El poder de Pentecostés

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El poder y la misión de la iglesia de Jesucristo radican en el Espíritu con que Él la ungió.

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Hay tantas iglesias… Si a uno le disgusta el desodorante de ambiente o la cara de quien le recibe en la puerta de esta iglesia, puede ir a la otra sin problema. ¡Hay muchas!
Pero, ¿qué es lo que tenemos que buscar? ¿Venimos a la iglesia a buscar “cierto ambiente”, “algo que me haga sentir bien” o “algo que me entretenga”? No.
Venimos a buscar a Dios.
Venimos a escuchar la voz de Dios.
Venimos a ser transformados por la obra de Dios.
Venimos a entender la voluntad de Dios para vivir conforme a ella.
Jesús dijo que edificaría su iglesia. ¿Será algo que sigue haciendo hasta el día de hoy? ¿Cómo empezó todo esto?

1. La promesa de Dios

Luego de la resurrección, Jesús se apareció a sus discípulos durante cuarenta días. Entraba y salía de donde ellos estaban, comía con ellos y les enseñaba. Tiene que haber sido un tiempo muy especial y determinante para aquellos discípulos.
Cuando llegó el momento de la ascensión, cuando el Maestro ya iba a ocupar su lugar a la derecha del Padre, tuvo con los discípulos una conversación muy importante.
Hechos de los Apóstoles 1.4–8 RVR60
Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hechos de los Apóstoles 1.4–8 NVI
Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: —No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, de la cual les he hablado: Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo. Entonces los que estaban reunidos con él le preguntaron: —Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino a Israel? —No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre—les contestó Jesús—. Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.
La primera orden para los discípulos era que no dejaran Jerusalén. En términos humanos no era seguro quedarse allí, pero iban a tener que ser valientes y obedecer, confiando en Jesús.
Entonces les anuncia lo que les iba a ocurrir: iban a recibir poder (Hechos 1.8). Ese poder los capacitaría para cumplir con la Gran Comisión.
Jesús expresa lo que luego vemos cumplirse a lo largo del libro de hechos (Jerusalén, Judea, Samaria) y en lo que estamos viviendo hasta el día de hoy (…hasta lo último de la tierra).
Juan 14.15–18 RVR60
Si me amáis, guardad mis mandamientos.Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
Juan 14.15–18 NVI
»Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes. No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes.
Creo que es muy bueno que recordemos los términos de lo que Jesús llama “la promesa del Padre”.
Jesús nos da la seguridad de su presencia. No nos dejará solos, por nuestra cuenta.
Tendremos una experiencia que el mundo no tiene. Es la revelación de su presencia.
La presencia y obra del Espíritu tendrá que ver con nuestra obediencia.
Juan 14.25–27 RVR60
Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Juan 14.25–27 NVI
»Todo esto lo digo ahora que estoy con ustedes. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho. La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.
4. El Espíritu Santo nos enseñará. ¿Lo está haciendo contigo?
5. El Espíritu nos transmitirá la paz de Jesús, algo que no se puede experimentar sin Él.
Juan 16.7–15 RVR60
Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.De pecado, por cuanto no creen en mí;de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más;y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Juan 16.7–15 NVI
Pero les digo la verdad: Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes. Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio; en cuanto al pecado, porque no creen en mí; en cuanto a la justicia, porque voy al Padre y ustedes ya no podrán verme; y en cuanto al juicio, porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado. »Muchas cosas me quedan aún por decirles, que por ahora no podrían soportar. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir. Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes. Todo cuanto tiene el Padre es mío. Por eso les dije que el Espíritu tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes.
6. El Espíritu nos capacitará para el cumplimiento de la Gran Comisión (convencerá al mundo).
7. El Espíritu nos revelará la verdad.

2. El cumplimiento de la promesa.

Recordemos cómo fue el primer cumplimiento de la promesa del Padre, el establecimiento de la iglesia sin la presencia física de Jesús.
Hechos de los Apóstoles 2.1–6 RVR60
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.
Hechos de los Apóstoles 2.1–6 NVI
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Estaban de visita en Jerusalén judíos piadosos, procedentes de todas las naciones de la tierra. Al oír aquel bullicio, se agolparon y quedaron todos pasmados porque cada uno los escuchaba hablar en su propio idioma.
Aquel no fue un evento íntimo, secreto, que pasó inadvertido para la comunidad. Al contrario, la gente reaccionó y se reunieron a ver qué pasaba. Dios inspiró a Pedro, quien presentó una muy inspirada explicación de lo que acontecía, y les presentó el evangelio. Aquel mensaje trajo resultados.
Hechos de los Apóstoles 2.36–41 RVR60
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.
Hechos de los Apóstoles 2.36–41 NVI
»Por tanto, sépalo bien todo Israel que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías.» Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: —Hermanos, ¿qué debemos hacer? —Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados—les contestó Pedro—, y recibirán el don del Espíritu Santo. En efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar. Y con muchas otras razones les exhortaba insistentemente: —¡Sálvense de esta generación perversa! Así, pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas.
Pedro los invitó a arrepentirse, a creer en Jesús y a expresar su compromiso con Él por medio del bautismo. No fue un día cualquiera. Tres mil personas vinieron a los pies de Cristo.

3. El resultado de la promesa.

¿Qué pasó con aquella gente? ¿Fue “nada más que una experiencia” o “un evento más en sus vidas”? No. Ya no volvieron a ser los mismos. Su vida relacional fue transformada y sus costumbres cambiaron radicalmente. Los del grupo se identificaron entre ellos.
Hechos de los Apóstoles 2.42–47 RVR60
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles.Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
Hechos de los Apóstoles 2.42–47 NVI
Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los apóstoles. Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.
Empezaron a vivir una vida que se caracterizó por -
Su comunión con Dios
Su obediencia
Su relación especial e íntima con su familia espiritual.
Su testimonio poderoso hacia los que aún no habían creído. Más personas creían.
¿Qué nos queda de aquellos cristianos? Tendríamos que analizar nuestras vidas y nuestra participación en la iglesia.
Si hubiéramos sido parte de aquel grupo, ¿cómo habría sido transformada nuestra vida?
Si todos los cristianos obraran como tú, ¿cómo sería la iglesia? ¿Crees que necesitas cambiar?
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