El Rol de la Familia en la Iglesia Antigua
Historia de la Iglesia Antigua: El Rol de la Familia en la Iglesia Antigua • Sermon • Submitted
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· 190 viewsLa importancia de la familia en el desarrollo de la historia de la Iglesia Antigua
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Introducción:
Introducción:
Si bien existía una cosmovisión del concepto de familia “de tradición judía” en los primeros grupos de cristianos, donde el repudio hacia la mujer le otorgaba preeminencia abusiva al padre; con la enseñanza reivindicatoria de Cristo y los apóstoles ejemplificando la relación espiritual del matrimonio como una figura de unión entre Cristo y su Iglesia y su sacrificio de amor incondicional por ella (Efesios 5.25-33), el rol de la familia pasa a ser considerado “sagrado” al entender que fue hecha por Dios mismo, el cual lo instituye como un “pacto de amor con juramento” y al internalizar y aplicar mediante el poder del Espíritu Santo esta verdad en la iglesia antigua, el rol de la familia fue fundamental para el desarrollo y expansión del glorioso evangelio de Jesucristo.
A continuación, veremos:
1.- El Rol de la familia como modelo del desarrollo de la “fe genuina” en Cristo.
2.- Como ese modelo de fe se traduce en amor incondicional a Cristo, que hace soporte aún en las pruebas de persecución.
y Por último,
3.-Como conclusión al presente trabajo, podremos ver como aplica este conocimiento a nuestras familias de hoy, donde la persecución ya no es tan cruel (salvo en los países islámicos o comunistas), pero donde nos vemos cada vez más presionados por la cosmovisión amoral y donde se nos ridiculiza por identificarnos como cristianos.
Punto 1: El Rol de la Familia como modelo del desarrollo de la “fe genuina” en Cristo
Punto 1: El Rol de la Familia como modelo del desarrollo de la “fe genuina” en Cristo
1 Pe 3.1 El apóstol Pedro nos indica que era probable que las mujeres fuesen más receptivas a la predicación del evangelio de Cristo, y que mediante la práctica de una vida genuina regenerada y en sumisión su familia podía ser cautivada a escuchar la predicación y llegar al arrepentimiento y fe.
Ef 5.25 / Co 3.19 Por otra parte, el apóstol Pablo les recuerda a los maridos que las mujeres son delicadas y muy especiales para Dios, que mediante la práctica de amarlas y brindarles una buena vida, inclusive sus oraciones no tendrían obstáculo.
Hechos 1.8 Lucas nos relata la promesa que Cristo hizo a sus discípulos para recibir el Espíritu Santo que mediante la acción regeneradora les haría libres del pecado y les facultaría la capacidad de vivir realmente una vida en obediencia a Dios y a su Palabra.
Lo clave y lo que debemos comprender es que tanto la sumisión de la mujer, como el amor del hombre, o inclusive la obediencia de los hijos hacia los padres, es decir, la vida práctica del evangelio en sí, requiere la total intervención y llenura del Espíritu Santo y hacer morir cada día la carne llevando una vida en santificación a Dios.
Esto los apóstoles lo enseñaron una y otra vez a los primeros cristianos, y fue precisamente, la llenura del Espíritu Santo y una vida de santificación práctica en la familia lo que provocó el desarrollo de la fe genuina que tanto asombró en el primer siglo.
Como bien indica Justo Gonzalez “la historia del cristianismo es la historia del Espíritu Santo”*** entre hombres y mujeres falibles.
Es en aquellos primeros cristianos, pecadores tal y como nosotros, pero obedientes y sometidos a la enseñanza de los apóstoles y al Espíritu Santo, donde el evangelio comienza a asentarse en sus propios hogares. A diferencia de los judaizantes éticos y conocedores de su ley (mas no de su Dios que les da la ley); los primeros cristianos comenzaron a someterse en amor y obediencia a la enseñanza bíblica apostólica y comenzaron una vida agradable a Dios con amor fraternal genuino, siendo fieles seguidores del ejemplo de Jesucristo en sus vidas y en sus hogares.
Según Mr. 10:13-16 y Mt. 18:6 nuestro Señor Jesucristo le da un alto valor a los niños en su Reino, y advierte fuertemente a los adultos que por sus enseñanzas u acciones les hagan tropezar. Esta enseñanza quedó grabada a fuego en sus apóstoles quienes fueron reprendidos al estar alejando a los niños de Jesús, tanto así que ellos dieron una preeminencia especial a la familia. (1 Co. 9:5).
Personalmente, donde veo más claramente desarrollado el verdadero rol de la familia como un modelo de desarrollo de “fe genuina” es en la manera que los apóstoles reconocen a los pastores y diáconos. Leamos estos textos:
(1 Ti. 3:1-5)
Requisitos para los obispos
Palabra fiel es ésta: Si alguno aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer.
2 Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar,
3 no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso.
4 Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad
5 (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?);
(Tit. 1:5-6)
Requisitos para ancianos y obispos
5 Por esta causa te dejé en Creta, para que pusieras en orden lo que queda, y designaras ancianos en cada ciudad como te mandé,
6 esto es, si alguno es irreprensible, marido de una sola mujer, que tenga hijos creyentes, no acusados de disolución ni de rebeldía
¿Podría quedar alguna duda después de leer estos pasajes de la relevancia que tuvo el hogar y la familia en el desarrollo de la fe de los primeros cristianos?, si para escoger a los líderes y maestros de la exposición del glorioso evangelio de Jesucristo, existía un filtro de conducta intachable dentro del hogar.
Podemos ver también que dentro del hogar, los frutos del Espíritu descritos en (Ga. 5:22) se hacen realidad el convivir distintos tipos de carácter, y más aún, en un período tan difícil para sobrevivir como lo fue en el primer siglo y en los venideros, a través de las persecuciones, lo que da el sustento a nuestro segundo punto a exponer.
Punto 2: El Rol de la Familia como modelo de fe en amor incondicional a Cristo, aún en pruebas y persecuciones.
Punto 2: El Rol de la Familia como modelo de fe en amor incondicional a Cristo, aún en pruebas y persecuciones.
(1 Co. 11:1) “Para que no sólo me llame cristiano, sino que también me comporte como tal”, fueron parte de las últimas palabras de Ignacio de Antioquia, antes de ser sacrificado por su fidelidad al señorío de Cristo.
La enseñanza de los apóstoles a los primeros cristianos, manda a ser imitadores de ellos, así como ellos lo son de Cristo, y Pablo inspirado por el Espíritu Santo, escribe en Co. 1:15 que Cristo es la imagen del Dios invisible. Es decir, que si queremos andar conforme a nuestro amado Dios, debemos comportarnos como sus hijos (es lógico verdad).
Una pregunta que debemos hacernos es: ¿como un hijo puede agradar a su Padre?, yo, personalmente, siempre le digo a mi hija que el mejor regalo que ella me puede dar es la obediencia, ya que esto me llena el alma y me alegra demasiado. Pero, ¿como los demás, aquellos que no son de nuestro grupo familiar pueden reconocer efectivamente que ella es mi hija?:
La respuesta es siendo parecida o igual a mí.
¿Usted a escuchado algunas veces que le han dicho “eres igual a tu padre/madre”, cuando usted hace determinada cosa o habla con un determinado modismo?.
Los primeros cristianos, bajo las enseñanzas de los apóstoles tenía muy claro esto. Lo que pasa es que nosotros complicamos mucho la teología, y en realidad siempre es aplicativa. Cuando le preguntaron a RC Sproul cual era la verdad teológica más profunda, el dijo: Jesús me amó.
Ellos internalizaron a tal grado el ser “imitadores de Cristo” que en toda su manera de vivir aplicaron sus enseñanzas, y es por ello, que los frutos del Espíritu, (que no es otra cosa que el carácter de Cristo en la vida práctica) fue vital en los tiempos de persecución y pruebas.
El amor a Dios caracterizó a Jesucristo a tal grado que hacer su voluntad fue superior al instinto natural de sobrevivencia y es por ello que dio su vida en la cruz por agradar al Padre.
La hospitalidad en los hogares cristianos (benignidad), además de proteger al perseguido fue un tremendo testimonio aún para los inconversos (Ro. 12:13). Fue tanto el gozo de compartir por los necesitados que aún sus casas las ponían a disposición para el sustento de los nuevos cristianos
(Ro. 16:1-5)
1 Les encomiendo a nuestra hermana Febe, quien es diaconisa de la iglesia en Cencrea.
2 Recíbanla en el Señor como digna de honra en el pueblo de Dios. Ayúdenla en todo lo que necesite, porque ella ha sido de ayuda para muchos, especialmente para mí.
3 Den mis saludos a Priscila y Aquila, mis colaboradores en el ministerio de Cristo Jesús.
4 De hecho, ellos una vez arriesgaron la vida por mí. Yo les estoy agradecido, igual que todas las iglesias de los gentiles.
5 Den también mis saludos a la iglesia que se reúne en el hogar de ellos.
Muchas familias del primer siglo dispusieron sus hogares para comenzar las primeras iglesias, y es por ello, que el gobierno efectivo del hogar fue tan importante para los apóstoles, que filtraron a los líderes de acuerdo a sus conductas internas.
Fue en el seno de los hogares donde la evidencia bíblica de conversión genuina al cristianismo se hizo evidente y donde se comenzaron a establecer las primeras iglesias conocidas que se tengan registro. La Gracia de Dios estaba tan presente, que mediante el nuevo pacto ya no se requiere de templos ni de sacerdotes para santificar y dar gloria al único Dios Verdadero y a Jesucristo el Mesías y único Señor y redentor de nuestras vidas. (Hch. 10:24-48; 16:15; 16:31-33; 18:8; Jn. 4:53; Lc. 19:9; Flm. 1:2).
Los testimonios de unidad familiar de todos quienes se convertían al cristianismo es maravilloso de leer, y esto fue de gran ayuda para soportar tanta prueba que Dios permitió para el beneficio de la expansión de su evangelio, tal y como lo dijo que serían sus testigos en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.
Para mi es muy hermoso entender que el evangelio no quebró el sistema familiar de los primeros cristianos, sino más bien, lo reforzó, agregando el auxilio del Espíritu Santo a sus relaciones diarias y las encausó correctamente, a través de los fundamentos apostólicos, que reforzó los valores familiares con principios del Reino de Dios, poniendo juicio cuando estos no estaban de acuerdo con la voluntad de Dios.
Es sorprendente que los términos asociados a los nuevos creyentes sea tomado de la familia (hijos de Dios), y al ser miembros de su Iglesia, los apóstoles les llamaron (hermanos) y se corona en Ef. 2:19 y Gá. 6:10 como los de “la familia de Dios”; y como hijos de Dios y hermanos entre sí, el ejemplo demostrativo es el amor fraternal (1 Jn. 3:14-16)
Todo lo anterior, sirvió de base para las pruebas que comenzarían en el año 64 cuando el infame emperador Nerón inculpa a los cristianos del gran incendio de Roma.
El historiador Tácito narra las atrocidades cometidas contra los cristianos bajo el imperio de Nerón (incluidos Pedro y Pablo entre los mártires), y posteriormente en el año 81, bajo el emperador Domiciano se da escala a una persecución que duraría muchos años.
Los cristianos fundamentados en la enseñanza de los apóstoles y cimentados en el amor fraternal resisten el martirio, el despojo y la persecución que llega hasta Asía menor según documentaría el apóstol Juan (quien se encontraba en la Isla de Patmos al escribir el Apocalipsis) dando esperanza pues a través del sufrimiento cumplían la voluntad de Dios aquellos cristianos perseguidos, y animándoles y reforzando a través del Espíritu Santo que Cristo mismo estaría junto a ellos hasta el fin del mundo por lo que debían estar firmes hasta su regreso. (Apocalipsis 21:4; 22:12; 22:20)
Punto 3: Aplicación.
Punto 3: Aplicación.
¿Como aplicamos “la fe genuina” y “el modelo de fe expresado en amor incondicional a Cristo” en nuestras familias el día de hoy?.
La respuesta es: imposible por nuestros propios medios, conocimiento o fuerzas
El gran ejemplo entregado por nuestros hermanos del primer siglo y los venideros que fueron mártires, siendo hombres falibles y pecadores como nosotros, fue una vida en el hogar en santificación, sometidos a la exposición de la predicación bíblica apostólica y al poder del Espíritu Santo en obediencia continua haciendo morir día a día el pecado remanente en sus vidas, siguiendo el ejemplo y las pisadas de Jesucristo su Señor hasta lograr su carácter en sus vidas, que redunda en hacer la voluntad de Dios expresamente revelada en su Palabra y todo esto con supremacía en amor y gozo en medio de los problemas que debieron enfrentar.
¿Fácil verdad?
Tal como lo expresa nuestro hermano e historiador Justo González, la historia esta escrita para saber cuál es el camino que debo tomar, es una guía que al humilde llevará a buen puerto y más aún, el escritor anónimo del Libro de Hebreos nos dice que mediante la fe aquellos mártires siendo débiles se hicieron fuertes, soportando torturas y no aceptaron liberación para no negar a su Señor, pero anima indicando que obtuvieron la promesa aún tapando boca de leones, sus mujeres recibieron a los mártires mediante la resurrección, por lo tanto, debemos despojarnos del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y correr con paciencia la carrera que tenemos por delante, porque testigos tenemos a aquellos primeros cristianos que dieron su vida por esta carrera, poniendo su esperanza en el único que es digno de ello, en Jesús, autor y consumador de la fe, quien selló su fe con la cruz y quien también resucitó y hoy está sentado a la diestra del trono de Dios.
Nuestro hogar hoy en día, en medio de tanta inmoralidad, incredulidad, indiferencia e idolatría en la sociedad en la cual nos ha tocado vivir, debe ser un fiel reflejo de aquellos hogares de nuestros hermanos cristianos del tiempo pasado, quienes buscaron la paz y santidad pues sabían que sin ella nadie vería al Señor. Ellos procuraban alcanzar la gracia de Dios con temor y reverencia, y perseveraron unánimes en esperanza y gratitud, sin negar nada a Dios, pues todas las cosas las ponían al servicio del avance del evangelio con genuino amor fraternal.
En sus hogares perseveraban en la enseñanza de los apóstoles y en la oración, tanto así que fue en ellas donde comenzaron las primeras iglesias y por sobre todo, practicaban con sus ejemplos (aún con las condiciones completamente desfavorables).
Que pues nos queda hoy en día, sino el vivir como ellos vivieron, poniendo en práctica nuestra fe dando gloria a Dios con nuestra piadosa manera de vivir.
La Santificación en el hogar es el legado de aquellos primeros cristianos de la iglesia antigua. Un hermoso legado que sólo muestra la eficacia de la obra del Espíritu Santo que glorifica a Dios y nos recompensa con amor verdadero, vida plena y gozo familiar.
Bibliografías o referencias externas
Bibliografías o referencias externas
***Historia del Cristianismo, Tomo 1, Pag 22, Justo Gonzalez.