¿Mi Amor Refleja el Amor de Dios?

Afirmados en el amor  •  Sermon  •  Submitted
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Dios nos ama, de tal forma que entrego a su hijo por nosotros, pero él no nos pide algo tan grande para mostrar que somos Cristianos, él nos pide mostrar amor al prójimo.

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Introducción:

¿Cómo puedo saber, si mi amor refleja el amor de Dios?
Necesitamos comprender que el motivo apropiado para el amor humano es el amor divino.
Todos los Cristianos debemos reflejar el amor de Dios en nuestra vida práctica.
Hay cuatro Mandatos dados por Dios a través de su palabra que los cristianos debemos conocer y practicar.
Juan dice en que........
1 Juan 4.19 RVR60
19 Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
Aunque nuestra prioridad inmediata es hacia nuestros hermanos en la fe, nuestra responsabilidad de amar no termina allí:
El mandato del Señor de amor se extiende más allá de la iglesia a abrazar todas las personas.
Los primeros tres mandatos en los que vamos a reflexionar hoy, son algunos mandatos dados por Dios a través del Apóstol Pablo :

I. Crecer y abundar en amor, unos para con los otros y para con todos.

Esta es la oración de Pablo por los Tesalonicenses en
1 Tesalonicenses 3.12 RVR60
12 Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros,

II. Hacer bien a todos.

Pablo también Exhorta a los Gálatas a "hacer el bien a todos, y especialmente a aquellos que son de la familia de la fe"
Gálatas 6.10 RVR60
10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
Una vez dicho esto, no hay que confundir el amor que mostramos a los demás –especialmente pecadores impenitentes – como evangelismo.
Amar a la gente no es el Evangelio, ni tampoco es una alternativa al Evangelio. Amar a los demás lo que hace más bien es motivar y adornar el evangelio que predicamos y vivimos.
Predicamos a los perdidos porque los amamos y no queremos que perezcan, y si verdaderamente estamos motivados por nuestro amor por los perdidos, los incrédulos por lo general pueden percibirlo.
Por otra parte predicamos el Evangelio porque amamos a Dios y deseamos Su glorificación a través de la proclamación de Su gran Nombre.
Pero también.....

III. Nuestro amor, en todas sus facetas, debe mostrar el amor de Dios.

Hermanos no podemos replicar los actos de amor más grandes de Dios, sobre todo la cruz. Pero podemos reflejar el amor que Él ha derramado en nuestros corazones según dice Pablo en su carta a los romanos.
Romanos 5.5 RVR60
5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
¿Porqué lo hacemos?, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.
¿Cómo lo hacemos?, amando a las personas en formas que les apuntan a nuestro grande y amoroso Dios.
Ahora , piense un momento en la forma en que debemos mostrar ese amor de Dios en nosotros.

IV Debemos mostrar amor como un niño.

Pensemos por un momento en la frase de Jesús en Marcos 10.13-15
Marcos 10.13–15 RVR60
13 Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. 14 Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. 15 De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Si hemos recibido el reino de Dios como un niño, si ya entramos en el reino de Dios, en su salvación, en su promesa de vida eterna, debemos amar, como ama un niño, eso es lo que Jesús esperara de nosotros.
Hay muchas formas de entender cómo ama un niño, si usted ha observado, esto, usted tiene muchas cosas que decir al respecto; pero quiero compartirle una, a través de esta anécdota.

Amor al Prójimo.

Entonces el doctor, con toda la paciencia, explicó la situación al hermanito de Liz y le preguntó si estaría dispuesto a darle de su sangre. El doctor vio dudar un momento al pequeño antes de tomar un gran suspiro y responder: “sí, le voy a dar mi sangre para que ella viva”.
Mientras la transfusión se llevaba a cabo, él niño estaba acostado en una cama al lado de la cama de su hermana, se le veía muy sonriente mientras los médicos y enfermeros le asistían y veían como regresaba el color a las mejillas de la niña; de pronto el pequeño se empezó a poner pálido y su sonrisa fue desapareciendo, parecía que estaba muy asustado.
El pequeño volteó a ver al doctor y le preguntó con gran inocencia y voz temblorosa:
“¿a qué hora empezaré a morir?”.
El niño no había comprendido la explicación del doctor, y entonces pensaba que debía dar toda su sangre a su hermana Liz para que ella pudiera vivir. El niño había creído que él moriría al dar su sangre y aún así había aceptado hacerlo.
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CONCLUSIÓN:

¿Qué tanto amamos a los demás?, ¿Qué tanto reflejamos el amor de Dios en nuestro amor?
En nuestra vida cotidiana no se nos pide que otorguemos nuestra vida para que otro se salve, como lo creía el pequeño de la historia, sin embargo, sí está a nuestro alcance el mostrar amor al prójimo con pequeños gestos de amabilidad, de misericordia, con una palabra amable, escuchándoles y consolándoles, siendo cordiales y donando algo de lo que tenemos a los más necesitados.
Hagamos bien, no importando a quien debamos hacerlo, demostremos el amor de Dios no importando a quien lo demostramos.
Recordemos las palabras del Señor en el Sermón del monte:
Mateo 5.44–46 RVR60
44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
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