LAS OFRENDAS PARA LOS SANTOS

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1 Corintios 16:1–2 LBLA
1 Ahora bien, en cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también como instruí a las iglesias de Galacia. 2 Que el primer día de la semana, cada uno de vosotros aparte y guarde según haya prosperado, para que cuando yo vaya no se recojan entonces ofrendas.

1. EL DAR ES UN ACTO DE ADORACIÓN

Cada uno de los miembros tenía que ir preparado para dar su parte correspondiente a esa semana en la colecta del día del Señor. La iglesia primitiva se reunía el primer día de la semana en conmemoración de la resurrección de Jesucristo. (El Espíritu Santo descendió sobre la iglesia en Pentecostés el primer día de la semana.)

Qué trágico es cuando los miembros de la iglesia dan sólo por obligación y se olvidan de que las ofrendas tienen que ser sacrificios espirituales presentados ante el Señor (Filipenses 4:18). La ofrenda debería ser un acto de adoración al Señor resucitado y ascendido a los cielos.

Filipenses 4:18 LBLA
18 Pero lo he recibido todo y tengo abundancia; estoy bien abastecido, habiendo recibido de Epafrodito lo que habéis enviado: fragante aroma, sacrificio aceptable, agradable a Dios.

Algunos estudiosos han sugerido que, en aquella época de la historia, a muchas personas se les pagaba el primer día de la semana. Pero aunque no hubiese sido así, cada creyente tenía que colocar aparte su ofrenda en su casa y luego llevarla a la asamblea el primer día. Pablo no quería tener que realizar una serie de colectas al llegar a Corinto. Quería que toda la contribución estuviese preparada.

Si los miembros de la iglesia de la actualidad fuesen tan sistemáticos en sus ofrendas como lo son en el manejo de sus otros aspectos financieros, la obra del Señor no sufriría como lo hace en algunas ocasiones.

3. OFRENDAR ES PERSONAL E INDIVIDUAL

Pablo esperaba que cada uno de los miembros participara en la ofrenda, así el rico como el pobre. Cualquiera que tuviese una entrada de dinero tenía el privilegio de compartir y ayudar a los que padecían necesidad. Él quería que todos participaran de la bendición.

4. EL DAR TIENE QUE SER PROPORCIONAL

“Según haya prosperado” (v. 2) sugiere que los creyentes que tienen más, deben dar más. Los creyentes judíos que estaban en la iglesia quizá hayan estado acostumbrados al diezmo, pero Pablo no mencionó ningún porcentaje especial. Indudablemente, el diezmo (el 10 por ciento del ingreso personal) es un buen punto de partida para comenzar nuestra mayordomía, pero no debemos quedarnos en ese nivel. A medida que el Señor nos da más, deberíamos planear dar más también.

la ofrenda del creyente es una gracia, la expresión de la gracia de Dios en nuestra vida, y no el resultado de promociones o presiones. Un corazón abierto no puede mantener una mano cerrada. Si valoramos la gracia de Dios que se extendió hacia nosotros, entonces tendremos deseos de expresar esa gracia compartiendo con los demás.

5. LA OFRENDA PUEDE SER DESIGNADA

Pablo no estaba en contra de la ofrenda personal individual. En este capítulo, como así también en Romanos 16, él nombró a diferentes individuos que lo ayudaban personalmente. No hay duda de que esto incluía la ayuda dada a él para sus necesidades financieras. Pero en términos generales, la ofrenda cristiana tiene su centro en la iglesia. Hay muchas iglesias que alientan a sus miembros para que den sus ofrendas especialmente designadas a través del fondo de la iglesia.

6. LA OFRENDA NO ES EN VANO

Es interesante observar que Pablo mencionó la ofrenda justo después de su exposición acerca de la resurrección. En los manuscritos originales no había división en capítulos, así que los lectores pasaban directamente del himno de victoria de Pablo al tema referente al dinero. La doctrina y el deber van juntos, al igual que la adoración y las obras. Nuestra ofrenda “no es en vano” porque nuestro Señor vive. Es el poder de su resurrección lo que nos motiva a dar y servir.

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