fe Cristiana, reconoce que el pueblo de Dios tiene un papel importante en esta obra constructora.
Los creyentes, aquellos cuyos ojos han sido abiertos a estado miserable y desesperante, aquellos que hemos sido rescatados de una condena hemos sido comisionados para edificar sobre el fundamento apostólico.
La voluntad de Dios, desde la eternidad pasada, es edificar un pueblo para alabanza de su nombre.
Desde que Dios llamó a Abram desde Ur de los Caldeos, la voluntad de Dios ha sido que hubiese un pueblo cuyo propósito principal en esta vida es dar gloria y alabanza a Dios y ser bendición para todas las naciones de la tierra.
Nosotros los constructores que cada día estamos edificando
Nosotros los constructores que cada día estamos edificando
Estos constructores somos nosotros. Nosotros estamos edificando la iglesia local.
Después de haber creído en Cristo nosotros estamos edificando familias cristianas.
Después de haber confesado nuestros pecados, nosotros estamos edificando carreras como dentistas, abogados, cocineros, mecánicos, demostrando al mundo la diferencia que hace Cristo en la vida de un empleado.
Después de haber conocido la luz del evangelio, nosotros estamos edificando relaciones con nuestros vecinos, nuestros familiares, nuestros amigos demostrando la clase de vida que produce el evangelio de Jesucristo en una persona.
Pablo en los versículos 12-13 habla de una variedad de materiales que se podrían usar en el trabajo de construcción.
Ahora bien, si sobre este fundamento alguien edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja,
la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada. El fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno.
Los materiales se pueden dividir en dos categorías.
Materiales que se consumen por el fuego: madera, heno, y paja
Materiales que no se consume por el fuego: oro, plata, y piedras preciosas
Pablo nos enseña que cada creyente, en esta vida, está edificando un glorioso edificio y tiene la opción de usar diferentes clases de materiales.
Es obvió que algunos materiales son mejor que otros.
Es posible edificar con cada uno de estos materiales.
Sin embargo, el que edifica debe estar consciente del clima, de los peligros alrededor del edificio, etc.
Los edificios deben ser construidos con los materiales adecuados para la situación en al que se encuentran.
El día del juicio que revelará la calidad del edificio
El día del juicio que revelará la calidad del edificio
En este caso, Pablo nos dice que la obra de cada uno que edifica será probada en el día final.
la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada. El fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno.
El tema del día final, el día del juicio, el día de la venida de Cristo suele ser un tema ignorado.
Muchos vivimos pensando en el día de hoy.
Olvidamos que después de esta vida hay algo más.
Olvidamos que la Biblia dice que un día todo lo que hay a nuestro alrededor cesará de existir.
Olvidamos que el mismo Cristo que vino por primera vez hace 2,000 años regresará a juzgar a los vivos y a los muertos.
En esta ocasión Pablo quiere que estemos conscientes que en el día final, Dios mismo probará la edificación de cada creyente.
La obra de cada uno de nosotros será probada.
En este caso no está hablando que seremos juzgados para ver si seremos salvos o no.
Más bien, este juicio es el juicio de la vida de cada creyente en el cual será juzgada cada obra que hemos hecho en esta vida.
El propósito de este juicio no es determinar si seremos salvos o no sino para recompensar la obra de cada creyente.
Esto lo sabemos por los vv 14 y 15.
Si permanece la obra de alguien que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa.
Si la obra de alguien es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como a través del fuego.
Se da por entendido que el creyente que edificó en esta vida un edificio con materiales que perduran (i.e., oro, plata, y piedras preciosas) recibirá un galardón de parte de Dios.
De la misma manera se da por entendido que el creyente que edificó en esta vida un edificio con materiales baratos / corrientes / perecederos (i.e., madera, heno, y paja) no recibirá galardón aunque él si será salvo.
Esto nos lleva a pensar en el juicio que recibirá cada creyente en el cual Dios nos juzgará por cada una de las obras que hemos hecho en esta vida.
Esto debe animar a cada creyente sabiendo que toda obra que hacemos en esta tierra tiene recompensa. Esto anima a todo aquel que se esfuerza en vivir una vida que agrada a Dios.
Esto anima a aquellos hermanos que se esfuerzan a servir a los demás.
Esto anima a los hermanos que con diligencia oran, leen la Biblia, buscan a Dios en todo tiempo.
Esto anima a los hermanos que están activos en su obra.
De la misma manera sacude al creyente que está bajo el encanto de la pereza espiritual.
El creyente negligente y perezoso con facilidad se ausenta de la casa de Dios.
Este creyente no conoce la Biblia porque no la lee.
Este creyente no habla acerca de Cristo porque sabe que su vida deja mucho que desear.
Este creyente ve a los demás hermanos que reflejan una energía espiritual y los mira como personas exageradas o fanáticos.
Conclusión
Conclusión
Pero lo que nos motiva a edificar con materiales que no perecen no es la recompensa.
Es hermoso pensar que los creyentes seremos coronados con una corona de vida eterna.
Es precioso saber que ninguna obra que hacemos en Cristo perderá su recompensa.
Nos motiva saber que Dios no olvida ni siquiera el vaso de agua que damos en su nombre.
Pero, a final de cuentas el galardón no es lo que nos motiva a edificar con oro, plata, o piedras preciosas.
Principalmente lo que nos motiva es el fundamento mismo.
Pablo nos dice que el fundamento en Jesucristo, quien dio su vida por nosotros.
Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo.
Por tanto, al mirar nosotros el fundamento que ha sido puesto, el crucifcado, el Mesías, el varón perfecto, el varón de dolores, el buen pastor, el fiel amigo, el Rey de reyes y Señor de señores, esto nos motiva a decir - este edificio merece lo mejor de mi.
Decimos, este edificio merece oro, plata, y piedras preciosas.
Las buenas obras que hacemos, el esfuerzo, la entrega que tenemos en la obra de Dios, no es por interés propio sino en agradecimiento por el glorioso fundamento de la Iglesia de Cristo.
…esto nos lleva a pensar a una escena que vemos en el cielo.
los veinticuatro ancianos se postran delante de Aquél que está sentado en el trono, y adoran a Aquél que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo:
“Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas.”
Estos ancianos que representan al pueblo de Dios en el AT y NT vemos que reciben coronas de parte de Dios.
Sin embargo, ellos la rinden delante de él.
De la misma manera nosotros somos motivados a servir a Dios no porque tenemos nuestros ojos fijos en la recompensa sino porque sabemos que ese mismo galardón lo pondremos a los pies de Cristo en alabanza y adoración cuando estemos delante de él en el cielo.