Sardis no borrare tu nombre del libro de la vida.

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Sardis no borrare tu nombre del libro de la vida.

1. Introducción. hay 4 libros en el cielo: el libro de las memorias, donde se registra todo. las cosas buenas y las cosas malas. el libro de la ley, que sera el código, y el libro de la muerte donde los nombres de aquellos que se rindieron en el camino. y el libro de la vida. donde están registrados los nombres de aquellos que se bautizaron y no se rindieron. por eso hoy el tema titula: “ sardis no borrare tu nombre del libro de la vida” y quiero que me acompañes al texto.
A) Apocalipsis. 3: 1 “ escribe de la iglesia en Sardis” conozcamos la ciudad de Tiatira.
A.1. (gr. Sárdeis, “el Sol”). Antigua capital del reino de Lidia. Estaba ubicada en la ladera del monte Tmolo y protegida en 2 de sus lados por el río Pactolo, tributario del Hermo. La ciudad original fue edificada totalmente sobre la colina (fig 449) y provista de fuertes muros protectores; más tarde se extendió hacia la llanura que se encuentra al pie. Aparece en la historia por 1a vez en el s VII a.C., cuando era la capital del reino de Lidia, el país donde se inventaron las monedas acuñadas, tan importantes para la economía mundial. En 457 a.C. Ciro tomó la ciudad y se llevó prisionero a Creso, su rey, quien era fabulosamente rico. De allí en adelante se convirtió en la capital de una satrapía persa, desde donde los persas dirigían sus ataques contra los griegos. Más tarde, cambió de manos varias veces. Primero la tomó Alejandro, después Antíoco el Grande, y en 190 a.C. se la incorporó al reino de Pérgamo. Cuando este reino pasó a ser una posesión romana en 133 a.C., Sardis formó parte de la provincia de Asia. Un terremoto la arrasó en 17 d.C., pero la reconstruyeron con la ayuda del emperador Tiberio. Su destrucción final ocurrió en 1402, cuando la conquistaron los mongoles a las órdenes de Timur o Tamerlán. Nada quedó de su antiguagloria, salvo algunas ruinas. Una aldea cercana todavía conserva el viejo nombre de la ciudad: Sart. Mapa XX, B-4.
Horn, S. H. (1995). En A. D. Orrego (Ed.), R. A. Itin & G. Clouzet (Trads.), Diccionario Bíblico Adventista (Primera Edición, pp. 1055–1056). Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.
A.1.1.(gr. Sárdeis, “el Sol”). Antigua capital del reino de Lidia. Estaba ubicada en la ladera del monte Tmolo y protegida en 2 de sus lados por el río Pactolo, tributario del Hermo. La ciudad original fue edificada totalmente sobre la colina (fig 449) y provista de fuertes muros protectores; más tarde se extendió hacia la llanura que se encuentra al pie. Aparece en la historia por 1a vez en el s VII a.C., cuando era la capital del reino de Lidia, el país donde se inventaron las monedas acuñadas, tan importantes para la economía mundial. En 457 a.C. Ciro tomó la ciudad y se llevó prisionero a Creso, su rey, quien era fabulosamente rico. De allí en adelante se convirtió en la capital de una satrapía persa, desde donde los persas dirigían sus ataques contra los griegos. Más tarde, cambió de manos varias veces. Primero la tomó Alejandro, después Antíoco el Grande, y en 190 a.C. se la incorporó al reino de Pérgamo. Cuando este reino pasó a ser una posesión romana en 133 a.C., Sardis formó parte de la provincia de Asia. Un terremoto la arrasó en 17 d.C., pero la reconstruyeron con la ayuda del emperador Tiberio. Su destrucción final ocurrió en 1402, cuando la conquistaron los mongoles a las órdenes de Timur o Tamerlán. Nada quedó de su antiguagloria, salvo algunas ruinas. Una aldea cercana todavía conserva el viejo nombre de la ciudad: Sart. Mapa XX, B-4.
Horn, S. H. (1995). En A. D. Orrego (Ed.), R. A. Itin & G. Clouzet (Trads.), Diccionario Bíblico Adventista (Primera Edición, pp. 1055–1056). Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.
A.1.2.
Las excavaciones llevadas a cabo bajo la dirección de J. B. Pritchard, a partir de 1969, han permitido descubrir los restos fenicios y romanos de la población como asimismo el puerto construido por los romanos. Resulta evidente que ese lugar estuvo habitado en la última parte del 2° milenio a.C. y la mayor parte del 1er milenio. Se descubrieron más de 20 hornos para fabricar artículos de alfarería, lo que pone en evidencia que debió haber sido un centro de elaboración de esa artesanía.
Bib.: T. L. McClellan, IDBS:977, 978; J. B. Pritchard, Sarepta (Filadelfia, 1975).
Horn, S. H. (1995). En A. D. Orrego (Ed.), R. A. Itin & G. Clouzet (Trads.), Diccionario Bíblico Adventista (Primera Edición, p. 1057). Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.
B) El que tiene los 7 espíritus de Dios, y las 7 estrellas dice esto:
B.1.
1. Angel. Ver com. cap. 1:20.
Sardis. Una ciudad importante a poca distancia al sur de Tiatira. Sardis gozaba como Tiatira de una ubicación comercial favorable. Estrabón, el antiguo geógrafo, la llamaba “una gran ciudad” (Geografía xiii. 4. 5), aunque en los días de Juan no rivalizaba en importancia ni con Efeso ni con Pérgamo. Hay más información acerca de Sardis en las pp. 102–104. El significado del nombre es incierto; sin embargo, algunos sugieren “canción de gozo”, o “lo que queda”, o “algo nuevo”.
Siete espíritus. Ver com. cap. 1:4.
Siete estrellas. Esta figura, como las que dan comienzo a los mensajes a cada una de las otras iglesias, deriva de la descripción de Cristo glorificado en el cap. 1 (ver com. vers. 16, 20).
Tus obras. Ver com. cap. 2:2.
Nombre. Aquí “reputación”. Esta iglesia se caracterizó por la hipocresía: no era lo que pretendía ser. Las iglesias de la Reforma afirmaban que habían descubierto lo que significaba vivir por la fe en Jesucristo, pero cayeron finalmente en un estado que se parecía, en ciertos sentidos, al de la organización de la cual se habían apartado (cf. 2 Tim. 3:5). Su nombre —protestante— implicaba oposición a los abusos, los errores y el formalismo de la Iglesia Católica Romana, y el nombre Reforma daba a entender que ninguna de estas faltas se hallaba dentro del redil protestante. Ver pp. 44–69.
Estás muerto. Este punzante comentario da comienzo a un mensaje que consiste mayormente de reprensiones. El pecado de la hipocresía mereció las condenaciones más penetrantes de Jesús contra los dirigentes religiosos de sus días (Mat. 23:13–33). El Cristo glorificado envía ahora a la iglesia hipócrita de Sardis su más directa reprensión. En vez de estar viva en Cristo (cf. Efe. 2:5; Col. 2:13; Gál. 2:20), como lo pretendía esta iglesia, en verdad estaba “muerta” (cf. 2 Tim. 3:5). Este mensaje aplicado a Sardis, puede considerarse como dirigido al período de la iglesia que existió hacia fines de la época de la Reforma, de 1517 a 1755; sin embargo, ver Nota Adicional de Apoc. 2.
Algunas décadas después del comienzo de la Reforma, las nuevas iglesias experimentaron un período de violenta controversia doctrinal. Finalmente se zanjaron las diferencias de opinión adoptando credos definidos que tendían a desalentar la búsqueda de nuevas verdades. Por un proceso similar la Iglesia Católica Romana, en los primeros siglos de su historia, había estereotipado su teología. Protegidas por el poder y el prestigio del Estado y resguardadas al abrigo de rígidas confesiones de credos, las iglesias nacionales del mundo protestante por lo general llegaron a contentarse con una forma de piedad carente de su poder. Otro factor importante que contribuyó a la apatía hacia las cosas espirituales fue el surgimiento del racionalismo en los siglos XVII y XVIII. Ante el impacto de los descubrimientos científicos, muchos eruditos llegaron a creer que la ley natural era suficiente para explicar el funcionamiento del universo. A menudo concluyeron que la principal función de Dios con relación a este mundo sólo era la de una primera causa, y que a partir de ese acto inicial de creación, el mundo marchaba más o menos independientemente de Dios. Hombres pensadores que creían que eran impedidos en su pensamiento teológico independiente por las rígidas fórmulas de la ortodoxia protestante, en algunos casos se volvieron al nuevo racionalismo filosófico. Aunque el racionalismo produjo un elevado idealismo y suscitó reflexiones dignas de alabanza en la ciencia política y el humanitarismo, cuando sus postulados fueron aplicados a la religión influían mucho para fomentar la frialdad espiritual que caracterizó al protestantismo en los siglos que siguieron a la Reforma.
2. Sé vigilante. Respecto a la vigilancia como deber cristiano, ver com. Mat. 24:42; cf. Mat. 25:13.
Las otras cosas. En el protestantismo en decadencia aún había ciertas características dignas de ser conservadas aunque representara un esfuerzo. No todo se había perdido. La vida espiritual del protestantismo estaba moribunda, pero aún no estaba muerto el sistema. La “supervivencia” puede considerarse como la nota predominante del período de la historia de la iglesia correspondiente a Sardis.
Tus obras perfectas. El ardor del protestantismo durante sus primeros años prometía un avance hacia la perfección en la comprensión de la verdad revelada y en su aplicación a la vida; pero con el transcurso de los años, el celo y la piedad decayeron, y la iglesia se cansó del esfuerzo por alcanzar la meta que se había propuesto.
3. Acuérdate, pues. Cf. cap. 2:5.
Has recibido. La flexión del verbo griego no sólo indica que la iglesia de Sardis había recibido la verdad, sino especifica que aún la tenía; no se había perdido todo. El hecho de que aún hubiera esperanza, se destaca en la amonestación “guárdalo”, en griego, “continúa guardando”. Algunos cristianos de Sardis no habían apostatado; esto aparece más claramente en el vers. 4.
Arrepiéntete. Gr. metanoéō (ver com. Mat. 3:2).
Ladrón. Cf. Mat. 24:43, donde se hace referencia a la segunda venida de Cristo. Esta amonestación puede incluir no sólo el segundo advenimiento sino una visitación divina más inmediata (cf. Apoc. 2:5). Cualquier venida sería inesperada para los que dejaban de arrepentirse y velar. Cf. CS 544–545.
4. Manchado sus vestiduras. Una figura de lenguaje para indicar la contaminación moral en la cual había caído la mayor parte de la iglesia de Sardis. Ver com. Mat. 22:11; cf. Apoc. 16:15; cf. com. Isa. 63:6.
Vestiduras blancas. En contraste con los que habían caído moralmente y contaminado sus “vestiduras”, los que permanecieron fieles son representados como dignos de llevar “vestiduras blancas”. Que estas “vestiduras blancas” simbolizan su pureza, lo indica la frase “porque son dignos” y además el uso del mismo símbolo en el cap. 7:13–14. Este último pasaje aclara que tal justicia no les pertenece a los fieles; es el resultado de lavar sus vestiduras y blanquearlas en la sangre del Cordero. Han recibido la justicia de Cristo.
Las vestiduras blancas también son características de los seres celestiales (Dan. 7:9; Apoc. 4:4; 6:11; 19:14), y de esta manera son para los santos una figura de su “cuerpo espiritual
Nichol, F. D., & Peverini, T. N. (Eds.). (1996). Filipenses a Apocalipsis. (N. W. de Vyhmeister & V. E. A. Matta, Trads.) (Vol. 7, pp. 772–773). Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.
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