Quien es Cristo para ti
Sermon • Submitted
0 ratings
· 54 viewsNotes
Transcript
QUIEN ES CRISTO PARA TI?
Mateo 16:13–20 (RVR60)
13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? 14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. 15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. 19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. 20 Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.
Quien dicen los hombres que soy yo
2. Investiga cuáles son los sentimientos del pueblo acerca de Él: ¿Quién dicen los hombres …? No pregunta: ¿Quién dicen los escribas y fariseos?, sino los hombres en general, la gente del pueblo a la cual los fariseos despreciaban (Jn. 7:49); el vulgo conversaba con los discípulos con mayor familiaridad que con el Maestro y por eso, a través de ellos podía Jesús investigar mejor qué era lo que la gente decía de Él. Cristo aún no había declarado paladinamente quién era, sino que había dejado que la gente sacase las conclusiones pertinentes de las obras que hacía (Jn. 10:24–25).
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1142). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
por que se llama asi mismo hijo de Hombre
Daniel 7:13–14 (RVR60)
13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. 14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.
Se llama a Sí mismo el Hijo del Hombre, es decir, el Mesías prometido, como se ve ya desde Daniel 7 (v. Mt. 8:20; 9:6; 12:8; 13:41); era, pues, un título glorioso, aunque connotaba también el hecho de la Encarnación. Por otra parte, cuando Pablo habla de la humillación del Hijo de Dios al ser enviado a este mundo no le llama «el Hijo del Hombre», sino «nacido de mujer» (Gá. 4:4) como los demás mortales (Job 14:1).
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1142). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
Pregunto a sus discipulos
La respuesta de Pedro es corta, pero es completa, verdadera y oportuna: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente (v. 16). Esta es la correcta conclusión a la que las palabras y las obras de Cristo conducían. La gente le llamaba profeta (Jn. 6:14; 9:17), pero los discípulos le reconocen como el Cristo, el Mesías o Ungido de Dios (Is. 61:1). Ya era gran cosa reconocer una dignidad tan grande en una persona cuyas apariencias externas eran tan contrarias a la idea que la gente tenía del Mesías. Él mismo se llamaba ahora «el Hijo del Hombre», pero Pedro reconoce en Él al Hijo del Dios vivo y verdadero. Confesémosle también nosotros de la misma manera, para compartir la misma bienaventuranza de Pedro. Observemos que Cristo aprueba la respuesta de Pedro (vv. 17–19):
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1142). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
La rebelacion es algo escondido
Dios quedaba glorificado con ello: Porque no te lo reveló carne ni sangre. Esta luz no podía provenir del nacimiento ni de la educación, sino del Padre celestial. La fe salvífica es un don de Dios (Ef. 2:8b) y, por ello, dondequiera que esta fe se encuentre es obra de Dios. Pedro era pues dichoso porque el Padre celestial se lo había revelado. La dicha verdadera va ligada a la gracia y al favor de Dios, de modo que sólo es, en realidad, desdichado el que, por carecer de la gracia de Dios, es de veras desgraciado.
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1143). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
sobre esta roca edificare mi Iglesia
1.1. Vocablos que describen a la iglesia.
El vocablo griego neotestamentario para describir la iglesia es ekklesia que significa “asamblea de llamados”. Se aplica el término a (1) todo el cuerpo de cristianos de una ciudad (Hechos 11:22; 13:1). (2) A una congregación (1 Corintios 14:19, 35; Romanos 16:5). (3) AI cuerpo todo de creyentes de la tierra (Efesios 5:32).
La iglesia es entonces una compañía de personas llamadas del mundo, apartadas de él, que profesa y promete lealtad al Señor Jesucristo.
Pearlman, M. (1992). Teología Bíblica y Sistemática (pp. 252–253). Miami, FL: Editorial Vida.
Yo edificare mi iglesia
La mano del que edifica la Iglesia: Yo … edificaré mi Iglesia. Cristo es el arquitecto de su Iglesia. La construcción de la Iglesia es una obra que perdura hasta la consumación de los siglos (28:20) y Cristo usa a sus ministros como arquitectos subalternos que, con el poder y la gracia de Él, sobreedifican sobre el único fundamento (1 Co. 3:11 y ss.); por eso, han de mirar cómo edifican: si es sobre el verdadero fundamento, y si es con sólidos y valiosos materiales, o con algo que consume el fuego o se lleva el viento.
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1143). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
las puertas del hades no prebaleceran contra la iglesia
Cristo hace una promesa respecto a la Iglesia que va a edificar: Las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. El sheol (en griego Hades) era el mundo subterráneo, lugar de las almas después de la muerte; sus «puertas» son como las fauces de un monstruo que se traga las cosas terrenales. Estas «fauces» no se tragarán a la Iglesia; siempre, hasta el fin de los siglos
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1143). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
no siempre ni en todas partes, tendrá el mismo nivel de pureza y esplendor, pero jamás desaparecerá del todo; podrá sufrir reveses en los particulares encuentros con el mal, pero, en la principal batalla, los verdaderos cristianos son siempre más que vencedores (Ro. 8:37).
las llaves hablan de la mision
A Pedro le dice aquí: Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos. En Lucas 11:52, Cristo habla de la llave del conocimiento que los intérpretes de la Ley tenían para abrir a otros el sentido de las Escrituras (Lc. 24:32). Las llaves del reino de los cielos (no de la Iglesia) estuvieron en las manos de Pedro cuando éste, mediante la predicación de la Palabra—al abrir las Escrituras con el poder del Espíritu—hizo posible la entrada en el reino (v. 3:2; 4:17) a los que recibieron el mensaje, compungidos de arrepentimiento (Hch. 2:37–41); igualmente a los gentiles (Hch. 10:34–43).
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1143). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
lo que ates en la tierra
Son poderes para atar y desatar. Estos términos están tomados del argot rabínico y significan respectivamente prohibir y permitir (obligar y desligar). Como esto es extendido a los demás Apóstoles y, en general, a la Iglesia (18:18; Jn. 20:23), entra dentro de la disciplina eclesiástica el derecho y el deber de admitir y excluir, ligar y desligar, de acuerdo con las claras enseñanzas del Nuevo Testamento (v. por ej. Hch. 15:10; 1 Co. 5:4–13). No se trata, en modo alguno, de la llamada «absolución sacerdotal». Sólo Cristo puede dar la vida; sus ministros sólo pueden desatar al que ya está vivo (Jn. 11:44). Los ministros de Cristo ejercen estos poderes de dos maneras: primera, mediante la predicación del Evangelio (llave del conocimiento), con la cual se abren las puertas del reino a los creyentes arrepentidos, y se cierran a los obstinados en su incredulidad (comp. Jn. 8:24), segunda, mediante el aludido ejercicio de la disciplina (llave
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1143). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
lo que ates en el cielo
Lucas 10:17–20 (RVR60)
17 Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.18 Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.19 He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.20 Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
Mateo 3:17 (RVR60)
17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
Mateo 5:11–12 (RVR60)
11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.