La misericordia y paciencia de Dios.

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La misericordia y paciencia de Dios son la razón por la cual vivimos y debemos predicar el evangelio.

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Un repaso rápido del cap. 1
Leer Jonás 2
No debería extrañarnos que Jonás haya rehusado obedecer a Dios. Dios le estaba enviando para que los ninivitas se salvaran, pero Jonás era extremadamente nacionalista, y deseaba que Nínive fuera destruida por su maldad. Jonás sabía que Dios “es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y se duele del castigo,” por eso no quería llevar el mensaje.
El cap. 2 nos enseña tres cosas acerca del Dios en que hemos creído.
Primero nos recuerda que Dios es...

Un Dios de oportunidades.

Oportunidades para Jonás.

Dios le habló a Jonás de varias maneras.
Primero le dio el mandato de ir a predicarle a los de Nínive. A todo hijo sabio y entendido debe bastarle con una vez que el padre mande. La primera oportunidad fue con voz suave!
Podríamos vernos tentados a criticar a Jonás por no obedecer a la primera, pero ¿Sómos así? ¡NO! Se nos tienen que estar repitiendo las cosas hasta que el padre se exaspera y comienza a levantar la voz.
Como Jonás no obedeció, Dios le dio otra oportunidad hablándole un poco más fuerte. ¿Cómo? ¡Enviando una tormenta! Esta era otra oportunidad para obedecerle, pero no fue suficiente, Jonás no se arrepentía.
Dios le dió una tercera oportunidad, no dejando que se ahogara. Quizás, ahora que se encontraba en mayor peligro, se arrepentía.
Como dice el dicho: “la tercera es la vencida”, Dios había preparado el pez para que se lo tragara.

Oportunidad para Nínive.

Los ninivitas no eran bien vistos por nadie. En 734-732 AC, siete años antes de que Jonás fuera a Nívive, capital de Asiria, los asirios había sitiado al reino del norte (israel). En el 732 A.C. el imperio Ninivita destruyó el reino del Norte (Israel) y envió al exilio a muchos israelitas (2 14:1-23).
Los pueblos vecinos los odiaban por su crueldad con los pueblos que conquistaban. Pero como Nínive o los Asirios eran muy ricos, querían estar en buenos términos con ellos.
Ellos eran como los imperialistas de ese tiempo, criticados por muchos, tenidos como explotadores, pero el lugar donde esos muchos anhelaban vivir. Similar a nuestro tiempo, en el cual señalan y acusan a este país, pero es donde todas las caravanas se dirigen… ¡Que irónico!
Si Dios había enviado a Jonás a Nínive era porque quería darles una oportunidad de arrepentimiento:
“Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella, porque su maldad ha subido hasta mí.” 1:2
Nos recuerda que nuestro Dios es...

Un Dios misericordioso.

Misericordioso con Jonás.

Al igual que el hijo pródigo que tuvo que perderlo todo para recapacitar sobre su condición y decidir volver al padre, a Jonás le tomó tres días de sufrimiento para arrpentirse y buscar a Dios.
y dijo: En mi angustia clamé al Señor y Él me respondió. Desde el seno del Seol pedí auxilio y Tú escuchaste mi voz;” 2:2
¡Eso se llama misericordia! Dios respondió de acuerdo a la miseria en que Jonás se encontraba. ¿Merecía otra oportunidad? ¡NO! ¿Merecía que le salvara la vida? ¡NO!
¡Y nosotros no la merecemos tampoco! Como dijo el profeta Jeremías al contemplar la destrucción de la ciudad y el Templo:
Lamentations 3:22–23 RVR60
Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
Lamentations 3:22–23 LBLA
Que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad!

Misericordioso con los Ninivitas.

Sí, los asirios eran impíos, pero no había diferencia con los israelitas ni con nosotros. La única diferencia posible sería que pecamos de diferente manera, pero impíos de todas modos.
Pero no importa que tan malos seamos, ese Dios misericordioso no quiere que el impío se pierda:
Ezekiel 18:23 LBLA
¿Acaso me complazco yo en la muerte del impío—declara el Señor Dios—y no en que se aparte de sus caminos y viva?
Ezekiel 33:11 LBLA
Diles: “Vivo yo”—declara el Señor Dios—“que no me complazco en la muerte del impío, sino en que el impío se aparte de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos. ¿Por qué habéis de morir, oh casa de Israel?”
Los israelitas los querían muertos, pero Dios los quería vivos.
Nos recuerda que nuestro Dios es...

Un Dios paciente.

2 Peter 3:9 LBLA
El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.
Desde la división de las tribus (930 AC), en el reinado de Roboam, hasta la muerte del rey Peka (732 AC) cuando los asirios se llevaron cautivos a los israelitas habían pasado 200 años.
Lo primero que hizo Jeroboam, el primer rey del reino del norte fue hacer ídolos para que el pueblo los adorara. De allí en adelante, la vida espiritual de Israel fue en rápido declive, y aunque Dios les dio muchas oportunidades de arrepentirse, cerraron sus corazones hasta el punto que Dios envió a los asirios para que los cautivara, como un castigo a su desobediencia.

Fue paciente con los asirios.

Dios podía haber destruido a los asirios por su gran maldad, pero, en lugar de destrucción, les envía un mensaje de salvación por medio de una paloma mensajera (“Jonás” significa “paloma).
Romans 10:14 LBLA
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
Nunca debemos olvidar que aun los más perversos pueden salvarse, si de veras se arrepienten y depositan su fe en Dios, y solamente en Él.
Esa generación de ninivitas conoció al Dios de Israel.

Fue paciente con nosotros.

Nosotros somos los Asirios modernos: ¡malvados! Y quizás peor que ellos porque la idea de Dios es parte de nuestra cultura, pero vivíamos sin Dios.
Gracias a Dios por Su paciencia porque, como dice Romanos 3:25, “en su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente,
Por su paciencia es que nos dio muchas oportunidades para responder al evangelio.
¿Cuántas veces te hablaron de Dios antes de recibirle? ¡Muchas! ¿Y qué respondías? “Tengo mi religión”, “Estos están locos”, “No soy tan malo”, “eso es para ignorantes”.
Fue paciente porque no quería que nos perdieramos sino que nos arrepintieramos y vinieramos a Su luz, la luz del evangelio de Cristo.
Como lo expresara el apóstol Pablo al hablar de su salvación y de la misericordia y paciencia de Dios:
1 Timothy 1:13–17 LBLA
aun habiendo sido yo antes blasfemo, perseguidor y agresor. Sin embargo, se me mostró misericordia porque lo hice por ignorancia en mi incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más que abundante, con la fe y el amor que se hallan en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero. Sin embargo, por esto hallé misericordia, para que en mí, como el primero, Jesucristo demostrara toda su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en El para vida eterna. Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, a El sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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